Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nadie es mejor para mí que tú por jenharuto

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes son propiedad de Eiichiro Oda.

Notas del capitulo:

 

¡Hola, querid@ lector! Después de tanto tiempo, he vuelto a escribir un corto one shot de esta pareja que tiene un no sé qué XD, ambos son hermosos ! Ojalá y les guste. Disfruten.

 


 


 


Tener una relación siempre era difícil y en casos extremos molesto, ya si eras estudiante universitario, un trabajador o sencillamente un homosexual. Era una verdadera lástima y un motón de mala suerte si tenías las tres a la vez.


Trafalgar Law era un estudiante normal de la carrera de medicina y voluntario en el hospital más concurrido de la ciudad. Su vida se trataba de ir de su casa a la universidad y de la universidad a su casa, trabajaba sólo ciertos días a la semana con un horario bastante reducido debido a que aún era un estudiante, pero cosa que no le impedía ganar una invaluable experiencia y conocimientos que no se encontraban en los libros de texto.


Obviamente su rutina diaria no se comparaba a la de un verdadero trabajador, sin embargo, de todas formas, consumía gran parte de sus energías. La verdad es que ni sabía cuántos cafés instantáneos bebía al día y, en ocasiones desesperadas, hasta pastillas para mantenerse despierto, las que eran causantes de las abundante ojeras oscuras que surcaban sus ojos.


A pesar de todo, le gustaba su vida: las clases, las prácticas, las reuniones de estudio, el voluntariado –que sólo odiaba cuando existía alguna influenza y las personas se ponían como locas suplicando por atención médica–, el café, los amigos…y finalmente pero no menos importante; el novio.


Eustass Kid, ese era su nombre. Se trataba de un estudiante de ingeniería que conoció un día debido a las ocasionales huelgas estudiantiles; pero que esa vez todo se había salido de control y convertido en un caos.


Él se hallaba como siempre, inmutable ante todo y sentado a la lejanía del barullo que clamaba por mejorías en la administración. Sí, todo bien para él y para esos rebeldes armando la fiesta, hasta que dejó de ser divertido cuando llegaron los policías a disque poner orden. Ocurrió lo que normalmente ocurriría, pues los estudiantes se empezaron a defender y forcejear con los hombres armados, quienes hacían uso de su mayor autocontrol para no darles unas buenas ostias y mandarlos a casita a llorar en las faldas de sus mamás. Continuaron así por unos cuantos minutos más hasta que la cosa se veía que se calmaba, gracias a unas improvisadas amenazas que incluían meter preso a los que se querían pasar de listos, bueno, como de costumbre siempre debía de haber uno que no entendía con palabras.


Y precisamente se trataba del tal Kid.


Ese sujeto de sólo verle de lejos ya provocaba mala vibra y uno se podía hacer la idea que de si te cruzabas en su camino terminarías con la cara irreconocible y dentro de los contenedores de basura. Bien, daba miedo como el típico asesino en serie de una película de terror que preferiblemente veías en la mañana para no asustarte, ese que a pesar que le lanzas todo lo que tengas a la mano para defenderte seguía en pié, que a pesar de dispararle un trillón de veces –y si con suerte acertabas alguna–, no se moría el muy desgraciado o que en una actitud desesperada hasta incendiabas y lanzabas por la ventana, ¡seguía con vida! …bueno, no tan exagerado, pero era más o menos así.


La cuestión era que aquel tipo se había salido de sus casillas, prácticamente no oía razones y hacía caso omiso a las advertencias que se le dictaban. Kid no era precisamente alguien de un carácter paciente ni mucho menos tolerante, ya estaba bastante cabreado que sus quejas no hayan sido escuchadas; pero la gota que había rebosado el vaso fue que uno de los policías se había atrevido a herir a uno de sus amigos. Aquel acto le pareció completamente de cobardes, y no dudó ni un segundo en intentar agredir al uniformado.


Todo eso, Law lo presenció. Sabía que el pelirrojo ese no terminaría nada bien cuando más hombres se le abalanzaron para detenerlo, no obstante, se sorprendió al ver que se deshacía de ellos con pocos golpes, en verdad era muy fuerte y estúpidamente imprudente. Y eso fue lo que llamó su atención.


La riña finalizó con algunos polis en el piso y con el chico pelirrojo herido gravemente en el rostro, por lo que sus amigos se lo llevaron rápidamente ignorando las quejas del tipo.


Al final de día se enteró que lo tuvieron que llevar de urgencias al hospital –donde él trabajaba–, y que no tomarían represalias contra Eustass por haber sido lastimado de gravedad. A la jefatura de policías no le convenía en lo absoluto una demanda por abuso de poder y agresión a civiles. En aquel hospital lo conoció personalmente y no pasó mucho tiempo para que se volvieran más que conocidos.


Law quiso tener una relación con ese sujeto. Sentía cierto morbo y le parecía interesante. Aunque sus personalidades eran chocantes y seguramente nunca estarían de acuerdo en nada, quiso tenerlo a sus pies.


Y siempre obtenía lo que quería.


 


(…)


– Estoy harto de esta mierda.


Él y Kid en esos momentos habían estado caminando por el campus; aparentemente relajados el uno con el otro, hasta que el pelirrojo le había agarrado de la muñeca aplicando fuerza y provocando que el libro que en sus manos reposaba se cayera y que su dueño mirara con mala cara al chico junto a él.


El moreno no entendió en lo absoluto de que iba eso, de por sí sabía que a veces Kid hacía y decía cosas de la nada, sólo tenía que ignorarlo y ya. Pero en esta ocasión parecía que sí había algo, pues la mirada roja del chico era intensa y demostraba un brillo que en sus meses de novios no había visto antes… ¿Qué era? ¿Decepción?


– ¿De qué hablas, Eustass-ya? – Se atrevió a preguntar, sonando bastante tranquilo, como de costumbre.


Vio al pelirrojo respirar profundo y luego esos obres brillantes se posaron de nuevo en los suyos.


– Que estoy harto de esta relación.


Si antes Law se hallaba confundido, ahora nadaba en un mar de incertidumbre. ¿Acaso estaba escuchando bien?


– ¿Qué quieres decir con eso? – El moreno inquirió, cambiando su impasible semblante a un ceño fruncido.


El pelirrojo chasqueó su lengua.


– Pensé que eras más listo, Trafalgar – dijo, sobándose las sienes, claramente en un intento por relajarse – Fue divertido mientras duró, pero ya me he cansado. Estoy cansado de tu ausencia.


– ¿Ah…? – Parpadeó Law, como si no hubiese entendido lo dicho – ¿Qué se supone que estás diciendo?


– ¡Arg, sólo escúchate! – Kid se cabreó y apretó los puños – Estoy diciendo que ya no quiero andar contigo – comenzó a hablar – estas últimas semanas no hemos pasado demasiado tiempo juntos y hace como un mes que no lo hacemos. Ya no tienes tiempo para nosotros.


El pelinegro se mostraba incrédulo hacia lo que estaba escuchado.


– Me gustas – confesó el pelirrojo – pero esto no puede seguir así. Adiós.


Eustass se dio media vuelta, dispuesto a largarse de ahí; sin embargo una mano apretando con fuerza en su hombro lo detuvo. Al mirar sobre su hombro, se encontró con el rostro molesto de Trafalgar.


– ¡No puedes hacerme esto! – Gruñó, obligando al otro a encararlo completamente – Eso que dices es absurdo, es obvio que no salgamos tanto como antes, pero no puedes terminarme por algo así – replicó con toda la razón palpable en la voz.


– Oh, claro que puedo – ironizó Kid y luego se alejó, alzando las manos – Mira, ya lo hice.


Trafalgar encorvó las cejas, observándolo indignado.


– Estás cometiendo un error – dijo, al momento que el pelirrojo empezaba a marcharse.


Eustass paró su andar y sin la necesidad de mirarle a la cara, respondió:


– El único error, fue salir con un idiota como tú.


Law enmudeció, su rostro repleto de rabia. A él nadie humillaba; entonces hizo uso del daño que pueden provocar las palabras, aquellas que incluso tenían doble filo.


– No te creas tan importante, Eustass-ya – pronunció con acidez – No es como si alguna vez me hubieras gustado de verdad. Sólo fuiste un estúpido con el que se podía pasar un buen rato – estaba empezando y no planeaba detenerse hasta ver el rostro del pelirrojo desencajado. Alzó su morena mano e hizo aspavientos de un lado a otro – Eres uno más del montón de los que desean estar conmigo, puedo reemplazarte… – caminó, llegando justo al frente de un inmóvil Kid y para el efecto final, le chasqueó los dedos en toda la cara –…así de fácil.


Ya estaba, lo había dicho y no habría vuelta a la página. Ahora él se daba medio giro, retirándose tranquilamente y con aires de suficiencia.


No obstante, a pesar de estar ya a una distancia considerable, alcanzó a escuchar lo último dicho por el pelirrojo.


– No encontrarás a otro como yo.


Y Law sin flaquear ni dudar, sonrió.


Esa es la idea.


 


(…)


Terminar una relación siempre era difícil y, sobretodo, doloroso. Lo era para ambas partes, sin embargo una sentía los efectos al instante y la otra tardaba más en sentirlos, el problema era que de tardes venían con mayor intensidad. Y eso ya no sólo dificultoso y doloroso, sino también repleto de arrepentimiento.


El chico ojeroso vagaba sin rumbo fijo, peligrosamente distraído.


A penas había pasado una semana, y su rompimiento con el pelirrojo se había esparcido como un virus; infectando a todos con la enfermedad de ‘miremos curiosos y murmuremos a sus espaldas’.


Pero eso muy poco le importaba, ahora su mente maquinaba en buscar un reemplazo para darle en la bocaza al chico ese.


Por supuesto que cuando acababas una relación, no piensas en meterte en otra tan rápidamente; pero, Law quería demostrarle a Kid que podía tener a quien quisiese, sustituirlo tal y como había dicho. Y no, no había exagerado. Él en verdad era de los más populares en la mayoría de las facultades, claro que lo era; tenía un excelente cuerpo, su piel morena adornada con extraños tatuajes atraía, su rostro con rasgos finos pero no delicados llamaba la atención de cualquiera y lo más importante el dinero y la inteligencia, no hubiese sido petulante haber dicho que además rogarían estar con él.


Sí, iba a ser sencillo.


– ¡Oe, Torao!


Como si le hubieran pellizcado, dio un brinco por ese ameno grito que lo sacó de su estupor. Sólo existía alguien que lo llamaba así y con tanta confianza.


Monkey-ya.


– Shishishi, ¡ven Torao! ¡Únete a nosotros! – Decía alegre un joven de cabellos tan negros como el azabache y poseedor de una encantadora sonrisa que dejaría ciego por su resplandeciente brillo. Movía su mano infantilmente, invitándolo a acercarse.


Law hizo una mueca, no le hacía ninguna gracia ese tonto apodo, lo había aborrecido aún más cuando Kid lo usaba para molestarlo. Quiso hacerse el sordo y seguir andando como si nada, pero de inmediato se detuvo; una idea había llegado a su mente y sin poder evitarlo una sonrisa perversa apareció en sus labios. El candidato perfecto se servía un plato más grande que su propia cabeza.


Oh, sí, Monkey D. Luffy era una buena opción.


Sin demora, regresó sobre sus pasos y fue donde era solicitado. Vio como más de uno en aquella mesa se quedaba mirándolo con desconfianza ante el cambio de actitud, mas no los culpaba, era normal que reaccionaran así.


Los jóvenes le hicieron un espacio, al lado del Luffy, quien parecía ser el único contento con su presencia, pero que incluso así no dejaba de comer como un nematodo.


– Es bueno tenerte por aquí, Trafalgar – dijo educadamente un chico de aspecto similar al de Luffy, sólo que éste se veía más mayorcito y corpulento, además que unas pecas en sus mejillas decían que de similares no tenían nada.


Law le miró, si recordaba bien, aquel tipo se llamaba  Portgas D. Ace, el hermano adoptivo de Monkey.


– Sí, gracias – respondió secamente pero sin ser demasiado grosero al dar a entender que no quería iniciar una conversación. Sin embargo, algunos no habían entendido su tono de voz.


– Es una lástima que hayas terminado con Eustass, hacían una bonita pareja – comentó risueña una pelirroja, tomando el tema que menos quería que saliera al aire.


– No seas imprudente, Nami-chan – le reprendió una morena, murmurando, pero él era capaz de escucharlo – No queremos hacer sentir incómodo a nuestro amigo Torao-san.


A Law le brotó una vena.


– Mejor me retiro – masculló. No le agradaba ser el tema de la plática y, ¿desde cuándo eran amigos? El hecho de llevarse bien con Luffy no hacía que los amigos de éste le tuvieran que tener esas confianzas.


– ¡Noooo! ¡No te vayas Torao! – La suplica de Luffy parecía más un berrinche – ¡Me gusta que estés conmigo!


Eso, sorprendió a los dos pelinegros; tanto a él como a Ace.


– Lo siento Monkey-ya, será en otra ocasión…– se apresuró a decir, sin embargo, al ver el mohín del chico, se le ocurrió que podía usar eso como una excusa para intentar algo con él – ¿Qué te parece si vamos después por unas hamburguesas? Yo invito – no le gustaba el pan, mas sabía que a Luffy le gustaba todo que tuviera carne de por medio.


Al moreno se le iluminaron los ojos.


– ¡Síííí! ¡Carne! – Recitó enérgico y al rato, se dirigió a su hermano – ¿Puedo Ace? ¿Puedo?


El pecoso parecía no muy convencido.


– No será una molestia para ti…


– Por supuesto que no – contestó rápidamente el tatuado – El dinero no es un problema, además a Monkey-ya le agrada la idea.


–  ¡Por favor Ace! – Luffy lloriqueaba – ¿Puedo ir? ¡Di que sí, por favor!


Portgas suspiró.


Ah, está bien – le cumplió el capricho – Pero promete que no molestarás mucho a Trafalgar, ¿de acuerdo?


El moreno asintió efusivamente.


– ¡Prometo que me portaré bien!


 


(…)


Estaba hecho, su plan estaba yendo hacía los rumbos que quería.


Justamente se encontraban en uno de los lugares que el pelirrojo Kid solía concurrir, seguramente sus caminos se encontrarían y por ello él se comportaría de lo más atento y cariñoso con el moreno. Lo pondría insanamente celoso, demostrarle de lo que se había perdido.


Y la mejor parte es que era con Monkey D. Luffy.


El chico a simple vista lucía como uno corriente, no era demasiado atractivo, mas no podía negar que era lindo y simpático; sin embargo todo aquello sólo era una pinta. Luffy tenía un encanto, de ésos que hacían a cualquiera prestarle la mayor atención del mundo; su personalidad siempre alegre y corazón puro cautivaban, tanto así que la considerada mujer más hermosa de la ciudad tenía sus ojos puestos en él. La suerte del muchacho era envidiable y para rematar, su popularidad estaba por los cielos. Y Law se aprovecharía de eso.


– Sígueme, Monkey-ya – pidió a lo que el otro no dudó ni un momento en obedecer.


Llegaron al puesto, y Law le dijo las palabras más esperadas por Luffy: “pide todo lo que quieras”.


El enano no lo pensó ni dos veces, y ordenó una cantidad de hamburguesas que incluso alimentaría a toda una familia.


Law pagó, prometiéndose que valdría la pena lo que estaba haciendo.


Ambos fueron a sentarse y por hazañas del destino, el ojeroso alcanzó a ver la cabeza roja de Kid, sólo estaba a dos mesas acompañado de un rubio de cabellera larga; el mejor amigo del chico, Killer.


Ese era el momento de actuar.


Err, Monkey-ya – llamó, tratando de parecer casual.


– ¿Mnh? – El menor alzó la mirada, sin dejar de comer.


– Quería hacerte una proposición…– comenzó a decir – Como todos saben, tú y yo nos llevamos muy bien…


– ¡Por supuesto, somos amigos! – A duras penas se entendía lo que decía.


– Ya – gruñó, no le gustó ser interrumpido – Mi punto es que…como nos llevamos tan bien, deberíamos salir juntos…


Luffy engulló el último bocado, quedándoselo mirando con curiosidad.


– ¡Claro! – Articuló el muchacho. Trafalgar sonrió ante la respuesta y entonces apresuró su mano hacía él para sellar el tema con un beso, pero lo siguiente lo obligó a quedarse a medio camino – ¡Me encantaría salir a comer contigo todos los días!


El ojeroso golpeó su frente, iba a ser más difícil de lo que pensó.


– No, Monkey-ya, no me has entendido – señaló – Lo que quiero decir es que deberíamos…ser pareja.


Ahora esperaba que el enano idiota no le saliera con que no sabía que significaba eso. Sería un verdadero dolor en el trasero explicarle.


– ¿Para qué? – Preguntó Luffy, sin gestos en su cara y llevándose otro trozo de comida a la boca.


¿Cómo qué para qué? ¿Qué clase de pregunta necia era esa?


Law sobó su frente, le estaba empezando a doler la cabeza.


– Pues para salir juntos… – trató de explicar – divertirnos, besarnos, sexo, cosas que hacen las parejas…


– Hmn… – musitó, posando sus inquietantes obres negros sobre Law, molestándolo un poco.


Hubo un silencio por parte de ambos; el ojigris esperaba una respuesta, mientras que el ojinegro aparentaba estar pensando, pero claro, sin olvidarse de seguir alimentándose.


La comida siendo masticada y luego tragada, era el único sonido.


– ¡Argh, ya para de comer de una vez! – Explotó el ojeroso, gritando de tal manera que muchas miradas se clavaran en él, en especial una roja, la cual no esperaba escuchar lo siguiente: – ¡Eres igual a Eustass-ya! ¡Ambos comen y comen, y lo peor, hablan mientras comen!


Tenía ganas de arrancarse los cabellos de la desesperación, no estaba llegando a ningún lado.


– ¿Igual a Kid? Shishishi, gracias, él es genial.


Y la burbuja de Law se rompió.


 


 


‘………’


“Otro como yo…”


“Como yo…”


‘………’


 


 


– ¿Trafalgar?


De pronto, un tic nervioso.


Kid estaba mirándolo fijamente, a más o menos dos metros de distancia. Lucía extrañado y si no lo conociera hubiera jurado que hasta preocupado.


Law prefirió ignorarlo, buscando una salida para escapar de aquella incómoda situación.


– Vámonos, Monkey-ya – dijo, comenzando a precipitarse.


– ¡Pero sí aún no acabo! – Respondió el aludido, quejándose igual a un bebé.


– ¡Luego te compraré más comida, ahora sólo larguémonos de aquí! – Repitió, empezando a perder la paciencia con el moreno.


– Joooo…vale – hizo un mohín, muy irritante para el pesar de Trafalgar.


Ambos se marcharon rápidamente. Law estaba estresado, necesitaba un buen café bastante cargado y, de paso, asesinar a alguien si no era mucho pedir.


– ¿A dónde vamos a comer ahora? Shishishi


Pero éste no piensa en nada más que en su estómago, pensó antipático el moreno. Ya se había cansado de Monkey y de su actitud desesperante, quería mandarlo a la mierda; pero, necesitaba también que le respondiera, total, Eustass ya lo había visto con él, ahora sólo seguir con el trama.


– Monkey-ya – pronunció por enésima vez – ¿Quieres ser mi pareja sí o no?


Hmn… ¿se pueden tener dos novios? – Inquirió pensativo más para sí mismo – ¿Puedo ser pareja de Ace y también de Torao? ¿No habrá ningún problema?


Oh.


Ace…su hermano.


‘Pareja’, su pareja…


¡Oh, por Darwin!


– Dime Torao, ¿no tendrás problemas con mi hermano? – Preguntó inocentemente.


–… – Law seguía un poco desconcertado.


– ¿Torao…?


–¡No! – Exclamó, alejándose del chico – Disculpa Monkey-ya, pero olvida lo que te dije – negó rotundamente. Luffy ya estaba en una relación y para su sorpresa, con el hermano. Sería una molestia tener que lidiar con Portgas, mejor dejarlo estar…


Hmn… ¡está bien! – Aseguró el menor – ¡Ups, ya es tarde! ¡Tengo que irme! Ace debe de estarme esperando – dijo reflexivo e inmediatamente corrió hacía una dirección en particular, pero de repente se detuvo. Giró su cabeza y agitó la mano, dirigiéndosela a Trafalgar – ¡Podemos ir a comer en otra ocasión! Shishishi – y se alejó, desapareciendo entre los alumnos.


‘……..’


Tch, esto fue una pérdida de tiempo.


No podía tener más razón.


 


(…)


Meterse en un relación nunca era conveniente, es especial si ésta ya estaba llena de tabúes; no hacía falta meterle más hilo al rollo. Se trataba de ‘dos’ pero en algunos casos existían excepciones, donde uno no le daba al otro lo que quería…y se buscaba un tercero, que lo pudiera complacer. Era un círculo donde todos se mentían.


El moreno de los tatuajes salía de su última clase del día, la cual era la más cansada de todas. A penas y se mantenía erguido caminando por los pasillos, le dolía el cuerpo y además sus tripas exigían alimento. No había comido en todo el día, diablos, sentía que se iba a desmayar en cualquier momento.


Trató de mantenerse calmo y decidió descansar un poco. Fue hacia la pared, donde se dejó caer lentamente hasta que su huesudo trasero tocó el pavimento. Rayos, ahora le empezaba a doler el culo.


– Toma.


Algo que parecía una caja se presentó a él, siendo sostenida por una pálida mano de delgados dedos.


Law alzó la mirada, encontrándose a… ¿el Sol? No lo supo, pues cerró los párpados una vez sus ojos habían captado un matiz dorado que los hizo arder. Estaba atardeciendo.


– ¿Oe, estás escuchando? – No, se trataba de un hombre.


El moreno volvió a mirar al frente, descubriendo a un chico delgado y vestido de traje. El matiz dorado era el cabello de ese sujeto, que le cubría delicadamente uno de los ojos y dejaba a la vista el otro color azul oscuro; sobre éste una extraña ceja que iniciaba en curva y terminaba en espiral…Ah, ‘cejas’ ya sabía a quién tenía al frente.


– ¿Lo tomarás o no? – Se escuchaba impaciente.


– Sí, gracias… – se apresuró a responder Law. Agarró la caja, destapándola y casi se le cae la baba al ver bolas de arroz, sí, justo lo que necesitaba.


– De nada… – dijo el rubio, sacando una cajetilla y encendiéndose un cigarro – Puedes comértelos todos – metió sus manos en sus bolsillos y se fue retirando lentamente.


– Kuroashi-ya – nombró y entonces el rubio se paró en seco –  En verdad, muchas gracias.


El nombrado sólo sonrió, marchándose después.


Law no esperó más y le dio una mordida al onigiri, sus papilas gustativas bailaron por el exquisito sabor salado y suave, era realmente delicioso.


En otra ocasión, él no hubiera aceptado comida de esa manera, sino fuera porque conocía al chico.


Se llamaba Kuroashi Sanji, conocido por alimentar a los desvalidos y su reputación de mujeriego.


–… – masticaba su alimento, mientras que en su cabeza se formaba una nueva idea estupenda que beneficiaría hasta a su estómago. Limpió los granos de arroz de su cara y dibujó una sonrisa de costado – heh, como no se me ocurrió antes…


Eustass-ya, alguien mejor que tú, sin dudas.


 


(…)


Law llevaba media hora buscando al rubio. Ya había recorrido casi toda la facultad del chico, les había preguntado a varias personas, quienes le decían un lugar, él iba hacía allí y otras personas decían que ya se había ido, que siguiese buscando, ¿cómo podía ser tan escurridizo ese sujeto?


Estuvo a punto de rendirse cuando al fin logró ver una cabellera rubia, estaba lejos, pero la veía.


Aceleró el paso y fue hacia ahí, procurando no aproximarse demasiado. No, el rubio no estaba sólo, se hallaba con la bola de idiotas que lo pusieron en evidencia la otra vez; Luffy y sus amigos.


– ¡Torao, ven aquí! Shishishi – como era de esperarse, el pelinegro le jodió el plan de ser discreto.


Law rodó los ojos, aunque sabía que el muchachito no lo hizo apropósito, le molestaba.


Ya había sido descubierto así que se encaminó hasta la mesa, quedándose parado justo en frente y ahí fue donde vio al rubio, discutiendo con otro joven de cabello pintado, digo pintado porque un color como ese obviamente no podía ser natural; era verde, VERDE.  


– ¡Te he dicho miles de veces que no le faltes el respeto a mi querida Nami-swan! – Bramaba el colorado. Las manos blancas sostenían con furia la camisa del sujeto al que enfrentaba – ¡Maldito musgo!  


– ¡No le faltaría el respeto sino se metiera conmigo! – Se defendía el otro muchacho, agarrando al chico de la misma manera – ¡Cejillas!


– ¿Por qué no dejan de pelear y me comparten de su comida? – Sugería feliz Luffy.


– ¡TÚ TE CALLAS! – Gritaron los dos al mismo tiempo.


Law  se limitaba a observar la riña y sonreír de forma torcida, le hacía tanta gracia.


Después de un rato, la misma causa de la pelea fue la que la terminó, dejando a los dos jóvenes adoloridos; sobándose sus respectivas cabezas.


Esa era su oportunidad.


– Kuroashi-ya, ¿podrías venir conmigo? – Preguntó espontáneamente, llamando la atención del rubio, quien le miró desconcertado. Le gustó esa expresión – Sólo será un momento. Ven, que no muerdo – dijo divertido.


Sanji enrojeció ante tan descarada insinuación y por alguna desconocida razón miró al peliverde que tenía al lado, el cual a su vez miró a Law de reojo y luego sutilmente asintió con un movimiento de su cabeza. Aquello pasó desapercibido para quien no los conocía realmente, ó sea, el ojeroso.


– Ya vengo muchachos… – anunció Sanji, levantándose de su asiento y yendo a seguir a Trafalgar. Pero se dio un momento para advertir una cosa importante – ¡Será mejor que encuentre mi comida intacta cuando regrese, trío de bestias! – Eso era dirigido a Luffy, Ace y Usopp, quienes sólo alzaron un pulgar mentiroso.


Ambos se alejaron del grupo, caminando parsimoniosamente hasta que llegaron a un determinado lugar en el que Law consideró adecuado para iniciar su charla: cerca de las chanchas de baloncesto…a Kid le gustaba el baloncesto…


– ¿Y bien? ¿Qué quieres? – Inquirió el rubio, encendiéndose un cigarrillo con gran elegancia.


Law negó internamente a su pensamiento y se volvió a concentrar en el presente.


– Sal conmigo, Kuroashi-ya – soltó con toda la naturalidad que pudo.


–… – Sanji dejó caer el tabaco de sus dedos al no creer lo que sus oídos escuchaban, ¿qué mierda? – N-No digas cosas asquerosas Trafalgar, por sí no te habías dado cuenta soy un hombre…


– No tengo ningún problema con eso – le interrumpió Law – y sé que tú tampoco lo tienes, Kuroashi-ya.


A pesar de la fama que tenía Sanji, de coquetearle a lo que sea que llevara una falda, sabía que esa sólo era la impresión y fachada que quería dar. El rubio era un chico atractivo y caballeroso, pero por alguna razón a las mujeres no parecía llamarles la atención. Mas sí a los hombres; aunque a éstos los trataba como unas cucarachas e insultaba con un lenguaje completamente vulgar. El pobre chico tenía mala suerte y atraía a los hombres, cosa que probablemente le causaba un conflicto emocional y, al ser cortejado tantas veces, no era ridículo pensar que nunca haya cruzado la línea alguna vez.


– ¡Claro que no, coño! – Gritó escandalizado el rubiales – No es algo normal, mierda, además…a mí me gustan las mujeres…


Heh, sí claro – dijo el pelinegro burlón y un poco molesto, pues no le agradaba que el rubio frente a sus narices le estuviera lanzando insultos en cada oración, además le recordaba al maldito pelirrojo…


Oh, no, acababa de volver a pensar en Kid.  


– ¡Mierda que no! – Sanji empezaba a alterarse – Si no tienes nada más que decir, entonces mejor me voy…


– Aún no me has respondido – dijo seriamente el pelinegro, precipitándose al chico.


Se acercó rápidamente al rubio, invadiéndole el espacio personal y sin que éste pudiera alejarse, lo agarró fuertemente de la cintura, juntando ambos cuerpos y de paso, porque le apetecía, tocándole el trasero…


– ¡Déjame en paz, maldito cretino! – Trataba de empujarlo.


– No engañas a nadie, Kuroashi-ya – comentó Law, sonriendo de forma cínica – sé perfectamente que te gusta morder almohadas – el rubio lo miró con los ojos como platos – Así que vamos, seamos parej… – pero antes de terminar de argumentar, la voz de una tercera persona los sobresaltó a ambos.


¡Oh, no! ¡Eso sí que no Trafalgar! –La réplica del individuo llamó la atención de todas las personas cercanas al área y para desconocimiento del ojeroso, la de cierto pelirrojo que jugaba en las chanchas.


Antes que pudiera reaccionar, el cuerpo entre sus brazos fue arrebatado y apretado entre otros fuertes y morenos brazos.


– ¿Zoro…? – Preguntó Sanji, una vez se recuperó del shock.


– Por supuesto que soy yo, Cejudo – confirmó firmemente el aludido peliverde. Con una mirada asesina dirigida al tatuado, deshizo el agarre y luego tomó la mano del rubio, llevándoselo junto con él lejos del moreno, quien seguía un poco cortado por tan brusco cambio de escenario. Sin embargo, antes de marcharse, quiso lanzar una muy amable amenaza: – Si vuelves a poner tus manos sobre él, me encargaré de rebanarte en pedacitos – y continuó su andar, jalando, literalmente, a Sanji consigo.


El pelinegro parpadeaba escépticamente ante lo que acababa de presenciar, sin embargo, la sorpresa no le duró mucho cuando los murmullos a su alrededor no se hicieron esperar y por ello, mandó unas escalofriantes miradas que clara y llanamente decían “¿Y ustedes que me ven?” a lo que no tardaron en entender y hacer caso.


Diablos, otra pérdida de tiempo, Kuroashi tenía pareja y con un tipo que tenía tan mala fama como Eustass…igual de bruto que Eustass…como Eustass… ¡joder, estaba viendo al pelirrojo en todas partes!


Necesitaba un respiro.


 


(…)


Recuperar una relación nunca era fácil, agregando el hecho que la forma en la que se terminó no fue la mejor. Sin embargo, si ambos estaban dispuestos a intentarlo de nuevo, podría no ser imposible decir ‘una vez más’.


La música a todo volumen, el olor a alcohol en el aire y la gente pegándose no muy lejos de él, tal vez no era la mejor forma de relajarse, sin embargo, necesitaba un buen trago que le ayudara a olvidar por unos momentos lo bochornoso que se sentía últimamente. Había sido invitado a tan amena ‘reunión’ por sus dos extraños amigos que siquiera estaban acompañándolo, pues uno que respondía al nombre de Shachi se hallaba bailando ridículamente con palos metidos en su nariz y el otro llamado Penguin había desaparecido hace media hora después de decir que iría al baño.


Tomó otro vaso y vertió el líquido en su interior, degustando ese tan familiar sabor amargo, pues incluso hasta eso le recordaba a Kid…


Maldita sea. Se despeinó con desesperación y se reprendió internamente, no tenía sentido estarse arrepintiendo a estas alturas. Nada iba a cambiar las cosas que habían salido de su boca y además ambos eran estúpidamente orgullosos; él como para disculparse y Eustass como para perdonarlo.


Suspiró. Los intentos a una nueva relación sólo le habían demostrado lo mucho que extrañaba al idiota ese; ya era inútil negarlo, pero lastimosamente y por su culpa ya no habría más Eustass Kid para él, lo había arruinado por abandono a su relación y el poco tacto con el que trató al pelirrojo. Ay, extrañaría aquellos momentos, la desagradable glotonería, los insultos, la brutalidad del chico, las caricias y el “Nos vemos en el último cubículo de los baños en quince minutos”; nada regresaría…


– ¿Por qué tan solo, Trafalgar?


El nombrado no sabía si era por la cantidad de alcohol en su sangre la que estaba produciendo alucinaciones, cosa que no era probable porque siquiera había debido más de una botella o porque la música distorsionaba su sentido auditivo y no le dejaba diferenciar bien las voces; pues quien menos creería que le iba volver a hablar…le estaba hablando en ese momento.


– ¿Por qué pones esa cara de idiota? – Se burló aquel ahora sentado junto a él – ¿Ya te cansaste de buscarme un reemplazo? Hahahaha


– ¿Qué quieres Eustass-ya? – Gruñó Law, recuperándose de la sorpresa y sin dignarse a observar a ese sujeto, dueño de sus insistentes pensamientos.


– ¿Yo? Nada, sólo vine a divertirme un poco – respondió con simpleza el hombre – Estaba con Killer pero él desapareció hace como media hora y como te vi solo, quería hacerte compañía…


–… – Law le miró, pues no esperaba oír eso y mucho menos el tono tranquilo que usaba el hombre, ¿no debería estar molesto? – ¿Me estás jodiendo? – Volvió a gruñir.


– Oh, no – se rió Kid, pero inmediatamente se puso serio – Debo admitir que extraño estar contigo Trafalgar…


Law se sorprendió ante tal confesión y en serio se volvió a plantear si estaba alucinando o no, pues sólo eso explicaría lo surrealista de la situación. También, sin poder evitarlo, un pequeño sonrojo surgió en sus mejillas y debido a eso desvió la mirada a otra dirección.


– Qué lindo te ves así Trafalgar – decía entre risas el pelirrojo, tocándole con sus blancos dedos las arracadas en su oreja.


El aludido se mostró extrañado, pues normalmente la palabra ‘lindo’ y Eustass Kid nunca se relacionaban.


– ¿Lindo? ¿Acaso estás borracho Eustass-ya? –Preguntó sarcásticamente, dándole un golpe seco a aquella mano que empezaba a bajar por su espalda. Kid sabía cómo calentarlo, pero no en el buen sentido.


– Si estuviera borracho me habría abalanzado a ti desde el inicio y no estar perdiendo el tiempo con tanto bla bla – respondió, sonriendo de forma impertinente.


– Siempre es agradable charlar contigo – Law rodó los ojos – Es una lástima que ya no seamos pareja, nos habríamos divertido en los baños – agregó igual de sarcástico.


– Venga Trafalgar, por lo menos reconoce que la pasábamos bien juntos – comentó divertido. Se acercó al otro y con tono salido susurró en su oído – Aunque todavía podemos pasarlo bien.


Law se encogió de hombros.


– Debiste pensar en ello antes de terminarme – le reprochó, mientras se cruzaba de brazos y se hacia el impasible.


– Y tú antes de aflojar la lengua – recordó Kid, abrumándolo un poco; tenía razón – ¿En serio nunca te gusté?


– Estaba furioso, ¿qué querías que hiciera? – Law negó con la cabeza – Además pasé por muchas molestias por tu culpa.


– ¿Qué?, ¿ahora me odias? – Estaba a punto de carcajearse – También fue tu culpa por creerte tan irresistible. Heh, quererse meter con Monkey y luego con Kuroashi… ¡Roronoa te puso en tu lugar! Hahahaha


– Cállate, imbécil – replicó, mirándolo con mala cara, sin embargo no sonaba enojado – De todos modos, esos dos resultaron ser igual de idiotas que tú.


– ¿Pero no tan buenos como yo?


–… – el ojeroso tuvo que morderse el labio para no sonreír – Por supuesto que no, nadie te gana en ese campo.


…Y nadie es mejor para mí que tú…


– Tan sincero como siempre, Trafalgar – Kid se le acercó, mirándolo a los ojos y humedeciendo sus labios – Entonces, ¿debo decir que quiero que lo intentemos de nuevo?


– ¿Y yo pedirte perdón?


El pelirrojo sólo lanzó una limpia y corta risotada, para luego acercársele más y juntar ambas bocas en un necesitado beso que demostraba lo mucho que se habían echado de menos. Tanto él como Eustass tenían vidas separadas, sin embargo ya se habían acostumbrado al otro y estaban seguros que nadie los iba a entender cómo se entendían entre ellos. Ese alguien especial, sin dudas.


– Tal vez, pero que sea en un lugar en el que estemos solos los dos.


Sí, no hacía falta decir nada más.


 


 


 

Notas finales:

 

Y....¡ ya está ! Gracias por tomarse la molestia de leer este humilde y extraño escrito. Nos leeremos en otra ocasión ! Bye !!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).