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Nuestro por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Gracias por leer, significa mucho para mí, aprecio mucho sus comentarios, y espero sigan dsifrutando de la historia.

A finales de Julio no era poco común que el sol estuviera a todo, mientras escuchaba los cuchicheos a su alrededor Harry casi se olvidó de dónde estaba. No que olvidar las cosas fuera algo poco común, al parecer era un síntoma más de su embarazo, la doctora insistía en que no era algo de lo que preocuparse, aunque Harry no estaba de acuerdo cuando dejaba la tetera encendida en la estufa o cuando dejaba las cosas que llevaba en la mano por toda la casa sin poder recordar dónde las había puesto. Había perdido un par de zapatos así, intentando ponérselos.

Pero todo parecía estar bien con Lily, así que podría soportar unas 3 semanas más de molestias extrañas como las que ahora tenía. Sintió una mano en su hombro y abrió los ojos, sonriéndole a Sirius mientras se sentaba a su lado y le ofrecía un vaso de limonada.

Claro, estaba en una fiesta. Bueno no era una fiesta, era más una reunión familiar. Familiar tampoco era la palabra, aunque todos ahí eran como su familia la verdad es que muchos no lo eran. ¿Por qué estaba pensando todo esto ahora? Estaba algo confundido. Suspiró y le dio un trago a la limonada, estaba fría, ácida y refrescante. El jardín estaba lleno de gente y el aire estaba lleno del delicioso aroma de la carne que Draco y el Señor Weasley asaban a unos metros de ellos.

— ¿Cómo te sientes, Harry?

—Enorme, y torpe como un elefante en patines…—Dijo, suspirando. Sirius se rio con una de sus carcajadas caninas.

—Luces muy bien, realmente precioso. ¿Cuándo esperamos a Lily? Remus quiere comprarle un montón de cosas que no tenemos idea si va a necesitar.

—Son muy amables, pero Lily va a quedarse aquí unas 3 semanas más. —Dijo dándole un golpecito a su vientre.

—Felicidades. —Sirius ahora sonaba serio, Harry volteó a mirarlo y sus ojos estaban teñidos de tristeza y melancolía. Cómo desearía que ellos pudieran tener un hijo también. Le tomó la mano cariñosamente, mirando al frente y escuchó a Sirius soltar un suspiró que le rompería el corazón a cualquiera, sin embargo cuándo hablo sonaba tan fuerte como siempre.

—Sabrás que pienso malcriarla como ninguna niña ha sido malcriada en el mundo ¿verdad?

—Será toda tuya para malcriar, abuelo. —Bromeó Harry, sintió una contracción más fuerte de lo normal y cerró los ojos, debió apretar la mano de Sirius porque este lo miró preocupado.

— ¿Harry?

—No es nada, estoy bien…—Paso luego de unos segundos y Harry se relajó de inmediato. Definitivamente no iba a acostumbrarse a eso.

— ¡La comida está lista! —Anunció la voz de Arthur sobre sus cabezas, Harry estaba realmente hambriento, pero dejó que Sirius lo ayudará a levantarse y  a caminar hasta la mesa que habían desplegado en el jardín. Pronto no podrían reunirse así. Remus y Neville pronto volverían a Hogwarts, así que tampoco vería a Luna y a Sirius tan a menudo. Charlie volvería a Rumania, Hermione estaba por ascender en el trabajo, Los Weasley siempre ocupado.  De pronto se dio cuenta de que todos habían hecho su vida, incluyéndose, y no quedaba nada de esos días en que estaban siempre juntos sentados en él mismo vagón del Expreso de Hogwarts el Primero de Septiembre.

Algún día Lily, y sus otros hijos si es que los tenían, tomarían ese mismo tren rumbo a la misma escuela, para hacer nuevos amigos, para aprender las mismas cosas, para disfrutar el mejor momento de sus vidas. Harry sentía algo de envidia, pero también orgullo. No podía esperar, 11 años se pasarían muy lento mientras su hija crecía para tener la edad reglamentaria. La llevarían a comprar su primera varita, sus libros, se probaría túnicas de trabajo en el mismo local dónde Harry y Draco se habían conocido 18 años antes. Cuando Harry lo había encontrado altanero y grosero. Algo quedaba de ese Draco, la forma en que se esforzaba por ser mejor que los demás, o la forma en que criticaba a otras personas, pero ahora era el amor de su vida. ¿Quién lo hubiera pensado? Si alguien le hubiera dicho en cuarto año que se casaría con Draco y tendrían una hija se hubiera reído hasta orinarse en los pantalones. Pero bueno, si algo había aprendido es que la vida da muchas vueltas.

El verano terminaría pronto, se llevaría con él las tardes soleadas, él canto de los insectos, las fiestas junto a la alberca dónde todos disfrutaban, reían, contaban chistes malos y bromeaban lanzándose al agua helada los unos a los otros. Incluso Narcissa, en su elegante pareo y sombrero sentada junto a su hijo, parecía estarlo disfrutando. Draco también parecía feliz, Harry saboreó la deliciosa forma de su esposo en traje de baño mientras se movía de un lado a otro, llevando carne, cebollas asadas y condimentos a todos en la mesa. Se relamió los labios, pensando que cuándo todos se fueran iba a hacerle el amor intensamente. Draco debió adivinar sus pensamientos porque le guiño un ojo coquetamente mientras le servía algo de comer, Harry enrojeció hasta las orejas, pero nadie pareció notarlo cuando una nueva contracción le hizo olvidarse de todo.

—Estás muy activa ahí dentro, Lily…—Susurró respirando entrecortadamente. Remus se inclinó sobre él, preocupado.

— ¿Todo bien, Harry?

—Sí, Lily se está acomodando, eso es todo. La doctora dice que los bebés comienzan a voltearse en estas semanas y que podría sentirlo. Creo que sólo es eso.

— ¿Qué sucede? — Preguntó Draco, acercándose de inmediato. Harry suspiró exasperado.

— ¡Por Merlín! Estoy bien, atrás animales, atrás. —Dijo blandiendo una salchicha caliente como arma, Draco le dio un buen mordisco antes de besarle la frente y volver a la parrilla. — No puedo creerlo…

—Lo siento, Harry, es que estás tan grande, provoca cuidarte.

—Sólo es un bebé, no es un monstruo saliéndome del estómago.

—Cómo en esa película…—Señaló Sirius, Harry le sonrió, feliz de que alguien compartiera era referencia tan absurda. — Sí, tú sabes cuál. ¡Adoro las películas Muggle! Son tan tontas…

Pasaron horas debatiendo sobre las tramas en las películas Muggle y Sirius le explicaba a Arthur sobre los efectos especiales aun cuando se fueron. La casa término muy vacía, incluso para Harry, el ambiente tan familiar que habían tenido a lo largo del día le había traído mucha paz. Probablemente no harían reuniones así hasta que Lily cumpliera unos cuantos meses, así que había disfrutado cada momento a pesar de las contracciones que sentía cada vez con más frecuencia. No sabía que pensar de ellas, después de todo Lily estaba programada para dentro de 3 semanas, la Doctora le había dicho que las contracciones que había tenido antes, tenían un nombre raro que Harry no recordaba, a menudo aumentaban y hacían a la gente pensar que estaba en labor de parto cuando no era así. No quería pasar la vergüenza de irse corriendo al hospital y que no fuera nada. Era doloroso, sin duda, pero podía soportarlo.

Ayudó a Draco a levantar los platos y las botellas vacías de cerveza, a guardar la carne que quedó y a comerse un puñado de papas a la francesa que Draco le dio en la boca una por una entre risas. Cuando terminaron el sol ya se había puesto hace un buen rato y Harry había logrado acostumbrarse al dolor de las contracciones como si fuera algo cotidiano.

Se sentó en un sillón de la biblioteca mientras Draco acomodaba un librero, buscando un manual de consulta que necesitaba para el trabajo. Durante las casi dos horas que Draco estuvo lanzando ejemplares por ahí y hablándole sobre las propiedades de hervir las patas de salamandra antes de echarlas a una poción Harry se sumió más y más en ese dolor extraño. Aquello no podía ser normal, quiso decirle a Draco que algo no estaba bien, pero apenas tenía aliento suficiente para hablar.

—Harry… Harry, cariño, háblame. —Murmuró el rubio, poniéndole una mano en la frente. — ¿Te sientes mal? Harry…

—Draco… me duele…

— ¿Qué te duele? Harry, dime que sientes.

—Ah… contracciones…

—Harry, por Merlín, ¿Hace cuánto?

—Unas 5 horas… pero ahora son mucho más frecuentes.

— ¿Y no ibas a decirme nada? — Reprochó Draco, buscando su reloj de pulsera. — Tienes que decirme en cuanto comiencen.

Esperaron una hora más mientras Draco contaba una y otra vez el tiempo entre contracciones. Lo único de lo que Harry estaba consciente era que cada vez eran más dolorosas, como si le atravesaran un puñal por el estómago. Cuando Draco decidió que tenían que ir al hospital Harry estaba a segundos de convertirse en un mar de lágrimas. Draco corrió escaleras arriba en busca de sus maletas y le ayudó a sostenerse y caminar hasta la chimenea más cercana. No tenían que decirse en voz alta que estaban preocupados. Si Lily no debía nacer hasta dentro de 3 semanas, ¿habría algo mal? La doctora que veían siempre también se sorprendió cuando los vio llegar, acercándose de inmediato.

—Señores Malfoy, ¿Qué los trae por aquí?

—Contracciones. —Jadeo Draco, cargando con Harry que era básicamente peso muerto en ese momento. La mujer hizo traer una silla de ruedas mientras se inclinaba a tomarle la presión a Harry.

— ¿Frecuentes?

—Cada 5 minutos, un poco menos la última vez que contamos, lleva un par de horas así.

— ¿Cuánto duran?

—Un minuto, tal vez un poco más. —Dijo Draco, claramente sobrepasado por la situación.

—Entiendo. —Miró a Harry y le sonrió amablemente. — Harry, escúchame, voy a llevarte atrás y vamos a tener este bebé ¿vale?

—No…—Gimió el muchacho, angustiado. — Lily no debería…aún no…

—Bueno, Lily decidió que quiere nacer hoy, así que no podeos hacer mucho además de recibirla.

Llamó una enfermera y Draco las siguió, empujando a Harry hasta una habitación estéril y blanca del otro lado de los consultorios que solían visitar. Había leído sobre eso, pero definitivamente no era lo mismo leer a tener a su precioso Omega enrojecido de dolor y aferrándose a las sábanas con los nudillos blancos por el dolor. ¿Cómo podían los Alfa tener docenas de hijos mientras sus pobres parejas sufrían así?

—¿No puede darle algo?

—Tendremos que esperar un poco más, Señor Malfoy, pero no apoyo completamente la anestesia en partos en Omegas masculinos, ya son bastante complicados.

—Está bien… He sentido peores dolores. —Murmuró Harry, disfrutando ese preciso  momento de paz antes de la siguiente contracción. Draco le acarició suavemente el rostro, limpiándole el sudor de la frente.

—Prepararé lo necesario mientras avanzamos, Señor Malfoy, tiene que ser muy fuerte ahora.

Fuerte era decir poco, paso un muy buen rato de lo que la Doctora llamaba la fase temprana del parto antes de que Harry estuviera lo bastante dilatado para comenzar a pujar. Sentía como si fuera a partirse en dos, Draco ayudaba mucho, dedicándole palabras de aliento, besándole la frente y masajeándole la espalda. Pero cuando las náuseas y la presión en su vientre se hicieron imposibles de soportar casi quiso golpear a su esposo. Todo esto era culpa suya, ni siquiera cuando tuvo que crecer un nuevo brazo sintió tanto dolor. Pujaba, claro, pero mientras más lo hacía más fuerte le pedían que lo hiciera y más se irritaba. Presionaba la mano de Draco tan fuerte que el rubio temío que le rompiera los dedos.

—Maldito Cabrón…—Gimió Harry, con el rostro enrojecido por el esfuerzo. — Nunca en tu maldita vida vas a volver a tocarme… ahhh, nunca Draco.

—Vas muy bien, cariño… ánimo. —Respondió afligido. Harry le gruño.

—Metete tu ánimo por el culo, Draco. Ahhh…

—Vas muy bien, Harry, un poco más. —Dijo una voz femenina en algún lugar, Harry no podía pensar muy claramente ahora. ¿Cuánto tiempo había pasado? No podía distinguir entre 5 minutos y cincuenta.  

—Miren eso, puedo ver la cabeza, Harry, ya casi está afuera, sigue así. —Dijo la mujer poco, o mucho, después, sonriéndole. — ¿Quieres sentirla?

— ¡Claro que no! —Chilló Harry. Miró a su esposo con odio. — ¡Yo no quería tener hijos, Draco, duele una mierda!

—Lo sé, cariño, lo sé, pero ya casi terminas…—Dijo sonriéndole, había perdido total sensibilidad en la mano pero le sonreía tontamente, besándolo a pesar de lo irritado que lo tenía pujar. Su precioso Harry convertido en una enrojecida maraña de cabello y sudor.

—Eso…

Cuándo Harry oficialmente pensaba que no podía sentir más dolor sintió un alivio enorme.  Se relajó mientras las enfermeras se movían a su alrededor, vio a Draco levantar la cabeza buscando algo. Sentía cada centímetro del cuerpo en llamas. Y luego la escucharon, a Lily. Aquello era muy bizarro, pasar de llevarla dentro a escucharla en algún lugar de la habitación. Habían cortado rápidamente el cordón umbilical y  estaban limpiándola en una pequeña mesa del otro lado de la habitación. Harry trató de incorporarse, pero una enfermera lo mantuvo quieto, diciendo algo sobre expulsar la placenta.

—Por favor, quiero verla…

Esperaron una eternidad cuando les llevaron a Lily, Harry sabía que los bebés, especialmente los recién nacidos, son horribles y repulsivos, pero mientras miraba a su pequeña Lily pensó que era el bebé más bonito del mundo. La colocaron sobre su pecho, a pesar de su agitación y el sudor, y su pequeño cuerpecito gimoteo tranquilo. La acarició suavemente, desbordado por algo extraño y poderoso, mientras Draco estaba al borde de las lágrimas a su lado, acariciando la matita de pelo negro en su cabecita, definitivamente no había nada tan hermoso en este mundo como su hija, bueno tal vez Harry, pero era completamente diferente.

—Es preciosa…

—Sí, lo es… —Susurró Harry, sonriéndole a pesar de que estaba realmente agotado. Sintió que volvían a apartarla de él, pero no opuso mucha resistencia. Toda la energía que tenía parecía finalmente haberse consumido, se dejó limpiar y hacer mientras intentaba relajarse. Draco le besó la frente cariñosamente y luego los labios, cuando Harry inclinó la cabeza hacia él.

—Te amo, Draco…

—Te amo, Harry… Te amo tanto…

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La primera vez que Draco sostuvo a su hija en brazos estaba usando un bonito mameluco gris con pequeños conejos blancos, su carita estaba menos enrojecida y sus ojitos apenas abiertos, dejando ver debajo el gris intenso que compartía con su padre. La matita de cabello alborotado sobre su cabeza, sin embargo, era negra como la noche. Mientras  la arrullaba le besó la frente un sinfín de veces, tan hermosa y tan delicada entre sus brazos. Tan frágil, y tan suya como de Harry. Debía tener la cara más tonta, con los ojos húmedos y una sonrisa idiota, con adoración pintada en las facciones.  Harry quería tomar una siesta antes de irse, lo darían de alta en un par de horas, se irían a casa y Abigail tendría su primera de muchas experiencias, su primer viaje en red flú, su primer momento mágico, su primera vez en casa. Había infinitos comienzos a partir de ahora y Draco no podía esperar.

No sabía que un cachorro lo haría tan inmensamente feliz, pero tampoco lo sorprendía, nada podía ser más perfecto que tener entre sus brazos una prueba del amor de su Omega, y del suyo propio. La pequeña abría y cerraba la boquita, pero cuando se quedó dormida Draco sintió su corazón derretirse de nuevo. Nada en el mundo le haría daño a su hermosa princesa, mataría a cualquiera que la hiciera llorar.

Cuando Harry despertó Draco llevaba ya un rato cargando a Lily, se la pasó de inmediato cuando lo pidió, acurrucándola contra su pecho bastante nervioso.

—Tengo miedo de soltarla…—Susurró el moreno, besándole una diminuta manita.

—No lo harás, no te asustes.

Harry no estaba seguro de si lo que sentía era sólo miedo, era pavor. Ahora Lily estaba en sus brazos, y dependía de ellos para todo, para alimentarse, para asearse, para estar a salvo del sol, de cualquier cosa. Pero también se dio cuenta de que su miedo de no amarla era infundado, la amaba, la adoraba con todo su corazón y daría su vida por ella. Luna había adivinado correctamente, los ojos grises de Draco lucían mucho mejor con el cabello negro que Harry había heredado de su padre. Tan perfecta.

—Lilian Narcisa Malfoy. —Leyó Draco, mostrándole un certificado de nacimiento. — La registré mientras dormías, Harry. Quiero irme a casa lo antes posible.

—Gracias. —Dijo sonriéndole. Estaba agotado, incluso si se sentía mejor de lo que esperaba la realidad es que al menos necesitaría reposar por el resto del día. Draco puso a Lily en una cunita a su lado, besándola en el proceso y Harry sonrío de la manera más tonta. Se cambió de ropa e hizo lo posible por cepillarse el cabello mientras les llevaban el papeleo referente a su alta del hospital. Draco le envolvió la cintura con  los brazos, besándole el cuello y los hombros, haciéndole imposible moverse.

—Draco…—Dijo riendo. — O me das permiso o me peinas tú.

—Vale, dame eso. — ¿Cuándo le había crecido tanto el cabello? Le recordaba ese Harry de 4rto año, el que decididamente necesitaba un corte de cabello. El que al parecer salía con Cedric Diggory. No, eso no era importante, ahora estaba con él, a la mierda Diggory. Harry cargó a Lily hasta la chimenea y Draco llevó sus cosas, la maleta mucho menos pesada ahora que la urgencia había desaparecido. Su casa los recibió fresca y agradable, el bramido de las llamas despertó a Lily que comenzó a llorar desesperadamente.

Harry se tensó considerablemente, Lily lloraba, y no estaba muy seguro que hacer, tenía que hacerla sentir mejor. ¿Cómo? ¿Y sí no dejaba de llorar? Entraba en pánico lentamente, mirando angustiado a su diminuta hija resistirse a sus suaves movimientos.

—No le tengas miedo, Harry, sólo es un bebé…—Dijo Draco besándole la frente, Harry asintió pero no se movió de su lugar. — Le hablabas dentro, háblale ahora, muévela un poco, se calmará.

— ¿Por qué sabes tanto de niños, Malfoy?

—Cosas de Alfa. —Dijo levantando los hombros. — Ocúpate de Lily y yo iré a notificarle a nuestros familiares la buena noticia.

Oh, claro, aquello había sido algo súbito, pero Harry tampoco se sentía con ganas de estar rodeado de gente. Se lo comunicó a Draco mientras mecía suavemente a Lily, la niña se calmó cuando Harry comenzó a balbucearle cosas sin sentido, pero no volvió a quedarse dormida. No que fuera a tomarle mucho tiempo. Harry subió a su habitación y la recostó en la cunita, encendiendo el bonito móvil de animales y observando a su hija moverse. Era increíble que Harry hubiera creado algo tan complejo como un ser humano. Lily había estado dentro de él casi nueve meses, ahora era una personita viva, hermosa, suya. Tal vez debió considerar tener un cachorro antes. Definitivamente haberse olvidado de tomar anticonceptivos por una vez no era tan malo.

Draco le había comunicado a sus familiares que no recibirían visitas en las próximas semanas, por el bien de Lily, pero sobre todo por ellos, que tenían que acostumbrarse a la rutina de un bebé en su casa. Lily comía cada cuatro horas, dormía casi todo el tiempo y era en general un bebé bien portado. Harry lo agradeció profundamente, no sólo le facilitaba a acostumbrarse a alimentarla, cosa que prefería hacer a solas ya que Draco lo miraba con un destello de algo raro, entre orgullo Alfa y deseo sexual. También sería útil para prepararse para su prueba con los Cuervos de Londres dentro de dos meses.

Bebé o no, Harry pensaba volver al campo a la primera, y probablemente, única oportunidad. Iba a hacerlo bien. Iba a demostrarles que un Omega era el mejor jugador del mundo sin descuidar a su cría o a su Alfa. Iba a disfrutar de ganarle a todos esos Alfa y Beta que creían que su equipo estaba acabado, y que tenían algo de razón pues sin Harry habían bajado considerablemente los puntajes en la liga.


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