Miraba con delicadeza los labios color cerezo que pertenecían a ese niño castaño que se encontraba comiendo fresas en su casa.
“Delicioso” la frase fue directamente sacado de su psique y no se refería exactamente a las fresas pero es que no se podía concentrar en nada más que aquello, parecía que lo hacía a propósito y eso lo estaba derritiendo de alguna mala manera.
Kouki movía lentamente los labios cuando chupaba una de las pequeñas fresas, después mordisqueaba esta con delicadeza para después lamer su labio inferior, tan lento, tan bonito.
Su mente estaba hecho un caos, pero se mantenía con una pequeña sonrisa en la mesa donde estaban, el pelirrojo tan apacible que no se notaba nada de su creciente excitación.
— ¿Kouki, has terminado ya? — El castaño asintió con un suave movimiento de cabeza, sus mejillas se tornaron de un color rojizo cuando noto la intensa mirada del joven hacia él, bajo la cabeza tratando de disipar ese sentimiento tan fuerte sin lograr absolutamente nada.
— Si-siento la intromisión Seijuro-san pero tengo que regresar a casa — lo decía como pretexto porque de alguna manera tenía muchas ganas de salir de esa mansión, su infantil corazón no soportaba la presión que sentía en ese momento además no entendía la mirada que ese muchacho le brindaba.
— No tienes que decirme así Kouki, no soy tan viejo apenas estoy en preparatoria — Su pequeño rostro exploto en un rojo intenso cuando noto lo que había dicho, pero es que su mama siempre le recomendó hablarle con mucho respeto a las personas mayores o a las que no conocía.
— L-lo siento… — la mirada viajo al rostro del pelirrojo para poder tener una propuesta de cómo llamarle pero solo encontró a un muchacho sonriente que tal vez se burlaba de sus tontería.
Aun que no estaba tan lejos de eso ya que el joven amo de la casa solo se enternecía por las expresiones del más pequeño, no era la primara vez, siempre veía a ese chiquillo llegar de la escuela y jugar en el patio de su casa que por asares del destino se encontraba en frente de la suya, siempre fue así.
— Me llamo Seijuro Akashi, puedes llamarme como quieras — Sonrió con gusto por provocar aquellas mejillas ruborizadas que veía en ese momento.
Fue un secreto observarle y el mismo se abofeteaba mentalmente por acosar a un niño con el cual les separaba ocho o nueve años de edad, ¡Eso era un delito! O algo así, se sentía mal por eso pero era inevitable ya que ni el mismo se daba cuenta de cuando se perdía en esos movimientos.
Juraba por los dioses que aquello que paso fue un regalo del destino, el no provoco nada, jamás pensó que en su paseo por su jardín encontraría a un pequeño intruso asustado tratando de recuperar su pelota.
Lo demás fue inevitable, solo trato de calmar a un cachorro que temblaba como gelatina y después para infundir confianza le invito a comer fresas, aun que era nada más que un muy mal pretexto para tener un poco más de tiempo con el castaño, este siendo un niño no pudo ver más allá de una invitación sin malas o dobles intenciones.
— S-Sei… — Lo dijo en un susurro tan chiquito que si Akashi no estuviera prestándole atención ni si quiera se hubiera enterado, Las pequeñas manos del infante se aferraban a su playera tratando de calmar esos fuertes y extraños latidos — ¿Pu-puedo llamarte Sei?
Bien, si por fuera su rostro solo mostraba una pequeña sonrisa cálida, por dentro se estaba muriendo de todo, emoción, amor, extrañes, algo tan divertido que parecía que se desangraría por la nariz, se golpeaba en la pared, se aventaba del último piso de un edificio para caer en una nube y viajar por los cielos, tuvo que forzarse a salir de su ensoñación y felicidad para poder contestar.
— Si Kouki, no hay problema, me gustaría que me llamaras así.
Furihata se levanto de la mesa y tomo su pelota entre sus manos, sabía que era momento de regresar, su madre debía de estar preocupada por él.
— ¿Te vas? — Kouki asintió de nuevo con la cabeza — Puedes volver cuando gustes.
El castaño miro rápidamente a el mayor — ¿Puedo volver?
Solo la idea de dejar que ese niño se fuera de su casa le hacía sentir tristes y estaba conteniendo sus impulsos por secuestrarle, se levanto de su asiento, y camino hacia Furi dispuesto a besarle, no le importaba ya nada en ese instante.
— ¿Sei? — Se detuvo a la mitad de su recorrido arrepintiéndose de todo lo que había pensado hace algunos segundos antes, ¡¿Qué estaba pasando con el?!
— Humm… Si… Puedes volver cuando quieras — Casi tartamudea, pero logra decir algo coherente en ese momento.
Kouki le mira curioso, ese muchacho era demasiado guapo, era muy amable y cortes, tenía que agradecer de alguna manera su estadía y por las fresas que le había dado a comer, conteniéndose de salir corriendo de ahí, llamo a Seijuro para que le mirara, y cuando este estuvo en su lugar, el pequeño se acerco tanto al cuerpo ajeno que quedaron casi abrazados.
— ¿Kouki? — No sabía que pensar en ese momento solo alcanzo a decir el nombre del otro.
Mientras tanto en la cabecita de Furihata todo estaba por explotar, aun cuando su rostro no podía ponerse más rojo de lo que ya estaba, aunque su corazón estuviera a punto de estallar y sus manos no encontraran donde aferrarse, se coloco de puntillas y llevo sus labios a los del mayor y dio un beso tan inocente que sabia a miel, solo un roce de labios que descoloco a ambos de todo, tan lento que el tiempo pareció congelarse, tan lindo que hizo derretir a Seijuro.
Se separo como si se estuviera quemando, no supo que decir solo salió corriendo de ese lugar, no le importo ni su pelota, corrió como el cobarde que era.
Akashi solo se quedo ahí congelado, tratando de procesar el hecho de que un mocoso menor de edad por ocho años tenía más valor que él, cuando noto la ausencia del castaño y solo permanecía la pelota como prueba de que aquello no era un sueño y después de suspirar las carcajadas no tardaron en salir, río como nunca en su vida, estaba tan contento de alguna manera estúpida, ahora en ese instante podía morir feliz, ¿Qué idiota pedófilo moría feliz por un simple beso?
Su mente le hizo una broma contestándole que él era ese idiota, tomo la pelota y lo coloco en el sillón de su sala, teniendo una sola idea en mente.
“Tiene que volver por mi” quiso creer eso “O por su pelota” Cualquiera de las dos estaría bien, tan solo quiera tenerlo otra vez y robarle un beso tan inefable como el que había recibido y algunas cositas mas, ya no se iba a contener mas.