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Di que me amas por Skye Linker

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Cuando despertó, un fuerte dolor de espalda y cabeza le atrofiaban, las palabras Haré que vuelvas a decir te amo eran lo único en lo que podía pensar. Una vez que volvió en sí y salió completamente de los brazos de Morfeo se dio cuenta que aquella cama y habitación no eran suyas, por si fuera poco, lo único que cubría su cuerpo eran un bóxer y una sábana gris.

 

Respiró profundo y dejo salir el aire con fuerza, estaba molesto consigo mismo por haber dormido con Takano, o eso era lo que la decoración a su alrededor le decía; realmente esperaba no haber pasado la noche con él, no de nuevo; quería recordar pero no podía y tenía una leve esperanza de que aquella no fuera la casa de su ex amante, sin embargo al salir de la recámara confirmó sus sospechas, había dormido con él.

 

Se acercó con miedo al sofá de la sala, no quería encontrarse con Masamune, no quería verlo desde temprano y mucho menos escuchar sus provocaciones. En la mesa de centro se encontró con una nota que decía TE AMO, estaba firmada por aquel en quién hace pocos segundos había pensado.

 

La tomó y la arrugó para tirarla más tarde a la basura, tomó las llaves y se encaminó a su departamento, ya dentro se fue quitando la ropa para tomar una ducha mientras batallaba por recordar todo lo ocurrido la noche anterior; se reusaba a admitir y siquiera pensar que había pasado la noche con Takano.

 

Pasados unos minutos y después de haber olvidado un poco el asunto se apresuró a salir de la regadera, era más de medio día, ya iba tarde al trabajo.

 

Todo el camino hasta su sitio de trabajo siguió dándole vueltas al asunto, no cabía duda de que algo había pasado pero no sabía exactamente qué y tampoco cómo había sucedido. Al llegar al departamento de Manga Shoujo se asomó de manera discreta rogando internamente no encontrarse con su jefe, para su buena suerte él no estaba.

 

-¡Rii-chan!, vaya que eres afortunado- un sonriente y entusiasta Kisa se acercó a él a paso lento.

 

-¿A qué te refieres Kisa-san?- a pesar de mantener la calma por fuera, tenía una lucha interna, ¿sería posible que alguien notara las marcas o supiera que pasó la noche con Masamune?

 

-Bueno, es que encima de que llegas tarde y no esta Takano-san para decirte unas cuantas palabras, el día de hoy no tenemos mucho trabajo, sólo es cosa de terminar pendientes-

 

-Ya...- se quedó pensando por un momento -¿entonces no se encuentra Takano-san?-

 

-Así es, salió a junta-

 

-Que bien...- no pudo disimular su sonrisa, realmente se sentía aliviado por no tener que ver al azabache desde temprano -¿y a qué hora terminará?-

 

-No tiene horario, ¿necesitabas algo?-

 

-¡Oh no!, nada en lo absoluto -rascó su nuca como signo de nerviosismo- sólo quería ver si me podría ir temprano sin que se molestara-

 

Las horas del día fueron pasando sin darse cuenta, ya eran más de las seis y por fortuna en todo lo que iba del día no se había encontrado con su jefe. Terminó por completo sus tareas y se despidió para encaminarse a casa y llegar antes de que tuviera la mala suerte de que esa dichosa junta terminara.

 

Recogió sus cosas y salió directo a la entrada; cruzó la puerta de la editorial sin darse cuenta de que a pocos metros, en la máquina dispensadora de bebidas Masamune le había visto partir con prisa; Takano no dudó ni un momento en seguirle, tomó su bebida y se dirigió al elevador para subir por su bolso.

 

Para cuando logró salir de la editorial ya no había rastro alguno del castaño, le había perdido la pista completamente, pensó que lo más seguro es que se hubiera ido directamente a casa, así que se acomodó la chaqueta para tomar rumbo a la estación, sin embargo una mano le sujeto del hombro.

 

-¿Qué pasa Yokozawa?- preguntó al sentir aquella mano y reconocerla de inmediato por el tacto.

 

-¿Por qué te vas tan pronto, y sin decirme nada?- fue la respuesta del mejor conocido como oso gruñón.

 

-Me marcho a casa, estoy cansado-

 

-Te vas por ese mocoso, ¡no me mientas Masamune!- sin darse cuenta, el tono de su voz se hacía más fuerte mientras le hablaba al de cabellos azabache.

 

Takano soltó el aire de sus pulmones de manera violenta -lo que haga o deje de hacer con mi tiempo libre es sólo mi problema-

 

-No lo es, también me importa...-

 

-¿Y por qué debería de importarte?, dejé ya claro que lo nuestro no fue más que algo del pasado- no quería ser rudo con sus palabras, pero tampoco podía evitarlo, era difícil la situación.

 

-Es el trabajo... no deberías mezclar tu vida privada- su voz se iba apagando más y más mientras le hablaba.

 

-No lo hago, ni lo haré, no te preocupes por eso- estaba a punto de darse vuelta para retomar su camino cuando Yokozawa volvió a hablarle.

 

-Me debes una cena, no te olvides idiota- buscaba retomar el ambiente de compañerismo, no quería que Takano se fuera con aquel ambiente tenso entre ellos.

 

-Ahora no tengo tiempo- cambió su bolso de mano, llevaba prisa y su cuerpo lo comenzaba a reflejar.

 

-Lo sé, pero tampoco te des el lujo de dejarme plantado, Sorata quiere verte-

 

Sonrió al escuchar nombrar a su mascota -iré, lo prometo, pero no esta noche- aquellas fueron sus últimas palabras, después de dar por finalizada la conversación se giró para retomar su camino hacia la estación.

 

Después de casi una hora de trayecto, al fin había llegado a su complejo de apartamentos, subió al elevador hasta llegar a su piso y antes de entrar a su departamento decidió llamar a la puerta de Onodera, en todo el día no lo había visto y quería asegurarse que había llegado bien.

 

Los minutos pasaron y nadie respondía dentro del apartamento, insistió dos veces más pensando que quizá estuviera ocupado pero siguió sin recibir respuesta alguna. Vio su reloj, eran apenas las ocho, no era tarde pero tampoco se explicaba dónde podría estar el castaño, cogió su celular y marcó su número.

 

Tardó algunos timbres en responder, hasta que finalmente lo hizo, el primero en hablar fue Takano -¡Onodera!-

 

-¿Qué pasa Takano-san?-

 

-¿Dónde estás?, iré por ti-

 

-Etto...- no quería decirle dónde se encontraba, no quería verlo salí con un amigo-

 

-¿Amigo?, ¿quién?- de nuevo el moreno le interrogaba.

 

-No... no lo conoces, él vino de Londres y...-

 

¬-Dime el lugar, iré por ti, no tardo-

 

-No Takano-san, no quiero que vengas-

 

-Te esperaré entonces, no tardes-

 

¬¬-No es necesario, de verdad que...- sin darle tiempo a terminar de negarse, el mayor dio por terminada la llamada y se sentó fuera del apartamento del castaño a esperarlo.

 

Eran casi las once de la noche cuando llegó, lo primero que vio al atravesar las puertas del elevador fue al moreno de cabello azabache y mirada felina recargado contra su puerta, sus ojos se encontraban cerrados y su respiración tan acompasada que no pudo evitar mirarle con ternura.

 

No sabía si debía o no despertarle, mientras decidía se dedicó a mirarle detenidamente, lo veía tan tranquilo, tan guapo con sus labios entreabiertos y sus mechones negros cayendo sobre su semblante. Al tiempo que lo veía sentía como si pasaran horas, años, quizá vidas, pero sólo fueron minutos; se perdió en aquel rostro tan cálido y tranquilo.

 

Sin querer dejó caer las llaves de su apartamento causando un mínimo sonido pero debido al silencio sonó estrepitoso y sacó de su sueño a Takano, quién apenas terminó de abrir los ojos buscó la manera de ponerse rápidamente en pie a la par que rozaba su mejilla algo entumecida.

 

-¿Qué haces aquí?- preguntó Onodera a la defensiva, debía dejar de lado la imagen anterior de su ex amante y portarse distante. No debía caer, no de nuevo.

 

-Te dije que te esperaría- se acercó hacia el menor a paso lento y trató de rodearle con los brazos.

 

Ritsu se hizo a un lado esquivando el abrazo -no hagas eso, por favor- colocó sus manos de por medio y desvió la mirada -estoy cansado, quiero dormir. Ve a casa Takano-san, estoy bien-

 

-Espera- lo tomó de la muñeca -quiero que me digas algo-

 

-¿Qu...qué?-

 

-¿Por qué estas evitándome?, es tarde, sé que no volvías esperando a que me fuera-

 

-No... no es así Takano-san, yo sólo...- no pudo continuar hablando, sus labios se vieron presos de los del pelinegro. Su lengua quería abrirse paso en su boca.

 

-Ritsu- su voz, tan ronca y profunda como siempre, esa voz que hacía que el castaño se perdiera en ella y cediera en cualquier momento -¿dónde estabas?, ¿con quién?-

 

-No era nadie en especial, de verdad era sólo un amigo-

 

-¿Qué amigo?, ¿por qué se vieron?-

 

No sabía porque estaba respondiendo las preguntas, quizá sentía en parte la necesidad de ser sincero, no quería que pensará mal de él, no quería que pensará que estaba en una situación amorosa con alguien más.

 

-Vino de Londres, estudiamos juntos, y eso es todo- lo único que recibió como respuesta fue un simple asentimiento. De nuevo intento zafarse del agarre que el mayor le propiciaba, pero era difícil -suéltame por favor... quiero dormir, por favor-

 

-Aún no, quiero hablar contigo- pegó aún más su cuerpo al del castaño, sus labios estaban tan juntos que sus respiraciones se entremezclaban, Onodera sentía que el mundo se estaba haciendo demasiado pequeño en ese momento, el aire faltaba, necesitaba una fuerte bocanada de oxígeno entrando a su cuerpo, necesitaba sobre todo resistir el terrible deseo de querer ser besado por Takano.

 

-¿De qué?- su voz salió casi en un suspiro.

 

-De nosotros, de anoche...-

 

Aquello sirvió de alerta a su sistema nervioso, de un fuerte empujón se separó de Masamune intentando mantenerse erguido y no flaquear ante los nervios que le consumían por la mención del tema.

 

-¿Anoche?, ¿qué sucedió anoche?-

 

-¿Es que no lo recuerdas?-

 

Una risa nerviosa se escapó de sus labios y frotó su cuello debido a los nervios -yo lo siento, soy muy mal bebedor- se giró para recoger las llaves y abrir la puerta de su departamento -quizá debamos zanjar el tema, al final no recuerdo nada-, esperaba que con eso se diera por finalizada la conversación, sin embargo al pisar dentro de su apartamento fue seguido por un insistente Masamune.

 

-¡¿Qué haces Takano-san?!, te dije que no quería hablar al respecto- comenzó a forcejear con el mayor para mantenerlo fuera de su apartamento.

 

-Siempre tan conveniente el olvidar ¿no es así?-

 

-¿De qué hablas?-

 

-¿Quieres decir que olvidaste haber confesado tus sentimientos?- las fuerzas que tenía Ritsu se perdieron al instante, no tenía ni un poco de energía para sacar a aquel hombre de su casa después de escuchar esa confesión.

 

-No es verdad, yo no pude haber dicho algo así-

 

-¿No?, ¿estás seguro?- su mirada felina era tan seria y sus ojos reflejaban una mezcla de sentimientos que no sabía cómo tomar la situación.

 

-No, es decir, no te amo Takano-san, no digas estupideces-

 

El azabache se aprovechó de la confusión del menor y lo tomó entre sus brazos pegándolo a su pecho en un fuerte abrazo -no lo niegues más y dímelo de nuevo Ritsu, dime que me amas tal y como lo hiciste anoche-

 

-Takano-san... yo de verdad no- sus labios volvieron a ser besados de manera demandante.

 

-No lo niegues más- la mirada que el mayor le dirigía era tan profunda, era como mirar a un abismo, si la veías por demasiado tiempo podías perderte y no encontrar el camino de vuelta.

 

-Yo... yo te... te- mordió su labio por acto reflejo, no podía, a pesar de que los sentimientos le rebosaran en el cuerpo, no podía decirlo, no aun, tenía miedo de volver a caer en él y perderse como lo hizo diez años atrás. Tenía miedo de ser arrastrado y encontrar que al final no existía un felices por siempre -déjame por favor, es suficiente-

 

-Igual tenemos que hablar-

 

Suspiró agotado -¿podemos dejarlo para mañana?-

 

-No- lo tomó de la cintura y lo acercó de nuevo a él -quiero que hablemos ahora, quiero que recuerdes la noche de ayer- lo pegó contra la pared y lo siguió besando.

 

-Detent...- no podía siquiera hablar, la lengua del mayor aprovecho aquel pequeño acto para adentrarse en su boca y comenzar una danza que sólo ellas conocían.

 

Takano colocó sus manos en las mejillas de Onodera y las acarició mientras lo miraba a los ojos de manera detenida -no me detengas, por favor- pegó su frente a la de él y lo miró suplicante.

 

-Pero no quiero caer a lo mismo- bajó su mirada tratando de esconderla del azabache.

 

-Déjame estar contigo esta noche-

 

No obtuvo respuesta alguna, por otro lado sintió unos brazos rodearle por la cintura y la frente del menor contra su pecho en un leve asentimiento. Sonrió al tenerlo así y lo llevó entre besos a la habitación, en el camino se fue deshaciendo de la ropa, al llegar al pie de la cama lo recostó con delicadeza, era lo más preciado para él y lo cuidaba como tal.

 

A lo largo de la noche, mientras la luz de la luna se colaba por la ventana en una cálida brisa de verano, aquellos dos unieron sus cuerpos, se fundieron en uno solo y se demostraron todo el amor que sentían el uno por el otro, no en palabras, sino en caricias, besos, abrazos, sumidos en un ambiente lleno de jadeos y gemidos incontrolados, con la pasión y el deseo desbordándose de ellos.

 

Ahora era la luz del sol la que se colaba por la ventana, su cuerpo se sentía cansado, después de hacer el amor cayó completamente dormido, se quedó mirando como Takano respiraba pausadamente, no quería despertarlo, lo mejor sería apresurarse, irse y pedirle cerrara su apartamento.

 

Lo quería, sin embargo aún no estaba listo para decírselo. 


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