Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Nuestro por Kikyo_Takarai

[Reviews - 170]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Harry está conflictuado, el primer trimestre parece venirle muy complicado.

Harry no iba a dejar que ese engendro del demonio que llevaba dentro arruinará su vida, no. A pesar de que apenas podía comer y pasaba como 10 de las 24 horas del día vomitando, volvió de inmediato al campo de entrenamiento. Esto no iba a detenerlo hasta que no fuera completamente necesario.

Lo que sí notó casi de inmediato fue el cambio de todos a su alrededor, especialmente los Alfa. Le abrían la puerta para pasar, le daban la ducha que calentaba mejor en el gimnasio, se ofrecían a cargar las escobas cuando era su turno. Mientras más negaba las atenciones más recibía. Algunos incluso llegaron a preguntarle si algo sucedía, Harry se había hecho el tonto y no habían insistido, pero sabía que podían olerlo. El embarazo. 

Y los que no podían, los beta sobre todo, sin duda sentían que había algo diferente, algo que los obligaba a sonreírle tontamente, a regalarle comida y ofrecerle agua cuando bajaba sudoroso de la escoba al final de la tarde.  Así que cuando llegó a su sexta semana de embarazo sabía que era cuestión de tiempo para que Oliver Wood, capitán del equipo, le pidiera una charla en su oficina.

—Harry, ven siéntate, te ofrezco algo de tomar…

—No, Oliver, estoy perfecto. ¿Qué hacemos aquí cuando hay partido contra los Halcones el próximo sábado?

—Entiendo tu entusiasmo, quiero destruir a los Halcones. —Expreso emocionado, pero su rostro se puso serio, olisqueando tan discretamente como pudo el aire. — Mira Harry, iré al grano. ¿Estás embarazado?

—Sí, así es.

—Entiendo… ¡Felicidades!

—Gracias. —No pasó desapercibido que no se sentía muy festivo.

—Escucha Harry, sé que esto puede ser complicado, estás en un momento mágico de tu vida, muchos cambios…

—No, Oliver sólo dime que mierda está pasando, no me des el discurso mágico de Alfa. —Interrumpió Harry, sintiéndose horriblemente irritado. Estaba de tan buen humor esa mañana, mierda.

—Harry, conoces las leyes, si un Omega tiene empleo debe pedir una baja de embarazo a partir de la octava semana de gestación… —Dijo Oliver, preocupado. — Claro que sí quieres irte antes estaremos apoyándote y…

— ¿Es un chiste? —Dijo Harry, aún más enojado— No lo es… No me jodas. ¡Tengo 6 semanas Oliver! ¿Por qué mierda tengo que renunciar ahora? ¡Puedo jugar!

—Harry eres nuestro mejor buscador, pero la ley así lo dice. —Wood trataba de mantener la calma, como buen Alfa, dándole a entender que lo hacía por él, pero Harry echaba fuego por los ojos. — No puedes seguir jugando, Harry, lo siento.

—Púdrete, tú y todos los Alfa que creen saber lo que es mejor para mí. — Espetó poniéndose de pie.

—Harry, es la ley, no puedo romper una ley hecha para protegerte a ti, piensa en tu cría.

—Oh, no me hables de mi cría. —Chilló Harry, poniéndose la maleta al hombro y arrojándole la escoba con violencia. — No ha hecho más que arruinarme la vida y todavía no tiene cerebro. ¡Me largo!  A ver dónde encuentras un mejor buscador.

Harry no esperó respuesta, desapareció y re apareció en la sala de su casa, furioso, arrojando su maleta, casi dándole en la cara al elfo doméstico que llego a ofrecerle una bebida. ¿Qué mierda esperaba el ministerio que hiciera? ¿Quedarse en casa a tejer calcetines para su engendro mientras la temporada de Quidditch llegaba a su máximo punto? ¿Aprender a cambiar pañales, mientras todos sus compañeros luchaban por un lugar en la final nacional a la que él podría llevarlos sin sudar?

Era tan buen jugador como lo habría sido antes, ágil, rápido, fuerte.

—Señor Malfoy… Le ofrezco…

—No, Prinky, no quiero nada. —Dijo con brusquedad. Su casa olía muchísimo a Draco, la ira comenzaba a disiparse, pero no desaparecía. — Llévate mi maleta y envíale una lechuza a mi abogado, por favor.

—Sí señor Malfoy.

— ¿Harry? —Draco entró a la sala, rodeándolo con sus brazos cuando se acercó. Sonriéndole suavemente. — ¿Qué haces en casa tan temprano?

— ¿Sabías que no puedo seguir trabajando a partir de mi octava semana?...

—Sí, claro, pero faltan dos semanas para eso…

— ¿Qué diferencia hace? —Dijo Harry, separándose bruscamente. — No estoy lisiado, sólo embarazado. ¿Por qué de pronto soy una criatura inútil a los ojos de todos?

—Harry, estas siendo dramático. —Dijo el rubio, suspirando. — Nadie te ve diferente, pero así es la ley.

—Oh, nadie me ve diferente. Claro. La gente me abre las puertas porqué me veo como siempre. Me ofrecen el asiento en las salas de espera, me dan cosas gratis…hoy un compañero se ofreció a cargarme hasta la cancha, Draco, entre sus brazos.

 

 

—No pueden evitarlo, Harry. —Dijo Draco, aunque parecía claramente irritado porque otros intentaran cuidar de su Omega. — Es tu aroma, hueles increíble… Pero volviendo al tema. Tus nauseas son sólo el inicio, pronto ganarás algo de peso y tu equilibrio será diferente, es peligroso que vueles así, imagina el daño que podría hacerle una bludger al bebé.

—El engendro del mal que crece dentro de mí no tiene cerebro Draco. — Draco hizo una mueca de desagrado pero Harry la ignoró. — ¿Que daño puede causarle un golpe sí no tiene órganos…ni ojos, ni tripas ni nada?

—Harry, el bebé va a desarrollar esas cosas…

—Deja de decirle bebé. —Chilló Harry, dejándose caer en el sillón, la cabeza le daba vueltas, había comido un poco en el desayuno, pero ahora amenazaba peligrosamente con re aparecer en sus vidas.

—Es nuestro bebé, Harry. —Susurró Draco, sentándose a su lado y acariciándole el cuello.

—A las 6 semanas no es un bebé y lo sabes… es un… feto. —Draco endureció su expresión pero Harry no cedió. — Tú me hiciste leer esos libros Draco, sabes que tengo razón.

—Harry, tu decidiste esto, tu actitud no es adecuada. —Draco se había vuelto formal. Estaba molesto.

—Bueno, también sé que el 15% de los embarazos terminan en un aborto espontaneo entre las 6 y las 8 semanas de gestación. A ver si tengo suerte. —Le dijo con desdén, el rostro de su esposo se endureció y se puso de pie, rígido. Harry cerró la boca de inmediato, había ido muy lejos.

—Tengo trabajo que hacer. —Dijo sin más y salió de la habitación, Harry escuchó un portazo violento mientras cerraba la puerta a su estudio.

—Perfecto… algo más que arruinas tú, engendro…— Susurró acariciando su estómago, ahora mucho menos furioso.

----------------------------------------------------------------------------------

Draco no le habló más de lo necesario los siguientes días, y Harry no podía culparlo. Pero tampoco iba a disculparse, estaba irritable, más de lo normal. Las náuseas continuaban y en el fondo agradeció no tener que ir a entrenar. Pasaba casi todo el día vomitando. No podía comer, y aunque tomaba mucho té, su otra elfina doméstica, Lottie, temía que su amo sufriera de una deshidratación.

Los libros decían que debía relajarse, que el estrés sólo empeoraría las náuseas, pero era imposible. El equipo había enviado el papeleo para tramitar su baja temporal, le darían un año de baja. ¡Un año! Y luego le harían pruebas para volver al equipo, si deseaba volver. ¡No quería irse, claro que volvería! Pero un año… no podría entrenar, perdería la forma y fallaría esa audición. Lo sabía igual que ellos. No harían ningún anuncio aún, pero Harry lo sabía, era el fin de su carrera, el fin de su vida como jugador profesional de Quidditch. El equipo le pagaría su sueldo entero ese año, y le daría un bono al terminar el periodo si no se renovaba su contrato. Harry maldijo mil veces. Entre eso y el furibundo silencio que Draco le ofrecía, no, no podía relajarse.

Así que claro, las náuseas no hacían más que aumentar. Harry había probado cada remedio casero existente. Agua mineral, toronjas, no recostarse hasta pasada media hora luego de comer. Nada funcionaba.  Hasta las galletas saladas. Benditas galletas saladas. Sin olor y con un sabor suave Harry podía pasar horas masticándolas sin sentir ganas de vomitarlas de inmediato. Claro que su precaria alimentación no ayudaba a disminuir su estrés. Y claro este  estrés aumentaba las náuseas. Maldito engendro, lo mataría de hambre o de un ataque cardiaco.

—Harry, no puedo creerlo estoy tan feliz por ti. —Chilló Hermione cuando le dio la noticia al final de su séptima  semana. No le habían dicho a todo el mundo, Harry había decidido que nadie más lo sabría hasta asegurarse de que no salía pitando él solito al darse cuenta de que no era deseado.

—Gracias, Herm…

—Tú no luces muy feliz. —Dijo la chica, mirándole preocupada. — Estás muy pálido.

—Es el engendro del infierno que no me deja comer…

—Ah, claro las náuseas. —Dijo la mujer divertida. — Ay Harry, ya pasarán, no tienes que blasfemar por ahí… Yo tenía náuseas matutinas también, no había día en que no despertara a vomitar.

—Bueno, serían náuseas matutinas si me dieran por la mañana. — Se quejó Will, rechazando el ofrecimiento de Lottie de un panquecito de moras, el olor envió una peligrosa cantidad de bilis a su boca. — El problema es que las tengo en la mañana, en la tarde, en la noche. A todas horas. No importa que coma, nada se queda, hace semanas que no puedo terminar una comida…

—Bueno, Harry, es tu primer trimestre, estoy segura que cuando tus niveles hormonales se regulen regresarás a la normalidad. —Dijo Hermione, mirándole comprensivamente mientras le acariciaba una rodilla. Harry no reaccionó, ella parecía muy segura, pero ella no pasaba todo el día doblada sobre el inodoro.

—Si tú lo dices… — Lottie le ofreció ahora un emparedado de pepino. No olía a nada, Harry comenzó a mordisquearlo mientras su amiga parloteaba, dándole consejos sobre su alimentación y sobre hacer ejercicios para prepararse para el parto. ¡El parto! No tenía ni dos meses y Hermione ya lo quería preparándose para cuando el engendro le partiera el cuerpo a la mitad y saliera a llenar su vida de ruido.

Pensó seriamente en comerse otro emparedado cuando sintió el primero golpeando a la puerta. Dejó a Hermione en la sala mientras corría al baño más cercano a vomitar. Su comida, el té del medio día. Todo quedó ahí.

—Así que tampoco te gusta eso ¿eh? ¿Por qué quieres matarme de hambre? — Susurró, sintiéndose agotado, agotado por las contracciones al vomitar y por la confusión general en que estaba sumido. Se levantó la camiseta, no había nada ahí además de su cuidadosamente trabajado abdomen. Como recordatorio de que sí estaba ahí volvió a vomitar, podía escuchar a Hermione hablándole del otro lado de la puerta, pero no la abrió. Tomó una toalla y la dobló cuidadosamente para usar como almohada entre su cara y la orilla de la tina. Acurrucado en el frío del suelo y dejando que el aroma de los limpiadores que los Elfos usaban le inundara la nariz.

Pero la paz no duró mucho, apenas logró sentirse relajado cuando una nueva oleada lo sacudió y el ácido de su estómago salió disparado por su boca, no pudo ni llegar al baño, salpicando parte del suelo y sacudiéndose adolorido. Cuándo gritó fue con los ojos llenos de lágrimas y su voz sonó rasposa.

— ¿Qué más quieres de mí? No quieres que coma, no quieres que duerma. ¿Qué mierda hice para molestarte? Maldito engendro de…

— ¿Harry?...

Harry abrió los ojos, Draco estaba inclinado a su lado y lo miraba confundido.  Harry lo empujo suavemente.

—Vas a ensuciarte, el suelo…

—Harry, ¿Estabas gritándole al bebé?

—Sí… no es cómo que pueda oírme pero…

—Ven, déjame ayudarte. —El rubio le ayudo a ponerse de pie y a sentarse en un pequeño taburete. Mojo una toalla mullida con agua caliente y le limpio el rostro cariñosamente, Harry se relajó instintivamente ante el tacto, le había hecho tanta falta. — Suenas enojado.

—Estoy cansado, Draco…

—Lo sé, lo siento. —Dijo sonriéndole, quitándole el cabello del rostro y acomodándole las gafas.  Harry dejó caer la cabeza en su pecho y su Alfa respondió frotándole suavemente la espalda. — Deberías comer algo.

—Comí, y luego el engendro me obligo a devolverlo al remitente.

—Harry… No es un…

—Oh, es un engendro del mal, Draco… —Gimió acurrucándose contra él, Draco suspiró, continuando sus caricias. — No intentes convencerme de lo contrario, soy yo quien lo lleva dentro.

—Gracias por eso…

Harry intentó romper lo más pronto posible el incómodo silencio que le siguió a aquella frase.

—Me enviaron los papeles del retiro… estoy acabado…

—Harry, yo…

—Déjalo… No es como si fuera mi sueño. —Suspiro, Draco lo ayudo a ponerse de pie y caminar hasta la cama, escucharon el “poof” de uno de los Elfos que llegaba a limpiar el baño.

—Está bien Harry, yo me haré cargo de todo…

—No te pongas Alfa conmigo…—Susurró Harry, sonriéndole con una mueca. — “Oh Harry descuida, ahora yo voy a mantenerte y tú puedes concentrarte en tener muchos hijos míos y correr detrás de ellos y enseñarles a ir al baño mientras yo salgo a mostrarle al mundo que soy la cabecilla de la familia”

—Harry, no fue lo que quise decir…—Debatió ofendido.

—Lo sé, lo siento… No me siento bien, Draco.

—Te traeré algo de comer.

—Quiero papas.

—Puedo pedirle a Lottie que te haga sopa de papá o…

—No, Draco, quiero papas, papas fritas de bolsa, esas que comen los muggles.

Draco abrió la boca para discutir pero Harry se negó a comer otra cosa. Y claro, pensó Harry después, da lo mismo que coma si va a terminar en el inodoro en media hora. Extrañamente las papas se asentaron en su estómago, casi pudo sentir apetito una vez más, pero cuando sirvieron la cena su siguiente viaje al baño les dejó claro a ambos que Harry no comería ese día.

Notas finales:

Gracias por leer y a quienes comentan n_n no siempre puedo responder, pero siempre los leo, gracias.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).