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La distancia de nuestras ventanas 2jae GOT7 por Artvision

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Notas del fanfic:

Odiaba el hecho de que sus habitaciones estuvieran tan cerca, si lo media con un metro, diría que lo que separaba sus ventanas eran solo 50 cm, los cuales, cuando eran más chicos, eran geniales para escaparse y tener noches enteras de charlas; pero en esos momentos, le encantarían que se volvieran kilómetros de distancia, así su corazón no se aceleraba nunca más. 

 

ONESHOT 2JAE... 

Notas del capitulo:

Este es un pequeño regalo por ser viernes! espero les guste y difruten de la lectura... 

 

 

Esta seria la mejor manera de usar algo como escusa para acercarte a la persona que te gusta?

 

 

Solo pregunto...

Despertó en la mañana y se vistió con su uniforme de la universidad de canto a la que asistía, no podía entender porque con veintidós años tenía que seguir llevándolo, siempre era regañado por lo desaliñado que iba. Decidió caminar al establecimiento en vez de tomar el transporte público, mientras iba bebiendo café de un jarro.

No era que fuera antisocial, solo que, con las personas que se juntaba, eran del mismo calibre que él. Todos cansados de esas rutinas estúpidas y vidas socialmente correctas en las que tenían que moverse diariamente.

Cuando levanto la vista, vio que su vecino, el cual acudía a su misma escuela, iba caminando delante de él. Todo perfectamente alineado. Dudo por un momento en saludarlo, antes se llevaban tan bien, pero ahora, todo era distinto, solo hablaban si estaban obligados a mantener las apariencias para sus familias.

-          J…B… - escucho decir detrás de él, y se dio vuelta para encontrarse con su compañera de curso Laila, que se le tiro encima abrazándolo.

-          ¿Cuantos centímetros esta ves?  – le pregunto a su amiga sacándosela de encima mientras seguían caminando.

-          Solo los necesarios. - Laila era tan alta como el, con un muy buen físico y bien proporcionada, y cada día que la veía, llevaba la pollera escolar cada vez más corta y la camisa más abierta dejando el delineado de sus pechos a la vista.

Vio como YoungJae se daba vuelta, los miraba por unos segundos y volvía a tomar su camino, y se quedó mirándolo mientras se iba.

-          Im JaeBum, Kim Laila. – dijo una profesora que estaba en la puerta. - cuando va a ser el día que se vistan bien?

No contestaron y siguieron su camino yendo a su primera clase, donde durmió y recibió varios golpes en su cabeza. En el receso, fue a juntarse con sus amigos en la terraza, donde los encontró fumando y se tiro en el piso mientras Laila se sentaba sobre él, susurrándole en el oído que no llevaba ropa interior y jugueteaba con los pocos botones que tenía prendidos en su camisa.

Vio a YoungJae entrar por la puerta, y solo se quedó mirándolo mientras se aproximaba a ellos.

-          JaeBum hyung, te llama el profesor de canto. - le dijo haciendo mala cara.

-          Gracias. – en cuanto se fue, se incorporó sacando a Laila para ir a buscar al profesor.

 

 

JaeBum era un completo matón, que se juntaba con gente de muy mala reputación en la escuela, era un año más grande que él y se conocían desde el jardín y, aunque siempre eran de cursos distintos, la amistad de sus familias había hecho que siempre estuvieran juntos. Pero por algún motivo, se fueron alejando, y convirtiéndose en las personas que eran ahora. Y aunque odiara admitirlo, le encantaría volver el tiempo atrás para tener la relación que tenían.

-          Bambam. - llamo a su compañero de curso y amigo, que caminaba al frente de él.

-          Oh, ¿Qué pasa? – le pregunto.

-          Sobre los planes de esta noche… - realmente no quería ir, y no se le ocurría una excusa.

-          No hay escusas…

-          ¿Lees mi mente? – Bambam se rio y lo agarro por el brazo.

-          Algo así. Acordate, en el mismo lugar de siempre y a la misma hora. Después vemos donde vamos.

-          Ok

Cuando terminaron las clases, se fue directo a su casa, casi en el mismo momento que estaba por abrir la puerta de su casa, JaeBum hacia lo mismo. Se miraron por unos segundos y con un simple cabeceo como saludo entraron a sus respectivas casas.

Su hermana, que estaba tirada en el sillón mirando televisión, lo saludó, le avisó que saldría esa noche a la casa de uno de sus amigos y fue a su habitación a dejar sus cosas.  Corrió las cortinas de su ventana encontrándose con su vecino que hacía lo mismo y, sin decir palabras, cada uno quedo en su espacio.

Odiaba el hecho de que sus habitaciones estuvieran tan cerca, si lo media con un metro, diría que lo que separaba sus ventanas eran solo 50 cm, los cuales, cuando eran más chicos, eran geniales para escaparse y tener noches enteras de charlas; pero en esos momentos, le encantarían que se volvieran kilómetros de distancia, así su corazón no se aceleraba nunca más.

 

 

Se puso unos pantalones rasgados de color negro y una remera negra lisa, y bajo para encontrarse a su gata Nora, durmiendo en la mesada de la cocina.

-          Como quisiera ser un gato.

-          ¿Para?  - le pregunto su madre que entraba con las comprar recién hechas.

-          No hacer nada.

-          Eso ya lo haces. – con su madre tenían buena relación. - vas a salir otra vez?

-          Si.

-          ¿A qué hora vuelves?

-          No lo sé, no me esperes despierta. – su madre lo miro de manera extraña.

-          Ya no sé qué decirte.

Salió, y se encontró con sus amigos en una plaza poco transitada, y perdieron el tiempo hasta altas horas de la noche. Laila llego cerca de la una de la mañana y se dirigieron a un nuevo boliche que había abierto.

El ambiente de luces intermitentes y la vibración del suelo por la música eran un nuevo mundo, el lugar estaba provisto con los mejores equipos que había visto. Los cuerpos que bailaban se rozaban de manera casi sexual al ritmo de la música que un dj, que le parecía conocido, pasaba.

Tenía que admitir que, si en algo era bueno desde hacía muchos años además de bailar, era encontrando a YoungJae sea donde sea. Y se sorprendió sobremanera al verlo en ese lugar, moviéndose de manera hipnótica, cuando sus pies se movieron para ir a preguntarle que hacia ahí, Laila lo agarro por la cintura con una mano mientras la otra la bajaba para tocar otra zona.

-          Bailemos. – fue arrastrado a la pista donde empezó a moverse, rozando a todos los que estaban a su alrededor.

El lugar estaba atestado de gente, era casi imposible de respirar y, así y todo, sabía en qué lugar se encontraba su vecino, hasta que lo perdió por completo de vista.

-          ¿Que buscas?  - le grito uno de sus amigos que bailaba a su lado.

-          Eh? Nada nada. – le dijo rápidamente y salió de la pista.

Salió a tomar un poco de aire fuera del lugar, apoyándose contra una pared cercana a la puerta de acceso, mientras veía a las parejas besarse y tocarse y, con un suspiro, volvió a entrar al lugar.

 

 

El lugar le parecía agradable, le encantaba poder salir los viernes con sus amigos a bares, boliches o billares, donde tomaban uno o dos tragos y, a más tardar, a las cinco de la mañana ya estaba en su casa durmiendo.

Se pidió un trago. Esperaba que el barman se lo entregara y se dio vuelta al escuchar una voz que le hablo, sin identificar que le decía.

-          ¿Qué?  - dijo al darse vuelta - JaeBum hyung…

-          ¿Saben tus padres que estas acá?  - le pregunto el mayor.

-          Que te importa. – tomo su trago y empezó a beber mientras se alejaba.

-          Eso significa que no, el niño prodigio y sin ninguna marca en su expediente está en un boliche tomando alcohol y hace olor a cigarrillo. – y ahí estaba uno de los motivos por los cuales se habían dejado de hablar.

-          ¡Igual que tú! Solo que eres un matón que se anda refregando con todo lo que se le pasa por adelante. – siguió caminando seguido por JaeBum, tratando de hacer como si no le molestara la situación.

-          Yo? Por lo menos soy mayor de edad. ¿Tú no tienes veinte? No deberías estar acá…

-          ¿Qué quieres JaeBum hyung?  - estaba cansado de ese juego y algo que no se podía permitir era que su familia se enterara.

-          Lo tengo que pensar… - en cuanto termino su trago se fue del lugar y entro a su casa por la puerta de la cocina.

Se bañó y puso la ropa directamente en el lavarropas y lo lleno de agua, así no se podía abrir la puerta y se acostó. Pero no se pudo dormir y se puso a pensar.

Recordaba desde el primer día que había visto a su vecino hasta ese momento. Habían jugado y aprendido algunos deportes juntos, y de un día para el otro, empezaron a evitarse, y aunque al principio le había molestado, él fue el más beneficiado, cuando empezó a odiarlo tanto o más de lo que lo amaba.

Cuando despertó miro el reloj y era cerca del mediodía, se puso ropa cómoda escuchando todo el ruido y bajo para ver cuál era el problema en la planta baja. Cuanto más se acercaba, más dolor de cabeza le causaban las voces.

-          Buenos días. - le dijo su hermana y se encontró con sus padres, los de JaeBum, y obviamente a él acomodando las cosas para almorzar.

-          Buenos días. – dijo.

-          ¿Te duele la cabeza?  - le pregunto JaeBum y su madre terminó por preguntarle también si se sentía bien.

-          Estoy bien. – JaeBum le dedico una sonrisa maliciosa. Fue a donde estaba su hermana. - no nos juntábamos los domingos?

-          ¿Parece que JaeBum pidió que sea hoy?  – la respuesta de su hermana le causo un escalofrió.

Se sentaron todos en la mesa y las preguntas con doble sentido de JaeBum empezaron con el primer bocado, haciendo que cada vez pudiera comer menos.

-          ¿Dormiste poco YoungJae?  - le pregunto JaeBum.

-          Dormí toda la noche. - le contesto.

-          Mmmm... No tienes hambre? ¿Será que te sientes mal?

-          Para nada, disculpen. Me retiro. – se levantó de la mesa y  JaeBum fue detrás de él.

 

 

Todo eso se estaba volviendo divertido, subió las escaleras tras YoungJae, con las manos en los bolsillos y saco una tableta con pastillas para la resaca.

-          ¿Porque mierda me sigues?  – le dijo YoungJae.

-          ¿No deberías respetar a tu mayor?

Entraron en el cuarto del menor,  ya no era como lo recordaba, ahora era más maduro y con distintas fragancias a perfumes. Le tiro la tableta mientras el otro se sentaba en la cama y él se quedó apoyado contra la puerta cerrada.

-          ¿Te diviertes?

-          Sí, ¿porque no me divertiría, YoungJae? – la cara del menor le mostraba odio. –

-          Has lo que quieras… - cuando YoungJae se acostó, se sentó a su lado.

-          Tengo una pregunta. - El otro le seguía dando la espalda. - que te hice?

-          Que me hiciste? Me estas amenazando con contarle a mis padres que salgo de noche siendo menor. – le dijo por lo bajo.

-          No, hablo de que te hice en la secundaria para que me dejaras de hablar.

-          Nada. Si quieres quedarte, quedate, pero dejame dormir. – le dijo YoungJae y se acomodó mejor.

Bajo a la cocina para pedir algo de agua, mientras el resto de las familias hablaba de salir a dar un paseo ya que el día era agradable. Les explico que YoungJae estaba durmiendo y que él no tenía ganas de ir.

La madre de YoungJae estaba preocupada por lo poco que lo había visto comer, así que le pidió si se podía quedar a cuidarlo y él aceptó con tal de no tener que salir.

Después de que se fueron, aprovecho para sentarse en las escaleras y pensar que era lo que había pasado.

El recordaba que después de clases estaba recostado sobre su escritorio, dormido, después de una discusión con YoungJae, por el trato que tenía con una chica de la escuela; recordaba que había soñado con que besaba a YoungJae, y este le correspondía el beso; pero cuando despertó, lo único que encontró fue el salón vacío y el celular de YoungJae apoyado delante de él.

Se sacudió los pelos de la cabeza y subió con una botella de agua, encontrándose a YoungJae totalmente dormido. Tomó un poco de agua y la dejó al lado de la cama, buscó una manta en el armario y lo tapó mientras se acostaba a su lado.

La respiración pacifica de YoungJae y su respiración era lo único que se escuchaba en la habitación. Cuando se estaba quedando dormido sintió que el menor le pasaba una pierna y un brazo por encima dejándolo inmovilizado, pero se durmió antes de poder hacer algo.

 

 

La fragancia dulce y a la vez amarga, que era suave y agradable para su nariz, lo hizo aproximarse a la fuente que le proporcionaba tan delicioso perfume. Un aroma muy masculino, el cual no conocía. Sin abrir los ojos, recorrió un trayecto y se encontró con una zona que raspo sus labios al pasar y lo hizo salir rápidamente del trance.

Se incorporó tan rápido de la cama que dio patadas a todo lo que estaba a su alrededor. Quedo sentado contra la pared viendo a JaeBum como se tocaba la cabeza del otro lado de la habitación enredado en una manta.

-          ¡La puta madre, YoungJae!  – decía desde el otro lado de la habitación su mayor. - qué carajo te pasó?

-          ¡¿Que hacías acostado conmigo?!

-          Solo me acosté, no es como si fuera la primera vez que dormimos en la misma cama.

-          ¡NO ES LO MISMO AHORA, JAEBUM!  – le grito olvidándose por completo de llamarlo hyung.

-          ¿Que no es lo mismo? -

-          ¡Salí de acá! – JaeBum, hizo lo que él le pidió y se fue dejándolo solo.

Se dejó caer de costado volviendo a sentir el perfume de JaeBum que se había impregnado en las sabanas. Después de un rato pudo escuchar como JaeBum entraba en su habitación y otra vez, solo las cortinas los separaba.

Estaba excitado, y estar ahí no lo ayudaba, fue a darse un baño, y mientras lavaba su pelo notaba que su erección no bajaba. Abrió toda el agua fría y dejo que su cuerpo se congelara. Si algo que no iba a hacer ese día, era tocarse pensando en JaeBum.

Aunque sabía que su problema no estaba solucionado, y que tendría que atenderlo tarde o temprano, no iba a ser en ese momento.  Se encontró con Nora recostada en su cama y se le sentó al lado haciéndole mimos.

-          No deberías estar acá. - le dijo al animal escuchando los gritos de JaeBum llamándola. la levantó y la pasó por las ventanas haciendo que entrara a la habitación del mayor y volvió a acostarse.

 

 

Después de encontrar a Nora en su cuarto, sabía que se había escapado a la habitación de YoungJae, no sabía cómo, pero simplemente lo sabía. Cenó con sus padres y luego fue a recostarse en la cama, que quedaba debajo de la ventana, y noto que la luz del otro lado estaba prendida.

-          ¿Jae? ¿Estás ahí?  – le dijo.

-          Si. – era la primera vez en años que le contestaba.

-          ¿Que nos pasó? – se sentó en la cama con los codos en la ventana y espero. – ese día, ¿qué paso que dejaste tu celular y te fuiste?

-          ¿No te cansas de preguntar?

-          No, necesito saber.

-          ¿No te acuerdas? ¿En verdad no te acuerdas?

-          ¿Y si me contestas de una vez?

-          Me besaste. – Sabia que no había escuchado mal. Con lo cual lo único que le quedaba era que, lo que creía había sido un sueño, hubiera pasado.

Antes de poder decir algo, YoungJae cerró el vidrio de la ventana y apagó las luces. Le mandó mensajes y lo llamó un par de veces al celular sin recibir respuesta.

En la escuela lo evitaba constantemente y él ya ni siquiera se juntaba con sus amigos por buscarlo por los alrededores, pero cada vez que lo encontraba salía corriendo. Había pasado una semana y terminó por ir al boliche donde creía poder encontrarlo esa noche.

En el medio de la pista, lo vio que bailaba con un chico que lo tomaba por la cintura. Su corazón se aceleró de rabia, pero antes de moverse, el menor salió de la pista hacia la barra.  Se paró a su lado y notó la mirada que le daba el otro.

-          ¿Podemos hablar?

-          No… - Jae salió de nuevo para la pista y él agarro el trago y lo siguió.

-          Dale, hablemos… - le ofreció el trago y Jae lo aferró por la remera bajandolo para que sus caras estén al mismo nivel, haciendo que la bebida cayera al piso.

-          ¿Porque no te vas con tus amiguitas?

-          ¿Ahora eres tú el matón?  – le dijo deshaciendo el agarre y arrastrándolo de la muñeca a una zona muy oscura del boliche. – No creas que puedes joder conmigo. – le advirtió y lo tomó de la nuca acercando sus bocas, provocando un beso salvaje y cruel.

YoungJae lo apartó de una patada y se quedó mirándolo, agitado, mientras lo señalaba con el dedo. La palabra imbécil salió de los labios del menor antes de que los juntara de nuevo con los de él.

Lo tomó por la cintura aceptando la brutalidad que ejercía YoungJae al besarlo y como recompensa, le mordió el labio haciendo que los dos sintieran el gusto a sangre en sus bocas.

 

 

Se miraba en el espejo y su labio seguía sin sanar, después de días, seguía hinchado y con el frio, la herida se volvía a abrir.  Si lo pensaba, todavía no sabía que había pasado.

Salió de su casa y vio a JaeBum parado en la entrada,  se preguntó que estaría haciendo despierto tan temprano, siendo que llegaba tarde la mayoría de las veces. Paso por al lado del mayor y siguió caminando.

-          ¿Ahora porque me evitas? Recuerdo que te besé en el boliche. – corrió y puso su mano tapándole la boca a JaeBum por un instante.

-          Cállate, hyung. – le dijo entre dientes.

-          ¿Qué cosa? ¿El beso o el boliche?  - le desafío el mayor.

-          Todo.

En la noche, al salir de bañarse, mientras se secaba el pelo, entró en su habitación y prendió la luz. JaeBum estaba sentado en su cama, esperándolo con una sonrisa. Trabó la puerta de inmediato antes de hablar.

-          ¿Qué haces acá? – le dijo y dejó la toalla apoyada en el respaldar de una silla. – ¿entraste por la ventana?

-          Si. Quería preguntarte algo y quiero que seas sincero. – JaeBum lo seguía con la mirada.

-          ¿Que?

-          ¿Te gusto?  – al no contestar, el mayor se acercó tanto a él, que hizo que sus cuerpos se tocaran. – Creo que te gusto.

-          ¿Y qué vas a hacer si es así?  – le dijo cuando sintió las manos curiosas de JaeBum empezaban a tocar desde su cintura a su entrepierna.

-          Responsabilizarme. – fue lo último que escucho antes de entreabrir un poco la boca dejándose dominar por JaeBum.

Desde esa noche, los cincuenta centímetros entre sus ventanas se volvieron el pasaje secreto que usaban para estar juntos y, aunque después de varios meses todavía su vínculo no había sido calificado, los dos sabían que si tenían que ponerle un nombre a esa relación de besos, sexo, celos, peleas y reconciliaciones; no había otra palabra que no fuera “pareja”. 

Notas finales:

Les gusto? Espero que si... 

Como saben, siempre espero sus mensajes para mejorar y escribir cosas que les gustaria leer... 

 

Besosos...

 

Artvision-La chica rasta


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