El Rey de la Dinastía de Toó seleccionaba cinco niños, les entrenaba para ser los guardias reales y se le permitía que estos vivieran en el palacio para tenerlos siempre a su alcance.
Su rutina diaria empezaba al amanecer con sus oraciones y posteriormente salían a entrenar en el manejo de las armas. Al anochecer el Rey se aseguraba sus protegidos descansaran pero como todas las noches el más pequeño de ellos escapaba para poder seguir practicando, no era tan fuerte como sus compañeros y en su pequeño corazón solo deseaba ser útil para su rey.
-¿Quien es el mejor súbdito para el rey? pregunto a los pequeños reunidos a su alrededor
-Uno que se convierte en un gran general-respondió Akashi Seijuro
-Uno que es habilidoso en artes marciales y protege al Rey-menciono Shintarō Midorima
-Uno que esté dispuesto a morir por el Rey-sin dudarlo respondió Ryota Kise, al escuchar las palabras de este último el rey esbozo una ligera sonrisa.
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Con el paso de los años estos habían desarrollado más sus habilidades y el nexo que los unía al rey era más fuerte en especial con su ahora jefe de la guardia imperial.
Como parte de sus obligaciones era permanecer célibe pero uno de sus guardias reales había caído en la trampa del amor, Kise al ser el jefe debía ejecutar el castigo pero justo en estos momentos se encontraba suplicando por la vida de su amigo y hermano de armas Kōsuke Wakamatsu y su pareja Ryō Sakurai
-Se lo ruego señor, si debe castigar a alguien es a mí. Yo tomare su lugar.
La mirada furiosa del rey no lo hizo retroceder.
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Una vez que tuvo la respuesta del rey se encamino a las barracas donde estaban reunidos los guardias reales y Sakurai quien se desempeñaba como cocinero principal de la prometida del rey.
-El rey les ha perdonado generosamente la Vida sin embargo no habrá una segunda oportunidad, desde este momento se retiraran del palacio y los que quedan cualquiera que deshonre las ordenes del rey pagara con su vida.
Wakamatsu y Sakurai no tardaron en juntar sus cosas y retirarse del lugar bajo la atenta mirada de Kise
-Muy impresionante Ryota- se acerco Imayoshi, sus ojos titilaban con fiereza -¿Cómo te las arreglaste para liberarlos?
-Es uno de mis hermanos y no podía abandonarlo, pensé que lo entenderían, lo mismo haría por cualquiera de ustedes
-La ley dice que hay que decapitar a quien infrinja las leyes. Acaso has estado nublando el juicio del rey con charlas de almohada?
-Fueron órdenes del Rey. Aunque te estés preparando para ser su consejero no podrás siempre cuestionarlo. Si hablas mal de Su Majestad otra vez yo tendré tu cabeza y no me temblara la espada para cumplir-
Flash Back--
-Si tú fueras Wakamatsu ¿Te habrías ido también del palacio?-Kise bajo su mirada sin saber que contestar- Tu también has crecido dentro de este palacio ¿No querrías huir?
Un leve carmín cubrió las mejillas del soldado -Como podría pensar siquiera en irme, si usted esta aquí señor-
-Sigues llamándome Señor, Ryota- la mano del rey se acerco hasta alzar la barbilla del contrario
-Su majestad- escucharon la voz del secretario acercarse
-Les perdono la vida pero ya no podrán seguir en el palacio, si alguno me desobedece pagara con su vida. Puedes retirarte Kise-
Fin FB
En la alcoba del Rey
-Dai-chan descansaste?
-Bienvenida, mi Reina
-Sigues con los formalismos? Hoy llegara un enviado de Teikō para hablar sobre tus obligaciones, ya ha transcurrido mucho tiempo y aun no tenemos un heredero. Estoy preocupada…
-La preocupación no resolverá nada
-Si hicieras un esfuerzo tal vez…
-Dices que debería acoger entonces un doncel u otra concubina real?
Indignada la pelirrosa solo atino a salir
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-¿Quería verme?
-Oi que te encargaste de algo que yo debería haber hecho
-Disculpe
-Mi cocinero fue arrestado con uno de tus guardias, el está vivo gracias a ti, exiliado pero vivo. Así que quería darte las gracias por lo que hiciste
-No es así, su Majestad. Estoy seguro que el Rey tomo su decisión con usted en mente. No quería lastimar a alguien de su sequito.
-Los dos sabemos que eso no es cierto solo no te olvides que hay mucho en juego con el tema del heredero real. Tus servicios al Rey pueden ser malentendido. Así que ten cuidado
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Días han transcurrido desde esa conversación
-Dai-chan este lugar es impresionante
El rey decidió salir del palacio y se encuentran en un templo cercano. Sentados en unos cojines y en una mesa baja llena de comida y bebidas. Alrededor se encuentran sus fieles guardias y una decena de soldados.
-Deberíamos haber venido antes mi reina, es agradable estar fuera del palacio
La mirada del rey se fija en un pequeño relicario que descansa sobre el pecho de la reina -No lo había visto en un tiempo
-Ah, esto. Lo recuerda?
-Lo llevo puesto la primera vez que vino a Toó. Mi reina ¿podría tocar el koto?
-¿Dai-chan? No sé qué decir, es decir yo, estás haciendo que me sonroje
-¿Jefe Kise? ¿Le gustaría escuchar a la Reina?
-Eh, si, si su majestad
-Ya escucho. Podría tocar. Estaríamos muy agradecidos
Unos minutos después una doncella acerco el instrumento y la pelirrosa se acomodo en el tapete para poder tocar. Sus manos hacían su mejor esfuerzo por deleitar al rey con una melodía,
¿Te irás?
¿Me dejaras?
¿Como viviré sin ti?
Alzo sus ojos para ver la tierna mirada que le dedicaba el rey a su rubio soldado, apretó sus ojos para evitar que de estos escaparan las traicioneras lagrimas.
Si me dejas ahora
Desearía evitar que te fueras
¿No volverás si parezco triste?
Mi amor- El canto de la reina fue abruptamente sorprendido por una lluvia de flechas
Los soldados desenfundaron sus arcos y correspondieron el ataque, el rey levanto la mesa como escudo y Satsuki presurosa se cobijo detrás de ella. Junto al rey su fiel guardia ya tenía desenvainada su espada.
Las flecha atravesaron la mesa quedando a centímetros de ellos, la mirada preocupada del rey se dirigió a Kise
-Estas bien?
-Si, señor
-Proteged al Rey- dio la orden Midorima
Los soldados y guardias formaron un frente para repeler el ataque al que estaban siendo sometidos. Se escuchaba el choque de las espadas y los lamentos de los soldados al ser atravesados por las espadas contrarias.
-Trae mi espada Akashi!
-Pero, señor
-Tráela ahora- el heterocromático no tuvo más opción que obedecer.-Escoltad a la Reina
Antes de que le pudiesen entregar su espada pudo ver como un soldado disparaba una de sus flechas así el, cerró los ojos esperando sentir el acero abrirse paso entre su carne pero este nunca lo sintió.
Su siempre fiel Kise se interpuso entre la flecha y el siendo herido en su hombro derecho
-Kise, Kise! ¿Estás bien?
-Sí, señor, lo han herido!!
Sin poder responderle a su guardia sus ojos se cerraron en la inconciencia