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Curved Air por Yoru Eiri

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Notas del capitulo: Hola!! ya saben que todo esto esta escrito bajo el derecho de libre expresión; ningun personaje me pertenece y todo eso... Bueno, primero que nada, se que es muy dificil que alguien lea este fic, aunque sería muy feliz si lo leeyera alguin (Oasis porque no me contestas?, donde andas niña?) Bueno, aclaraciones: Malik es el normalito y Marik es el yami.... Bakura es el lindo hermoso con cara de UKE, y Ryou es yami, okis? bueno aqui lo teneis; te lo dedico a ti niña Oasis, onde andas?

 Las cálidas arenas de Egipto, el sol se alzaba sobre las enormes pirámides de la majestuosa ciudad que en algún tiempo fuera la más importante en el mundo antiguo.

 El calor se alzaba como si fueran nubes que se estancaban al ras del suelo; eso causaba las más grandes alucinaciones que ningún ser humano jamás había experimentado.
 Sin llegar a dudas, Egipto es una ciudad de faraones; y nacer en la familia real, sería una bendición; pero no ahora en estos tiempos; ahora era una maldición...
 Y allí estaba él, Malik Ishtar, descendiente de un montón de gente rara que se ha dedicado a cuidar tumbas egipcias por miles de años y demás. Su familia entera estaba allí también, parados cerca de la ciudad, empezando el desierto que recorrían todos los días.
 Como ya mencioné, en esta época actual no es muy fácil vivir de cuidador de tumbas; eso no tiene ganancia alguna; por lo cuál la familia entera tenía otro trabajo: en la noche cuidaban la bendita tumba de un supuesto faraón, y por la mañana vendían camellos y ofrecían excursiones a las tumbas por una cierta cantidad de dinero.
-No te desesperes- solía decirle su hermana Isis- Ya verás que todo estará bien, ganaremos lo suficiente y huiremos a América, y me casaré con un hombre y tendremos muchos hijos y...
 No quieren saber lo demás, Malik estaba cansado de la misma historia, no pasaba nada interesante en Egipto, bueno, unas cuantas tormentas de arena, pero no muchas y no muy a menudo.
-Estoy harto- se sentó en la arena y observó la ciudad sin soltar las riendas del camello que le acompañaba.
 La ciudad, tan cerca... y tan lejos a la vez. Muchas veces ya había pasado:
-Quiero ir a la ciudad- solía decirle a su padre.
-Pero Malik, ¿qué pasa si mientras estas en la ciudad, alguien quiera comprar tu camello y tu no estés?
-¿!Quién quiere comprar un camello¡?
-Mucha gente, así que, no te muevas de tu puesto.
 Y claro, la venta de camellos no era nada exitosa; la gente abogaba más por ir a ver las tumbas que por comprar un camello.
 Esa era una historia de todos los días; hasta que un día, algo diferente pasó...
 Eran las doce del mediodía, hacía un terrible calor en el desierto; Malik estaba sentado en la arena bajo la sombra del camello que le habían asignado.
-¿Algún día será diferente?
 Fue entonces cuando un muchacho de pelo plateado y ojos cafés se le acercó por detrás.
-¿Qué haces detrás del camello?- preguntó con una risita entre dientes.
-Tengo mucho calor...- fue lo único que respondió- me ha ido tan mal! Nada puede ser peor que estar aquí parado todos los días!
-¿Te podría ayudar?
-Compra el camello para que yo pueda ir a la ciudad a comprarme un enorme vaso de agua...
 El muchacho rió ante ese comentario.
-Nunca me habían hecho reír tanto; en realidad eres muy bromista.
-No es broma...- dijo para si mismo.
 Suspiró, se dio cuenta de que no podría venderle el camello a ese muchacho, y tampoco podría beber agua.
-¿Cuál es tu nombre?- preguntó el muchacho extranjero (Turista claro)
-Malik a tus ordenes- mencionó sin ganas y estiró un brazo para darle la mano.
-Yo soy Ryou Bakura- le dio la mano.
-¿De dónde eres?
-De Inglaterra  tu?
  Malik lo miró con cara de “muérete”  la pregunta era demasiado obvia.
-Lo lamento- Bakura se apenó al ver la cara que le dedicaban- Nunca había visto un muchacho tan bronceado como tu.
-Pues claro que no, ¿Quién en su sano juicio se queda parado en el sol todo el día?- dijo para sus adentros.
 Había una extraña conexión entre los dos muchachos, aunque parecía que no lograban mantener una conversación; se entendían muy bien.
 Pasaron unos minutos mirándose como completos desconocidos, claro que pensaban en otras cosas.
-¿Qué puedo visitar aquí que sea interesante?- preguntó Bakura, que ya se había cansado de estar parado en el sol, y se sentó en la arena junto a Malik.
-Pues hay unas tumbas bien padres!- dijo con tono sarcástico.
-Que bien, y ¿Cómo llego allí?
-No puedes, solo yo se me el camino y como entrar y como salir y como no perderte y como fregarte cuidándolas día y noche! Aunque ahora que lo pienso solo es ¡toda la noche! Y solo logro dormir pocas horas...
 Bakura se empezó a reír frenéticamente. Malik se detuvo, miró al muchacho que yacía a un lado suyo; sonrió y pensó: “al menos tengo a alguien con quien platicar y que se ríe de mi estúpida vida”
-Dime Malik, podemos ir a las tumbas?
-Si claro, pero cuesta...
 Bakura sonrió de nuevo y buscó su cartera en su pantalón; sacó un bonche de dólares y se los entregó a Malik.
-Vamos.
-A donde tu quieras mi amo- Malik se sorprendió, nunca había tenido tanto dinero en la mano.
 Lo guardó en..en... bueno...¿donde se supone que guardan el dinero si traen unas batas raras? (lamento mi ignorancia) el punto es que lo guardó.
 Bakura se subió al bendito camello y Malik comenzó la travesía por el desierto.
 Una travesía larga y duradera, sin más gente alrededor mas que un horrible calor que azotaba las pieles de los seres vivos.
 Se adentraron poco a poco en el desierto hasta que ya no se veía la ciudad; ya no se veía nada alrededor, solo arena, y un sol quemante. Bakura sudaba mucho, no estaba acostumbrado a tanto calor, y su vestimenta no era apropiada para el clima.
-¿Calor?- preguntó Malik divertido al ver la agitación de su cliente.
-Como le haces para soportarlo?
 Malik sonrió, se quitó la enorme bata que usaba y quedó con puros pantalones de mezclilla.
-No lo soporto- dijo al fin- me quema la piel, y este maldito tatuaje no ayuda!
 Bakura se fijo bien en la espalda de su compañero, un enorme tatuaje en la espalda (no, no decía “salven a las ballenas”) un montón de jeroglíficos egipcios que resaltaban en su piel bronceada.
-¿Qué dice?
-No se, nunca los he visto...
 Bakura rió ante ese comentario, en verdad, era muy gracioso aquel muchacho, y además era muy guapo. 
-Quizá el sol haga que alucine, pero, en realidad eres muy guapo.
 Malik lo miró con una sonrisa maquiavélica.
-No es el calor, yo soy guapo!
 Siguieron por el desierto:
Arena...
Arena...
Arena...
Arena...
-¿Cuándo llegamos?- preguntó un Bakura agotado y lleno de cansancio.
-Todavía falta mucho- respondió Malik, quien caminaba al lado del camello, llevando las riendas en sus manos.
Arena...
Arena...
Arena...
Arena...
-¿Ya mero?
 Malik solo negaba con la cabeza.
Arena...
Arena...
Arena...
Arena..
Tormenta...
-Debemos tomar refugio- Malik conocía muy bien las arenas del desierto-¿Por qué demonios una tormenta justo ahora?
-Pero no hay nada de refugio.
- No te preocupes, hay una tumba cerca, pero...
-Pero
-No debemos entrar...
 Malik tomó a Bakura por la cintura y lo bajó del camello. Lo tomó de la mano y corrió lo más rápido que pudo.
-¿Vamos a entrar?- Bakura estaba confundido
-No hay mas que hacer...
 Corrieron juntos lo suficiente hasta que se pararon en seco frente a una enorme piedra. Malik la hizo a un lado y entraron a un lugar oscuro y seco.
 Se quedaron allí adentro, Bakura apoyado en el pecho de Malik.
-Nunca acabará la tormenta...- susurró Malik.
 Bakura no le prestaba atención, estaba concentrado en otra cosa; estaba acurrucado en el pecho de un hombre tan guapo y atractivo a su vez. Malik, inconcientemente, abrazaba a Bakura y lo acercaba más hacia si mismo. Estaban juntos, como dos novios en un lugar pequeño.
-Tendremos que esperar a que pase la tormenta, y la tormenta terminará... mañana- Malik conocía muy bien todo tipo de tormentas.
 Hoy, la familia Ishtar tendría que dormir en la ciudad, ¡que suerte! Y Malik tendría que pasar la noche en la tumba prohibida.
 Bakura se estremeció al escuchar eso, sintió su propio sonrojo.
-¿Y estaremos todo un día abrazados?
 Malik escuchó eso y rápido se separó de Bakura; aunque estaba oscuro, bien sabía que ese lugar era enorme. Bakura se desilusionó cuando sintió que Malik lo hacía a un lado, buscó algo en uno de sus bolsillos y sacó una linterna.
-Creo que nos puede servir hasta que salgamos de aquí- dijo optimistamente.
 Malik se encandiló con la luz de la linterna, lo cierto era que estaba acostumbrado a velas y antorchas.
-Estaremos los dos solos-Malik miró las intenciones de Bakura-nada de sexo!
-Yo no dije nada de eso- afirmó Bakura- Yo solo estaba pensando, ¿No guardaste el dinero que te di en la bata rara?
 Malik asintió dudando lo que vendría.
-¿Y no dejaste la bata esa en una de los bolsillos de los costados del camello?
 Malik pensó por un momento, suspiró y se dio de topes con una de las paredes.
-¡Soy un completo imbécil!
 Bakura solo lo miraba; no le dio importancia a las maldiciones en lengua extraña que lanzaba Malik al aire, y comenzó a explorar la tumba con su linterna.
-En verdad es muy extensa- dijo.
 Apuntó con la linterna al largo pasillo que yacía detrás de ellos, justo después de la entrada; pero no se vio el fondo.
-Es una tumba de grandes dimensiones, no se que fue lo que pasó o por qué está sellada, pero se que se supone que nadie debe entrar.
-¿Quién dice?
-El faraón!- dijo en tono sarcástico.
 Bakura volvió a reír.
-¿Quién es el faraón?
 Malik se sentó en el suelo y comenzó su larga historia.
-Se supone que hace mucho tiempo aquí en Egipto, había un faraón tal y que tenía poder sobre unos objetos místicos y raros; bueno en verdad no se muy bien que fue lo que pasó, pero, debemos esperar en su tumba a su regreso. Mi familia a sido cuidador de tumbas por siglos, cuidamos las tumbas y las sabemos de memoria- miró a su alrededor- me se todas, menos esta... solo se que hay un cuartito por allí- apuntó con la linterna un recoveco a un costado del pasillo- Es allí donde pasó algunas noches, tratando de descifrar cosas.
-¿No se supone que no debes entrar?
-¿Quién se daría cuenta?- no le dio importancia- Yo solo vengo a estar solo.
 Bakura miró a su alrededor por un rato más; después se sentó junto a Malik y apagó la linterna. Estaba oscuro y no se escuchaba ningún ruido mas que las respiraciones de los dos muchachos.
-¿Nos quedaremos sin aire?- preguntó Bakura un poco angustiado.
-No lo creo, estas tumbas son muy húmedas al fondo, a demás yo siempre he vivido en tumbas y mírame, no he muerto.
 La respiración de Bakura se agitaba cada vez más; estaba asustado, la idea de quedarse en un hueco hacía que su claustrofobia aumentara exageradamente.
-El truco es estar tranquilo- Malik notó la agitación de su compañero hacía la desgracia y tomó sus manos.
 Bakura se sonrojó cuando sintió las manos de Malik sobre las suyas.
-No quiero morir- dijo casi en un susurro.
-Y no vamos a morir- afirmó Malik
 Eso fue suficiente para él, abrazó a Malik y se quedó esperando.
-Si estás conmigo puedo esperar...
 Malik no lo rechazó, se sintió culpable por haberlo metido en aquél lío y lo abrazó con más fuerza. Lo cierto era que allí estaba muy oscuro, y el no escuchar ningún ruido podría volver loco a cualquier ser urbanizado; ese era el caso de Bakura, quien no conocía más allá de una bulliciosa ciudad.
-Lo lamento- murmuró Bakura- Lo que pasó fue por mi culpa.
-Ahora que lo dices, si lo fue!- le dedicó una mirada fría- si no hubieras querido venir, nadie se me hubiera acercado (como siempre) y cuando la tormenta empezara yo me quedaría en el hotel, muy feliz con la recepcionista que es muy guapa en realidad.
 Bakura se le quedó mirando con los ojos vidriosos y una expresión triste.
-Lo lamento mucho Malik... no quería- se separó de él y desvió la mirada.
 Eso hizo que Malik se sintiera mal.
-Oye, se que a veces soy muy sarcástico, pero, fue mejor así- tomó la barbilla de Bakura con una de sus manos y suavemente, hizo que sus miradas se cruzaran de nuevo- Realmente, fue mejor así; es algo diferente y eso está bien...- se sonrojó un poco- me apena decirlo, pero... pues... creo que me agradas...
-Nos conocemos horas- agregó Bakura- pero yo si creo en el amor a primera vista.
 Volvió a acurrucarse en el pecho de Malik, quien lo acercó más hacía si mismo.
-Esperaremos a que termine la tormenta...
Esperar...
Esperar...
Esperar...
Esperar...
Esperar...
Desesperación...
-No puedo estar más aquí! Me voy a volver loco si esta tormenta no termina!- Malik corría en círculos frente a la entrada.
 Aún se podía escuchar la tormenta de arena; Bakura no se desesperó, y aunque le costaba trabajo, aguantaba bastante bien.  Malik en cambio estaba muy desesperado como para poder estar en paz.
-Malik...
-¿¡Qué!?
-Solo llevamos media hora aquí, y tu dijiste que la tormenta termina mañana...- se miraron por unos segundos.
 Entonces Malik se calmó, se recargó en una de las paredes, contraria a la que estaba Bakura.
-¿Qué haremos mientras esperamos?- preguntó Malik.
-No tengo una mejor idea, creo que...- miró hacía el fondo del pasillo- algo me llama dentro y debo averiguar que es.
 Malik miró al fondo del pasillo, era cierto que era mucha la curiosidad que se sentía.
-Vamos a echar un vistazo- opinó Bakura.
-No... creo que no debemos...
-Solo uno chiquito- dijo en un tono suplicante.
 A lo que el egipcio no se podía negar.
-Está bien, pero solo uno “chiquito”
 Bakura se puso muy feliz, prendió la linterna que había tenido apagada y avanzó lentamente detrás de Malik.
-No puedo creer que esté haciendo esto por ti, Bakura- suspiró.
-Eres tan lindo y gentil!- Bakura se enganchó de uno de los brazos de Malik.
 Caminaron un rato, y el pasillo no parecía tener final. Era un poco extraño pues cada vez se hacía más ligero el aire que se respiraba y poco a poco las paredes empezaron a cambiar de aspecto. Inmensos grabados aparecieron en las paredes y un brillo dorado las adornaba.
 Malik se paró en seco y miró a su alrededor.
-¿No notas algo diferente?- preguntó a Bakura, quien seguía sujeto a su brazo.
-Hay algo, como si, entráramos a un palacio...
 Caminaron un poco más y las cosas cada vez se fueron haciendo más extrañas. Había un brillo, que después se fue convirtiendo en luz, una luz dorada; las paredes comenzaron a adquirir colores extravagantes. Entonces sucedió lo imposible, se escuchaban voces provenientes del fondo.
-Esto no está bien...- Malik frunció el ceño- Volvamos.
 Bakura estaba asustado, así que asintió sin quejarse; pero cuando quisieron regresar ya no se podía. El pasillo oscuro, ahora lleno de luz, terminaba detrás de ellos; una enorme entrada custodiada por guardias egipcios de épocas antiguas.
-¡¿Qué demonios?!
 Los dos muchachos se exaltaron al ver lo que había sucedido.
-Es como si estuviéramos en una época antigua...
-Corrección- intervino Malik- ¡Lo estamos!
 Se estaban preguntando como era eso posible, miraron a su alrededor, era la misma tumba pero siglos atrás; era custodiada por guardias, y más allá del pasillo se encontraban miles de pasillos los cuales llevaban a lugares completamente desconocidos.
-he de estar soñando- se dijo Malik a si mismo- Esto nunca pasó y yo sigo en cama durmiendo plácidamente.
 Bakura lo miró y se quedó callado; lo tomó del brazo bruscamente y se escondió junto con él en un recoveco.
-¿Qué pasa?- preguntó Malik.
-Cállate y observa- apuntó con su dedo a un muchacho que caminaba por el pasillo que ellos habían recorrido.
 Un muchacho exactamente igual a Malik, los mismos ojos, la misma piel y el mismo tatuaje; pasó de largo por donde estaban escondidos Malik y Bakura, se paró junto a la entrada y esperó un buen rato.
-Señor Marik- los guardias hicieron una reverencia.
 Malik se abstuvo de no gritar: ¡Hey, esa es una copia de mi nombre, pero con una “r”! En realidad se llevó una gran sorpresa al verse a si mismo, pero vestido de otra manera muy antigua.
-Ese soy yo...
-No- intervino Bakura- él es muy diferente a ti, tiene una mirada diferente; una mirada triste, llena de rencor.
 Malik no pudo creer como Bakura sabía distinguirlos, si prácticamente eran iguales, en realidad lo conocía demasiado como para poder distinguirlo.
-¿Aún no llega?- preguntó aquel ser antiguo llamado Marik.
-No señor- respondieron los guardias.
-Ya veo- bajó la mirada y se dio la media vuelta- díganle cuando llegue, que lo estaré esperando en mi habitación.
 Los guardias asintieron y regresaron a su posición de alerta. Marik caminó de nuevo por el largo pasillo y se perdió al final de éste.
 Malik y Bakura se miraron por unos instantes más; esto era demasiado raro.
-¿Seguro que no fumamos nada?- quiso saber Malik.
-No, claro que no! Tal vez el calor a hecho que alucinemos...
-Yo sigo pensando que fumamos algo- dijo decidido.
 Esperaron un rato más en su escondite, no sabían si era seguro salir, después de todo, aquellos guardias con sus grandes cuchillos no se veían nada agradables. Se dieron cuenta de que no entraba más gente, ni siquiera se veía que pasara por allí; Los guardias no tenían que cuidar nada, en realidad, solo eran un adorno más de aquél lugar que creían que era un tumba...
 Pasaron unos cuantos minutos cuando una gran ola de arena entró por el pasillo, los guardias tosieron a la falta de aire.
-¿Dónde está?- preguntó una sombra detrás del gran montón de arena.
 Los guardias y los muchachos agudizaron la vista, y para cuando la arena se había ido, pudieron ver a la persona. Un muchacho de cabellos plateados y ojos cafés, un hombre igual a Bakura estaba parado frente a los guardias.
-Señor Ryou- los guardias hicieron una reverencia.
 Lo cierto era que el sujeto que se hacia llamar Ryou era mucho mas diferente a Bakura; tenía una mirada fría y asesina, todo lo contrario al dulce de Bakura.
-Y bien- su voz era tan fría- ¿Dónde está Marik?
-Lo está esperando en su habitación- respondieron los guardias sin atreverse a mirarlo a los ojos.
 Ryou suspiró y entró, caminó el largo pasillo; pero esta vez, Malik y Bakura decidieron seguirlo.
 Los pasillos eran como laberintos, solo alguien con mucha experiencia podría pasar por allí sin perderse. Ryou caminaba rápidamente, así que era más difícil seguirle el rastro.
 Paredes vestidas de gala, luces que enamoraban a cualquiera; así era el antiguo Egipto; colores de paraísos inalcanzables, aromas de junglas exóticas y un toque del mismo cielo.
 Finalmente, Ryou detuvo su marcha, giró lentamente hacia una de las puertas que habían y entró asegurándose de que nadie lo viera.
 Malik y Bakura se quedaron fuera de la habitación.
-Deberíamos irnos- balbuceó Malik entre dientes
-¿Cómo encontramos la salida?- buena pregunta.
-Pues... pues... ni siquiera se como regresar a la entrada! Ese tal Ryou se sabe muy bien el camino, dio más de cien vueltas y paso varias veces por el mismo lugar!!!
 Bakura se sorprendió al escuchar aquello, de seguro Malik había estado memorizando el camino.
-Entonces te aprendiste el camino- un poco de esperanza se vio reflejado en sus ojos.
-No...- Malik se quedó mirando el fondo del pasillo- él bien sabía que alguien lo seguía, es por eso que nos hizo dar tantas vueltas; este lugar es un laberinto muy bien diseñado; no es una tumba- dijo en un murmuro.
 Bakura lo meditó un tiempo, lo que decía Malik podía ser la verdad, pero también podría ser la única forma de regresar; tal vez aquellos sujetos que se veían tan desquiciados podrían ayudarlos a salir.
-Entremos...
 Entraron sigilosamente, y se escondieron en donde pudieron; observaron. Marik estaba sentado a la orilla de la cama, y Ryou estaba recargado contra la pared mirando hacia la cama.
-¿Qué vas a hacer amor mío?- preguntó Ryou mirando a Marik.
 Marik frunció el ceño y apretó los puños.
-No lo se...- fue su respuesta- No es justo lo que hace.
-Nunca lo será- continuo Ryou acercándose a la cama.
  Marik solo lo observaba desde lejos, como se acercaba; hasta quedó justo a un lado suyo.
-No sería bueno actuar sin saber las consecuencias- dijo al fin.
-Sabes muy bien las consecuencias- intervino Ryou- Todo aquel que ose enfrentar al faraón termina...- cerró sus ojos por un momento- muerto... y yo no quiero que eso te pase a ti.
 Se miraron tiernamente por unos instantes; los instantes interminables de los dos amantes que se miraban con lujuria.
 ¿Y Qué es el amor después de todo? Las miradas que se dedicaban, las manos, dispuestas a tocar lo que se fuera permitido; los labios que querían tocarse toda costa, y las respiraciones agitadas. ¿No era eso amor? No, eso no era amor, eso era lujuria, la cual, se derivaba del amor pasional que sentían el uno por el otro.
-No quiero que vayas a hacer nada estúpido- dijo Ryou casi en un murmuro- Lo que el dice es lo que se hace...
 Marik tomó su barbilla y se acercó a su rostro lo suficiente para poder besarlo.
-No me importa que él sea el faraón, no me importa que me pida lo imposible, que se quiera casar con mi hermana, que deje que su pueblo se muera de hambre, inclusive no me importa si me pide que me mate... pero; no puede pedirme que te deje de amar, no puede tocarte, no puede ni siquiera verte. Porque eres mío...
 Se fundieron de nuevo en un beso pasional; podían sentir sus respiraciones agitadas, sus rostros ruborizados. Todo era perfecto para demostrar su amor
-Pero...- Ryou desvió la mirada de nuevo- tu sabes que soy suyo...
 Marik volvió obligarlo a que lo mirara a los ojos.
-Eso no me importa, eres mío y no suyo, tu lo sabes- acarició levemente su pecho desnudo- o es que acaso, tu no quieres ser mío?
 Ryou no podía contestar esa pregunta, por un lado sabía que desafiar al faraón era muy peligroso; pero por otro lado, su corazón solo latía por una sola persona... y esa persona era Marik.
-Sabes muy bien que yo quisiera, solo ser tuyo...
 Se besaron de nuevo, pero esta vez, más profundamente; sus lenguas se entrelazaban dentro de sus bocas, saboreaban ese beso tan esperado como si fuera el último que se darían en lo que les restaba de vida.
 Malik y Bakura estaban atentos a lo que veían, de repente sintieron su propio sonrojo cuando observaron que Marik y Ryou estaban acostados en la cama, uno sobre otro, besándose con locura.
-Eso me pone cachondo- susurró Malik.
-A mi también, pero no podemos salir de la habitación- Bakura se junto un poco más a su compañero- quizá si cerramos los ojos...
 Malik estaba de acuerdo en eso, pero de todos modos seguía escuchando.
-Ah...- exclamó Ryou al sentir las caricias que Marik hacía en sus partes más sensibles.
  Marik sabía perfectamente como le gustaba el sexo a su amante, y más cuando tenían algunos días separados. En unos instantes, ya estaban completamente desnudos uno frente al otro en la cama.
-No debemos...- mencionó difícilmente Ryou- él... si se enterara...
 Marik selló sus labios con otro beso.
-Nunca lo hará, y además, si se llegara a enterar de lo nuestro...- pensó por unos pequeños instantes; pero las consecuencias ya no le importaban- Sería mejor que valiera la pena.
 Nunca se habían dejado intimidar por aquél sujeto llamado Atem (quien se va a morir muy pronto porque me cae bien, pero bien mal –Oasis) El punto es que, nunca se habían dejado intimidar, y más por aquél enviado de los dioses que supuestamente era el faraón divino.
 Las cosas no habían marchado muy bien para los dos amantes; lo cierto era que Ryou era amante de Atem, y eso era una decisión indiscutible, pues eran decisiones del faraón. Al parecer eso jamás le había importado a Marik; pero Ryou estaba preocupado por lo que podía pasar; consecuencias de un amor prohibido.
 No platicaron más, solo se besaban, con cada caricia que se daban mutuamente se decían las cosas.
 Nada más exquisito que su piel desnuda; era lo que pensaba Marik mientras recorría el cuerpo de su amante con sus manso desnudas. Su toque es perfecto; lo que pensaba Ryou al dejarse consentir...
  Lo tenía donde quería; Marik sobre Ryou; lo besaba, lo acariciaba, lo deseaba más a cada minuto que pasaba a su lado. Estaban los dos en la cama; Ryou sabía lo que vendría después, había esperado eso con ansias desde que Atem lo había dejado salir solo.
 Es la entrega total lo que me hace desearte más?
 Marik bajó sus besos, comenzó por el cuello de su tan amado hombre; Ryou gemía al sentir su lengua caliente por su cuello. Comenzó a bajar lentamente las caricias hasta llegar a sus rozados pezones, los que lamía con pasión mientras Ryou gritaba de placer pidiendo más de aquellos roces.
 Las cosas no son justas para nosotros dos?
 Marik introdujo dos de sus dedos dentro de la boca de Ryou; éste los lamía complacido por lo que se le era ofrecido.
-Nunca te dejaré de amar y lo sabes- Le decía Marik.
 Ryou no pronunciaba palabra alguna, lamía los dedos de su amor, cerrando los ojos para sentir más pasión.
-Aunque tu  otro amante trate de matarme- le decía mientras le acariciaba el abdomen- yo voy a regresar, inclusive de la muerte, por ti...
 Le acarició el abdomen con cierta sutileza para pasar después a la erección del ladrón. Tomó el pene de su amor con su mano libre y lo sostuvo firmemente; bajó un poco su cabeza hasta alcanzar a lamerle la punta. Lo que volvió loco a Ryou, quien seguía con los dedos de Marik en la boca; inclusive llegó a morderlos de tanto placer que sentía.
-No lo puedes negar, se muy bien que te gusta- le sacó los dedos de la boca y los fue introduciendo lentamente en su cavidad inferior.
 Estaba caliente en el interior; húmedo y deseante de amor. Marik movía sus dedos dentro de aquel lugar, dilatándolo lentamente. Ryou aclamaba por uno de sus besos tranquilizadores, lo que hacía que su amante se portara aún más arrogante.
-Ah... Marik... no... por favor...- estiraba sus brazos hacía el aire para pedir un abrazo.
 Marik solo sonreía cínicamente al verlo en aquél estado, en realidad le excitaba demasiado; su fuerte no era el sadismo, pero le gustaba hacer sufrir a su presa antes de darle su gran recompensa.
-Ah...- Ryou no podía soportarlo más; era tanto el placer que le hacía sentir.
 Marik metió el pene de su koibito en su boca, lo saboreo cuanto pudo, ese sabor que había añorado desde hacía ya algunos días interminables; eso provocaba ciertas oleadas de placer en Ryou, quien pedía más de esas caricias. Estiró uno de sus brazos hacía la cabeza de Marik y lo incitaba a que siguiera con lo que estaba haciendo.
 Marik levantó su cabeza y miró a Ryou, le sonrió tiernamente; sacó sus dedos de la cavidad deseada y se acercó hacia donde estaba Ryou. Lo abrazó al quedar cara a cara y le plantó un enorme beso en los labios, cosa que su ladrón no despreció.
-Sabes lo que viene...- dejó inconclusa la oración.
 Ryou no protestó, sabía bien lo que seguía, sonrió al igual que Marik y se mostró dócil al sentir que sus piernas se elevaban y se posicionaban a los costados de Marik.
 Comenzó lo que tanto habían deseado ambos; Marik metió cuidadosamente su pene en aquella cavidad que ya estaba dilatada. Ryou sintió que el alma se le partía en dos; el dolor que al principio era insoportable; dejó escapar unas cuantas lágrimas de sus bellos ojos color miel.
-Sabes que pronto no dolerá- Marik le acarició la mejilla, provocando así un sonrojo en el muchacho.
 Esperó a que su amante se acostumbrara a tenerlo dentro y comenzó a moverse lentamente dentro de él. Ryou no podía soportarlo, se aferraba a las sábanas, gritaba, pronunciaba el nombre de Marik entre sus gemidos ahogados.
 La desesperación de no poder tenerte, que es lo que me preocupa?
 Un movimiento rápido, un gemido ahogado. Ryou comenzaba a sentir placer, al principio fue poco, pero después fue grandioso. Se sentó en las piernas de Marik y se abrazó a él cariñosamente. Las embestidas eran cada vez más, el ritmo aceleraba, los gemidos incrementaban entre los dos muchachos. 
-Marik...- mencionó casi en un gemido ahogado.
 Marik lo besó apasionadamente, sabía que aquel placer efímero estaba por desaparecer. El ritmo era demasiado acelerado para continuar, estaban a punto de terminar con el ritual de amor.
-Te amo...ah- le susurró Marik a su ladronzuelo.
 Ryou se estremeció al escuchar la voz de su amado tan cerca de su alma; un escalofrío recorrió su blanca espalda, la que Marik acaricio enseguida.
-Yo.... también...- murmuró.
 Puede ser cierto que tan pronto llegó a su fin?
 Ryou se aferró a la espalda de Marik; se estremecieron los dos juntos al llegar al tan deseado orgasmo.
-Ah!!!- terminó en un grito de placer por ambos muchachos.
 La respiración era demasiado densa, el sudor los bañaba de pies a cabeza; pero el amor era tanto, que los ahogaba. Se miraron por unos instantes y no pronunciaron palabra alguna; se besaron de nuevo y se separaron cuidadosamente.
-Parece que esta vez te luciste- mencionó cansado el muchacho bronceado.
-¿A qué te refieres?- sonrió burlonamente.
-Lo hiciste de maravilla; es acaso porque me extrañabas- sonrió- o es porque tenemos visitas?
 Malik y Bakura se quedaron helados al escuchar eso...
-¿Acaso estas insinuando que nunca lo había hecho bien?- lo miró de forma retadora.
-No me refiero a eso- se bajó de la cama sin antes darle un  beso y se acercó a donde estaban escondidos Malik y Bakura (detrás de alguna cortina rara)- lo que quiero decir, es que cada vez que me besas creo que lo haces mejor que la anterior; nunca lo haces mal, siempre es perfectamente erótico – lo miró de una manera seductora- ladrón de tumbas.
 Ryou sonrió y desvió la mirada, “ladrón de tumbas” fue así como se habían conocido.
 Marik avanzó lentamente hacía la cortina y la hizo a un lado de un solo movimiento.
-Vaya, ¿Quién será esta vez?- dijo antes de ver a los que allí se encontraban.
 Malik pasó saliva al verse descubierto; Bakura aún seguía abrazado a su compañero de desgracia.
-No nos hagan daño por favor- suplicó Bakura.
 Entonces Marik abrió los ojos al escuchar la voz de aquel muchacho, lo miró y se sorprendió mucho.
-¿¡Qué demonios!?-exclamó al examinarlos.
 Ryou se acercó hacía los extraños y se sorprendió de igual manera.
-...- se quedó sin palabras.
-Bueno- suspiró Malik- ahora viene lo interesante.
 Se quedaron mirándose por unos cuantos minutos, sin pronunciar palabra, con miradas penetrantes. Nadie se atrevía a decir algo, temían, de alguna manera, que algo malo fuese a suceder.
 Bakura no estaba sorprendido al ver a su doble (pero claro que mas varonil) estaba sorprendido de ver los cuerpos esculturales de aquellos hermosos egipcios.
-A ver- Marik rompió el silencio- déjame ver si entendí- miró a Malik- tu eres igual a mi, pero un poco más chico.
 Malik asintió con la cabeza.
-Pero, eso es imposible...
 Malik volvió a asentir.
-Tu no eres yo...
 Malik asintió.
 -Pero eres como yo...
 Malik asintió por enésima vez, enfadado de escuchar tonterías.
-Aclaremos esto, solo puede haber uno como yo- pensó por un momento- tienes hermana? Sirviente?
-Si, si
-La mía se llama Ishizu, y mi sirviente Odión- aclaró Marik esperando escuchar una respuesta diferente.
-Mi hermana se llama Isis y mi sirviente Rishid.
-Ya vez!- exclamó con alegría- no somos iguales, somos muy diferentes.
 Bakura y Ryou se miraron a los ojos como diciendo: “bola de tontos”
 Ryou se acercó a Malik y le pidió que se diera la media vuelta; Malik le hizo caso.
-Lo ves- señaló Ryou- Los dos tienen el mismo tatuaje.
 (Recordemos que Malik no traía camisa y que Marik estaba desnudo) Marik miró el tatuaje por unos cuantos segundos; era bien sabido que solo los varones de la familia Ishtar podían llevar aquel tatuaje; y en este momento solo había unos pocos y entre todos no había uno que fuese igual a Marik.
-Esta bien, pero ¿Qué es lo que traen puesto estos forasteros?- preguntó Marik al mirar los pantalones de mezclilla de ambos muchachos, y la camisa con logotipo “salven a las ballenas” de Bakura.
 Ryou lo pensó por un momento.
-Nunca había visto una ropa tan extraña, quizá sean de otro lugar.
 Malik y Bakura se miraron.
-¿De dónde eres?- preguntó Marik a Malik.
-¡De Marte!- exclamó sarcásticamente- claro que no, soy de Egipto, familia Ishtar, una hermana, un padre, sin madre (espera, a que se refiere? A que su padre no tiene madre?) un sirviente; ah y creo que olvidé lo más importante, ¡no soy de esta época!
 Marik se quedó atónito.
-¿Qué quieres decir?
-No me lo vas a creer, pero vengo del futuro...
 ... Marik miró  ryou... no pudieron aguantar la risa... se reían a carcajadas.
-Es cierto- mencionó Bakura.
-Pruébalo- dijo burlonamente Ryou.
 Bakura sacó la linterna que traían consigo cuando entraron en aquella supuesta tumba.
 Los dos egipcios se quedaron atónitos al ver la linterna.
-Ok, te creo, pero ¿Qué hacen aquí?- volvió a preguntar Marik.
-Si lo supiera te lo diría...- insistió Malik- lo que queremos saber, es como salir de aquí...
-Lamentablemente no puedo ayudarte- Marik se dirigió a su guardarropa y se puso una vestimenta nueva.
 Ryou hizo lo mismo. Así quedaron los dos egipcios vestidos (creo que son unas como faldas) estaban alhajados de pies a cabeza; justo como Malik estaba.
-¿Qué haremos entonces?- se lamentó Bakura en voz baja.
 Malik se acercó hacía el y le dio un fuerte abrazo; se sentía algo culpable por la suerte que ahora sufrían.
-Todo va a estar bien- lo miró a los ojos- yo te voy a sacar de este lío.
-Malik...- Bakura se sonrojó un poco y sonrió- gracias.
 Marik los miraba desde un extremo de la habitación, con Ryou a un lado. Se dirigió al guardarropa y sacó unos atuendos para los dos forasteros.
-Será mejor que se cambien de ropa- les indico- si están vestidos así, quizá el faraón les haría algo.
-Será mejor no arriesgarnos- agregó Ryou- Y una cosa más...
 Los muchachos escucharon a sus mayores atentamente.
-No se les ocurra salir de esta guarida, si los llegasen a ver, fingirán que son nosotros; lo entienden?- Ryou había tomado un aspecto sombrío, muy diferente al que tomaba cuando estaba con Marik.
 Malik y Bakura se cambiaron rápidamente; guardaron sus ropas debajo de la cama de aquellos sujetos sombríos y los siguieron.
-¿A dónde iremos?- preguntó Bakura.
-Si están aquí, es porque Ra así lo quiso- intervino Marik- solo sígannos.
-Hallaremos la forma de ayudarlos...- Ryou seguía caminando.
 Aún había varias cosas que no quedaban resueltas, ¿qué era ese lugar al que llamaban guarida? Malik no tenía la suficiente confianza en las personas que acababan de conocer; pero también sabía que eran los únicos que les podían ayudar a salir del problema.

 


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