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Curved Air por Yoru Eiri

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 Caminaron por largos pasillos, unos iguales a otros, inclusive atravesaron paredes concretas. Malik se iba fijando muy bien, pero nunca pudo memorizar el camino; demasiadas vueltas y pasadizos iguales a otros.
 Finalmente llegaron a un patio al aire libre; se veía el cielo nocturno en las alturas y se respiraba con más facilidad.
-Es imposible que haya un patio al aire libre en un lugar como este- inquirió Malik.
 Marik rió un poco y después lo miró.
-Claro que es imposible, ese cielo no es de verdad, ni tampoco este lugar.
-¿A qué te refieres?
-Este es el reino de las sombras.
 Ryou suspiró; no estaba acostumbrado a tener compañía, la verdad era que quería estar a solas con Marik, pues era pocas las ocasiones que estaban juntos. Bakura se dio cuenta de inmediato; se le acercó al ladrón y le puso una mano en el hombro.
-Está bien- le susurró- los dejaremos solos...
 Ryou volteó precipitadamente; Bakura solo le sonrió inocentemente.
-A propósito, no pregunté tu nombre- quiso saber Ryou.
-Me llamo Ryou Bakura- sonrió y estiró la mano.
 Ryou le dio la mano.
-Puedes llamarme Ryou- mencionó extrañado al saber que los dos nombres eran los mismos.
 Parecía que se llevaban muy bien, en cambio Marik y Malik solo se miraban cuidándose de los movimientos del otro.
 Entonces se escuchó un ruido, uno de los guardias corrió hacía donde estaba Marik  y le dijo algo al oído. Marik se alarmó de inmediato; empujó a Malik y a Bakura a un lado hasta que quedaron detrás de un pilar.
-Hola, cuanto tiempo- ese era Atem, que entraba al lugar.
-Cuanto tiempo...- Marik disimuló una sonrisa.
 Todos alrededor se espantaron; jamás pensaron que el faraón llegaría a ese lugar.
-Este laberinto es demasiado revoltoso para mi- mencionó el faraón- deberías quitar algunos hechizos.
-Usted sabe que es para proteger a nuestros dioses- Marik hizo una reverencia.
 Atem sonrió plácidamente al ver la obediencia de aquel hechicero; sacerdote de aquél templo sagrado donde los dioses eran guardados.
 El faraón inspeccionó el lugar y encontró lo que estaba buscando.
-Ryou, no pensé que estuvieras aquí- lo tomó por la cintura y lo acercó hacía el-Tal vez viniste a orar a los dioses... o tal vez...- miró con enfado a Marik.
-¿O tal vez?- preguntó Marik.
-No, nada; solo eso- se retracto de lo que iba a decir, si bien tenía sospechas de que su amante le era infiel, pero no tenía ninguna prueba que lo comprobara.
 Ryou seguía con la cabeza gacha.
-¿No me vas a saludar?- Atem tomó a Ryou por la barbilla y le plantó un beso en la boca.
 Marik solo apretó los puños, no podía mostrar su enojo frente al faraón; pero no podía evitarlo, sentía las tremendas ganas de golpear a aquel engreído.
 Atem miró por última vez el lugar y sonrió.
-Ya me voy, solo vine a “checar”- hizo una mueca hacía Marik y se retiró con Ryou a un lado suyo.
 Marik solo vio como su amor era arrebatado nuevamente por manos de un hombre incapaz de hacer algo por si mismo. Hacía tiempo que Atem tenía a Ryou consigo casi todos los días; era muy difícil que le dejara salir sin guardias o alguien quien lo estuviera observando.
-Nuestro amor es efímero- murmuró Marik.
 Observó la salida del faraón al lado de su amante y se dio la media vuelta; para quedar de frente con un gran altar de piedra donde estaban esculpidas las tres deidades que estaban tatuadas en su espalda.
-Ayúdame Ra...- juntó sus manos.
 En aquél momento Malik salió de su escondite y se dirigió a Marik.
-Ese era el faraón?
-El faraón Atem...- mencionó sin mostrar expresión alguna.
-Dime donde está su palacio o lo que sea- Malik sonaba desesperado.
 Marik se sorprendió por su tono de voz.
-¿Anda algo mal?
-Atem se llevó a Bakura consigo- el ladrón salió de su escondite.
 Marik se sorprendió al ver a Ryou en aquél lugar; se alegró por haber confundido a los dos muchachos de cabellos plateados.
 Pero Malik no estaba del todo feliz con lo que su antepasado había hecho; le pareció un gran descuido haber hecho tal confusión entra dos personas, que para él, eran completamente diferentes.
-Debo ir por Bakura- Malik se encaminó hacía la salida; pero una mano lo detuvo.
 Marik lo detuvo, le hizo voltear a verlo y le dedico una de sus miradas más frías. Ryou seguía en el mismo lugar, se alegró por el hecho de que ahora no estaba con Atem, porque estaba con su amado.
-¡No trates de detenerme!- gritó Malik y apartó la mano de Marik.
-Nadie puede oponerse al faraón- dijo simplemente- aunque llegases a ver a tu amigo, no podrías hacer nada...
 Malik se quedó callado, apretó los puños en señal de enfado al sentirse completamente inútil. Se sintió culpable por lo que le había pasado a Bakura, aunque sabía que no era su culpa; se sintió incompetente al pensar en lo que aquél desquiciado faraón podría hacerle a Bakura.
-De todos modos pienso ir- añadió y volvió a encaminarse hacia la salida.
-Ni siquiera sabes donde es- murmuró Marik con la cabeza gacha- Además, ¿Qué piensas hacer cuando estés allí?
 Hubo un silencio mortuorio; nadie se atrevió a mencionar palabra. Finalmente Ryou se acercó a la escena; tomó las manos de su amante y le dedicó un dulce beso en la mejilla.
-Se que los dos estamos muy felices por lo que sucedió- le susurró al oído- pero, no puedo permitir que hagamos la misma tiranía que Atem está haciendo.
-¡Es que no lo entiendes!- lo tomó por los hombros- ¡No quiero que te vayas de nuevo!
-lo se; pero... también se que no deseas ser como el faraón...
-¡La vida a sido tan injusta, y ahora que te tengo por más de unas cuantas horas...
-Ese no eres tu- lo interrumpió Ryou- volveré cuando vuelvas a ser tu.
 Lo miró de una manera sombría y se alejó de él. Caminó hacía donde estaba Malik y se fueron juntos hasta la salida.
 Caminaron un largo rato en silencio, hasta que Malik rompió el hielo.
-¿Se encuentran bien?
 Ryou solo asintió con la cabeza.
-¿Dime por qué Atem se llevó a Bakura?- quiso saber, pero se arrepintió al momento de decir la frase pues no creyó que fuera apropiada.
-Pues, yo soy...- bajó la mirada- yo soy su amante...
-¿Entonces qué haces con Marik? Perdón por preguntar pero...
-Está bien- lo miró- te lo diré, mereces saberlo. Marik y yo, nos amamos desde antes de que el faraón decidiera hacerme su amante- hizo una pausa para recordar- Atem, solo lo hizo para molestar a Marik. Primero hizo que Ishizu fuera su prometida y luego hace que yo sea de su propiedad; no se que trama en realidad, pero, no creo que sea nada bueno.
-¿De qué le sirve poner a Marik en su contra? Él es alguien que le sirve de mucho, no?- quiso explicarse mejor- es decir, como dice, es alguien que mantiene un hechizo por todo este lugar donde habitan los dioses.
 Ryou pensó por un momento en lo que iba a decir.
-Si Marik llegase a perder el control de su magia; los dioses estarían libres y Atem podría apoderarse de su magia, comprendes?- lo miró de nuevo, sentía que le explicaba un asunto de gran importancia a un niño pequeño
-Claro que lo entiendo- mencionó fastidiado- He estudiado demasiada historia egipcia, y más de ese tal Atem.
-¡Lo conoces!
 Malik asintió con la cabeza.
-La forma en que Marik podría perder el control de su magia, sería llenándose de ira; es por eso que es una persona muy tranquila- se entristeció- pero a causa de eso, está lleno de rencores...
 Malik ya no quiso seguir la plática; comprendía a la perfección el porqué de las cosas que decía Ryou. Marik había querido que Ryou se quedara un tiempo más con él, tal vez fue por eso que actuó de tal manera.
 Llegaron a la salida de la guarida, como le llamaban Marik y Ryou. Las arenas de Egipto seguían siendo las mismas; solo que ahora no tenía marca de ingleses ni turistas. Era de noche y se podían ver las estrellas, tantas que no se alcanzarían a contar ni en cinco mil años.
-El faraón se encuentra por aquél lugar- Ryou apuntó una pirámide a lo lejos.
 Malik agudizó la vista y se dio cuenta de que Egipto no había cambiado en nada (bueno, esa parte) Aquella parte que Ryou apuntaba con su mano, era la bendita tumba que Malik cuidaba.
-Ahora si que la hicimos- sonrió
-¿A qué te refieres?
-Me se el mapa de ese lugar como si fuera la palma de mi mano- dijo con porte orgulloso- será más fácil encontrar a Bakura de esa manera.
 Ryou le dedicó una falsa sonrisa; no estaba muy contento por lo que sucedía.
  Cuando llegaron al fin a la dichosa tumba, como la llamaba Malik, planearon como entrarían sin hacer tanto alboroto.
-Hay otra entrada, además de la principal- indicó Malik.
 Ryou asintió.
- Del otro lado, y da directo a un corredor que está cerca de la recámara principal, creo que es allí donde está Atem.
-Espero que tengas razón- mencionó Ryou- y espero que no la tengas- pensó para si mismo.
 Ryou no quería regresar a ese lugar tan horrible, quería regresar con su amado, al otro lado del desierto...
 
 Bakura llegó al esplendoroso palacio del faraón, una pirámide de lo más hermosa y llena de resplandeciente oro puro. Atem lo llevó a su recámara y lo tiró en la cama.
-Tendrás que darme una explicación- le ordenó.
 Bakura no respondió, estaba aterrado; extrañaba a Malik, pues era al único que conocía más que a aquellos sujetos egipcios.
-Espero tu explicación- Atem se sentó en la cama a un lado de Bakura.
-Yo...- recordó las palabras de Ryou: “No se les ocurra salir de esta guarida, si los llegasen a ver, fingirán que son nosotros; lo entienden?”
-Sigo esperando- el faraón se estaba desesperando.
 Si bien, notaba algo extraño en Ryou, tenía un toque angelical que no había visto antes en el; se veía tan inocente.
-Solo fui a orar- fue la primera excusa que se le ocurrió.
 Atem no parecía muy complacido con la respuesta de su amante. Se enfadó de inmediato al darse cuenta que Ryou estaba mintiendo.
-Tu nunca vas a orar- dijo en un tono serio.
 Bakura se paralizó, recordó la verdad, pero no dijo nada; no quiso agravar la situación, por eso se quedó callado.
-Detesto que no me dirijas la palabra- estaba enojado.
 Tomó a Bakura de la barbilla y lo volvió a besar.
-Mi primer beso...- pensó Bakura- y fue con un hombre horrible de hace miles de años.
 Atem se dio cuenta de que, quien creía que era Ryou, no correspondía al beso; más bien se mostraba nervioso y tenso, como la primera vez que habían estado juntos.
-Esa respuesta no me gusta- Atem deshizo el beso.
 Bakura suspiró aliviado, rogó a todos los dioses que conocía que lo ayudaran a salir de esa situación tan horrible.
 El faraón tomó a su amante por la cintura y lo acercó hacía él, comenzó por besar su cuello para atraerlo más. Bakura se ponía cada vez más tenso, no podía soportar la idea de que en realidad estuviera pasando; pasó por su cabeza el nombre de Malik.
-Malik- dijo en un susurro inaudible.
 Pero Atem logró escucharlo, inmediatamente se detuvo y agarró a Bakura de los cabellos.
-¿Malik? ¿Quién es ese?- se notaba el enfado en sus ojos.
-No es...
 Lo interrumpió un guardia que entró a la habitación sin permiso. Atem soltó a Bakura y le puso atención a su súbdito.
-Lamento molestarlo- el guardia hizo una reverencia.
-Está bien- Atem estaba molesto, de nuevo- Dime lo que es tan importante que no puede esperar.
-Hay un monstruo del reino de las sombras en la entrada.
-¿¡Qué!?
 El faraón se puso de pie y salió de la habitación rápidamente, dejando a Bakura solo en un lugar desconocido e incómodo.
 Suspiró al ver que su pesadilla se había ido, se pasó los dedos por sus labios y una lágrima salió de sus ojos cafés.
-No quiero estar aquí- dijo sollozando.
-Por eso vine por ti- se escuchó al voz de Malik.
 Bakura dejó de llorar y miró a su alrededor; Malik y Ryou estaban en la habitación, justo frente a él.
-Malik- Bakura saltó a sus brazos.
 Malik lo abrazó fuertemente como solo se abraza una persona amada.
-¿Estás bien?- preguntó el moreno.
-Si, llegaste justo a tiempo- respondió con una sonrisa en los labios.
 Ryou vio la conmovedora escena y recordó a Marik, incapaz de salir de aquél lugar sagrado, incapaz de rescatarlo del infortunio que sufría al estar con aquel hombre que lo asfixiaba con sus brazos.
-Ahora será mejor que salgan de aquí- Ryou se sentó en la cama, donde estaba Bakura y volvió a bajar la mirada.
-¿Salgan?¿Tu no vendrás?- Bakura tomó uno de los brazos del bandido, pero éste hizo una negación con la cabeza.
-Yo tengo que quedarme- mencionó tristemente- Atem piensa que yo he estado aquí todo el tiempo, así que no habrá sospecha alguna.
 Malik tomó a Bakura de la mano y se dirigieron a la salida.
-Ryou- Bakura dio la media vuelta para quedar de frente con su doble- mencioné el nombre de Malik... ¿te causará problemas?
 El ladrón hizo otra negación, y sonrió.
-Yo siempre mencionó  a Marik cuando estoy haciendo el amor con Atem; eso le enoja mucho, pero a fin de cuentas no me dice nada.
 Los dos muchachos se quedaron callados, pensaron en los horribles momentos que Ryou pasaba al lado del faraón.
-Váyanse ya!- les ordenó- mi hechizo no durará mucho, y él pronto regresará.
 Malik volvió a tomar a Bakura de la mano y salieron corriendo de aquél lugar, los aposentos reales, dejando a Ryou atrás...

 

 Negras arenas del desierto; lágrimas guardadas en lo más profundo de los corazones... Por alguna razón, el camino de regreso fue algo triste...
 No se atrevieron a mencionar palabra alguna, sabían que no era lo apropiado.
-Es triste- mencionó finalmente Bakura cuando llegaron al lugar de donde habían salido.
-Lo es, pero no hay nada que podamos hacer- Malik frío en sus palabras.
 No lo mostraba, pero sentía la horrible sensación de que se le partía el corazón.
 Caminaron a través del laberinto, esta vez encontraron el camino sin dificultad alguna.
-Pensé que no te sabías el camino- añadió Bakura antes de llegar al lugar donde se encontraba Marik.
-Yo también- rió- pero parece que ahora todo esta muy claro.
-Que bueno...
 Hubo un silencio incómodo.
-Bakura... hay algo que quiero saber...
-Lo que tu quieras.
 Se miraron por un largo rato, sin decir nada.
-Dime, aquél fue tu primer beso?
 Bakura se sorprendió ante la pregunta del egipcio; era cierto que había sido su primer beso, y que asqueroso beso, pero Bakura pensaba que aquél asunto no era de su incumbencia.
-Para que quieres saber eso?- se sonrojó un poco al ver el interés de su amigo.
-Pues...- se avergonzó- no es que me importe, pero...
-¿Pero?
-Pues... ¡si me importa!
 Bakura se puso rojo ante la idea; Malik en cambio aclaró su mente, ya sabía lo que quería hacer.
-Borra tu mente- le dijo a Bakura.
-¿Qué borre mi mente’
-Si, piensa que aquél no fue tu primer beso.
 Bakura cerró los ojos por unos instantes, comenzó a “borrar” lo sucedido con aquél faraón engreído.
-Ya está- dijo- todo borrado.
-Bien, ahora...
 Malik tomó el rostro sonrosado de Bakura entre sus manos y lo acercó poco a poco hacía a él, hasta que estuvieron lo suficientemente cerca como para rozar sus labios. Malik besó a Bakura sin recibir un rechazo alguno, entonces procedió a besarlo con pasión, se aventuró a examinar es aboca que ya había sido profanada por otro. Bakura no se resistió, más bien, lo estaba disfrutando; correspondió al beso de aquél muchacho tan guapo hasta que se separaron por falta de aire.
-Ahora, éste fue tu primer beso- aclaró Malik un poco avergonzado por lo que acababa de hacer (lo que son los instintos)
 Bakura le sonrió y asintió con la cabeza.
-Si tu lo dices.
 Por un momento se había sentido muy mal, recordaba las caricias de aquél hombre llamado Atem y se le erizaba la piel; le daba asco pensar en aquel momento, pero cuando sintió el beso de Malik, ya no le importó lo sucedido con Atem. Pensó que después de todo, había valido la pena. 
 Llegaron al lugar donde estaba Marik...
-Que bueno que volvieron- sonrió- pensé que Atem les haría algo.
-No somos tan tontos como para caer en uno de sus jueguitos- mencionó Malik- pero parece que tu si...
 Marik se sobresaltó, miró a Malik a los ojos.
-¿A qué te refieres?
-Me refiero a que, si realmente amaras a Ryou, no te dejarías llevar por las palabras que te dice Atem, o si?
 Marik bajó la mirada con enojo, era muy cierto lo que su doble decía.
-Creo que interrumpo- Bakura dio unos cuantos para atrás- mejor me retiro...
-No- ordenó Marik- tu te quedas.
 A Bakura se le heló la sangre, las palabras de Marik eran tan frías. Se quedó parado a un lado de Malik.
-Bueno- Marik suspiró- Creo que ya es hora de dormir, les mostraré su habitación.
 Ordenó a los muchachos a que lo siguieran a través de más pasillos oscuros hasta que llegaron a una habitación parecida a la de Marik.
-Esta será su habitación.
 Bakura se maravillo al ver tan bonito lugar, como de ensueño. Malik solo agradeció el detalle.
-Espero que sea de su agrado- Marik se dio la media vuelta- Y, Malik.
-¿Si?
-A tu pregunta... yo si amo a Ryou con toda mi alma...
 Dicho esto se retiró.
 Bakura se sentó en la cama y miró a Malik.
-Debe ser difícil lo que hace Marik.
-Y pensé que mi vida era un infierno- se dijo Malik- Pero viéndolo bien, no lo es.
 Bakura lo miró un poco confundido.
-¿A qué te refieres?
-Pues, te conocí a ti- le sonrió malévolamente- y no hay nadie que quiera separarme de ti.
 Bakura se sonrojó de nuevo, era cierto que el amor estaba en puerta.
-Bueno- rió- a menos de que Atem te volviera a confundir con Ryou, aunque si lo pensamos bien, ustedes son muy diferentes en todo lo que hacen, piensan y dicen. Solo un tonto como él, los confundiría, son tan diferentes físicamente, él es egipcio y tu eres británico.
-Dudo que sepan que existe Gran Bretaña- rió Bakura.
 Los dos rieron por un rato; se miraron fijamente, tal vez pensaron que lo que les había sucedido no era una desgracia después de todo, era una bendición para poder estar solos y conocerse mejor.
-Tengo un buen de sueño- Malik bostezó- será mejor dormir.
 Se acostó en la única cama que había en la habitación, se adueñó de las sábanas sin pensar en Bakura.
-Yo también duermo- Bakura se molestó al verlo acostado, adueñado de todo el espacio.
 Se acercó, la quitó las sábanas y lo tumbó de la cama.
-Buenas noches- le sonrió y se acostó en la cama, dejando un espacio a un lado suyo.
 Malik se puso de pie. Lo miró por un momento mientras trataba de dormir.
-En verdad que es lindo- se dijo a si mismo.
 Estiró una de sus manos hasta tocar una de las mejilla sonrosadas de Bakura. Se veía tan hermoso, su piel blanca como la Luna su cabello de color de estrellas y aquellos ojos que Malik había llegado a adorar en tan poco tiempo.
-No puede ser- pensó al sentir que su corazón se aceleraba- no puede ser amor...
 Se recostó a un lado suyo y durmió plácidamente, a sabiendas de que estaba con el amor de su vida.

 

 Se escuchaban las arenas en movimiento, el sol quemaba a todo ser vivo en aquél desierto desolado.
 Malik abrió los ojos lentamente, no estaba acostumbrado a dormir tanto, pero la idea de que había dormido sus ocho horas lo hacía sentir bien.
 Miró a un lado suyo, Bakura seguía dormido, con aquella sábana cubriendo su torso desnudo.
-Por alguna razón, siento rosquillitas- pensó al sonrojarse.
 Se levantó de la cama, decidió no despertar a Bakura y caminó hacía el patio extraño donde se encontraban los dioses egipcios, tan queridos por Atem.
-Buenos días- se escuchó la voz de Marik- ¿Dormiste bien?
-Si, demasiado para ser exacto- Malik se acercó a su doble con un poco de flojera.
-Eso me parece perfecto- sonrió.
 Malik se asombró, ver a Marik sonriendo sin malas intenciones era algo que difícilmente se veía o apreciaba.
-Quieres algo de comer?- le ofreció una variedad de frutas.
 Malik las negó, estaba muy acostumbrado a comer a veces...
-Tu te lo pierdes- Marik volvió a sonreír
-¿Acaso me presumes que usas “colgate” (todos los derechos reservados)?- quiso saber Malik.
-¿”Colgate”?
-Hay por supuesto que no, que tonto soy- Malik se llevó una mano a la frente- Ustedes que van a saber de marcas de pastas dentales.
 Ese comentario no le pareció a Marik, su rostro volvió a ser sombrío.
-Si no quieres, no te sonrío- Marik le dio la espalda para quedar de frente con aquellas tablillas de piedra donde estaban esculpidos los dioses egipcios.
-Por mi está bien, como  “yo” soy guapo, me gusta verme sonreír- lo dijo refiriéndose a Marik como si fuera un espejo.
-Lo que quieras- dijo- está loco- pensó.
 Se quedaron en silencio, Marik se quedó observando las tablillas de madera.
-Hay algo que tengo que hacer- le dijo a Malik- y creo que ustedes pueden ayudarnos.
 Malik se acercó a Marik hasta quedar justo a un lado suyo.
-¿En que te puedo servir?
-Tenemos que deshacernos de Atem, y la única forma de hacerlo, sería consiguiendo los objetos que posee...
 Malik lo pensó por un momento, sabía de la existencia de esos objetos místicos a los que Marik se refería, pero no sabía donde encontrarlos en esta época.
-Te refieres a los siete objetos del milenio...
-Exacto, Malik, me sorprende que sepas tanto sobre este asunto- A Marik le brillaron los ojos- Ahora, en lo que estaba- se aclaró la garganta- Debemos apoderarnos de aquellos objetos, y con el poder de los dioses egipcios, acabaremos con su tiranía.
-Es un plan brillante...
-¡Lo sé! Se trata de un plan ideado por mi.
 (Por alguna razón creo que Malik y Marik son muy iguales en su forma de ser)  
-Presumido- Malik suspiró- no puedo creer la existencia de alguien tan sangrón y sarcástico.
 Marik tosió “ lo mismo digo”
-Lo único, es que no se donde esconde los objetos- Marik lo miró a los ojos.
-Pues... necesito saber en que época estamos para saber donde están.
-De acuerdo, yo te ayudo.
-¿En qué época estamos? ¿Antes de Cristo o después de cristo?
 Marik se quedó pensando por un momento.
-¿Quién es Cristo?
-Bueno, estamos en la época antes de cristo.
 Se quedó pensando, marcó en la arena una operación matemática, recordó toda la historia de Egipto desde que empezó la humanidad y sacó la conclusión más exacta.
-Estamos en el tres mil antes de cristo- Malik estaba orgulloso de sus cálculos, eran tan exactos.
-¿Eso que tiene que ver?
-Pues ya sé donde están los objetos, o donde una vez hace tres mil años estuvieron.
 Marik se confundió, mejor no preguntó nada, el muchacho del futuro estaba chiflado.
 Platicaron por un largo rato entre ellos dos e idearon un plan, digno para burlar a Atem y asegurarse de conseguir los objetos.
 En ese momento, Bakura entró en la escena y los vio muy felices platicando.
-¿Qué pasa?- preguntó con su dulce voz.
 Malik abandonó a Marik y corrió a lado de Bakura.
-Regresaremos a nuestra época- le dijo sonriendo.
-De veras!? Eres un genio- Bakura se lanzó a los brazos de Malik.
 Rieron juntos. Marik los vio y sintió algo de envidia, el no poder estar con Ryou, ni saber como está lo ponía lago triste; pero eso pronto terminaría. 

 

 Al paso de una semana, Ryou no regresaba al lugar; Marik se estaba preocupando demasiado, le carcomían por dentro las ganas de salir de aquél lugar a buscar a su amante; pero bien sabía que no podía.
 Malik estaba a un lado suyo, por alguna razón se sentía culpable de la desgracia que sentía.
-No debes sentirte así por mi- solía decirle Marik- No es tu culpa...
 Pero Malik solo bajaba la cabeza; últimamente sentía una gran conexión hacia su antepasado, y algo le decía que tenía que estar con él.
 La noche es tan profunda, Marik solo veía las estrellas desde la entrada de su guarida; alcanzaba a ver la Luna y recordaba a Ryou; Cuantas veces no estuvo dispuesto a ir por él?
 Malik sentía que estaba comprometido, pero nunca decía ni hacía nada; solo observaba la tristeza de Marik. Era cierto que tampoco quería perder a Bakura, no quería alejarse de él por nada ni nadie. 
-No es algo en lo que podamos interferir- le dijo Malik a Bakura una noche mientras hablaban.
-Pero...- Bakura estaba a un lado suyo.
 Estaban fuera de la guarida, sentados en la arena, mirando el cielo claro como solo se apreciaba en esa época.
-Estoy seguro de que hay algo que podemos hacer por ellos, es decir, Marik se ve tan triste...
-Lo sé- Malik cerró sus ojos -Pero no hay nada que podamos hacer.
 -Debe haber algo...- Pensó por un momento en lo que Malik tanto temía- Si yo me hiciera pasar por Ryou, tal vez...
-¡Ni siquiera lo pienses!- Su voz se tornó severa.
 Le llenaba de coraje el pensar en eso, aunque sabía que era la única forma de que los dos amantes se volvieran a ver.
 Tomó el rostro de Bakura entre sus manos y lo obligó a que lo mirara a los ojos.
-No puedo permitir que hagas eso- le dijo suavemente- No quiero que estés con ese desgraciado.
 Le acarició el rostro con ternura; Bakura solo cerró los ojos para sentir las caricias de aquél hombre al que amaba.
-Tu sabes que es la única manera- Bakura abrió sus ojos cafés y miró los ojos violetas que lo deseaban con lujuria- Marik está perdiendo sus poderes, y eso es porque está tan triste...
-¡Cállate, no digas más tonterías!- lo calló con un beso apasionado.
 Marik los miraba desde la entrada de la guarida, no sabía que era lo que platicaban, pero se veía que estaban tan enamorados como él y Ryou lo estaban. El tiempo es lo que va decidiendo todo a su paso, y para este par de tórtolos había funcionado de una manera muy peculiar.
 Algo en el ambiente le hizo recordar como había conocido a Ryou...
-Hubiera sido mejor no conocerte- pensó al mirar las estrellas.

 

------------------------------------Flash Back-------------------------------------

 

 No era de esperarse que los dioses escogieran a Atem como nuevo faraón, nació en la familia real, por lo que nadie disputó sobre el asunto.
 La familia Ishtar estaba destinada a cuidar de los dioses, y ahora era el turno de Marik; había sido preparado desde muy chico para esta misión. Aquél tatuaje grabado en su espalda, le recordaba su misión en este mundo...
 El día de la ceremonia, donde Atem ascendería al trono, la familia Ishtar estaba allí para jurar lealtad al nuevo faraón de todo Egipto.
-Estoy a sus ordenes- había dicho Marik en nombre de toda su familia.
-Me servirás de mucho- respondió Atem aquella vez.
 El pueblo de Egipto no estaba de acuerdo con que Atem fuera nombrado faraón, bien era sabido que los dioses no lo querían.
-¿Por qué será Atem el faraón si Ra no lo desea?- preguntó Ishizu a su hermano aquella vez.
-No lo sé, los dioses dijeron que le darían una oportunidad, pero aún así...
-¿Aún así?
-Atem no debe ser faraón, no será bueno, será un tirano y dejará que el pueblo se vaya a la ruina.
-Entonces debemos hacer algo.
 Marik miró a su hermana mayor aquella vez, como si fuera la menor.
-No hay nada que hacer, todo será como lo dicen los dioses.
 Aquel tiempo, Marik solo tenía diez y seis años cuando fue destinado a la tarea de mantener el hechizo de aquél lugar sagrado; su magia no era tan poderosa como la de su padre, pero el faraón había querido que él hiciera el hechizo.
 El mundo de las sombras o reino de las sombras, así se le llamaba al lugar que dominaba Marik. Un lugar desconocido para Atem en ese entonces, ya que solo Marik podía controlar aquél lugar sin que se saliera de control. El hechizo que se sostenía en el templo sagrado donde se encontraban los dioses, era simplemente el reino de las sombras; y era por eso que Atem no podía hacer nada contra el hechizo.
-Te he dicho miles de veces que cambies tu hechizo, es todo un laberinto y me es muy difícil llegar hasta donde están los dioses para poder orar- Atem le decía a Marik cuando llegaba a toparse con él.
 Marik se inclinaba ante su alteza.
-Es para mayor seguridad- no era nada tonto.
 Sabía que el faraón quería apoderarse de las deidades. Pero eso jamás lo permitiría.
 Hubo una vez en que Marik platicaba con Ishizu en una de las habitaciones de la guarida.
-Dime, hermano, eso que él decidió no está permitido, o si?- Ishizu estaba sentada en la cama de aquella habitación.
-No, por supuesto que no!- Marik estaba enojado.
 Daba vueltas por toda la habitación, no podía hacerse a la idea que Atem hubiera decretado tal cosa.
-Es algo que no puede hacer- dijo Marik- no puede decir que tu eres su prometida así como así!
 Ishizu bajó la mirada, la noticia también la había afectado a ella, ya que su corazón latía por otro.
-Sabemos muy bien que la familia Ishtar siempre debe procrear con personas de la misma raza- dijo Marik- tu esposo debe ser Shadi, no Atem.
 Su voz era severa, bien era sabido que los miembros de la familia Ishtar debían contraer matrimonio con ellos mismos para preservar el apellido. Shadi era solamente uno más de la familia, inclusive era Ishizu quien lo había elegido a él para su esposo.
- El faraón no sabe lo que dice- desvió la mirada y cerró sus ojos- Ra, ¿por qué dejas que haga lo que le plazca? ¿Acaso has perdido autoridad ante él?
 Pero no hubo respuesta alguna, como nunca la había...
-Debo irme- Ishizu se puso de pie y atravesó la puerta por donde había entrado.
 Se perdió ante los ojos de Marik, quien aún seguía lamentándose lo sucedido.
 Atem había decretado que Ishizu sería su esposa, pero nunca pidió el consentimiento de la familia, solo lo dijo; y lo que dice el faraón es lo que tiene que ser...
 
 Aquél día amaneció nublado, algo insólito en Egipto, pues siempre había sol y nunca nubes.
 Marik seguía dentro de su jaula, como había decidido llamarle por el hecho de que no podía salir de allí ni para tomar el sol. Oraba ante los dioses, quienes muy pocas veces le contestaban sus plegarias.
-¿Por qué no se deshacen de Atem? Tienen los poderes suficientes, inclusive si decidieran hacer algo, yo los ayudaría en lo que fuera con tal de verlo muerto...
-Te dejas llevar por la ira- se escuchaba su respuesta en otro idioma que solo Marik entendía- No debes perder la concentración, si la perdieras a causa de la ira o el deseo, el hechizo se vendría abajo, y sabes lo que significa...
-¡Lo sé! No tenéis que recordármelo- respondió en aquél idioma extraño.
-Entonces deberías seguir con tu misión, y no quejarte...
-No me quejo, solo quiero un poco de justicia, ¿Acaso no la hay para mi?
 No hubo respuesta.
-No la hay- afirmó Marik.
 Dejó de estar rogando a los dioses y se puso de pie. Sabía que el mundo no era justo, lo único que quería era un poco de tranquilidad, solo quería que Atem muriera...
-Señor- un guardia se acercó a Marik, hizo una reverencia y espero el permiso del hechicero para poder hablar.
-¿Qué pasa?
-Pues, el emperador solicita su ayuda, en el palacio...
-Sabe que no puedo salir- Marik le dio la espalda al guardia y comenzó a caminar.
 El guardia sabía que lo pedía el emperador era imposible, pero Atem le había dicho claramente que si no lograba sacar a Marik de allí, le decapitaría.
-Por favor- rogó el guardia- Si no viene... el emperador me decapitara...
 Marik se detuvo, miró al guardia, de rodillas en el piso con lágrimas en los ojos.
-Iré- le dijo al fin.
-Gracias señor Marik, usted es tan bondadoso- El guardia tomó las manos de Marik, aún arrodillado en el suelo.
 En ese momento Ishizu apareció en la escena, miró a su hermano y a aquél guardia pidiendo un favor que era casi imposible.
-No te preocupes por nada, hermano- inquirió Ishizu- entre Odión y yo podemos mantener el hechizo, pero tienes que comprender que va a ser muy débil.
 Marik bajó la mirada, lo pensó por un momento y por fin tomó una decisión.
-Acaso no les basta con hacerme la vida de cuadritos- mencionó dirigiéndose a las deidades.  
 Pero no hubo respuesta alguna.
Se despidió de su hermana mayor y salió de aquél lugar acompañado por el guardia, que estaba más que feliz por haber llevado a cabo la petición de aquél tirano.
 Sintió la brisa del viento por primera vez en varios meses, sintió el sol quemando su piel y tomó su bocanada de arena.
-No es una mala idea- pensó- al menos pude salir de ese horrible lugar.
 Caminó a lado de aquél hombre que solo lo adulaba por su gran bondad. En verdad no quería hacer tal favor, no le importaba la vida de ese hombre, pero el pensar en que Atem cometería otra injusticia le remordía la conciencia, le daban ganas de matarlo a golpes o simplemente dejarlo en el reino de las sombras hasta que encontrara la muerte.
Arena...
Arena...
Arena...
Arena...
Arena...
Palacio real...
 Llegaron al palacio, en cuanto Marik puso un pie dentro se dio cuenta de que algo andaba mal. Sintió el poder de un hechizo, era Atem de quien provenía tal poder tan parecido al suyo. 
 El guardia le indicó a Marik por donde tenía que irse y se retiró a su puesto.
-Puede ser una trampa- pensó- pero ya no puedo perder nada más que mi vida.
 Caminando por los largos pasillos, majestuosos ante todo, brillando los detalles de oro pintados en las paredes, no eran dignas de ser contempladas, no mientras Atem estuviera allí pasmado allí en la historia del lugar.
Se respiraba la maldad, aquél aroma tan asqueroso como los desperdicios; insoportables ante el olfato del moreno, quien solo se lamentaba el haber nacido en aquella época.
-Marik- Atem lo vio aproximarse.
-Hola- dijo simplemente e hizo una reverencia por caprichos del faraón- ¿Me ha llamado?
-Pensé que no podías salir de aquél lugar, acaso era una mentira?- Atem rió.
-No es una mentira, pero usted mandó decir que era urgente, es por eso que he dejado encargado el lugar- sabía que todo era una trampa, tendría que vigilar al faraón para que no se atreviera a salir en busca de las deidades- ¿Es tan urgente el asunto?
 Atem caminó un poco más hasta bajar unas escaleras, Marik lo siguió de cerca sin perderle el rastro pues bien sabía que el faraón estaba utilizando un tipo de magia. Bajaron hasta lo que parecía ser un cuarto lleno de oro, posesiones reales y los objetos del milenio.
-Quiero que te hagas cargo de este ladrón- Atem señaló a un muchacho de cabellos plateados.
 El muchacho estaba parado justo frente a ellos con las intenciones de atacar en cualquier momento con lo que fuera con tal de salir con vida de aquel lugar.
-¿Qué intentas hacer en este lugar?- le preguntó Marik con porte superior.
-¿Crees que te voy a responder?- el bandido rió ante la idea, le pareció ridícula- No soy un tonto, ¡sé que hay una manera de detener a este maldito faraón y es con esos objetos raros, haré lo que sea para conseguirlos!- miró a Atem- y matarte!
 Atem se mordió el labio inferior, el ladrón sabía demasiado sobre él .
-¿Objetos?- Marik estaba interesado en la información que se le brindaba, y no podía pasar la oportunidad de acabar con el tirano.
-¡Callaos, es una orden!- interrumpió el faraón.
 Miró a su súbdito más confiable de manera severa y caprichosa.
-Quiero que te lleves a este ladrón de aquí.
-¿No puede hacerlo usted mismo?- quiso saber Marik.
-No, yo no tengo ese tipo de poderes que ustedes dos tienen...
 El ladrón comenzó a invocar a sus monstruos, en verdad estaban en el reino de las sombras. Marik invocó a sus monstruos y comenzó el duelo entre los dos hechiceros.
 Un combate realmente impresionante, y aunque parecía que el ladrón tenía una cierta ventaja, no era así.
 Atem quiso aprovechar la situación para salir de allí y robar a las deidades, pero nunca tomó en cuenta de que él también estaba involucrado en aquella pelea.
-Lo siento su alteza, usted no puede salir hasta que la pelea termine- le dijo Marik con una sonrisa en el rostro.
 El faraón se maldijo a si mismo por no haberlo pensado antes, le dio miedo ver aquellas criaturas de gran tamaño, ver como la pelea era llevada a cabo; entonces no pudo aguantarla...
-¡Alto, es una orden!
 Marik detuvo su juego, no quería hacerlo, pero “ordenes son ordenes” El ladrón tuvo que detenerse de igual manera.
-Gano yo?- se preguntó.
-Ninguno gana- Atem caminó entre los dos- Marik, quiero que te lleves a éste sujeto.
-¿Qué haré con él?
-Es tu problema, no quiero ver de nuevo al ladrón de tumbas- se refirió al muchacho que lo miraba con odio.
 El faraón se retiró, seguido por Marik, quien llevaba al bandido tomado por un brazo.
 Atem no tuvo tiempo de pensar en nada más que ir a su habitación y meditar lo sucedido, pues nunca en su vida había conocido una de esas batallas.
 Marik salió del palacio, con el bandido a un lado suyo. Caminó por la arenas del desierto hacía su guarida.
-¿En verdad me vas a matar?- preguntó el ladrón en el camino.
-Yo nunca mataría a nadie que no fuera Atem- rió.
-Entonces apoyas mi causa...
-Eso es cierto, pero, mientras no encuentra la manera de matarlo, tengo que seguir a sus pies- miró al ladrón- y ¿Cómo te llamas?
-Ryou Bakura- contestó de inmediato, tu te llamas Marik, verdad?
 Marik asintió.
-¿Te puedo llamar Ryou?
 El bandido asintió, sin quitar aquella mirada fría que llevaba consigo.
-Creo que tu me puedes ayudar, Marik.
-¿En que?
-Eres demasiado poderoso, si hubiéramos seguido con el combate- hizo una pausa- me hubieras matado.
 Marik soltó una pequeña sonrisa, cínica como la que solía hacer siempre que algo le interesaba.
-Pero si te hubiese matado, no hubiera podido contemplar tu linda cara.
 Esto hizo que Ryou se sonrojara un poco.
-Mi cara no es linda- alegó- pero... la tuya si- dijo casi en un susurro inaudible.  
 Marik volvió a sonreír, tomó a Ryou por la cintura y continuo caminado junto a él.
-Me agradas, es más, creo que te amo.
-Y yo- Ryou suspiró- que puedo hacer? No me puedo resistir?
-No.
 Y continuaron caminado, así fue como inició una bonita relación de pareja. Fue como se conocieron hacía ya dos años...

 

---------------------------------Fin del Flash Back-------------------------------

 

 Marik seguía mirando las estrellas, de vez en cuando miraba hacia el horizonte y tenía la esperanza de que vería a su amado caminado hacia sus brazos.
-Hubiera sido mejor, nunca haberte conocido- dijo pensando en Ryou.

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