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Nunca lo imagine por AnonimoHarui

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Notas del capitulo:

Hooolaaa mis amados lectores. Lo se, se que esperaron demasiado, pero bueno, ya saben como es la cosa. Pero estaba metida en otros proyectos, me disculpo, pasa que es dificil administrar mas de una historia D: asi que ire de a poco jajaja.

Espero que disfruten el fic.

 

En cuanto a los comentarios anteriores, hoy mismo los ire respondiendo!! :D Atentos jajajaja

Sin mas a leer se ha dicho!! <3

Capitulo 7. Risas de bobos.

 

- Hibari-san – Estaba muy sorprendido, pero esa sorpresa fue rota cuando Hibari se acerco a él y no pudo evitar sonrojarse al máximo,  estaba pasmado en la incertidumbre por la rara acción del prefecto, él no se hubiera acercado a él. – Hiba… - De la nada el moreno le arrebato de las manos su bento y comenzó a comerlo a prisa en su cara.

Para Hibari que era un carnívoro nato, que le quitaran su comida era una tremenda falta, no solo a su imagen y al reglamento ¡Sino a su genio y a la vida! Cuando el moreno tenía hambre, pero mucha, podía destruir lo que sea a su paso. Él solo tenía el derecho a quitar o mejor dicho confiscar las cosas a los demás, por eso mismo en cuanto vio el almuerzo de Sawada no dudó por ningún segundo en quitárselo, ya sea con su permiso o no. Ese el orden natural de las cosas y así iba a quedarse. Sin decir ni una palabra comió cada bocado ante la cara desencajada e impactada del menor sucesor a la mafia. Una vez terminado suspiro satisfecho y le lanzo el bento vacio al suelo para darse la vuelta e irse de ahí.

Tsuna por otro lado estaba impactado, estaba tan anonadado con lo que acababa de pasar que aun no reaccionaba del todo. Miró su bento, ahí en el suelo, y por raro que parezca su mirada se poso en el papelito que tenia a un lado, la nota de su madre. Las palabras de su querida progenitora, recordando su sonrisa, como lo llamaba con cariño e imaginando el momento en que le había preparado su almuerzo. Solo pensar en el esfuerzo que le puso, en sus buenos deseos, en su gran amor… le hirvió la sangre.

- Hibari-san – El ojiazul oyó que lo llamaba, podría ignorarlo como siempre, pero el tono con el que empleó aquel llamado era de alguien conteniendo su cólera… - ¿Por qué hizo eso? – Seguía escuchándose ese tono.

-… Porque quise… - Aun sin voltear.

- ¿No tiene algo que decir? – Apretando los puños.

- No en absoluto, herbívoro – El moreno oyó un gruñido.

Giro la cabeza curioso para encararlo pero al hacerlo, recibió el impacto de un puñetazo en la cara que lo mandó a volar unos metros cayendo con rudeza de espalda al piso. Se apoyó sobre sus codos mirando con algo de sorpresa a su atacante, quien estaba frente a él con el puño levantado y la mirada oculta por su fleco, se notaba que estaba enfurecido. La sorpresa se dispersó y frunció el ceño, así que levantándose lo miró con fiereza.

- Me gusta Hibari-san, lo quiero. – Murmuró con voz grave. El moreno no cambio su expresión, solo apretó los puños al sentir como el aura de Tsuna crecía con fervor. – Pero… - Se mordió los labios – Pero… - Hibari se estaba preparando para la pelea –  ¡Pero eso no le da derecho a hacer lo que hizo! – Alzó la mirada embravecida, su llama apareció en la frente y sus ojos cambiaron. Su nariz estaba arrugada por el enfado  y sin decir nada se abalanzó hacia Hibari quien sacó de inmediato las tonfas y con una de ella detuvo el fuerte golpe de Tsuna. Ambos se miraron a los ojos con enojo. El moreno con  fuerza impulsó al castaño hacia atrás. Este se deslizó por el piso y apoyó una mano en el suelo para recuperar equilibrio sin dejar de mirar mal a Kyoya.

- Hm ¿Quieres pelear, eh? – Volviendo a la posición de batalla – Perfecto – Afilo su mirada – Hoy estoy de muy mal humor – Una batalla con el herbívoro en ese estado le venía bien.

- Hibari-san – Siseo mas enojado. Que el moreno estuviera de malas no le daba el derecho a quitarle el almuerzo – Tu lo buscaste – Con rapidez se colocó sus guantes y estos al instante se transformaron para dar lugar a la pelea. - ¡Te vas a…! – Y sin más se lanzó y Hibari hizo lo mismo. El sonido metálico de tonfas y guantes hicieron presencia, pero no paró ahí. Otro golpe le siguió a ese y otro y otro, cada uno frenando el ataque del otro, haciendo más ruidos metálicos, haciéndolos retroceder, avanzar. Se impulsaban hacia atrás y adelante buscando un ángulo para atacar o esquivar.

Hibari activo la cadena de su tonfa y se la lanzó a Tsuna envolviéndolo, tiró de ella y lo atrajo hacia él para asestarle un fuerte golpe,  sin soltar la cadena volvió a hacer el mismo movimiento golpeándolo en la otra mejilla, otra vez lo hizo esta vez en el abdomen y otra vez en la cara. Cuando iba a volver a hacerlo Tsuna ubicó mejor sus manos para utilizar el impulso de sus llamas para llevarlo hacia atrás y de paso herir a Hibari con ellas. El moreno se cubrió pero aun así el impacto lograba desequilibrarlo y se hundió en el concreto, no debía perder el control de la cadena. Tsuna usando más logró romperlas y tomó la cadena que aun se unía con la tonfa y jaló enérgico atrayendo esta vez a Hibari en su aturdimiento y darle un fuerte golpe en el estomago. Cuando Hibari se dobló por el dolor recibió un rodillazo en su quijada. Acto seguido Tsuna envolvió el brazo del moreno con su propia cadena, se elevó un poco en el aire, comenzó a girar llevando en el movimiento al prefecto y acto seguido lo estrelló contra el piso y soltó la cadena.

El castaño piso tierra, agitado y magullado, viendo el cuerpo del azabache hundido en pedazos de cemento. Hibari se levantó, piedrillas y polvo caían en su acción, aun más desafiante.

- Serás… castigado – Dijo furioso. Tsuna reaccionó ¿Qué estaba haciendo?… estaba peleando con Hibari… y su Hibari… estaba pelando con él. Se entristeció y en ese momento de distracción el moreno se le aventó encima para quedar arriba de él en el piso. Comenzó a golpearlo, Tsuna triste pero no dejándose pisar, colocó sus manos en el suelo y activó sus llamas para impulsarse logrando posicionarse y le dio un cabezazo al moreno seguido de una patada para alejarlo.

Viendo una mínima abertura usó el poder zero para rápidamente congelar parte del cuerpo del moreno inmovilizándolo. Hibari recuperando aire se disponía a romperlo con su tonfa cuando Tsuna detuvo esa mano libre. Sus miradas chocaron y fue ahí que se dio cuenta. La mirada del castaño ahora era triste y… decepcionada. De la nada de esos grandes ojos chocolates comenzaron a asomarse lágrimas.

- ¿Por qué? – Triste – Estoy consciente de que yo empecé el golpe… pero… - Apretó los dientes – Yo no quería pelear con Hibari-san… - Bajo la mirada, el brillo de sus ojos se opaco y su rostro se puso serio – Yo solo quería una disculpa – Hibari parpadeo por eso - ¡¿Era mucho pedir?! – Cerró sus ojos y trató de calmarse – Lo siento… yo no quería lastimarlo ni pelear… solo me enoje… aunque yo quiera a Hibari-san, no puedes quitarle las cosas así a los demás… ¡Solo porque estoy enamorado de usted no quiere decir que puede abusar de mis sentimientos! – Las lágrimas cayeron, las emociones eran duras ¿Por qué era así? Antes no pasaba, era un cobarde y miedoso pero aun así no lloraba de esa manera tan… no sabía que le pasaba últimamente, casi ni se reconocía.

Hibari por su parte se quedo quieto a lo manso por unos momentos para oír al pelicastaño. No estaba conmovido ni arrepentido… pero si sentía algo de lastima. El herbívoro sufría esa mierda por la estúpida poción y mariconeaba frente suyo. Esa sustancia en verdad que le pegaba fuerte. Reconocía  que posiblemente lo estaba tratando un poco mal, pero el castaño jamás le reclamó nada. Tal vez se pasó un poquito robándole su almuerzo y comiéndoselo frente a sus narices. Después de todo, Tsunayoshi, quien sufría en contra de su voluntad un amor desmedido por su persona, se enojó a tal medida de batallar con él. Se enojó así, al punto de atacar al que supuestamente “ama”.

- No era necesario hacer eso… yo le hubiera invitado si me lo pedía – Sollozaba – Yo haría cualquier cosa para… - Limpiaba sus lagrimas tratando de calmarse. Sus llamas se pagaron y sus guantes volvieron a ser mitones.

- … - Largó un suspiro. Maldita sea todo, no podía con un problema que llegaba otro. ¿Qué podía hacer? Dejarlo así seguro originaria más problemas. Miró el rostro llorón del estudiante. – Bien lo entiendo – Tsuna aun sollozando dirigió su mirada al azabache –  Me gustan las hamburguesas – Explicó Hibari pensando que tal vez así Tsuna cerraría la boca, este por su parte se impresionó al máximo callándose, así que sí funcionó – Mi intención era otra, estaba enojado.

- … ¿Por qué? – Mirándolo impresionado.

- … - Lo pensó unos segundos, al final habló – Una abominación, no deja de quitarme mi comida. Esa es la razón – Todo serio.

Algo en la cabeza de Tsuna hizo clic.

Si lo interpretaba bien, esa “Abominación” debía ser Rokudo Mukuro. El ilusionista por alguna razón despojaba a Hibari de su comida, haciendo que su moreno estuviera hambriento y enojado; razón por la cual se fue a la azotea, a despejarse y lo encontró allí. Seguro que tuvo una o dos opciones al verlo ahí pero estas se fugaron al ver su almuerzo y  en su instinto se lo quitó… por hambre y… ¡Porque le gustan las hamburguesas! A Hibari le gustan las hamburguesas ¡Como a él! ¡¡Sabía un gusto de Hibari y tenían eso en común!! Sus ojos volvieron a brillar de la dicha y la emoción. Hibari arqueo la ceja pensando “¿Qué carajos?”. El moreno sintió como su cuerpo recuperaba movimiento, el hielo desaparecía.

- ¡Yo lo haré! – Saltó de repente Tsuna mirando a Kyoya que no entendía nada el pobre – ¡Yo cocinaré para usted! – Juntando sus manos - ¡Así que no habrá necesidad de que tome más almuerzos! ¡Yo se los haré! ¡Haré que Hibari-san se anime! – Sonrió en grande, estaba todo ilusionado. Hibari parpadeo un poco sorprendido. ¿Era tanta la dicha de querer hacer algo para él? ¿Tan entusiasmado veía la idea de esclavizarse frente a la estufa caliente por él? ¿Así de dedicado estaba para con él?

- ¿Por qué? – Esa pregunta salió de sus labios sin permiso. El castaño sonrió abiertamente, mirándolo con ese brillo atosigador en sus ojos y ese molesto sonrojo. Su rostro estaba herido ligeramente por raspones y golpes, pero…

- Porque me gusta que Hibari-san este feliz… porque Hibari-san… me gusta mucho – Le dijo tiernamente.

-…- El hielo se derritió por completo, ahora era libre. Con una expresión imparcial, estiró una mano hacia el rostro de Tsuna. Sawada quedó paralizado, expectante y con el corazón latiendo, aunque lo que llegó a imaginar que pasaría no fue para nada así, porque recibió un golpe que lo dejó agachado del dolor y con un chichón – No vuelvas a retarme así si no piensas acabarlo – Sacudiéndose el polvo para tomar sus armas en el suelo – Me debes otra, o te enterraré bajo tierra – Enseñando su pobre tonfa con la cadena rota y comenzó a caminar.

- ¡Aun así le haré el bento! – Dijo Tsuna levantándose mirándolo con decisión. – Usted… usted lo… - Adivinando la pregunta el prefecto lo pensó un poco. Volteó.

- No aceptaré nada de ti – Tsuna sintió como un alfiler en su corazón. Se deprime y agacha la cabeza. – Pero hoy saldré tarde de la escuela. Si estás aquí antes de las seis de la tarde… - Retomando su ida.

- Ah – Comprendiendo lo que quiso decirle – ¡Hai, lo tendré, lo verás! – De repente estaba muy feliz.

Hibari cerró la puerta y empezó a descender escaleras. Algo cruzaba por su mente… y no le gustaba para nada.

- Como un animal – Murmuró. De ahí su mente se vio ocupada por sus siguientes pendientes.

Mientras, Tsuna, estaba anonadado… Hibari… Hibari le había dicho cual es su comida favorita… y más que eso… ¡Esperaba el bento para esa tarde! Su sonrisa enorme no la borraba ni otra paliza.

***---***---***

Suspiró cansado. Toda la noche en vela. Había limpiado y ensuciado a saber cuántas veces. Estaba agotado. Miró el producto de todo su esfuerzo… nada… absolutamente nada y para colmo había faltado a clases y estaba demasiado fusilado como para moverse.

- ¿Qué debería hacer? – Enfocó al techo desde la comodidad del piso alfombrado sintiéndose derrotado – Ya se me acaban las ideas… - Sus ojos con ojeras mostraban el cansancio que tenia - ¿Qué más hacer? – Sin quererlo comenzó a dormir.

*Sueño Gokudera*

Un lugar obscuro, lleno de tinieblas. Extrañamente había luz en su pequeño y nada de sector. Podía verse pero a su alrededor… todo era negro.

- Eres un fracaso – Oyó a sus espaldas. Se asustó ¿Quién…? – No puedo creer que no te haya salido nada. – Volvió a oír.

- ¿Quién es? ¡Muéstrate infeliz! – Gruño enojado de que alguien le hablara así. Miraba para todos lados.

- ¿Infeliz? Tal vez… - Se oían pasos retumbar en aquella obscuridad. Gokudera agudizó el oído y quedó mirando a la dirección de donde provenían.

- ¿Qué…? – Su rostro se descompuso al verse… a sí mismo. Solo que este Gokudera era… diferente. Se veía más fuerte, más serio, más… a una versión anterior a su actual persona.

- ¿Cómo que qué, idiota? – Espetó claramente molesto y con la manos en la cadera, muy masculinamente claro – Enserio me da rabia ver lo patético en lo que me he convertido – Chasqueó la lengua frustrado.

- ¡¿A quién le dices patético?! – Apretando los puños. El otro Gokudera, que vestía pantalones rojos y una playera gris con estampas y mangas negras, arqueo una ceja.

- Ni intentes sacarme los colmillos, estas más a la defensiva que de costumbre y eso es patético, demuestra debilidad – Le acuso. Gokudera, el que vestía una playera roja de estampas y mangas cortas junto con un pantalón de mezclilla roto, respingo ante ese hecho – Acéptalo – Seguía apuntándolo con el dedo el Gokudera de los sueños – Te has ablandado como arcilla, prácticamente tus emociones te controlan la mayoría del tiempo – Cruzó de brazos y fue acercándose al real, como animal acechando – ¿Celos? Te lo acepto, soy posesivo, no a lo grande pero lo soy ¿Inseguridad? ¿Enserio? ¿Desde cuándo nos importa lo que piense la gente estúpida de nosotros? Más aun ¿Desde cuándo nosotros nos sentimos inferiores a ellos? – Presionaba con su detonante voz al Gokudera real, quien comenzaba a inquietarse – ¿Dudas? Por favor ¡Nosotros no necesitamos de mucho meditar para imponer nuestras decisiones! Y jamás nos pusimos a pensar que nuestra apariencia es carente de algo, eso nos vale ¡¿Recuerdas?! – El chico real comenzaba a encogerse en su sitio, reprendido, avergonzado. Eso frustraba a su versión del sueño – ¿Llanto frustrado? ¿Bromeas? ¡¿Desde cuándo nos convertimos en una maldita magdalena?! ¡¿Una colegiala que llora por todo?! –Ambos albinos comenzaban a sentirse artos del otro - ¡Dime! ¡¿Desde cuándo somos así?! ¡¿Desde cuándo lloras y te frustras de esa manera en un rincón?! – Le agarró de los hombros - ¡¿Desde cuándo necesitaste que alguien te gritara verdades así a la cara, imbécil?!

- ¡¡CALLATE!! – Lo empujó - ¡Tú no sabes nada! ¡¡Tú no sabes nada de la mierda por la que paso!! – El Gokudera de los sueños solo lo miro serio, cruzándose de brazos, escucharía lo que le diría – Tú no comprendes. Solo eres una representación de mis frustraciones – Apretó los dientes - ¡Estoy más que consciente que ya ni me reconozco a mi mismo! Pero… pero aun así… yo…

- Mira… yo no lo entiendo… te doy la razón – Le alzó la mirada con su mano – No entiendo cómo es que ese pendejo idiota nos gusta – Suspiró sonrosándose ligeramente. – Pero al parecer nos pego así de fuerte… - Se rasco la nuca – Pero esa no es excusa para hacernos bolita como insecto asustado – Le tomó de los hombros – Hayato, nos conocemos – Le sonrió – Sé que podrás con esto – Refiriéndose a Yamamoto y la cocina. – Por eso, no quiero que vuelvas a agachar la mirada. – El real lo miró fijamente, abrumado por la fiereza del otro Gokudera.

- Pero… ¿Si fallo? ¿Qué tal si él…nunca se fija en mi? Después de todo… mierda, soy un chico – Bajo la cabeza. Recibió un ligero golpe.

- Nada de dudas e inseguridades, ya te lo dije – Hayato de los sueños se alejó un poco – Nosotros podremos… soportaremos todo, si es por ese idiota… más vale decir que perdimos intentándolo como los mejores que perder sin haber movido el culo ¿No? – Y sonrió;  de una manera que  mostraba los dientes, una ligera pero sincera sonrisa de lado, como solo Hayato hacia.

- Hai – Dijo esperanzado.

- Entonces ¡Ponle más entusiasmo y deja de analizar las cosas! Es un mal habito a veces ¡Solo sigue la receta sin tanta ecuación y concéntrate en la comida! – Le dio una palmada en la espalda – Verás que como haciendo solo eso te saldrá bien – Con la sonrisa en el rostro comenzó a retroceder – Animo, Hayato, animo -  Dio media vuelta y desapareció en un fondo de color rojo morado, símbolo que la mente de Gokudera… se había despejado.

- Si… - El Hayato original quedó mirando sintiendo que las últimas palabras de su visión de los sueños, no eran propias… sino de alguien más. Alguien que llenó su corazón de calor.

- Gokudera… - Alguien diferente lo nombró y volteó. Vio a Yamamoto con una sonrisa abierta y los ojos cerrados – Buena suerte – Dijo con ternura. El peliplateado abriendo enorme los ojos, asintió sonrojado, sintiéndose dichoso y…

*Fin sueño de Gokudera*

Abrió los ojos sintiéndose aturdido y un poco mareado. El cuerpo le pesaba pero lo sentía ligero, no, más bien era un hormigueo lo que le recorría. No supo cuanto durmió, pero a juzgar por la luz natural debían ser las cuatro de la tarde. Con parsimonia fue sentándose de a poquito. Cuando logró su objetivo apoyó la espalda contra el borde del sillón. Sus ojos eran somnolientos pero… algo en su corazón retumbaba con energía.

- Maldita sea… - Con su mano izquierda tapó sus ojos, aunque la ligera sonrisa se dejaba ver –… Sí…Puedo hacerlo… - Lleno de energía y motivación se levantó. Tenía un presentimiento, uno bueno. Si o si debía darle al estúpido su bento, porque sino…Vaya estúpido que estaba siendo al tardarse tanto. – Bien. – Se dirigió al baño, tomaría una lucha para despertarse.

Una vez listo, vestía una playera azul metálico con mangas grises obscuras, unos jeans grises y medias verdes. Llevaba su collar como siempre pero no sus muñequeras, se puso el delantal, uno limpio.

- ¡Bien! Voy a esforzarme – Golpeó un puño sobre su palma – Prepárate bastardo, que hoy comerás aquí – Y se adentro de nuevo en la cocina.

***---***---***

- Tsu-kun ¿En verdad no necesitas ayuda? – Pregunto Nana algo preocupada de ver a su hijo batallando con los ingredientes y desordenando su cocina.

- Ka-san, estoy bien. Quiero hacerlo por mi cuenta – Tratando de darle forma a una bola de carne pero se deshizo. Tsuna suspiró – Creo que use demasiada harina – Corroborando de nuevo la receta que le hizo su mamá - ¿Are? ¿La harina no iba junto con la carne? Jo, iba con la mezcla ¡Por dios, debo comenzar de cero! – Llorando cascadas apartó el desastre a un lado, limpiar la mesada un poco para volver a empezar.

Nana sonreía conmovida. Su hijo se tomó muy enserio eso de preparar un bento que practicaba cada día. Le sorprendió que quisiera saber la receta de sus hamburguesas. Según Tsuna dijo que debía hacerlo por sí mismo, para aprender de sus errores y para poder conseguir el sabor que hace ella… uno lleno de cariño. Nana sonrió, sea quien sea esa persona por la cual Tsuna se estuviera esmerando de esa manera, era más que bien recibida, ya poseía la gran suerte de ser querido a esa medida por su dulce niño.

- Ese niñato nunca hace nada por si solo a voluntad y ahora hace esto, hm, que frustración – Llego Reborn algo disgustado de ver al castaño poner todo de si en ese dichoso bento para la nube.

- Reborn-chan, Tsu-kun se está esforzando tanto ¿No te alegra? – Aplaudió Nana contenta.

- Lo haría si hiciera eso para los estudios, no para hacer un bento – Suspiro.

- El poder del amor es fuerte. Tanto que uno hace cosas a las que no está acostumbrado. Tsuna jamás ha cocinado y míralo ahora, cortando y pelando de aquí para allá con esmero – Bianchi corrió su cabello hacia atrás – Él tiene todo mi apoyo, si es por amor, todo se puede – Con una mirada cargada de fe para el castaño – El amor es comida y comer es amor – Dijo parándose de repente y sosteniendo a Reborn entre sus brazos – Como sé que nosotros estamos enamorados – Restregando su mejilla en la del sicario y  llenando de corazoncitos el ambiente – Por eso debo conseguir nuevas recetas para que nuestro amor prospere – Soltó al Hitman  y con una seriedad salió corriendo a la calle para montar su bicicleta - ¡Iré por nuevos ingredientes! – Se colocó el casco y sin más salió disparada.

- Bianchi-san sí que es enérgica – Dijo Nana feliz.

- ¡Mamma! Lambo-san olio algo delicioso ¿Qué hay de comer? – Dijo el bovino interrumpiendo de sopetón en la cocina.

- Ah, Lambo-chan, Tsu-kun ahora está preparando algo para una persona importante – Dijo la castaña inclinándose sobre sus rodillas para hablarle al pequeño.

- ¿Alguien especial? ¡Eso significa que es para Lambo-san! – Dijo la vaquita queriendo ir a manosear las cosas que usaba Tsuna.

- Alto ahí – Reborn fue más rápido y con el palo de una escoba le golpeo la cabeza para frenarlo, claro que lo hizo cuando Nana se distrajo.

- Tengo que… ¡BUAAAAA! – Se sentó en el suelo sobando el chichón.

- Vaca estúpida, ahora Dame-Tsuna está haciendo algo importante y no es para ti – Le regañó.

- ¿Entonces para quien es baka Reborn? – Dijo aun derramando lágrimas y mocos.

- Me da asco mirarte, sea como sea no es para ti – Volvió a golpearlo y el bovino rodó hasta pegarse con las patas de una silla.

- BUAAAA – Se levantó y quiso sacar de su afro la bazooka de 10 años cuando…

- Oh, Lambo – Tsuna se acerco al oírlo llorar – De nuevo te estás pegando – Le sonrió  dulcemente – Vaya… - Cargándolo vio el chichón y con cariño comenzó a sobarle la herida – El dolor se va pasando… el dolor se va pasando – Y le sopló gentilmente, con delicadeza. Lambo miro sorprendido y apenado a Tsuna, aun era un bebé, con sus ojos enormes sollozaba quedito tratando de calmarse, muy adorablemente. - ¿Mejor? – Le sonrió.

- Ah… Hai – Dijo algo sonrosado, por el llanto, el niño haciendo un ligero mohín.

- Ya, ya no te enojes. Ven – Lo sentó en una silla cerca de él. – Ayúdame con esto -  Dejó algunas sobras, que se harán más, para el bovino - Aunque no saben nada fuera de lo común – Advirtió divertido como apenado.

- ¿Eh? – El niño de ojos verdes miro la amigable sonrisa de Tsuna y comprendió que él quería animarlo, aun así no podía dejarse ver así – Arara, Lambo-san ayudará al tonto de Tsuna con eso – Dándose aires, al ojicafé  se le resbaló una gota - ¡Lambo-san tiene apetito! – Dijo viendo las bolitas de carne que había.

- Déjame servirte arroz – Dijo Tsuna animado. Lambo y él se enfrascaron en una linda burbuja fraternal, burbuja que un Hitman por alguna razón no le agradaba y le gustaría romper.

- ¿En qué estoy pensado? – Murmuro el de patillas.

***---***---***

Cansancio. Y con el cansancio, caminaba a su casa. Siempre estaba rebosante de energía pero ahora, con el entrenamiento, con los pequeños encuentros amistosos e intercolegiales, ayudar a su viejo en la tienda, las tareas, los trabajos, las clases y los sentimientos de Gokudera hacia él… se estaban volviendo los días insufribles. Bueno, sonaba feo eso de decir que el “amor” del peliplateado se había convertido en una tarea que debía soportar, pero es que era más o menos así. Ya vio que ignorarlo no sirve (tampoco le gusta) y si pasaba tiempo con él era darle ilusiones. Llegó a la conclusión de  que pasarían el tiempo con él como siempre pasaron desde que eran amigos. Lo normal, así nadie ganaba ni nadie perdía, todo seria empate.

- Dios ¿Cuándo todo se volvió tan problemático? – Sobándose los ojos.

Cierto era que Takeshi lo veía todo del lado positivo ¿Para qué ver el vaso medio vacío? ¿Por qué deprimirse cuando hay mejores cosas por las que estar alegre? Tenía salud, familia, amigos, una buena vida, un futuro, realizaba lo que amaba… ¿Entonces… cuál era el problema? Esa respuesta ya la sabia y le dolía reconocerlo… era Gokudera. Su amor infringido no tenía nada de positivo y la verdad le estaba cansando.

Ya había aceptado que Gokudera seguía siendo Gokudera. Sonrió al recordarlo. No es que fuera alguna plaga indeseable, era solo que está bajo una pócima que lo hace querer más que un simple amigo, y eso a pesar de todo no es su culpa… y no por eso el peliplateado dejaría de ser su amigo. Estaba arrepentido de su trato a él, pero eso no quiere decir que le agrade aun el resultado de ese… experimento… ¿Verdad?

Gokudera seguía siendo él, pero había cambiado en otros aspectos. Ahora, aunque el mismo ojijade no quisiera, se abría más con él. Expresaba mediante gestos, acciones, expresiones y balbuceos sus sentimientos. Eso era algo muy nuevo y anti natural de parte de él que se le hizo raro al principio, pero ahora no le disgustaba para nada. Era algo divertido ver esa nueva faceta del peliplateado. Alguien tímido a su manera. Rio quedito y juguetón, a veces Gokudera podía ser tan lindo de esa manera…

- … - Frenó su caminar consternado por lo que acaba de pensar “¿Gokudera…lindo?” muy bien, se nota que esto estaba afectando su cerebro. – Espero que encuentren rápidamente la solución – Suspiró otra vez consternado.

Justo en ese momento sonó el timbre de su teléfono. Le había llegado un nuevo mensaje. Saco su móvil y vio que era Gokudera… no supo porque… pero su corazón punzó y bombeó un poquitín más rápido. El ojijade había faltado a todas las clases, muy raro en él, y se había preocupado de que no avisara a nadie y menos a Tsuna. Eso era muy alarmante.

17:24 pm.

*//Mensaje nuevo de: Goku :P  Asunto: Invitación.

¡Hey, idiota! No andaré con rodeos, quiero que vengas a mi apartamento porque hay algo que necesito darte de inmediato. Por si se te olvido mi dirección es xxxx al xxxx. Cualquier comentario o duda ahórratelo para luego. Se puntual, espero tu llegada 20 minutos más tardar ¡¿Te quedo claro?! A ver si haces vales tu titulo de deportista.

Hayato Gokudera.//*

Okey… ese mensaje había sido 100% Gokudera. Rió divertido. Bueno, al menos no le había pasado nada, aun así, si faltó debía ser por algo que de verdad fuera de una causa mayor que la educación y pasar el día con Tsuna como su “mano derecha”. Bien, no era bueno dejar esperar al diablillo.

Acomodo mejor su mochila y reanudó su caminata con un nuevo destino…. Yendo para el otro lado. Era feo estar solo, Enma y sus amigos se habían ido, Ryohei tenía entrenamiento y Tsuna se fue del instituto volando como ave, así que el resultado fue,  Yamamoto completamente solo comiendo un helado. Era grotesco cuando no estabas con tus amigos, así que sin chistar se fue a la casa del albino. Estaba algo emocionado, no sabía porque pero le daba cierta ansiedad verlo… ¿Extrañarlo? Tal vez, era uno de sus mejores amigos, así que no estando él o Tsuna, sentía que perdió dos de sus tres mosqueteros. Sin más se fue a la casa del chico explosivo.

 

 

Ya estaba en la entrada del edificio y un pensamiento le invadió… ¿Qué es lo que estaba haciendo? Acababa de reflexionar algo… Él, Gokudera, solos, casi anocheciendo, con los sentimientos del albino por él… si… terrible combinación. Pensaba que sería mejor dar la vuelta y decir que se enfermó de repente, total no había respondido el mensaje, puede excusarse y…

- ¿Piensas quedarte ahí todo el día? – Se espantó al oír la voz de peliplateado atrás suyo. Ahí estaba Gokudera viéndolo con reproche – Me iras a decir que pensabas huir ¿No es verdad? – Claramente enojado.

- Eh… no, claro que no… solo que no recordaba en que piso… vivías, ese día… fue muy… precipitado – Hayato solo arqueó la ceja.

- Bueno… no importa, vamos – Dijo con la mano en el bolsillo y abriendo la puerta.

Algo nervioso se adentro a la boca del lobo esperando a que saliera ileso de ese lugar y nada perturbado. El viaje en el elevador era silenciosamente incomodo. Gokudera estaba nervioso, compartir un espacio reducido con el friki del quien estaba enamorado era algo que le aceleraba mucho el corazón. Esto no pasaba desapercibido para el pobre beisbolista que se ponía nervioso ante las reacciones del albino, así que recorría el lugar por todos lados. Aunque le ganó la curiosidad y miró de reojo a su par, quien estaba sonrosado y apretando las manos detrás de la espalda. Las reacciones del albino le enternecieron sorpresivamente, le dio ternura y gracia.

- ¿De qué te ríes estúpido? – Expreso enfurruñado el otro.

- Por nada – Sonrió despreocupadamente.

Por fin llegaron al departamento. Todo lucia muy normal, el ambiente limpio y ordenado de siempre y se olía algo más… ¿Comida? Si, olía algo delicioso. Gokudera noto como su compañero olfateaba, eso lo hizo sonreír un poquito y le dio ánimos para seguir adelante, pero antes una pequeña entrada para abrir el apetito.

- Ahora vengo, iré por té – Dijo adentrándose en la cocina.

- ¿Eh? Espera, no hace falta.

- Eres un invitado, por primera vez, así que debo ofrecerte algo – Expresó desde la cocina.

- Al menos déjame ayudarte – Queriendo entrar a la cocina.

- ¡No entres aquí! – El moreno desistió y solo se limito a esperar. 15 minutos después regreso Hayato con tazas de té en una bandeja con galletitas. – Aquí tienes – Dijo colocando la taza en la mesita del café frente al sillón.

- Esto… gracias – Dijo algo contrariado. El ambiente se tornó incomodo ¿Qué hacer? Estaban prácticamente tomando el té en silencio, no era un ambiente muy bueno para Yamamoto. De pronto se le ocurrió un tema de conversación - ¿Por qué faltaste hoy a clases Gokudera? – El peliplata respingó en su lugar, no podía decirle la verdad a Yamamoto, aun no.

- Me ocupé de otros asuntos muy importantes – Dijo formal  y siguió tomando el té como si nada sin darse cuenta de la mirada inconforme del morocho.

- ¿Otra vez estas herido? – Notando las nuevas bandas en las manos del albino. Hayato se impresionó pensando que  últimamente estaba siendo descuidado.

- Fue un ligero accidente – Dijo como si nada pretendiendo comer las galletas y no platicar.

- Gokudera… - Lo miraba fijamente severo, lo veía ingerir el té con nervios - ¿Qué es lo que estás exactamente haciendo? – Enderezándose ya disgustado.

- Nada fuera de lo normal – Se acabó el té así que solo comía las galletas conteniendo muy mal los nervios.

- ¿Nada fuera de lo normal? - Arqueando la ceja - ¿Se supone que eso debe aliviarme? – Comenzando a enojarse.

- Escucha – Le dijo mirándolo serio – Yo no estoy haciendo nada de lo que seguro estás pensando, solo estaba haciendo algunas prácticas, nada más. Deja de estar juzgándome y metete en tus asuntos – Sin querer dijo algo que supo que solo agravaría el problema.

- ¿En mis asuntos? – Afilando su mirada – Ya veo – Apretando los dientes y mirando al frente con la cabeza gacha – Entonces ni siguiera sé porque estoy aquí – Sin más se puso en pie ante la cara de horror del ojijade.

- Oe, no armes tanto lio solo por unos cortes, siéntate que aun no terminamos de hablar – En su típico tono, pero internamente suplicaba porque lo entendiera, se estaba odiando por no expresarse como quería.

- Pues yo creo que ya terminamos de hacerlo – Tomando su mochila – Ni siguiera sé para que me invitas si me sales con esas cosas Gokudera – Acomodándosela al hombro – Haces que pierda…. Nos vemos – Comenzando a caminar.

- ¡¿Crees que yo soy una pérdida de tiempo?! – Expresó ofendido, por no decir dolido, parándose de su asiento.

- ¿Quieres la verdad? – Se volteó ya harto de todo eso - ¡Si, eres una molestia! – Por fin lo gritó dejando en shock a Hayato - ¡Tus sentimientos son una molestia! ¡No puedo acercarme a ti o a Tsuna sin sentirme incomodo, no puedo tratarte como antes, no logro concentrarme en nada porque siempre tengo que pensar en la forma de no herirte. Me es complicado siempre evadir tus miradas y gestos. Me siento asfixiado y créeme que me he sentido muy aislado ya que no puedo acercarme a ti por temor a que te des ilusiones y siento que pierdo a mis amigos! ¡¿Crees que yo no he tenido problemas?!  Pues vez que sí ¡Y todo es por ti! – Finalizó agitado. Jadeaba porque casi no había respirado al desahogarse de esa manera. En unos minutos logró serenarse y miró al frente encontrándose con el rostro perplejo del ojijade. Ahí reaccionó su acción, que había metido la pata, se había desquitado con la persona equivocada, con la que no debía herir, con la que a pesar de todo el apreciaba y quería como amigo. – Gokudera yo… - El rostro de Gokudera no cambiaba y pensó que la jodió muy mal y solo quería irse – Lo siento yo… me voy – Como nunca, como cobarde se apresuró en ir a la puerta.

El italiano despertó al ver que Yamamoto quería irse. Estaba herido, estaba muy dolido, pero a pesar de todo… él quería darle lo que tanto esfuerzo le costó hacer. Lo que le costó desvelos y cortes en sus manos y brazos. Lo que le hizo con tanto amor… por él.

- Re…. ¡¡Regresa!! – Desesperado quiso alcanzarlo pero al estar aturdido y mareado por toda esa información no controlaba bien sus pasos, así que terminó por llevarse toda la mesita por delante provocando un terrible ruido de caída y quiebres agudos.

Yamamoto ya estaba llegando al ascensor pero ese ruido fue terrible, aunque quería irse ese ruido lo hizo olvidarse de todo y asustado lanzó su mochila a un lado y volvió a la sala.

-  ¡¡¿Gokudera?!! ¡¡¿Gokudera?!! – Cuando llego la escena frente a él lo paralizo un segundo. La mesita de cabeza, las tazas rotas, el té esparcido en el piso manchando el mantel, las galletitas rotas por todos lados y Gokudera en medio de ese desastre. - ¡¡Gokudera!! – Muy asustado fue a auxiliar a su amigo.

Delicadamente lo ayudó a ponerse en pie tomándolo por los hombros para apartarlo del desastre peligroso. La ropa del albino estaba manchada y llena de trozos de las tazas, la cara de Gokudera era tapada por sus cabellos.

- No te muevas, puedes cortarte si te entró alguna parte dentro de la ropa – Quiso ir buscar tijeras y mudas de ropa para Hayato pero fue frenado por la muñeca - ¿Qué haces deja que…? – Pero el semblante del menor le hizo callar. El italiano seguía con la cabeza gacha y se aferraba a la mano de Takeshi. - ¿Gokudera…?

- ¿Es así? – Soltó en un murmuró - ¿Enserio… es así? – Sonrió sin ganas y su cuerpo comenzó a temblar - ¿Soy… así de molesto para ti? – El intento de sonrisa desapareció, sus labios se mordieron y de las mejillas del albino fueron escurriendo lagrimas - ¿Enserio soy una plasta? – Agacho más la cabeza derramando lágrimas y cayó de rodillas aun sosteniendo al deportista.

-  ¡Gokudera! – Arrodillándose junto con él – Gokudera… no… yo…

- ¡Lo siento! – Gokudera estaba en blanco. Una explosión de sus emociones hablaba por él… sinceramente por él – Lo siento, lo siento, lo siento – Repetía abrazándose a sí mismo – No me fijé… no me di cuenta… ¡Que soy egoísta! ¡No me fijé que te estaba atosigando de esa manera! –Su voz se afinaba por el dolor y su garganta escocía – Ya sé que mis sentimientos son un problema para ti, pero… ¡Aun así yo seguía molestándote! Pensando… ¡Anhelando como imbécil! – Liberó llantos lastimeros – Que si me esforzaba, si luchaba, entonces… tendría aunque sea una mínima oportunidad – Apretó la camisa cerca de su pecho, le dolía y le costaba tragar - ¡Pero qué idiota! Debí haberlo sabido ¡Que jamás sucederá! Y a cambio… - Sonrió alzando un poquito la mirada sin mirar a Yamamoto – A cambio solo fastidie a la persona que quiero… que idiota – Dijo en un hilo de voz queriendo reprimir el llanto – Enserio perdóname… en verdad lo lamento… pero yo…yo  no sé qué hacer – Su mano soltó la muñeca de Yamamoto y cubrió con fuerza su rostro - ¡No se qué hacer! ¡Estoy enloqueciendo por quererte tanto! – Se agachó haciendo que su frente casi tocara el piso

Takeshi estaba perplejo. Estaba en verdad shokeado con esta imagen que veía. Gokudera estaba quebrado. Estaba temblando y llorando tan dolorosamente que le partía el alma en mil pedazos. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Era un estúpido, un gran y completo imbécil. Creyendo que estaba todo bien, compadeciéndose de él mismo, sintiéndose una víctima… cuando era Gokudera. Gokudera era el que más sufría de ambos. Todos los días intentando acercarse y el rehuyéndolo, consternado con sus sentimientos, aterrorizado y acorralado por no saber qué hacer, sufriendo con desesperación por su ignorancia ¡¿Desde cuándo se hizo tan insensible?!

- ¡¡Lo siento!! – Lo abrazó por los hombros y ocultó su rostro en su hombro - ¡¡Lo siento, lo siento, lo siento tanto, es mi culpa, todo es mi culpa!! – Lloraba en el hombro de Gokudera quien no entendía que pasaba pero no podía dejar de derramar lágrimas.

- ¿De qué… te… disculpas, imbécil? – No debía dejarse llevar. Estaba dañado sí, pero solo por la verdad – No has hecho nada malo…- No quería su lástima. Su misericordia… su amada amabilidad. – Solo… dijiste la verd…

- ¡Basta! – Esas palabras le herían en el alma. Un dolor profundo se internaba en su pecho al oír la voz quebrada de Hayato, cargada de dolor y todo por su culpa. – Si lo es – Lo abrazó más fuerte – Yo solo pensaba en mí, cuando tú también estabas sufriendo. Es solo mi culpa. Queriendo escudarme, estando a la defensiva solo por no aceptarlo y haciéndome el ignorante; te herí, te herí y eso… ¡Eso no me lo puedo perdonar!

- Yamamoto… ¿Qué…? – No comprendía nada, parpadeó liberando más lágrimas de sus ojos.

- ¡Te quiero Gokudera, eres mi amigo! – Mentiría si dijera que esa frase le hizo bombear el corazón en dos formas. – Y yo… te lastimé, a ti. A alguien que posee un carácter fuerte y tan terco… tú no hiciste nada, yo fui el culpable. No aceptaba tus sentimientos pensando que no son sinceros y no me di cuenta que te rompía el corazón con cada acción mía - ¿Sentimientos no sinceros? Se preguntaba Hayato.

- ¡Pero yo…! - Quiso apresurarse a corroborar sus sentimientos.

- Lo sé – Sonrió Yamamoto – Ahora lo sé – Se separó de él y le brindó una nueva sonrisa que jamás vio, pero era igual de hermosa.  – Perdóname – Limpiando los últimos rastros de lágrimas. – Ahora si te prometo que todo será igual, será como antes… no, será mejor que antes – Tomando las manos de Hayato amplió aquella sonrisa que le causaba al nombrado mariposas en el estomago. Gokudera se sonrojó. Yamamoto por aquello rió suavemente – Ahora, limpiémoste o puedes herirte – Parándolo para indicarle que fuera a la ducha. El chico bomba miro al más alto algo cohibido por todo ese drama de sentimientos. Avergonzado limpiaba sus lágrimas con los puños como un adorable niño. Yamamoto no se contuvo por esa ternura y le abrazó de nuevo – Jaja, Gokudera puede ser tan tierno – Gokudera con los ojos impresionados y muy rojo le propinó un golpe en la panza.

- ¡No me llames tierno si quieres seguir viviendo! – Encabronado.

- Jaja, al parecer recobraste tu personalidad, eso es bueno – Tratando de recuperar aire por el doloroso golpe se irguió. Riendo de la situación algo en el ambiente le llamó la atención de repente – No hueles… como… ¿A quemado?

 Gokudera tardó unos segundos antes de que su cara palideciera y corriera con desesperación a la cocina

- ¡Espera! – Siguiéndolo -  ¡Puedes tener vidrio…! –  Como si hubiera pasado una tormenta por ahí la cocina era un total desastre. A donde sea que miraba no había rincón que se salvara, desde la manchas en las paredes, en las encimeras que también estaban llenas de ollas y cubiertos sucios. Así en sección en sección hasta que se fijó en la figura de Hayato que estaba frente a la estufa - ¿Gokudera? – Preocupado. Vio como el peliplata comenzó a temblar - ¡¿Gokudera?! – Preocupado fue hasta él - ¿Estás bien? ¿Qué pasó? – Con expresión inquieta.

- Lo he arruinado – Dijo el chico con la cabeza gacha – La he cagado al final… - Apretando las manos con fuerza. Yamamoto le preocupaba que comenzara a sangrar o algo así.

-Oh, bueno. No te preocupes, no fue nada grave por lo menos… – Se alivio de saber que no había cortes pero le preocupaba el estado del peliplata.

- ¡¿Cómo puedes decir eso infeliz?! – Le escupió en la cara enojado y con sus ojos en queriendo otra vez llorar - ¡¡Después de toda la mierda por la que tuve que pasar para…!! – Llenándolo un sentimiento de frustración y pérdida llevó sus manos a su cara enojadísimo – ¡Maldita sea, nada me sale bien! – Exclamó sin salir de ese escondite – Se supone… - El ojimiel le miro preocupado – Se supone que era una sorpresa… para ti – Murmuró Hayato con la mirada gacha, aunque el pelinegro lo escuchó.

El moreno sorprendido abrió enormemente los ojos. Fue como si todas las piezas fueran encajadas con una velocidad vertiginosa en su lugar, revelando la verdad. El cansancio de Gokudera, las llegadas tardes, escondiendo revistas en su mochila, sus recientes faltas… los cortes en su cuerpo. Todo ahora tenía sentido.

Miró a Gokudera como quien mira algo asombroso. El albino pasó cada día, en cada momento, queriendo cocinarle algo. Hasta altas horas de la noche, durante el día, consiguiendo apoyo y ayuda de cualquier método…  de todo… todo por el… ¡Absolutamente pensado en él! El corazón le comenzó a latir aceleradamente. Se cubrió la boca con un fuerte sonrojo ¿Qué le pasaba?  Miró de nuevo a Hayato y al verlo así, todo triste recriminándose, no pudo evitar sonreír. Como un bobo. Se acercó a la cocina y observó la olla, era verdad que se quemó, pero solo un poco por los lados y la base, era curry. También había un salteado aparte de verduras y hasta algo de sushi, sonrió… todo aquello, fue absolutamente hecho para él.

- Sé que lo arruiné… - Aun desanimado - ¡Pero te juro que era comestible! Yo…

- Se ve delicioso – Le miró con una expresión amable y conmovida. El ojijade quedo hipnotizado - Gokudera – Aguantando la gracia de ver aquella expresión maravillada – Tengo mucha hambre – Rió abiertamente – Y tu comida me hace ojitos ¿Podemos… comer? – Sonrosándose un poquito de la pena se rasco la mejilla. Gokudera boquiabierto  se sonrojó y sus ojos brillaban de ilusión. El moreno le miraba fijamente también, perdiéndose un poquito en esa mirada. Pero el momento se cortó cuando el estomago de Yamamoto gruñó.

-… - Con cara pasmada (._.).

- … - Se rascó la nuca riendo nerviosamente (^_^U)

-… - Enseriándose pero también con cara de que era obvio – Por dios, era obvio que no puedes ser completamente serio.

- Jaja, ya vez. – Sonriendo como si nada.

-… - Arqueando la ceja. Pasaron unos segundos pero Hayato terminó riendo un poco – Si, así eres tú…. Por eso me gustas – Fue tan espontaneo que ambos quedaron tieso – Ah ham ahk… - Comenzó a ponerse rojo, ambos. Pero el estomagó volvió a rugir - ¡Enseguida te sirvo algo! – Empujándolo fuera de la cocina.

Yamamoto parpadeo con ligerísimos coloretes. Camino un poquito y se dio cuenta que en la mesa, un poco más lejos de lo que sería la sala, ya estaba puesta la mesa para dos. Volvió a la cocina queriendo ayudar en algo.

- O… - Pero quedó callado cuando vio a Hayato servir los platillos y colocarlos en una bandeja.

El estaba sonrojado pero en su mirada había un brillo de felicidad y dedicación. Se alejó  volviendo a la mesa sin notar que se encontraba sonrosado y que ignoro la punzada en su pecho. Decidió centrarse y comer con Hayato, entre amigos……. Sonrió, sí, solo amigos.

Una vez en la mesa, el albino ya cambiado, ambos comieron. La cena tenía un gusto peculiar, pero era totalmente comestible. Seguramente que sin el percance de antes hubiera estado definitivamente deliciosa como el peliplata quiso. Miró con una sonrisa al albino comer y al parecer autocriticando su platillo. Así era él.

- Gokudera… - El ojijade miró al moreno a punto de llevar los palillos a su boca. El más alto sonrió amablemente – Muchas gracias – Le dijo haciendo sonrojar al otro que soltó los palillos – Pero prométeme que tendrás mas cuidado – Mirando la mano del otro.

- ¡Ja! No te fijes. Soy un genio. Ya lo dominaré… - Arrogante. – Así que… - Poniéndose de repente tímido – Pru-Prueba mi comida… en otra ocasión…- Nervioso.

- ¡Por supuesto! – Aseguró feliz. Hayato parpadeo un par de veces y sonrió igual de feliz.

- Ejem, más te vale – Volviendo a hacerse el rudo.

- Tú serias un tsundere ¿No? – Comentario que salió de su mente, como siempre. El chico bomba le miró mal.

- ¡Oe, cabrón! ¿Por quién me tomas? – Golpeando la mesa. El moreno rió - ¿Acaso quiere morir? – Sacando de quien sabe donde dinamitas.

- Ma, Ma Gokudera – Haciendo el gesto con las manos.

Como si nada hubiera pasado.

Como si todo siguiera igual.

Como si todo terminara.

No…

Como si algo nuevo empezara.

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Quiero agradecer a los que han estado pendientes de esta historia, se que todas las disculpas no compesan el tiempo. Pero hare mi mayor esfuerzo para finalizar esta historia :D

Un gran abrazo, espero leer sus comentarios con lo bueno o lo malo, con lo feo y lo boneto jajaja xD

Nos vemos n_n/


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