HERROR HUMANO.
CAPÍTULO ÚNICO: SENTIMIENTOS HEREDADOS.
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-Nos vemos después, Sei. –como siempre, Kouki se despedía de él, conteniendo algunas lágrimas y tratando de sonreír para él.
Pero Akashi sabía que Kouki lloraba y lo llamaba a él.
Sin embargo por más lagrimas que derramara, él no volvería.
-Quizás él estaría mejor lejos de mí. – susurro el pelirrojo, observando la espalda de Kouki alejarse por la calle, cuando el castaño doblo en la esquina y sus ojos no pudieron seguir viendo esa figura, regreso al auto.
Akashi siempre observó todo, como un espectador silencioso, sin voz, simplemente observado la luz tras una pantalla obscura, siempre quiso tocarla, siempre quiso sentir la calidez que esta luz irradiaba.
Extendía su mano, pero mientras más deseos tenia de tocarla más se alejaba.
-Por supuesto… esa luz era solo suya.
Cierto, esa luz era solo de él.
Y Akashi se encontró anhelándola, se encontró amándola.
En la obscuridad y el silencio abrumador escucho su voz y su risa, le llamaba, quizás no a él, pero él compartía el mismo nombre que esa dulce voz llamaba.
-Sei.
Todo era tan confuso.
Pero entre todo ese enredo de sentimientos y pensamientos, lo único que podía asegurar es que amaba a Furihata Kouki.
Sin embargo cuando Akashi pudo finalmente tocar aquella luz…
Esta se apagaba poco a poco en sus manos, su calidez también desaparecía, su sonrisa y su voz triste cuando le llamaba.
Era como un pajarillo enjaulado, siendo liberado, un pajarillo que solo conoció una vida tras los barrotes de metal y ahora cuando la libertad estaba frente a el temía extender sus alas, temía volar porque no sabía que había más allá de la seguridad de su jaula.
Así era Kouki.
Temía conocer a este Akashi, porque pensaba había la posibilidad de que desapareciera en cualquier momento, igual que el otro.
Y no volvería a soportar un dolor igual. Y por eso se engañaba, ambos lo hacían.
Se lastimaban, pero de alguna u otra manera seguían amando.
Kouki seguía aferrado a la idea de que tal vez y solo tal vez él seguía allí.
Akashi se enamoró de las sonrisas que eran para alguien más, se enamoró de la manera tan cálida que Kouki tenía para llamar su nombre, se enamoró de Kouki quien amaba a otra persona.
-Si… él no me necesita a mí. –susurro, escucho a su chofer decir algo, Akashi no presto atención y solo le ordeno llevarlo de regreso al apartamento.
Akashi había ingresado sin problema alguno a la universidad de Tokyo, por consiguiente había tenido que mudarse a Tokyo, estaría más cerca de Kouki y eso era lo único que le importaba, la única razón para tomar el examen en Tokyo fue Kouki.
Claro, eso fue antes de que él desapareciera, eso fue cuando eran felices.
Se mantuvo en silencio, solo observando, hasta que se cansó, hasta que egoístamente quiso tener esa cálida y brillante luz. ¿Quizás habría sido mejor quedarse ahí? ¿Ver desde el otro lado la felicidad de Kouki junto a él?
No…
Por supuesto que no, porque amaba a Kouki, ¿Dejarlo ir? ¿Dejar que él vuelva a robarle lo que por derecho le pertenece? ¿Cómo podría dejar ir esa luz? ¿Cómo podría solo observar ahora que lo había visto con sus propios ojos, qué había tomado su mano? ¿Cómo podría ahora que se había vuelto adicto a sus labios?
Como podría…
El espejo retrovisor le reflejo, Akashi subió su mano y delineo el contorno de sus ojos, ahí donde estaba la prueba de que él se había ido, Akashi sonrió levemente.
Está siendo un idiota, estaba pensando de más…
-Quizás no desapareciste por completo. – quizás intenta regresar.
-Sei.
Cierra sus ojos y solamente puede escuchar la voz de Kouki, solo puede ver su sonrisa, no necesita nada más.
Incluso aunque sea fingida.
La nieve comienza a caer, lentamente, este año fue frio, quizás más que los anteriores y mucho se teme los siguientes serán iguales.
…
終わり