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Siempre juntas por Artvision

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Notas del fanfic:

Hola, como estan? esta es un oneshot desde el punto de vista de Maia tambien llamada Meg, nuestra protagonista que hace un viaje al otro lado del mundo y se encuentra con Iseul que la apodaron Tisí y empiezan a tener una vida juntas. 

Se nombran a Mark y YoungJae de Got7.

Espero les guste.

Notas del capitulo:

Oneshot la historia de amor entre Maia=Meg y Iseul=Tisí. 

Su querida hermana mayor Eli, sacudía la mano desesperadamente para que la pudiera ver, las lágrimas se le amontonaron en los ojos y no pudo evitar largarse a llorar. El aeropuerto de Buenos Aires estaba repleto de gente que se reencontraba con sus familias, o como ella, que se despedía para partir hacia otro lugar.

Cuando pudo tranquilizarse, cambio la configuración del celular y se sentó en el avión que la llevaría por un muy largo viaje, y no solo porque tenía treinta y tres horas de vuelo para llegar a su destino, si no, que sabía que volver con su familia no sería algo que hiciera pronto.

La presión del avión al despegar le tapo los oídos y volvieron otra vez las ganas de llorar.  No estaba escapando de su vida, no, solo estaba aprovechando la oportunidad que le había mandado el destino para empezar de nuevo, y eso, era en su defecto eliminar su enamoramiento por ese chico que se había vuelto un incordio en su vida, dejar de tener contacto con las personas que se llamaban sus amigos y poder dejar atrás ese maldito apodo que le habían puesto.

“Meg”, no odia que la llamaran así, pero el significado, no era nada que fuera con ella, solo porque le gustara la mitología griega, no era motivo suficiente. La llamaban así por “Megera” la diosa de los celos que castigaba a los infieles. Y la verdad, es que nunca había sido así, y todo por culpa de ese maldito chico alto de pelo negro.

Durmió hasta que tuvo que hacer la escala en Paris, donde llamo a su hermana y volvió a subir a otro avión.

Pasadas las horas ya no sentía las piernas, y todo el cuerpo le dolía, por los altavoces avisaron que estaban por aterrizar y se colgó su cartera y espero.

Una chica coreana, obviamente, ya que estaba en Corea, la esperaba con un cartel con su nombre y se acercó mientras arrastraba la valija.

-       Buenas noches, digo, buenos días. – dije con una sonrisa en mi cara y noté que la chica me estaba sacando cada mínimo detalle.

-       Buenos días, Me llamo Iseul. Debe haber sido un largo viaje. – La chica con pelo negro lacio era bajita y flaca, todo lo contrario, a ella, que por lo menos era una cabeza más alta, rellenita y llevaba el pelo teñido de un color rojizo.

-       Soy Maia, mucho gusto. Realmente un viaje largo. –

-       Tu coreano es muy bueno.

-       Gracias, estudie coreano por varios años y por eso me gane el poder venir a estudiar acá. - caminaron y tomaron un micro, y fue observando cada paisaje nuevo que iban a formar parte de su nueva vida.

La residencia de mujeres que pertenecía a la escuela era enorme y algo elegante a lo que ella estaba acostumbrada. Llego a la habitación donde había una cama en cada extremo, con una ventana de muy buen tamaño en el medio, dos escritorios y unas pequeñas bibliotecas. Y todas sus pertenencias que habían llegado antes que ella.

-       Yo voy a ser tu compañera de habitación. – Dijo Iseul.

-       Qué bueno, creo que nos vamos a llevar bien. – le contesté y empezó a sacar los libros de una caja, y los fui colocando en la biblioteca que en cuestión de minutos me había quedado chica, con lo que empezó a apilarlos en un costado del escritorio.

-       ¿Te puedo ayudar en algo? –

-       Dale, por favor. – Para cuando terminaron de acomodar ya eran como intimas amigas y parecía que se conocían de toda la vida.

Iseul le conto que no tenía hermanos, solo un primo que se llamaba YoungJae y su madre, quienes vivía lejos y que él estudiaba en una escuela solo para hombres. Mientras que ella le contaba que lo normal en su país eran las escuelas mixtas y que había dejado a su madre y hermana.

Con el paso de las semanas, le enseño que le gustaba tomar mate, y lo que era, y Iseul la llevo a comer cosas que le eran rarísimas, de a poco iban aprendiendo cosas de sus dos culturas y encontraron la manera de hacerlas convivir, como ellas dos en esa habitación.

 

 

 

Un año había pasado desde el primer día que había pisado tierra coreana, y no había nada que Iseul no supiera de ella, desde todos los motivos por los cuales había decidido mudarse a su bisexualidad. Habían conocido sus familias por fotos y hacían todo juntas.

Esa noche, se escaparon de los dormitorios y fueron a festejar a un bar alejado, donde tomaron y bailaron toda la noche.

La morocha se movía de manera hipnotizaste en la pista mientras ella tomaba un trago sentada en la barra. Los recuerdos de los boliches que visitaba en su país volvieron todos juntos, los besos con el idiota, la primera vez que tuvieron relaciones, todo. Lo único bueno, era que no tenía manera de contactarse con él, y si lo hacía, era imposible que se vieran.

-       ¿Qué pasa Maia? – Iseul se sentó a su lado y pidió algo al barman.

-       Solo pensaba.

-       No es bueno pensar. – tomaron mientras reían de lo que veían y después fueron a bailar juntas.

Volver a entrar a su dormitorio, fue una lucha desigual. No podían dejar de reír mientras revotaban contra las paredes y fue cuando el decano las encontró y termino por suspenderlas por una semana aisladas en la habitación.

-       ¿Realmente este es un castigo?  - le pregunto a Iseul, que estaba acostada en la cama subrayando cosas en un libro.

-       No, no tenemos clases, estudiamos de apuntes y no llevamos uniforme. Creo que esto es el cielo.

-       Jajaja

 

 

 

El día de su graduación fue un día lluvioso, habían terminado por alquilar un departamento cerca de la universidad donde iban a ir y ya habían mandado todas sus pertenencias.

Salieron con sus títulos en mano bajo un paraguas y caminaron hasta la estación de trenes que las llevaría al centro de Seúl.

Cuando llegaron, el primo de Iseul, las estaba esperando en la estación, hicieron las presentaciones necesarias y antes de ir al departamento compraron algunas cosas en un mini mercado que encontraron por el camino. Como eran vacaciones YoungJae se quedó con ellas un par de días y las ayudo a acomodar todas las cosas. Empezaron a trabajar como meseras en un bar, que por suerte las había contratado a las dos y se anotó en el departamento de abogacía, mientras que Iseul en el de medicina.

 

 

Ahí fue donde conocí a Helena una chica de reino unido, rubia y de ojos grandes de color verde y Iseul conoció a Mark, un estudiante de enfermería con el cual estudiaban en conjunto para practicar los lazos entre un futuro médico y enfermero. Los cuatro empezaron a salir juntos a todos lados. Tenían una muy buena relación, y fueron ellos tres los que acompañaron a Iseul y a YoungJae, cuando perdieron al último familiar que tenían.

El momento había sido demasiado duro, nunca la había visto llorar en los años que se conocían. Se quedó con ella todas las horas del velorio, y la acompaño a en todo lo que podía, pero fue ahí cuando aprendió, que muchas veces uno no sirve de nada en esas situaciones.

 

 

Una noche de invierno, en el día de su cumpleaños, como no tenía ni familia ni muchos amigos, Iseul le preparo una fiesta sorpresa con amigos de ellos, los cuales, con el tiempo, se volvieron también sus amigos.

Después de mucho tiempo de ahorrar compraron un galpón, que fueron remodelando y lo convirtieron en un bar, al principio no había mucho. Iseul había pintado grafitis en las paredes y habían comprado dos mesas de pool que tuvieron que arreglar y las pusieron en el lugar. En el semipiso estaban los baños y algunas mesas, y abajo más mesas la barra y las mesas de pool.

La primera noche que abrieron solo estaban sus amigos y ellas. Tomaron y se divirtieron entre ellos, aunque era un poco oscuro por la falta de una buena iluminación los dibujos en las paredes tenían sus propios reflejos haciéndolo un lugar un poco lúgubre.

 

 

Los vampiros de la noche, como a ella le gustaban llamar a sus clientes empezaron a ser casi siempre los mismo, motoqueros, metaleros y góticos, una pequeña familia que veía cada vez que abrían y que las respetaban y cuidaban siempre que era necesario. Realmente amaba ese lugar.

Una de las noches, Iseul llego con el pelo teñido de rubio y una remara de mangas largas de escote en ver negra y una pollera cuadriculada en rojo y negro. Era una vestimenta más acorde al lugar, pero para ella seguía siendo la misma chica que había conocido.

-       Te ves bien. – le dije mientras empezaba a acomodar los vasos en la mesada de la barra, para cuando empezaran a llegar los vampiros.

-       Gracias vos también. – se miró y encontró que no tenía nada raro a lo que usualmente usaba, pantalones negros rotos, una musculosa que dejaba ver sus grandes pechos y el pelo largo color rosa.

-       No cambie nada.

-       Te debo estar mirando con otros ojos entonces.

-       ¿Me queres seducir?  – dije en broma.

-       La verdad que sí.

Como nunca le había preguntado por su condición sexual, nunca me había imaginado que sería lesbiana. Hizo miles de cosas para llamar mi atención, regalos, eventos y realmente lo logro, al poco tiempo entablamos una relación estable como pareja.

             Salíamos, nos besábamos, dormíamos juntas o hacíamos el amor, esa eran nuestras rutinas del día a día, desde el abril del 2011; pero a principios del 2012 todo empezó a cambiar. Me empecé a perseguir, uno de mis amigos en una conversación me dijo “Meg”, y sentí que todo mi pasado volvía para atormentarme, rostros, nombres y situaciones llenaban mi cabeza todos los días y no vi, que Iseul estaba cada día más extraña hasta que me lo hicieron notar.

            Deje de lado mis problemas y deje que me llamaran como quisieran, ya que empecé a creer que ese debería ser mi destino. Desde ahí, nunca más escuche ser mi nombre pronunciado a menos que fuera por Iseul, a quien ahora todos llamaban Tisí por Tisífone, otra de las diosas griegas.

Empecé a observarla más, y la encontré distante, aunque le preguntara que le pasaba no me contestaba. Ya no quería que nos bañemos juntas, y siempre andaba tapada, aunque hiciera calor. Por un momento pensé que capaz había encontrado a otra persona y ese era el motivo por el que se alejaba.

Y todo fue a peor al llegar casi a fin de año. Como quería darle una sorpresa, entre al departamento sin hacer ruido y vi a Iseul sentada en el medio de la cama como acaricia sus brazos de una manera triste y se los volvía a tapar con las mangas de una campera que no necesitaba. Y no pude mantenerme en calma.

-       ¿Qué hacías?  – le dije, realmente estaba muy enojada.

-       Llegaste, ¿me trajiste flores? Gracias. – le entregué las flores y la seguí a la cocina, que estaba al lado de su habitación.

-       Mostrame tus brazos.

-       ¿Para?

-       Quiero confirmar algo. - cuando la sujete, empezamos a tironearnos y empujarnos. Era la primera vez que teníamos ese tipo de actitud.

-       ¡PARA! – Grito Iseul en el mismo momento que logre sacarle la campera y ver un sin número de cortes que iban desde la muñeca hasta cerca del codo y me quede paraliza.

-       ¿Qué hiciste? –

Las dos empezamos a llorar, yo sabía que lo hacía por impotencia, pero Iseul nunca me dijo ni porque se autolesionaba o porque lloraba. Trate de ayudarla, íbamos al médico juntas y lo mantenía oculto de los demás porque ella me lo había pedido.

Me acostumbre al ver las cicatrices volverse viejas, y los cortes que eran más nuevos ir cerrándose de a poco. Volvió a decirme que me amaba y que siempre lo aria. Empezamos a dejar el bar en cuidado de alguno de nuestros amigos y hacer viajes solas, y otras veces acompañadas por dos amigos. Pero en el fondo, yo sabía que había algo que me seguía ocultando.

 

 

Un fin de semana del 2013, terminamos por viajar al sur, con nuestros amigos, y pasamos el día caminando por la playa, y jugando a cualquier cosa que se nos pasara por la cabeza. Nunca habría imaginado que sería la última vez que la vería.

-       Maia! – me gritaba mientras caminaba en el borde del mar. Corrí y la abracé. – te amo Maia…

-       Yo también te amo Iseul…

En la noche subimos al auto, y como estaba muy cansada como para manejar me senté en la parte de atrás del auto con uno de mis amigos y Iseul se sentó al volante con el otro chico como acompañante. Me debo haber dormido enseguida, porque lo único que puedo recordar es que me desperté con el auto dando vueltas en la ruta, y después estar en el internada en el hospital.

Aunque preguntara por Iseul, nadie me decía nada y termine por arrancarme las vías de los sueros y correr por los pasillos preguntándole a cada médico que me cruzaba, cuando termine por cruzarme a Helena quien estaba hablando con un médico.

-       Lamento decirle que la señorita Iseul falleció en el accidente. – al escuchar esas palabras, mis piernas cedieron a mi propio peso y empecé a llorar a los gritos como si me hubieran arrancado el corazón.

No sé si me desmaye, o solamente estaba tan shockeada que no podía reaccionar a nada de lo que pasaba a mi alrededor.

Volví a estar en estado horizontal en la cama de hospital con todas las vías puestas y sin ganas de vivir.

 

 

Después de unas semanas me dieron el alta, y sentía que ya no me quedaba nada por lo cual quedarme ahí. No podía sonreír, no podía hacer nada, y a la vez, me mostraba como que podía seguir manejando todo lo que pasaba a mi alrededor, aunque ni siquiera podía identificar en que día vivía.

Salí del departamento para ir a comprar un pasaje para volver a casa con mi familia, y fue cuando me pareció verla, parada bajo un semáforo con una capucha que le tapaba toda la cara, pero el calzado que tenía, le era imposible olvidárselo. Empezó a seguirla y la perdió en un tumulto de gente y su celular sonó.

-       ¿Hola?

-       Maia, soy Helena tengo unos papeles que tenés que ver. Estoy en casa.

-       Voy para allá. – le dije y empecé a caminar para el lado contrario en el que había estado persiguiendo a Iseul.

Los papeles que recibí por parte de Helena, eran la titularidad del bar, que me habilitaba como dueña única.

-       ¿Qué es esto?  – le sacudí los papeles en la cara a Helena.

-       Los encontré esta mañana en el buzón. Están firmados por Tisí con fecha de hace un mes. – eso lo podía ver.

-       Tisí? ¿Desde cuándo la llamas así?

-       ¿Eh?

-       ¿Dónde está Iseul?  – su amiga suspiro. – Helena, yo la vi, no puede ser que está muerta si yo la acabo de ver. – dije mientras empezaba a llorar sin poder parar.

 

 

Abandone la carrera de abogacía y me dedique a trabajar en el bar y buscarla mientras me seguían medicando por tener alucinaciones. Tarde un año en encontrar información y enterarme de que Iseul se había pedido muchos préstamos a gente de muy poca confianza que la amenazaba todos los días porque tenía problemas económicos de los cuales nunca le había hablado.

Recorría cada bar con apariencia parecida al suyo y empezó a rastrear los grafitis de las paredes, pero siempre que parecía que estaba llegando, se encontraba perdida otra vez.

Helena me empezó a ayudar a buscarla también por medio de contactos que tenía, y a fines del 2015 me dio un numero de teléfono.

Llamo varias veces, y nunca le contestaron, y empezó a pensar que capaz realmente estaba loca, que realmente tenia alucinaciones, ya no podía seguir viviendo esa vida enamorada de una persona que ya estaba muerta.

 

Ya cerca de las festividades, volvía a su casa de madrugada y vio la misma silueta que siempre veía. No paro, hizo como que no la vio y siguió su camino mientras sacaba el celular y marco el número que tenia de Iseul que ya se lo sabía de memoria, y escucho sonar una melodía de celular atrás de ella. Corto y volvió a llamar para verificar que realmente no estuviera loca, y otra vez sonó la melodía tras ella.

-       Iseul…- dije mientras me daba vuelta para encontrármela parada atrás mío.

-       Hola Maia. – la abrace, por miedo a que desapareciera. No quería soltarla y a la ves quería tomar un poco de espacio para poder verle la cara.

-       Te extrañe, realmente te extrañe. – le dije y los brazos de Iseul rodearon mi cintura.

-       Yo también. Maia… - nos abrazamos más fuerte. - perdón, tenía que desaparecer, si no íbamos a perder todo.

-       Entiendo, está bien, volviste. –

-       Maia me voy a ir a Inglaterra por trabajo. - se separaron quedando una frente a la otra. - solo quería que me dejes de buscar.

-       ¿No me amas?  – esa fue la única pregunta que vino a mi cabeza.

-       Maia, muchas cosas cambiaron, pero si, todavía te amo.

-       Entonces me voy con vos.

 

 

En menos de dos días, había puesto el bar en venta, y me subí al avión con Iseul y partimos para Inglaterra, donde empezamos a vivir juntas otra vez en un pequeño departamento. Y termine por encontrar trabajo más rápido de lo que podía creer.

Y aunque una parte de mí, todavía odiaba los dos años que habían estado separadas y sin saber nada de la otra, no alcanzaba para opacar la felicidad de estar juntas otra vez.

-       Maia!! – Grito Iseul, que estaba parada esperando en una plaza céntrica.

-       Perdón, llegue tarde.

-       Está bien, yo acabo de llegar.

-       Te amo Iseul. – la abrace por la cintura mientras sentía que los brazos de Maia envolvían mi nuca.

-       Yo también te amo Maia… - El beso que recibí fue uno de los mejores. Sin importarnos si alguien nos veía o decían algo.

Ahora tenemos una nueva vida, y prometimos no volvernos a separar nunca.  

Notas finales:

Espero les alla gustado la lectura...

Besosos


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