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(Not) Too perfect. por IGOTEXO

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Notas del fanfic:

ADVERTENCIAS

 

-Abuso escolar (violencia).

 

 

ACLARACIONES

 

-BamBam mide aprox. 1.70

 

-Es hijo único.

 

-Es menor que Yugyeom por meses.

Notas del capitulo:

Antes que nada, no pretendo ofender a nadie con esta pequeña historia.

Ahora sí, ayer cumplí mi primer aniversario(?) Seamos felices por un rato recordando ese acontecimiento hermoso~ xD Y yo quería autoregalarme algo lindo, algo perfecto; y es como todo eso llegó a lo que posiblemente vayan a leer^^

Es un YugBam -MarkJin ya he escrito demasiado xD- y es un mini-fic que no estoy tan segura de cuánto durará, ni tan pequeño ni tan largo. Lo suficiente, lo exacto a mi gusto^^

Dedicado a quien lo desee leer y comentar^^

 

What is perfection?

 

 

—Esto no va a quitarse—su mano palmea por encima de la marca roja y punzante, las yemas de los dedos lo hacen suavemente como si con tocar la piel se cayera a pedazos. Puede escuchar su propia respiración al estar tan cerca del espejo, niega con la cabeza.

 

Hay cosas más importantes por las que preocuparse, las tontas heridas en su cuello, brazos, piernas, estómago… No, no importa eso.

 

Cierra la puerta del baño cuidadoso y apaga la luz, los pasos están tan cerca. Le parece claustrofóbico el propio lugar espacioso, puede escuchar los dolorosos latidos de su corazón, retumban tan cerca de sus oídos, los escucha perfectamente. Es la melodía que más le ha costado acallar.

 

Da pasos hacia atrás tapando su boca en el camino y esperar hasta que la respiración le falle porque sabe cómo es esto, sabe que una vez que lo encuentren sus manos terminarán por convertirse en puños y las piernas le fallarán, para acomodarse en el suelo de rodillas y suplicar por que ese día no suceda nada; sabe que ellos negarán con sonrisas en sus rostros, se acercarán lentamente haciendo del recorrido algo espantoso, y él llorará por dentro, se destruirá repitiéndose que no merece vivir.

 

Y es cierto, BamBam no se lo merece.

 

Decide por no esconderse en uno de los cubículos, ellos de cualquier modo lo encontrarán y harán de él lo que se les antoje. Depende todo de las ganas de las que estén este día.

 

Las voces se detienen frente a la puerta, sus piernas pierden la fuerza y trata de aguantar las lágrimas gracias a verse descubierto. No hay adónde ir, nunca lo hay.

 

—Linda, te estábamos buscando, sabes que no hay diversión sin ti—menciona el mayor de todos con una sonrisa alegre casi extraña; no importa la luz apagada con tanto esmero, gracias a la puerta abierta, BamBam es completamente visible.

 

—Minho, por favor, hoy no—ruega en vano, ellos se burlan.

 

—Oh, vamos, BamBam, hoy estoy de buen humor—el mayor le asegura—Prometo no lastimarte esta vez.

 

Eso siempre es mentira.

 

—Cierren la puerta.

 

La pequeña luz que se cuela por debajo de la puerta es suficiente sólo para ver unos cuantos zapatos. Los pasos y los latidos se compenetran casi siendo uno, a ambos sonidos los odia por naturaleza.

 

Y su rostro jamás tendrá una marca o siquiera un pequeño rasguño. Su rostro no será tocado por ellos, porque es casi tan perfecto como el de una mujer mientras que su cuerpo, su cuerpo tampoco importa mucho en realidad.

 

La primera estovada le hace abrir la boca, pero el alarido de dolor nunca sale del nudo de su garganta, es como estar atrapado en sí mismo; escucha las risas de los otros, las memoriza sólo para sufrir en la soledad de su cuarto cuando le diga a su madre que la escuela ha ido de maravilla y que viene cansado por eso; y las caricias le hacen sentir frustrado porque no puede detenerlas, no puede hacer que paren, y sólo deja que las lágrimas caigan por su rostro tratando de olvidar el asco que siente de sí mismo.

 

Nunca ha encontrado una solución para eso, cree que no existe.

 

Y así le siguen más desgracias, empezando que siempre será la puta de Minho y después se rolarán su cuerpo entre los otros dos que sobran; no se ha dado el tiempo de recordar sus nombres, no cree necesitarlo.

 

Tiene que ponerse de pie antes de que alguien entre al baño, pero no puede, no quiere moverse ni un centímetro; no es por el dolor, lo físico hace mucho que dejó de doler, le duele lo que está haciendo consigo mismo, dejándose hacer por los demás; le duele ser parte del juego, pero no puede salir, porque él es la pieza principal, la que siempre saldrá perdiendo.

 

Es esa pieza en la que nadie quiere pensar, la que queda al último por su mala racha; BamBam es la pieza horrenda pero a la vez perfecta.

 

Con pesar mueve sus pies fuera del instituto, agradeciendo que el día se haya terminado. El cielo empieza a nublarse, pero no le causa curiosidad ese hecho, sino que hace unas cuantas horas el sol no parecía querer irse; y se siente igual que ese cambio de clima, así es todos los días de su vida al llegar a casa con una sonrisa fingida y sus ojos cristalizándose con miedo de encontrarse la pregunta preocupada de su madre.

 

—¿Cómo te ha ido hoy? —la sonrisa alegre de su progenitora le hace sonreír por igual, tratando de olvidar lo que exactamente ocurrió, y niega con la cabeza tragando con fuerza.

 

—Aburrido—sentencia descalzándose en la entrada para después dejar un beso en la mejilla contraria. —¿Puedo comer en mi cuarto? —sabe que su madre dirá que no, pero tiene la leve esperanza de que cuando mire su rostro decaído y la vista perdida en algún punto de la habitación le haga aceptar a su petición.

 

—Kun—ese apodo tonto que le hace siempre sonreír—…sabes que puedes contarme lo que sea, soy tu madre, pero eso no quiere decir que no vaya a comprenderte. Yo también fui adolescente—lo último le hace reír amargamente.

 

No, ella no ha sido una adolescente como BamBam.

 

Él es el objeto más preciado, el que todo mundo tiene a su disposición, es el foco de burlas, desprecios; es la cosa que nadie quiere y en la que nadie piensa; no es el centro de atención de nadie, es inútil, sin futuro, es el nuevo, el juguete que nunca se rompe, él no es nadie, y debe de aprender que ese es su lugar para siempre.

 

—El profesor no me dejó entrar a su clase, eso es todo—¿puede mentir de esa manera tan descarada a la persona que lo crió?

 

—Sabes que ese es el castigo por llegar tarde a la clase.

 

Al parecer, sí.

 

En ese momento no quiere discutir nada que tenga que ver con maestros y, por sobre todo, no quiere discutir nada que tenga que ver con alumnos. Suficiente tiene con estar vivo y sentir todas las cosas que le hacen ahí.

 

Al cerrar la puerta de su cuarto, suspira pesadamente y después aspira de nuevo aire con miedo a ser descubierto por esa acción, las lágrimas empiezan a acumularse en sus ojos nublando su vista y convierte sus manos en puños dejando caer su cabeza hacia atrás; cae lentamente por la puerta hasta estar en el suelo y se traga el sollozo. No cree que su casa sea su escape emocional.

 

Le gusta estar solo completamente en la obscuridad y hacerse bolita en la cama decidiendo que es mejor así, mirando al techo de su cuarto sin saber qué sentir realmente, culpándose, culpando, perdonándose, perdonando… odiándose y no poder odiar a nadie.

 

Su mamá no lo entendería, ni un millón de años; no entendería qué es sentirse basura ahí y en todas partes.

 

No entendería lo que es llorar acurrucándose con su muñeco de peluche entre sus brazos y susurrar miles de oraciones cortadas por los sollozos; no entendería lo que es sentir que nadie esté para consolarle en las noches frías de su corazón; no entendería jamás cómo se siente que te penetren una y otra vez creyendo que no duele y que jamás quedará marca.

 

BamBam sólo necesita a alguien, alguien que lo entienda de esa manera, no a alguien que le diga que lo superará, necesita a alguien que crea en su dolor y no se burle de él, necesita que alguien lo quiera con todo eso y nunca le abandone; no necesita charlas, no necesita terapias, no quiere ni pensar en medicamentos.

 

BamBam sólo necesita a alguien que no crea que él es perfecto.

 

Cuando deja de sentir las punzadas en su pecho, limpia sus lágrimas y sonríe a la nada consiguiendo un poco de esa paz que le fue arrebatada hace mucho tiempo atrás.

 

Mañana será otro día.

 

Otro día de miedo.

 

Sin embargo, lo que sucede ese día es distinto a los demás; por primera vez no hay quien le haga temblar, y tiene miedo de sonreír por lo que se muerde el labio mirando a todos lados a la hora de salida sin encontrar a Minho por ningún lado, tal y como en la mañana cuando ningún golpe en el estómago lo recibió.

 

Ese día sí ha ido de maravilla, y al llegar a casa se alegra de no mentir como es la costumbre.

 

El tiempo hace lo suyo en el cuerpo de BamBam, las heridas sanan, aunque sólo lo hacen las físicas… lamentablemente.

 

—Sólo vete—¿es esa su voz? no la reconoce, está tan rota.

 

—Oh, vamos, no llores, linda—odia que le llamen así, pero sólo aprieta lo puños un poco más ahorrándose las lágrimas, no le gusta que le vean llorar, pero es imposible para una lágrima no resbalarse lentamente por su mejilla haciendo un recorrido de dolor e impotencia. —Es mi culpa, lo acepto, pero es que tienes un rostro de mujer que sólo dan ganas de corromper.

 

Una carcajada más para memorizar.

 

Y cuando Jonghyun sale del cubículo y del baño no sin antes dejarle un beso en su frente que quema después, sólo ahí es cuando el peso se hace presente y cae sobre sus hombros derrumbándolo completamente. BamBam ya no tiene defensas, ninguna, sólo barreras que él tira cuando cree que nadie le escucha llorar; eso no es normal y es posible que jamás recupere la vida que tenía antes de entrar a bachiller.

 

¿La vida de antes?

 

Ríe con amargura encajando las uñas en sus rodillas.

 

Antes, ¿cuándo? ¿En el último año de secundaria, con Minho y su séquito reclamando mi cuerpo una y otra vez?

 

Tiene tantas ganas de gritar y decirle al mundo entero que se vaya al carajo, que ya no necesita nada ni a nadie; sólo quiere desaparecer ante las miradas de los demás que lo señalan como la escoria de la escuela. Él está de acuerdo con que eso debe de acabarse, tarde o temprano.

 

Y espera que ocurra temprano para ya no sufrir.

 

La hora del almuerzo no es tan difícil, al parecer es el único momento que no odia tanto la existencia de los demás como la suya propia,  y se va y se sienta en la última mesa de la esquina, alejado del resto. Revuelve hastiado su comida y aleja la bandeja con asco, no ha  tenido tiempo de vomitar los restos seminales de Jonghyun.

 

Recordarlo le da vergüenza. ¿Todo esto va a seguir para siempre? ¿O hay alguna manera de revertir el efecto?

 

Eres tan linda.

 

Tu rostro es como el de una mujer.

 

¿Por qué eres tan perfecto como una? Sólo te hace falta ponerte una falda y listo.

 

¿No quisieras ser mi hermosa novia, Kunpimook? Podemos hacerte un cambio de sexo.

 

Todas esas burlas y las risas, hacen del recuerdo algo incomprensible. Al parecer los alumnos se han puesto de acuerdo en que con él todo es divertido como el tomarle de la nuca sólo para hacer que su cabeza se mueva más rápido simulando estocadas con su boca.

 

—Hola—sólo que una voz le interrumpe de lo que sea que estuviera pensando, y no sabe si agradecer o fruncir el seño echándose para atrás en su asiento.

 

—¿Qué quieres?

 

BamBam no sabe tratar bien a la gente.

 

—¿Conocerte?

 

Porque nunca nadie le ha tratado de esa manera.

 

Pero es posible que existan los milagros disfrazados de personas que sonríen, a pesar de que por ahora no crea en ese lindo gesto. Qué tonterías está pensando, ¿milagros? No existen. ¿Lindas sonrisas? Sí existen, y la que tiene delante está captando demasiado su atención.

 

—¡No! —cae en cuenta por fin de lo que dice el otro y niega rotundamente, levantándose de su lugar y lleva consigo la bandeja de comida. BamBam no puede dejar que nadie lo conozca, no de esa manera, no de ninguna manera.

 

—Oye, espe…

 

Sale corriendo lejos, hasta donde sus piernas y condición física le dejen; quiere desaparecer antes de que ese tipo que le acaba de hablar vaya con él y le obligue a hacer cosas que no quiere, como lo es la costumbre, como lo es siempre con cada persona que le habla a él por interés.

 

Su paso es apresurado y con torpeza entre sus pies, mirando varias veces hacia atrás asegurándose de que nadie le sigue, queriendo llegar a los baños lo antes posible y caer al frío suelo abrazando sus piernas por el miedo… al parecer algunas cobardes costumbres no desaparecen de la noche a la mañana. El descanso se suponía que era la mejor hora del mundo, ¿por qué alguien tiene que interrumpir?

 

No puede ordenar sus pensamientos, no es momento de hacerlo; y de nuevo está atrapado en las palabras ajenas que guarda en su mente involuntariamente. ¿Cuándo se detendrá?

 

Tal vez nunca.

 

Hay un chiste que dice: el golpeador vive hasta que el cobarde quiere. Bueno, lo intentó un día, alzar la voz y empezar a empujar los cuerpos contrarios. Nada de eso funcionó. Y esto es como aquella vez, alguien nuevo buscándolo, buscando su cuerpo, está seguro de eso y no puede luchar contra ello.

 

—Sólo quiero…—su muñeca es aprisionada por una mano más fuerte y grande.

 

Tan cálida.

 

¿Qué? No.

 

—Suéltame, por favor—nunca ha tenido fuerzas, no le gusta buscarse problemas y siempre repite lo mismo cuando le toman de aquella forma aferrada sin poder separarse del todo por miedo a cómo reaccionará el contrario. Sólo está ahí delante mirando los ojos del más alto y haciéndose cada vez más pequeño.

 

Ya no existen los segundos en ese reducido espacio. Ocurrirá lo mismo de siempre; estará bien, un roce de cuerpos asqueroso no le hará sentir diferente, más besos indeseables no quemarán y las palabras sobrantes sólo quedarán en el aire esperando a ser tomadas. Está bien, es la costumbre, no importa lo que suceda con él.

 

No se siente bien, esto que hace, ese sacrificio no es por nadie ni siquiera para protegerse a sí mismo, esas barreras no son para que nadie entre sino para que él no salga.

 

BamBam tiene tanto miedo de que alguien sepa quién es realmente a pesar de que se ha perdido bastantes veces en el camino.

 

—¿Estás bien? —asiente con la cabeza sin creérselo, y traga pesado separando su muñeca del toque contrario. BamBam se contrae abrazándose a sí mismo susurrando un par de cosas que ni él mismo comprende.

 

—Sólo no te acerques—advierte y el más alto sonríe comprensivo. No, esa sonrisa no es de esa manera, él sólo hecho de que le sonría amable no quiere decir que es bueno con él. BamBam aprendió a no caer en la trampa.

 

—Lamento si te seguí.

 

Algo necesita. Algo necesita de él. ¿Tan rápido se enteró que el objeto le pertenece a cualquiera?

 

—Soy nuevo y…

 

… quiero follarte.

 

Completa la frase en su mente.

 

—… me dijeron que tú podías enseñarme el lugar—él niega sin entender lo último, retrocediendo unos pasos confundido y a la vez aliviado; baja sus brazos poco a poco hasta relajarse. ¿Es eso lo que quiere? ¿De verdad es eso lo que quiere?

 

—No… no creo que yo pueda—sólo quiere salir corriendo desesperado y perderse por cualquiera de los pasillos, todas esas palabras suenan a una trampa.

 

BamBam suspira tratando de calmar el golpeteo a la altura de su pecho, es su corazón latiendo del miedo.

 

—Entonces, supongo que no tienes tiempo…—su voz lleva un tono de decepción. No, está alucinando de nuevo, ese tono no existe en nadie, ese tono sólo lo ha escuchado de su madre cuando dice que no tiene ganas de comer junto a ella, ese tono que utiliza ella para “manipularle” un poco y que termine cediendo. Es ese tono de voz que es exactamente igual.

 

Maldición.

 

Eso no parece una trampa. Se convence de ello, o al menos trata de hacerlo.

 

—Está bien—susurra demasiado bajo que el otro tiene que acercarse agachándose un poco—. Puedo hacerlo.

 

Aunque lo último va más para sí mismo.

 

Así terminan recorriendo el edificio por completo, olvidando que hace más de cinco minutos entraron a clase, olvidando que hay una tarea importante para ese día, olvidando que ese maestro es el más estricto de todos. Olvidando que ninguno sabe el nombre del otro.

 

—No creo que debas saber más—pronuncia bajo frente la dirección principal, es casi la hora de salida. —Conoces los baños, tu salón, los salones de segundo año, los del tercer año, el taller de artes, y el gimnasio. Creo que es todo.

 

—No sé cuál es tu salón—esas palabras rompen un poco de ese muro y el golpe es casi directo. La seriedad con la que lo dice el más alto no es buena señal, o al menos no lo parece. —Por cierto, soy Yugyeom—y luego saluda como si nada hubiese sucedido.

 

—¿Mi salón? —cuestiona jugando con sus dedos y tratando de enfocar su atención en otra parte—Estamos en el mismo salón—y decirlo no le hace temblar o siquiera desconfiar.

 

—¿Y tu nombre?

 

¿Por qué Yugyeom desea saber tantas cosas de él?

 

—Sólo… sólo dime BamBam.

 

Es mejor así.

 

Pasan tanto tiempo el uno frente al otro estudiando la figura contraria que no escuchan el timbre de salida y no pueden ver que las personas caminan pasando por un lado de ellos para salir. Sólo tienen tiempo para descubrir en los ojos contrarios tantas cosas, BamBam ve en las pupilas de Yugyeom algo parecido a la tranquilidad.

 

Y él no quiere arruinar esa linda sonrisa que posee, por eso da dos pasos hacia atrás tratando de alejarse.

 

—¿Y tu verdadero nombre?

 

—Eso no importa—contesta frío, porque de verdad que esa es información extra que no dejaría que nadie supiese.

 

Sin embargo…

 

—A mí me importa.

 

Pero, ¿por qué?

 

Antes de contestar algo que carezca de sentido, llega Minho robándole la palabra de la boca, más bien, robándole el derecho de hablar por juntar sus labios en un beso impaciente, forzado, uno que le sabe a asco.

 

Trata de separarse poniendo las manos en su pecho y empujarle leve, ni siquiera cierra los ojos y puede ver por el rabillo la expresión de sorpresa de Yugyeom. Qué tonto.

 

—No pensé que tuvieras novio—escucha y por fin Minho se separa de él riendo por lo que acaba de escuchar.

 

—No somos novios—su voz sale tan queda y sus manos empiezan a temblar que para calmar la ansiedad sólo las junta tratando de que pare el movimiento involuntario ante tal situación incómoda.

 

—Esta linda niña es mía—escucha de Minho y resopla hastiado de ese día, de esa manera a la que siempre se refiere de él, de ese momento, está hastiado de ser él y tener ese rostro de niña.

 

—No soy una niña—levanta de nuevo la voz mas no el rostro, y por enésima vez en su vida Minho le estampa contra los casilleros apretándole del cuello y acercándose demasiado a su rostro. No hay tiempo para ver qué más sucede a su alrededor.

 

—¡Eres una niña! ¿O prefieres que te digamos objeto sexual? —aprieta los ojos fuertemente y los pulmones le reclaman por el aire perdido. Eso es su culpa, porque siempre hace enojar al pelinegro cuando sabe que no debería de provocarle con sus arranques de valentía estúpidos.

 

Definitivamente es mejor que crean que es mujer.

 

—Creo que te estás excediendo—escucha la voz de Yugyeom y el alto por fin le deja de apretar.

 

Cae al suelo tomando su cuello y desesperado por coger aire rápidamente. Mañana habrá una fea marca de eso.

 

Mirando al suelo la vista se le nubla mientras escucha las palabras de Minho en su mente. “Objeto sexual”, él sabía lo que era pero nunca había dolido tanto escucharlo. ¿Entonces así duele la verdad?

 

BamBam es como una prostituta, no, es una puta a la que todos pueden recurrir.

 

Y la patada en su estómago le hace toser, aun así trata de que las lágrimas no se escapen y los sollozos no sean parte de esa situación. Cuando Yugyeom se agacha a su lado, voltea el rostro de la vergüenza y muerde su labio reprimiendo las ganas de vomitar.

 

Arde, arde demasiado, arde el sentir la punzada de dolor; BamBam sólo quiere que todo acabe.

 

—Sólo vete—repite las mismas palabras cuando cualquiera termina de usarlo. Yugyeom no va a ser la excepción. —Quiero estar solo.

 

No, no es cierto. BamBam sólo desea un abrazo reconfortador, uno que nadie es capaz de ofrecerle.

 

—¿No crees que has estado demasiado tiempo solo?

 

Y la soledad puede ser un arma de doble filo.

 

 

Notas finales:

BRINDEMOS POR IGOTEXO Y UN AÑO MÁS!(?) :D

En fin, les parece el fic o no? Es YugBam, lo sé, a nadie le gusta el YugBam, sólo a unas cuantas personas, pero aseguro que no durará demasiado:3

Errores de ortografía y/o cosas sin sentido, van por mi cuenta^^

Linda madrugada acá en mi país.


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