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Los títeres rebeldes por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Sí, estoy viva. Espero que todos los que han seguido la historia también lo estén. Ha pasado un poco más de un año desde la última vez que logré actualizar. Quería disculparme por la larga espera. Entre fingir ser un adulto funcional en el trabajo, que me operaron y otro montón de cosas no había podido escribir. 

La verdad fue un capítulo que me costó un poco escribir porque Neil & Pat se habían molestado por tenerlos abandonados tanto tiempo. Costó reconectar, muchas escenas fueron escritas varias veces, creo que borré más de lo que escribí; pero espero que no se sienta un desconecte con el ritmo de la historia. 

Sientánse libres de hacermelo saber. Gracias de nuevo por esperar por este capítulo y espero que nos leamos pronto. 

LII.

Cuando Patrick tenía cuatro años deseó por primera vez tener a alguien, a parte de sus abuelos, a quien le importase. Fue un sueño que duró un par de años, hasta que sucedió lo que pasa conforme creces, te olvidas de aquellos sueños que son imposibles de alcanzar y los reemplazas por sueños más modestos.

Patrick no lo recuerda, pero cuando le preguntaron en el kínder cuál era su mayor sueño respondió que alguien lo quisiera. Gabriel sí que lo recuerda aún después de todos esos años. La maestra lo mandó a llamar porque Patrick le había asegurado que sus padres no lo querían. Su esposa le impidió que lo corrigiera, le dijo que aunque fuera pequeño incluso él podía darse cuenta de algunas verdades dolorosas.

Esa había sido una de las pocas veces que estaba en desacuerdo con su difunta esposa, pero era más porque él no estaba listo para aceptar una verdad tan dolorosa. Que su hija a quien crio llena de amor no era capaz de brindarle un poco a su único hijo.

Gabriel recuerda cada uno de los cumpleaños que Patrick le confesaba que su deseo de cumpleaños era tener a alguien más a quien le importase, que lo quisiera. También recuerda bien cuando su deseo lo cambió por cosas materiales. No esperaba que Patrick lo recordase, deseaba que no lo hiciera, porque era un recuerdo demasiado doloroso para que cualquier persona cargase con él.

Por eso cuando lo vio salir del estadio con semblante distraído mientras veía su teléfono y se sobresaltó al escuchar los gritos de sus amigos quienes corrían hacia él para taclearlo emocionados, Gabriel sintió sus ojos llenarse de lágrimas porque finalmente el niño de cuatro años vio realizado su sueño. Si pudiera regresar en el tiempo iría a decirle que todo estaría bien, que tenía que ser paciente, pero que valdría la pena porque no vendría solo una persona. Vendrían muchas a quienes les importaría y que las cosas iban a estar bien.

Cuando vio a Daniel acercarse tímidamente, empujado por Leah, y lo vio abrazar a Patrick sintió que uno de los mayores pesares de su vida era quitado. Gabriel veía como Erika y Craig le felicitaban emocionados. Patrick solo podía sonreír avergonzado. Quizás no era todo lo que su nieto se merecía, pero sabía que era más de lo que alguna vez Patrick se permitió soñar. Se quedó abstraído mirando la escena.

—¿Por qué estás allí tan solitario, abuelo? ¿Te sientes bien?

Gabriel se sobresaltó a ver a su nieto tan cerca de él. Tenía esa misma sonrisa de cuando era pequeño, aquella que le duró tan poco. Sus ojos le brillaban y todo su rostro se iluminaba con un aire infantil. Ya luego lo regañaría por ser tan imprudente, pensó Gabriel.

—Aún siento a la gente gritando a mí alrededor, es todo.

Patrick rio por el comentario—Bueno, yo este…Gracias por venir. Seguro tenías cosas mejores que hacer pero…

—Estoy feliz que me quisieras aquí —dijo Gabriel interrumpiendo el palabrerío sinsentido de su nieto.

Patrick sonrió tímidamente—Yo este…te dediqué un gol.

—Lo vi, lo vi, muchacho. Menos mal metiste otro o Neil se hubiera puesto celoso.

—No iba a permitirlo.

Gabriel no pudo reprimirse más, lo atrajo y abrazó con todas las fuerzas que aún podía a su nieto, a su Patrick. A quien no pudo darle tantas cosas que deseó, pero que la vida de alguna manera se iba encargando de dárselas por él.

—¿Estás bien? —preguntó confundido Patrick al sentir la fuerza con que lo abrazaba.

—Estoy feliz, muchacho, muy feliz. Es todo —dijo dándole unas palmaditas en la espalda. Siempre extrañaba a su esposa, pero momentos como este, en que las cosas parecían mejorar para su nieto era cuanto más la añoraba, porque al igual que él, siempre había deseado que Patrick fuera muy feliz.

Joshua se acercó a ellos y tiró de la camisa de Patrick—Patrick, pregunta mi papá que a dónde quieres ir a comer para celebrar.

—¿Eh? No, no hace falta…

—Es la tradición, siempre vamos a comer algo súper rico cuando alguien de la familia hace algo increíble.

—Pero yo…

—Ya lo escuchaste, muchacho —dijo Gabriel—. Si quieres ser parte de su familia tienes que respetar todas las tradiciones.

—¡Usted también tiene que venir, abuelito de Patrick! —exclamó Joshua feliz.

Patrick sonrió al ver la cara de desconcierto de su abuelo—Ya lo escuchaste, nos estoy metiendo en su familia, así que también tendrás que respetar todas sus tradiciones.

***

Patrick apenas vio el lugar se arrepintió de no haber escogido cualquier cosa. Al final ante la insistencia por complacerle no supo que responder, en primera porque con su abuelo no solían celebran muchas cosas. No desde la muerte de su abuela, y siempre terminaban en el mismo lugar de comida china porque la comida no era mala y los precios eran bastante accesibles.

Celebrar para los Evans era literalmente tirar la casa por la ventana. Era como volver a la noche de la fiesta de la empresa. Al menos su abuelo ahora le hacía compañía, pero al ver a Gabriel actuar con naturalidad supo que el único que se sentía un poco fuera de lugar era él. Neil seguro pudo leer sus pensamientos porque le tomó de la mano y le sonrió como si quisiera reconfortarlo.

Pronto los ubicaron en una mesa en la terraza del restaurante donde se apreciaba un precioso jardín, en el centro había un árbol de enormes dimensiones que sostenía una casa del árbol donde unos niños jugaban.

Al final Los Títeres habían decidido que ellos sobraban en esa cena, y que lo mejor era celebrar el próximo sábado, porque estaban seguros que Gastrell saldría campeón. Así que planeaban hacer una celebración doble.

Patrick creyó que la incomodidad seguiría allí cuando tomaran asiento, pero apenas el mesero repartió los menús y se marchó fue como si una burbuja los envolviera, haciéndolo olvidarse del lugar. Craig no dejaba de decirle emocionado todas las jugadas que había hecho, avergonzándolo un poco porque Craig lo hacía sonar mucho mejor de lo que a su parecer había sucedido. 

Erika había pedido una bolsa con hielo, a pesar de su insistencia para que no lo hiciera, y la había envuelto en un pañuelo y se lo pegaba al rostro para ayudar a que la inflamación bajase. Neil no dejaba de decirle que estaba avergonzando a Patrick, pero la verdad era que él se sentía conmovido por la preocupación de Erika por eso no rehuía del contacto. Se sentía ridículo porque de vez en cuando Erika pasaba su mano por sus cabellos y eso lo reconfortaba. No es que el golpe le doliese, mucho, pero eran de las cosas a las que estaba acostumbrado a soportar en silencio para no causarles problemas a sus abuelos.

Joshua aprovechaba de platicar con Gabriel y le contaba todas las cosas que hacía en el colegio y Gabriel escuchaba con atención. Cuando el mesero regresó todos sonrieron, se habían olvidado de la comida por estar platicando. Al final Erika terminó ordenando por todos.

—Es parte de la tradición, mamá siempre elige por todos —le susurró Neil—. No te preocupes, hasta ahora nunca ha elegido mal. Seguro te gustará.

Patrick tuvo que dejar de prestarle atención a Neil, puesto que Craig le preguntaba cómo se le había ocurrido lanzar directo al arco en el primer gol y si ya lo había hecho antes en algún otro partido. La cena transcurrió con tranquilidad. Disfrutó de cada momento de ella.

Patrick de pronto se encontraba riendo junto a los Evans como si lo hubiese hecho toda su vida, como si siempre hubiera estado listo para formar parte de esa familia. Cuando Neil tomaba su mano debajo de la mesa le hacía sentirse completo.

Era como si estuvieran en una perfecta burbuja, la cual creyó que nadie podría romper, hasta que vio a Robert acompañado de la que debía ser su esposa entrar a esa zona del restaurante. Iban a sentarse cuando Robert notó su presencia, el resto no se había percatado, pensó que lo ignoraría de nuevo, pero no esperó que avanzaría directo a la mesa indicándole a su esposa que se sentase en otra sección del restaurante, alejada de la terraza.

El ambiente se rompió por completo porque Neil, su abuelo y, para extrañeza de Patrick, también Erika miraron a Robert a la defensiva.

—Veo que ambos tuvimos la misma idea de venir a cenar aquí —dijo Robert dirigiéndose a Craig.

—Hola, Robert —dijo Craig poniéndose de pie y dándole unas palmadas amistosas—. ¡Qué coincidencia! Hoy estuvimos con Daniel.

Patrick se tensó al escuchar las palabras que salían de la boca de Craig. Quiso suplicarle que no siguiera hablando.

—¿Con Daniel?

—Sí, fue al partido de Gastrell contra la Sub 20. Patrick fue la estrella del partido —dijo Craig mirándole con orgullo—. Ah, debiste verlo, como jugábamos nosotros se queda corto y eso que tú eras el mejorcito del equipo el tiempo que estuviste. Lástima que decidiste no seguir.

Patrick apretó sus labios con fuerza. No quería seguir escuchando la conversación. No quería conocer más detalles de Robert, no así.

—Yo no tenía una gran empresa que heredar, tenía que empezar pronto si quería lograr algo. Hablando de trabajo, es una lástima que decidieras salirte del proyecto.

—Ah, eso es culpa mía, querido Robert —dijo Erika rápidamente—. Craig ya tiene suficiente trabajo con el hospital, apenas lo veo en casa y tu proyecto durará todo el verano, y yo quiero tener unas buenas y largas vacaciones familiares para variar.

—Pues veo que les va bastante bien con la empresa, para que se den el lujo de rechazar un proyecto de siete cifras —dijo Robert mirando de reojo a Patrick.

—Ah, en realidad al que le va bastante bien es a mi despacho, por eso le pedí a Craig un pequeño capricho —dijo Erika con una sonrisa comedida—. Espero que no te molestara. Después de todo Craig te cedió los créditos de la parte que diseñó como disculpa.

—Oh, no, para nada. Estas cosas suelen pasar. Yo también a veces he tenido que rechazar uno que otro proyecto tuyo, ¿verdad?

—Claro, claro son cosas que pasan —dijo Craig despreocupadamente.

—Qué bueno que pude aclararte todo, Robert. Por cierto, no deberías dejar mucho tiempo sola a Elizabeth—dijo Erika.

—En realidad también quería hablar con Patrick —dijo Robert.

Patrick quien se había mantenido mirando su plato vacío para evitar tener que mantener una expresión neutra frente a Gabriel o Neil alzó la mirada confundido al escuchar esas palabras, al escuchar su nombre de boca de su padre. Miró a Robert quien seguía teniendo la mirada fija en Craig.

—¿Con Patrick? —Preguntó Craig extrañado.

—Sí, la vez que fui por los planos me preguntó sobre unos viejos proyectos que realicé, en ese entonces no recordaba los detalles, pero revisé en mis archivos. Si quieres puedo responderte las preguntas que me hiciste la última vez.

—Oh, Robert, ahora estamos celebrando, no vengas a atormentar al pobre muchacho con trabajo —pidió Erika intentando sonar lo más casual posible.

Tal como la última vez Robert no lo había visto ninguna vez a los ojos. Patrick apretó los puños antes de armarse de valor y mirar a Neil, quien miraba esperanzado a su madre. Fue la única confirmación que necesitaba, Erika sabía de Robert. Craig evidentemente no, y para bien o para mal no se percataría de la situación si no se lo decían directamente.

—Está bien…—dijo mientras se ponía de pie. No quería ver las expresiones preocupadas de nadie por lo que se dirigió a Craig—. Yo en verdad quería saber un poco más. ¿Está bien si voy a platicar unos minutos con el señor Hayes?

—Claro, claro, ve. Solo no tardes mucho que falta el postre y si no apareces Joshua intentará comerse el tuyo.

—¡Claro que no! —se defendió Joshua.

Patrick se intentó mover, pero sintió la mano de Neil aferrándose a su camisa, con la mayor discreción le indicó que lo soltara. Siguió de largo pasando entre las mesas, en una esquina divisó a la señora Hayes quien alzaba la mano indicándole donde estaba, pero apenas lo vio la bajó de inmediato y palideció como si hubiera visto a un fantasma. Quizás para ella si lo fuera, un fantasma del pasado que no quería recordar. Pasaron de largo todas las mesas y llegaron hasta el baño. Patrick se apoyó contra un lavabo y se cruzó de brazos. No se atrevió a mirar a Robert a los ojos.

—Supongo que estarás feliz. Acabo de perder un proyecto de dos millones por tu culpa —dijo Robert molesto.

Patrick alzó la mirada confundido. Robert finalmente le miraba, pero era como si estuviera evaluando a una amenaza que hasta ese momento no se había percatado que estaba allí y ahora buscase la manera más efectiva de eliminarle.

—No sé de qué hablas…

—¡Del proyecto que íbamos a ser con Craig! ¡Del que sin mayor explicación se salió y ahora no puedo ejecutarlo solo! —exclamó furioso Robert.

Patrick sonrió de lado mientras pensaba en las millones de veces que Daniel tuvo que haberlo soportado con esos ánimos. Notó como Robert se iba poniendo más furioso al notar su sonrisa.

—No sé de qué hablas o por qué crees que yo tengo poder para decidirle a Craig lo que debe hacer  con sus negocios.

— ¡No te hagas el inocente! —exclamó furioso Robert, pero su expresión de rabia cambió rápidamente a una de dolor, se llevó automáticamente su mano al pecho.

El semblante de Patrick cambió e intentó acercarse, pero Robert le dio un manotazo cuando intentó tocarle. El semblante furioso volvió mientras se erguía como si nada hubiera pasado y volvió a repetir las palabras cargadas de veneno.

Patrick frunció el ceño—No estoy fingiendo. No tengo idea porqué Craig no quiere trabajar contigo. No vengas a culparme de todos los problemas de tu vida.

—¿Qué dijiste?

Patrick hizo puños sus manos. Finalmente hablaba con Robert, no como de niño que solo escuchaba todo, cada regaño, cada aspecto del que era culpable o que no le gustaba a Robert y como él intentaba cambiarlo para complacerle.

—¡Ya me escuchaste, Robert! ¡Deja de culparme de todos tus malditos problemas! ¡Yo no te dije que te metieras con Catherine! ¡Ni que le pusieras los cuernos a tu esposa! ¡Tampoco es mi culpa que fueras tan imbécil como para no usar condón! ¡No sé porque Craig no quiere trabajar contigo, pero entiende de una puta vez que yo no le he dicho nada!

Silencio. Un mesero asomó la cabeza al baño con temor. Quizás esperaba encontrarlos moliéndose a golpes porque lo vio suspirar aliviado.

—Disculpen, ¿podrían bajar la voz? Se escucha en el vestíbulo y están asustado a los clientes.

Patrick asintió y lo vio salir.

—¿También vas a culparme de que el mesero nos viniera a callar?

—Debería golpearte por hablarme así.  

—Quisiera que lo intentaras. Seguro eras un niño de mami y papi que jamás pudo defenderse bien.

—Tú no sabes nada de mí…

—Eso fue porque tú lo decidiste. ¿Crees que quiero enterarme de cosas sobre ti como hace unos minutos? ¿Crees que me agrada darme cuenta que somos más semejantes de lo que quisiera?

—Tú y yo…

—Mira en el espejo antes de terminar esa frase —le advirtió Patrick—. Esta es una realidad que vamos a estar forzados a vivir.

—Si tu madre…

—Ah, Catherine puede ser muchas cosas, pero tú también tienes parte de la culpa. Pudiste decir no y lo sabes.

—No voy a discutir contigo ese tema…

Patrick frunció el ceño—Claro, yo no sé nada de ti, lo dejaste muy claro. Tú tampoco sabes nada de mí, pero a diferencia mía fue porque tú así lo quisiste. Decidiste ignorar que tenías otro hijo. Durante años viví pensando que era mi culpa que todo entre Catherine y tú terminara mal, pero la verdad es que fue su culpa y yo solo pagué las consecuencias.

—Te recuerdo que viviste a costa mía durante años…

—¡Era tu deber! —Exclamó Patrick furioso, el nudo en su garganta empezaba a aparecer— Deja de hacerte el mártir. Era tu deber y lo sabes, yo no pedí nacer, yo no pedí ser tu hijo. Ya no quiero sentirme culpable por algo que yo no decidí. Cúlpame de la vez que terminé en bartolinas y pagaste mi fianza, por eso puedo responder, pero no sobre lo demás.

Robert permaneció en silencio y Patrick lo vio como una oportunidad.

—Deja de culparme por todos los errores que cometiste en el pasado. Yo solo una vez te pedí algo, solo una, ¿recuerdas? Un CD. Es lo único que me atreví a pedirte porque sabía que nunca podría pedirte que me quisieras. Me mirabas con tanto odio, con tanto desprecio y no fue hasta que conocí a Neil, hasta que conocí a los Evans que comprendí que no me merecía nada de eso, era solo un niño, Robert, uno que solo quería que lo quisieras….

—Nunca podría quererte, ni apreciar nada que venga de ti.

Patrick sonrió con amargura—Cuida tus palabras, Robert, si de algo estoy seguro es que este mundo es una mierda y podría hacer que te las tragues. Puede que llegue el día que necesites algo de mí, un favor, qué se yo…

Robert le miró con desprecio—No hay nada de lo que alguien como tú pueda tener y que alguien como yo podría desear o necesitar.

—Por tu bien espero que no te equivoques porque si alguna vez llegases a necesitar mi ayuda quiero que sepas que no estaré dispuesto a dártela. Ahora, ¿podrías dejar de arruinar mi día? Había sido un día muy feliz hasta que te apareciste. Creo que ahora entiendo un poco tu molestia cada vez que tenías que verme.

—Hablas como si tuvieras todo o lo hubieras conseguido tú solo. Te recuerdo que has llegado hasta aquí gracias a mí.

Patrick sonrió incrédulo. Claro que Robert no lo sabía, que Catherine se quedaba con todo el dinero. Él pudo sobrevivir sin ayuda de Robert gracias a sus abuelos—No te debo nada, no te debo las gracias de nada. Todo lo que soy es gracias a mis abuelos. Aprendí a caminar sin ti, a jugar al fútbol, a leer, todo lo he hecho sin ti, Robert. Entré a Gastrell con mi esfuerzo y allí me he mantenido, y todo lo que consiga de aquí en adelante seguirá siendo así y no me importa lo que pienses de mí.

— ¿Crees que vas a poder mantenerte al lado de ese niño? No eres nadie. Tarde o temprano él o sus padres lo van a notar y van a terminar.

Patrick sintió el nudo en su garanta crecer—No voy a permitir que eso pase, si no soy suficiente entonces me esforzaré aún más. No sé cuánto tiempo me tarde pero voy a llegar a hacer alguien, alguien que esté por encima de ti. Si es necesario que me convierta en modelo para lograrlo entonces lo haré y tendrás que soportar ver mi cara en todas partes; si tengo que convertirme en el mejor arquitecto para ser digno de Neil lo voy hacer y vas a tener que ver cómo todos los proyectos que tú deseas me los dan a mí.

—Tú nunca vas…

—¿Yo nunca qué, Robert? Creías que iba a terminar tras las rejas, estoy seguro que no me dabas más de un año para que eso pasara, así que no te atrevas a decirme de lo que soy o no capaz. No tienes ningún derecho. Y para que te quede claro de una vez tampoco te atrevas a poner mis sentimientos por Neil en duda. Yo a Neil lo amo, lo amo tanto que soy capaz de luchar contra el mismo destino con tal de estar a su lado. No espero que lo comprendas, pero si quieres seguir viendo a Craig te vas acostumbrando a la idea de verme allí porque yo no planeo a renunciar a lo mejor que me ha pasado. 

Robert le miró furioso antes de salir del baño. Patrick apretó sus labios porque se había prometido no volver a llorar, pero cuando las primeras lágrimas salieron comprendió que eran de alivio. Al fin se lo había podido decir, todo aquello que siempre había querido, pero nunca pudo porque Robert jamás lo había visto como una persona, hasta hoy, si bien una persona que interfería con su futuro, pero era a lo más que podía aspirar.

Sus lágrimas fluían sin culpa, no había una opresión en el pecho. La puerta del baño se abrió, esperaba ver a Neil, pero cuando vio a Erika entrar se sobresaltó.

—Este es el baño de hombres….

—Ah, no es la primera vez que me meto a uno a escondidas —Dijo Erika mientras se debatía qué hacer— ¿Estás bien?

Patrick asintió, pero no impidió que las lágrimas siguieran saliendo—Robert y yo solo hablamos. Para variar esta vez él tuvo que escucharme —dijo Patrick con una sonrisa.

—Me alegra escucharlo. Yo…—dijo Erika mientras abría sus brazos vacilante—¿Puedo?

Patrick  apretó sus labios y asintió. Erika le abrazó con fuerza. Era mucho más alto que ella, pero aun así le hacía sentirse seguro cuando lo abrazaba. Dejó escapar un suspiro de alivio, pero no se atrevió a abrazarla.

—Sé que esperabas a Neil, pero entre él y Gabriel no se ponían de acuerdo quien vendría sin llamar mucho la atención.

Patrick sonrió al escucharla—Gracias por venir y por lo de la mesa.

—No te enfades con Neil, ya sabes cómo somos las madres, cuando nos preocupamos tanto por nuestros hijos no queda de otra que sacarles la verdad poco a poco.

Patrick se separó un poco de ella y sonrió—No, no lo sé, pero está bien que usted lo sepa.

—Ahora nosotros también somos tu familia, Patrick. Así que puedes apoyarte en nosotros todo lo que necesites.

Patrick asintió agradecido. Se sentía mucho más tranquilo. Sonrió al sentir como Erika acariciaba sus cabellos. Tenía un vago recuerdo de que su madre lo hizo en su momento o quizás es lo que deseaba que hubiera hecho.

—¿Quieres que nos vayamos a la casa?

Patrick negó con la cabeza—Yo quería probar el postre que Joshua tanto afamó toda la cena, si eso está bien.

Erika sonrió al escucharlo—Claro que sí. Solo por hoy puedes te dejaré pedir dos si quieres.

***

Logan se dejó caer en el sofá del apartamento. Se sentía exhausto. Había sido un día agotador, no sabía de dónde sacó energía para ir al partido después de su cita con el psiquiatra. No sabía bien qué había esperado, pero fue extrañamente normal. La clínica era como cualquier otra.

Quizás en su mente esperaba que tuvieran una habitación de paredes acolchadas lista para encerrarlo allí. Miró la bolsa de medicina que seguía en la mesita de la sala. El doctor le había dicho que podía ayudarle, pero necesitaba de su ayuda, que si trabajan juntos todo estaría bien y Logan quería creerle. Quería volverse a sentir dueño de su vida.

—¿Tienes hambre?

Logan alzó la mirada y notó a Víctor sentándose en el reposabrazos—No, pero creo que debería comer algo.

 —¿Debería hacer algo especial para que te dé hambre?

Logan sonrió al escucharle y levantó la cabeza, y Víctor lo tomó como una invitación para sentarse en el sofá. Apenas se acomodó, Logan recostó su cabeza en sus piernas.

—Sabes que no tienes que esforzarte conmigo, me gusta todo lo que cocinas.

Víctor pasó su mano por los cabellos de Logan, tal como solía hacerlo cuando quería calmarlo, pero pronto se había acostumbrado a tener esos gestos con él—Ah, pero fuiste al psiquiatra. Sé que tenías tus dudas y no sé, supongo que estoy orgulloso de ti. ¿Es apropiado que te lo diga?

La sonrisa de Logan se ensanchó al escucharle—¿De verdad?

—Claro que sí, Logan. Has avanzado mucho, aunque no quieras darte el crédito que te merezcas.

—Ah, yo no hago la gran cosa. A veces siento que tú tienes la parte difícil por aguantar todos mis episodios y las cosas que te obligo a…

—Nunca me has obligado a nada —le cortó Víctor—. Eres mi amigo. No hay nada que no haría por ti.

Logan apartó la mirada avergonzado. No sabía cómo Víctor nunca se apenaba de las cosas que salían de su boca. Era tan transparente cuando expresaba sus sentimientos que en más de una ocasión lo había hecho balbucear porque no sabía qué responder.

—Gracias…—dijo sin atreverse a mirarlo—Yo también estoy orgulloso de ti. También has avanzado mucho. Lo sabes ¿verdad?

Víctor sonrió al notar que las orejas de Logan empezaban a ponerse rojas por la pena—Sí, pero también sé que es porque estás conmigo que he podido avanzar.

***

Neil se acostó encima de Patrick. Su madre aseguraba que había engordado, pero Patrick nunca se quejaba cuando lo tenía encima, ni cuando le abrazaba con tanta fuerza deseando que pudieran fundirse en uno solo.

—Estás inquietantemente callado, Evans.

Neil frunció el ceño, después de haber ido a dejar a Gabriel no había dicho nada. Cuando Patrick regresó a la mesa lucía tranquilo, pero de inmediato se dio cuenta que había llorado. Había visto a su madre preocupado, pero esta le indicó que todo estaba bien y que dejara que Patrick disfrutara de su postre.

—Lo siento…

—¿Estás nervioso por la audición de mañana?

Eso era lo último que Neil tenía en su cabeza en esos momentos, miró a Patrick quien lucía sereno—No entiendo cómo estás tan tranquilo. Sabes que no tienes que guardarte nada conmigo ¿verdad?

—Lo sé…

—¿Entonces?

—No me estoy guardando nada en estos momentos.

—No te creo, Robert de seguro te dijo cosas horribles y no me lo quieres contar para no preocuparme.

Patrick sonrió al escucharlo—No me dijo nada que no haya escuchado antes, pero estoy bien. ¿En verdad quieres hablar de él?

—No lo sé…

Patrick suspiró antes de resumirle lo que pasó en el baño—Al final creo que no estuvo mal que lo viera. Cuando vi a Jared esta tarde enfrentarse a su manera a Edward, de ver que de alguna manera le dio un cierre a su relación, supongo que quise hacer lo mismo. Sé que tendré que seguir viendo a Robert, pero hoy le dije tantas cosas que me había guardado por tanto tiempo que supongo que es un cierre para mí. 

Si no hubiera hablado con Robert no se hubiera dado cuenta que podía decirlo en voz alta: Que amaba a Neil. Era un sentimiento que hasta cierto punto le aterraba externarlo, pero cuando estaba con Robert salió de su boca con tanta seguridad que comprendió que no tenía que temer decírselo a Neil.

Estaba tan acostumbrado a controlar, a veces no tan bien, sus emociones, pero esto: amar a Neil era algo incontrolable. Eran tantas las emociones que lo desbordaban cuando estaba junto a él que le aterraba ahogarse con ellas, pero ahora que lo había dicho en voz alta comprendió que quizás se sentía así porque el amor no era algo para mantenerlo guardado, era para que fuera libre y la única manera de conseguirlo era decírselo.

—Yo espero que no tengamos que verlo nunca más.

—No tengo tanta suerte y lo sabes…

Neil suspiró y tomó una mano de Patrick y la llevó a su propia cabeza, se acomodó mejor en su pecho y le indicó que quería que lo acariciase. Patrick obedeció. Neil esperó que le dijera que era un mimado, pero cada vez escuchaba menos esas quejas.

—Aun así, si volvemos a verlo voy a dejarle en claro que ahora me tienes a mí.

Patrick rio al escucharle—¿Vas a pegarle, Evans?

—Ya es hora que alguien le dé una buena paliza.

—Recuérdame entrenarte para que no salgas lastimado—murmuró.

Se quedaron en silencio largo rato, escuchando sus respiraciones. Joshua debía estar dormido porque ya no escuchaba ningún ruido. Del otro lado de vez en cuando escuchaba un ronquido que no sabía si era de Craig o Erika.

—Pat…

—Creía que te habías dormido. Dime…

Neil buscó con la mirada a Patrick antes de sonreírle—Gracias por mi gol.

Patrick le miró apenado, pero no pudo evitar devolverle la sonrisa—¿Te gustó?

Neil asintió con fuerza con la cabeza—Fue increíble, eres increíble, con tantas cosas no había podido decírtelo. Gracias por lanzarme un beso también.

Patrick se sonrojó. Aun no podía creer que lo hubiera hecho. Neil rio al verlo. Patrick creyó que se burlaría un poco más, pero le besó con suavidad, pero apenas abrió su boca Neil no dudó en profundizarlo. El beso se hizo demandante, y sin ser del todo consciente ya tenía a Neil contra el colchón y él encima de este.

—Mañana tienes tu audición —murmuró, pero Neil ya le besaba el cuello—Neil…

—Shh…

—Tus padres están en la otra habitación, Evans…

—No importa —murmuró Neil mientras sus manos se colaban bajo la camisa de Patrick, era ridículo que llevase una cuando casi nunca lo hacía cuando estaban los dos.

—Claro que sí, no es que me esté quejando, pero eres bastante ruidoso y no quiero despertarlos.

Neil frunció el ceño—Solo di que no quieres—dijo mientras lo apartaba.

—Oh vamos, no te enfades. Si quiero pero…

—No, no ya dejaste claro que no quieres —dijo Neil mientras le daba la espalda.

Patrick suspiró—Neil…

—No…

—Neil…

—Ya lo dejaste bien claro. Buenas noches —dijo echándose la sábana en su cabeza.

Neil esperó que dijera algo más, pero Patrick no insistió. No pasó no supo cuánto tiempo pasó hasta que lo escuchó salir de la habitación. Neil se quitó la sábana de la cabeza confundido, miró al lado y notó como ni la sábana ni la almohada de Patrick estaban al lado. Abrió la boca indignado. ¿En verdad se había enojado? ¿A dónde planeaba dormir? ¿El sofá? Bueno, considerando la endemoniada cama en la que antes dormía, suponía que el sofá no era mala opción, pero era un desconsiderado. ¿Qué iban a decir sus padres en la mañana y lo vieran durmiendo allá abajo?

Neil se sentó en la cama, se debatió en ir a buscarlo o no, pero cuando escuchó la alarma de la camioneta se levantó indignado y fue a la ventana. ¡¿Iba a dormir en la camioneta?! Eso era peor. Si quería que su madre le riñese por la mañana estaba haciendo un trabajo excelente.

Tomó su celular dispuesto a decirle que regresara de una buena vez a la cama cuando recibió un mensaje de Patrick.

“Hola.”

Abrió la conversación molesto, pero apenas lo hizo recibió una fotografía. Neil tragó hondo. Ese desgraciado.

“Aquí no podrán escucharnos, en caso que aún quieras.”

Neil se sonrojó al leer el mensaje. Intentó no correr mientras bajaba las gradas porque tampoco quería que lo atraparan infraganti. Patrick había dejado la puerta de la entrada abierta. “Desgraciado”, pensó Neil. Tan seguro estaba que bajaría. Cerró tras de sí la puerta con el mayor de los cuidados. Llegó hasta la camioneta y abrió el asiento de atrás, pero apenas lo hizo volteó asustado para asegurarse que nadie más estuviese cerca y lo viese desnudo.

Patrick soltó una carcajada al ver su reacción, pero en ningún momento dejó de masturbarse.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Neil sintiéndose ridículo apenas salieron las palabras de su boca.

—Lucías bastante impaciente allá arriba y no quería hacerte esperar —dijo mientras seguía con el lento vaivén en su mano. Estaba cómodamente apoyado contra la otra puerta y sus piernas flexionadas una en el asiento y la otra apoyándose contra el suelo de la camioneta.

Ahora Neil sabía por qué se había llevado la almohada. Se quedó embobado mirándole. Al menos había tenido la delicadeza de traer la sábana y echarla sobre los asientos para evitar cualquier accidente. También había movido hacia adelante los asientos así que había suficiente espacio para moverse.

Neil no dudó en subirse en la camioneta y cerrar la puerta de atrás. Intentó acomodarse, pero la alarma empezó a hacer ruido sacándole una sonrisa a ambos.

—Pásame las llaves antes que despierte a mis padres —pidió para silenciar la alarma. Una vez lo hizo  se aseguró de dejar la llave en un lugar donde no la extraviase—. Nunca lo he hecho aquí.

—Fue claro por tu reacción —dijo Patrick dejándose de masturbar para ayudarle a Neil a quitarse la ropa.

Era un poco incómodo por el tema de las piernas, pero Neil logró acomodarse entre las de Patrick—Idiota, creí que te habías molestado.

Patrick se acercó para besarle—Nunca podría enojarme contigo por querer sexo —le susurró antes de unir sus labios.

Neil no se anduvo con rodeos. Su lengua no dudó en abrirse paso hasta sentir la de Patrick. Sus manos recorrieron el cuerpo de este, hasta que alcanzó su erección y siguió masturbándole. Un jadeo murió en la garanta de Patrick, pero Neil no le dejó de interrumpir el beso. Las manos de Patrick se fueron directamente a sus glúteos y los apretó hasta sacarle un jadeo. Neil se separó y le miró sonrojado, su respiración empezaba a volverse errática. No había manera de poner distancia entre ellos, no si no quería darse un buen golpe con el techo de la camioneta. Neil apoyaba su mano en el respaldo del asiento del copiloto para evitar recargar todo su peso en Patrick a quien vio tantear en la oscuridad hasta que sacó el lubricante.

—¿Directo al grano?

Neil asintió con energía. Empezó a masturbarse cuando sintió uno de los dedos de Patrick adentrándose en él. Sacándole un jadeo.

Patrick no apartó la mirada de Neil mientras se masturbaba encima de él, con semejante espectáculo su erección palpitaba ansiosa.

—Otro —demandó Neil

Patrick no dudó en complacerle. Sus labios se fueron al cuello de Neil quien suspiró al sentirlo besarle en esa zona. Patrick recorría su cuello y no dudó en dejarle una marca en él, olvidándose por completo que en la mañana Erika o Craig podrían verla. Lo único en su mente era el gemido que le arrancó a Neil con ese gesto.

—Más…—suplicó Neil mientras empezaba a mover sus caderas.

Patrick le besó cuando introdujo el tercer dedo. Neil se aferró a su espalda olvidándose por completo de su propia erección. Apenas se sintió listo se separó un poco de él.

—Si cambiamos estarás más cómod…—la sugerencia de Patrick quedó inconclusa cuando vio lo que Neil se proponía.

—¿Querías estar arriba?

—No…—dijo Patrick un tanto vacilante.

Una parte de él odiaba recordar en esos momentos que desde que descubrió la verdad sobre Caleb jamás lo había vuelto a hacer en esa posición. Odiaba sentirse fuera de control, sentirse usado aun cuando él lo había hecho con los demás.

Se quedó mirando a Neil, quien jamás le lastimaría a propósito. Quería dejar de temer a amarlo de todas las maneras posibles, por lo que no dudó en quedarse donde estaba aun cuando se sintiera vulnerable. Intentó buscar en la oscuridad el condón que debía estar en algún lugar del suelo de la camioneta, pero la mano de Neil lo detuvo. Patrick le miró confundido.

—No—suplicó Neil.

Patrick veía el rostro ansioso de Neil, la luz mortecina del alumbrado de la calle permitía ver la expresión anhelante de Neil, notaba su semblante avergonzado por estarle pidiendo aquello, pero sus ojos se mostraban seguros.

—Neil…

— ¿Cuánto tiempo más vas a hacerme esperar para sentirte por completo? —murmuró Neil.

Patrick le miró sin saber qué decir—¿Estás seguro?

—Sí…

Neil le besó deseoso. Sintió la erección de Patrick rozar su entrada y no dudó presionarse contra esta, ambos soltaron un jadeo, y Neil volvió a apoyarse del respaldo del copiloto y del asiento de atrás  mientras lentamente se dejaba caer en la erección de Patrick.

—Neil…—jadeó Patrick cuando finalmente estuvo completamente dentro de él. Las respiraciones de ambos eran agitadas.

—Siempre me complaces, ya es hora que solo te relajes y disfrutes, Pat —le dijo  antes de empezar a mover sus caderas.

Patrick le miraba embobado incapaz de apartar su mirada de Neil quien le sonreía lleno de placer.

Sentía las manos de Patrick acariciar su cuerpo, apretar sus glúteos sacándole jadeos. Nunca había hecho algo como eso. Alguien podía verlos, algún vecino, los vigilantes, pero todo rastro de pudor o consciencia que quería asomarse, desaparecía cuando notaba cómo Patrick lo miraba, como si fuese alguna especie de deidad a la que debía rendirse. No quería que mirase a nadie más de esa forma. Era suyo. Solo él podía darle ese placer, se aseguraría de solo él poder hacerlo.

—Pat, Pat... —gemía Neil gozoso.

Patrick solo podía rendirse al placer que Neil le daba. Rendirse a él fue tan sencillo. Todo siempre era sencillo cuando se trataba de Neil. Gemía igual o más gozoso. Su mano se fue a la erección de Neil quien apretó con fuerza su erección cuando sintió el estímulo, sacándole un ronco gemido a Patrick.

—Neil…—jadeó Patrick. No iba a durar mucho. No con Neil encima de él, moviéndose de esa forma. No estando tan cerca de él. No cuando veía el placer que sentía al estar con él. Se alzó sobre sus codos para besarle brevemente y Neil rodeó su cuello. Sus manos se fueron a la cadera de Neil para ayudarle. Los movimientos se hicieron más rápidos, más profundos.

En esa posición sentía que Patrick llegaba hasta lo más profundo de sus entrañas. Su cuerpo temblaba incapaz de aguantar más tiempo esa posición, estaba al borde del orgasmo. Una de sus manos se fue a su erección y se masturbó con frenesí sin poder dejar de pronunciar el nombre de Patrick, y sin apartar su mirada de aquellos ojos verdes. El orgasmo llegó con fuerza haciendo que todo su cuerpo se tensase, sintió a Patrick gemir con fuerza justo antes de derramarse en su interior. Neil jadeó al sentirlo y su cuerpo se desplomó sobre el de Patrick quien solo se volvió acostar contra la almohada.

Neil sentía su cuerpo temblar de placer. Sus jadeos fue lo único que se escuchó por un rato, hasta que solo pudo escuchar el palpitar aún desbocado de Patrick. Neil se estaba quedando dormido cuando sintió a Patrick querer salir de su interior sacándole un quejido de protesta.

—No puedo quedarme allí para siempre.

—Me gusta tenerte allí —murmuró Neil. Aunque luego sentía que sus entrañas habían sido reacomodadas, pero odiaba la sensación de vacío que permanecía cuando Patrick salía de su interior.

Patrick rio al escucharle—Y a mí me gusta estar dentro, pero en serio no puedo quedarme para siempre y menos en esta posición. Además, dudo que acepten dejarte hacer la audición así mañana.

Neil rio al escucharle—De acuerdo, solo porque sería muy difícil concentrarme en decir mis líneas mientras te tengo en mi interior —concedió, jadeó al sentir el semen de Patrick escurrirse entre sus piernas.

—Me siento un pésimo novio al no tener con qué limpiarte —dijo Patrick buscando hasta que dio con la camisa de Neil.

—Eso servirá…

Esta vez sí dejó a Neil bajo de él, quedando entre sus piernas, y le limpió con cuidado. Neil sonrió al ver el esmero que Patrick ponía. Meses atrás ni siquiera se hubiera imaginado que podía ser tan atento. Intentó mover una pierna que empezaba a acalambrarse por el esfuerzo y fue cuando notó que habían empañado todos los vidrios de la camioneta. Nada sutil.

—Joder, qué calor hace aquí. La próxima vez hay que encender el aire acondicionado —exclamó Neil. Al final Patrick tuvo razón, si se hubieran quedado allá arriba habría terminado despertando a sus padres y a Joshua y probablemente nunca tendría el valor de verlos a la cara de nuevo.

—¿La próxima vez, Evans? —dijo Patrick con una sonrisa maliciosa—. Debo tener cuidado con lo que te enseño…

—Bueno, creo que no lo hice tan mal para ser mi primera vez…

—Estuviste perfecto —dijo Patrick mientras tomaba su propia camisa para ponérsela a Neil y le besó—Pero tienes razón. Hace un calor endemoniado aquí, fuera. Ya llego.

Neil fingió molestia pero salió de la camioneta sin molestarse en buscar sus zapatos. La brisa nocturna se sintió como un alivio al calor en todo su cuerpo. Abrió la puerta de la casa con el mayor sigilo, pero no esperó que Danny estuviera esperándolo enfrente a esta. Al notar que se proponía a ladrar, solo pudo tomarle del hocico para evitar su cometido.

—Shhh, amigo, vas a delatarnos —dijo Neil mientras soltaba con cuidado y le daba un par de palmaditas. Aguardó a que Patrick entrase a la casa para evitar que Danny le saltara encima o ladrara.

Patrick entró después de varios minutos cargando todo, incluso la ropa y zapatos de Neil. Miró confundido a Danny quien movía la cola feliz.

—¿No estaba durmiendo con Joshua? —susurró Patrick.

—Pues ya no. Sube.

Neil se aseguró que la puerta estuviera bien cerrada, le dio un par de palmaditas a Danny y subió las gradas cuando escuchó la puerta de la habitación de sus padres abrirse. Se detuvo en seco. Empezó a suplicar que los pasos no fueran en su dirección, porque estaba seguro que notaría que estaba recién follado y la camisa de Patrick apenas lograba cubrirle las partes importantes, pero cuando escuchó la puerta del baño abrirse y cerrarse respiró aliviado y se apresuró a correr el tramo que le falta importándole poco el ruido que hacía.

Cerró la puerta del cuarto, y puso llave sin dudarlo, solo hasta allí soltó un suspiro de alivio. Patrick parecía querer contener una risa, que Neil no pudo evitar soltar, pero se llevó las manos a la boca para evitar ser tan escandaloso.

Ambos se dejaron caer en la cama y se quedaron riendo lo más bajo que podían—No sé si soy una mala influencia o solo vine a terminar a alentar esa parte tuya que intentas mantener a raya, Evans.

—Un poco de ambas…

Patrick se acomodó entre sus piernas y Neil le miró confundido. ¿Quería otra ronda? Definitivamente no podría mantenerse callado. Vio como Patrick alzaba una de sus piernas y cuando sus labios rozaron sus muslos Neil no pudo evitar sentirse avergonzado.

—¿Quieres provocarme otra erección?

Patrick negó con la cabeza, pero siguió besándole para luego subir por su torso, por su cuello, Neil abrió sus labios, deseoso, pero le miró confundido cuando sintió un beso en su frente. Patrick solo sonrió.

—¿Qué?

—Quería decirte algo, pero temo asustarte o que no sea el momento apropiado —admitió Patrick.

—Yo siempre te digo todos mis desvaríos aunque no sea el momento adecuado —le recordó Neil mientras sus manos acariciaban su cuello para bajar por su pecho—. ¿Qué pasa?

—Es solo que desde hace tiempo me muero por decirte que te amo…

La mano de Neil se detuvo y notó el palpitar desbocado del otro, miró a Patrick incrédulo, no porque dudase de sus sentimientos, sino porque jamás había escuchado un “te amo” tan cargado de emociones. Su cuerpo se erizó al escucharle. No pudo apartar la mirada de esos hermosos ojos verdes, brillaban de esa forma que hacía semanas no sabía cómo describir, pero que siempre lo hacían cuando estaban los dos a solas. Amor, era amor.

—No te lo dije para presionarte, y-yo solo…—se apresuró a decir a Patrick cuando el silencio se le hizo demasiado pesado.

Neil nunca lo había visto tan nervioso, él era quien tendría que estarlo después de semejante declaración.  Solo se lo ocurrió besarle con suavidad.

—No es demasiado pronto ¿verdad? —dijo Patrick rompiendo el beso aún nervioso.

Neil negó con la cabeza y le besó nuevamente. Lo amaba, Patrick lo amaba. Su corazón latía con fuerza, lleno de felicidad—Pat…

—No tienes que decirlo si no estás listo o si no lo sien…

—No arruines el momento —le advirtió Neil.

—Lo siento, es solo que nunca lo había dicho.

—¿Nunca?¿Ni por compromiso?

Patrick miró a Neil quien sonreía radiante. Su mano no dudó en irse a la mejilla de Neil y la acarició con ternura—Nunca. Solo podría amarte a ti, Neil. Te veo no me imagino una vida sin ti.

Una vida juntos es todo lo que Patrick podía desear. Poco a poco empezaba a permitirse soñar con algo más de unas cuantas cosas materiales, a soñar cosas que hace meses le hubieran parecido imposibles. Una vida al lado de la persona que le enseñó que él se merecía más de lo que alguna vez creyó ser digno, era una de ellas.


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