1.-Las pesadillas de Yamato.
Desperté gritando en medio de la noche; pero esta vez no estaba solo. Una silueta se asomaba por la puerta, tape mi cuerpo con la cobija y temblé al recordar el terrible sueño que comenzaba a molestarme. Confié mis opciones al reloj, seguramente se cansaría el monstruo de esperar.
Destape una pequeña parte de la cobija para ver hacia fuera, sin embargo aún seguí ahí. Esperando que me descuidara tan siquiera un poco para comerme. Mis palpitaciones no se detuvieron y siguieron con enorme fuerza. Nada estaba de mi lado, el calor se acumuló dentro. Y tendría que quitarla antes de asfixiarme dentro de ella. Pero me daba más miedo ver que cada vez se acercaba más.
Contuve mis rezos, en una orientación basada en salvarme… tenía demasiado miedo, mis dedos se crisparon al sentir una enorme mano sobre mi pecho, levantando poco a poco la colchoneta para dejarme expuesto. Cerré los ojos con fuerza. Una sensación incomoda se apoderó de mí, con sus caricias. Tocaba mis brazos. Viajando directamente a mi camiseta de dormir, desabrochando con pereza los botones. Apreté mis manos pidiendo que no siguiera. Ya no quería.
Quedé desnudo de la parte de arriba. Dándome vergüenza. Su mirada traspasaba mi cuerpo. Con rudeza bajo mi pantalón. Respiré agitadamente, el aire se congelaba en mi garganta ¿Qué pasaba? Abrí mis ojos. Viendo aquel monstruo, la oscuridad no me dejo ver nada más que su sonrisa malévola. Antes de separar mis piernas al igual que un resorte y hacerme gritar muy fuerte.
Con brusquedad di un salto de la cama, sudaba y estaba agitado. Todo mi ser temblaba. Vi el reloj de la repisa y eran las dos de la mañana. Tan sólo fue una pesadilla. Nada más. Intenté calmarme y tome del cajón las pastillas recomendadas por el psiquiatra. Todas las noches sin falta tenía estos tipos de sueños. A pesar de haber abandonado mi infancia donde las pesadillas más atormentan.
Había intentado todo por quitármelas. Absolutamente todo pero nada funcionaba. Siempre volvían sin falta, recordándome lo miserable que era. Pensando que a pesar de todo siempre estarían aquí. Comencé a ir a terapias muy costosas pensando que se irían, pero es un proceso muy tedioso y parece eterno. Hasta parece doloroso en el momento que no vez resultados pero mi problema, va más allá que un simple sueño.
El psicólogo afirmo que todo se debía a un “miedo” pasajero de mi infancia, muchos niños le temen al coco. De igual manera yo le temo a la oscuridad. Nunca conocí a mi padre biológico. Cuándo supo de mi existencia desapareció de la vida de mi madre. De esta manera me vi forzado a ser el “hijo” de él. A pesar de todo, yo creí que éramos padre e hijo aunque en el fondo parecía que nos veíamos diferente. Las pesadillas comenzaron a los veinte años y han seguido hasta ahora. Lo malo es que en unos meses me casaré con Hiyori Kirishima, una magnifica ama de casa y excelente novia. Pero antes de eso debo “arreglar” esto.