El día mostraba un clima precioso. Nada malo podría pasar, a menos que trabajaras en la editorial Marukawa. Faltaban pocos días para la entrega del manuscrito. Todos los trabajadores estaban cansados y la editorial parecía una concentración de zombies. Balbuceaban y caminaban arrastrando los pies. Otros gritaban desesperados, y no faltaban aquellos que se volvían histéricos y se reían por sus nervios llevados al límite.
Ritsu se controlaba lo más que podía para no caer en la desesperación. Sin embargo, no era la excepción. El manuscrito que pidió por adelantado resultó ser entregado a última hora. Se sentía muy exhausto como para correr a hacer las copias. Pero al ser el más joven en comparación a sus compañeros de trabajo, trató de hacer un esfuerzo.
-Ricchan… también trae una copia de estos… –Kisa mostraba unas grandes bolsas debajo de sus ojos. Tendía la mano con unos papales. –Son para la reunión de hoy.
-De acuerdo…
Caminó lo más rápido que pudo. En cualquier parte que posara la mirada veía un vertedero de basura. Olía mal. Pero no podía decir mucho al respecto. Él tampoco se había bañado en estos últimos cuatro días.
–Esto es de lo peor…
Después de saltar y esquivar algunos trastes en el suelo, Ritsu por fin llegó a la máquina fotocopiadora. Presionó los botones y la máquina comenzó a zumbar. Ritsu insertó las hojas a copiar.
De repente escuchó una voz familiar a lo lejos.
-¡Onodera! ¡¿Por qué no me prestas atención?!
-¡¿Takano-san?! –“Lo que me faltaba… que apareciera Takano-san…” –¿Qué desea, Takano-san?
-No olvides que la reunión será en la tarde. No puedes faltar.
-Ya lo sé, Takano-san. No tiene por qué recordármelo a cada momento.
-Al menos puedes agradecerme de que me preocupe por ti.
-¡¿Heee?! –Ritsu se alteró por la repentina cercanía del azabache. -¡No te acerques tanto! Los demás miraran.
–¿Y qué?
-Takano-san, tengo que recordarle que estamos en la oficina, en horario de trabajo.
-Tsk. Que aburrido eres. –Takano lo miró malhumorado y se retiró.
-Grrrrr ¿Quién es el malhumorado ahora?
En situaciones como esta se sentía cohibido ante la presencia del azabache. No sabía que decir o que hacer para no aparentar nerviosismo.
-¿Por qué me tengo que sentir así? –se preguntó. Sintió un malestar en su pecho, pero no le tomó importancia.
La máquina hizo un pitido. Ritsu cogió las hojas, las ordenó y las engrapó. Se dirigió nuevamente a su oficina.
De vuelta en el lugar, la mayoría de sus compañeros estaban irritables. Encontró a Takano-san gritando por teléfono. Mino no perdía su sonrisa. Solo que esta vez su sonrisa era algo… tenebrosa. Hatori parecía que en cualquier momento botaría fuego por la boca. Quizás Yoshikawa Chiharu estaba desaparecida. Faltaba alguien. ¡Kisa! Buscó por todas partes. No estaba en su asiento.
Se preocupó por su amigo. Se levantó. Aunque apenas dio un paso tropezó con algo. No pudo ver bien. Es más, no tuvo tiempo de mantener el equilibrio. Sintió que todo se movía lentamente. Él caía al suelo. El objeto con que tropezó era la pierna de Kisa. Este colapsó en medio de la oficina. Ritsu trató de anteponer sus brazos, pero su cabeza chocó contra el piso. Vio luces de colores para luego pasar a una lenta oscuridad.
“¡Rayos! Ahora seré el hazmerreír de mi equipo. Ni siquiera podré terminar mi trabajo a tiempo...”
-¡Onodera! ¡Ritsu! ¡Ritsu!
Escuchó las voces preocupadas de sus amigos a lo lejos. Pero su cuerpo estaba adormecido. Trataba de hablar, pero sentía como si sus labios estuviesen sellados. Sintió que su voz salía muy bajito.
-Taka…no…san…
-Ritsu, tranquilo.
Su visión se iba oscureciendo. Trató de levantarse, mas no pudo. Sintió un calor recorrer su espalda. Pertenecía a Takano. Este lo miraba angustiado. Ritsu se sintió culpable de hacer preocupar a Takano y a los demás en una fecha crítica.
“No puedo estar despierto por mucho más tiempo… Creo que mejor descanso un poco…”
Lo último que vio fue que Takano indicaba a Hatori sobre llamar a una ambulancia, mientras que Mino levantaba a Kisa, quien seguía dormido. Parpadeó unas cuantas veces más para luego relajar su cuerpo.