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Amor en el set por Liuvob

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Notas del fanfic:

Una historia en la que tengo ya un buen rato pensando. Espero que les guste tanto como a mí. Estará plagada de romance (y para qué digo que no, también habrá aquello -guiño-).

Ojalá la disfruten mucho!  Besitos a todos mis lector@s!

Notas del capitulo:

Comenzamos por fin con este escrito! Se aceptan (y se piden con ojitos de cachorro a medio morir) sus críticas y palabras de cualquier tipo. Apreciaría mucho saber si les gusta.

Espero puedan amar a estos dos tanto como lo hago yo.

 Capítulo 1

 “El nuevo proyecto”

  Jack Lane salió corriendo del aula después de dar su última clase del semestre. Sus alumnos se habían  emocionado mucho al enterarse de que participaría nuevamente en la filmación de una película, y aquel papel era bastante más protagónico que el del año anterior. Su popularidad como actor había ido en alza desde su breve aparición en la película “Ultimátum”, en la que encarnó a Franz, un personaje de soporte que inspiró al protagonista a convertirse en un héroe. La mejor parte, era que también había sido capaz de inspirar al público, que no olvidó al personaje.

 El director de Ultimátum era un hombre llamado Richard Coleman. Su trabajo en aquel film había causado un gran revuelo entre el público, y un año después su nueva producción era un trending topic. Ésta vez se trataba de un thriller titulado “La Última milla”, adaptación de la famosa novela policiaca de Mónica Hepburn.

 La trama presentaba a un detective de policía llamado Scott Brooks, que junto a su pareja Percival Ammons, buscaba capturar a un asesino serial de mujeres. El hilo de la historia se tuerce cuando la novia de Scott es secuestrada por aquel asesino. Pronto se revela al espectador que el culpable y autor intelectual de la masacre es el mismo Percival Ammons, con la ayuda de su aliado Igor Bronwield. 

 Precisamente aquel  era el proyecto en el que Jack estaba a punto de hacer incursión. Era el primer paso para cumplir sus sueños, y tendría la suerte de ser guiado por el afamado director. Después de la audición, el productor Nathan Cunningham había telefoneado al actor para informarle que había sido elegido para llevar a la vida el controvertido papel antagónico de Percival Ammons. Jack recibió la buena nueva sin ser capaz de disfrutar completamente el triunfo que representaba.

 Haber obtenido aquel rol tan importante lo tenía emocionado, pero al mismo tiempo le revolvía el estómago. El papel que el director Richard Coleman había tomado en la vida de Jack iba por un camino distinto a lo que podría esperarse. Podría decirse que el único día que había pasado a su lado, él había dirigido al actor en mucho más que un par de escenas. Jack no paraba de imaginar su próximo encuentro. El mes que estuvo esperando por el comienzo de la filmación solo logró materializar su ansiedad todavía más.

 La emoción y las ansias lo devoraban por más de un flanco, y él se desquitaba releyendo el guión un millar de veces. Pasó incontables noches estudiando su personaje. Cuando su espera terminó ya había asimilado el guión entero al pie de la letra.

  El ansiado momento había llegado. Para un tercero habría sido imposible adivinar la tensión que lo albergaba con el paso ágil que llevaba al salir de la escuela. Caminaba bastante rápido, a pesar de llevar cargando sus dos amplias maletas. Su heróica salida fue aderezada por el apoyo de sus alumnos.

Algunos se habían dado el lujo de escaparse del salón para ir a verlo alzar el vuelo hacia su gran proyecto. La infantil emoción de los jóvenes se dejaba ver sin dificultad. La reja del colegio a penas era suficiente para contener a los muchachos, que estaban innecesariamente amontonados cual sardinas. Gritaban y agitaban sus manos frenéticamente, en señal de despedida.

--¡Que te vaya increíble! --decía una chiquilla pecosa con una coleta.

--Da tu mejor esfuerzo!

--¡Me traes un autógrafo de Steven Tanner! --gritaba la muchacha popular.

--Te tomas una foto con él!

--¡Nos traes souvenirs de Cuminno Nero! --continuaba un chico muy alto. 

Jack les dedicó una sonrisa y ondeó la mano cual princesa.

--¡Van a tirar la reja y se las van a cobrar! ¡Ya vayan a su clase que no quiero reprobados mientras no estoy!

--¿Y cuando sí estés?

--¡Yo mismo los reprobaré!

Los chicos se rieron. Cuando salió el prefecto por ellos, se fueron yendo poco a poco. Sin duda alguna los extrañaría, despedirse de ese modo lo ayudó a relajarse un poco. Como si hubiera sido obra del destino, en cuanto todos se fueron, el taxi llegó. No tardó más de una hora en llegar al aeropuerto.

Ese día en particular iba bastante arreglado, estaba empeñado en dar una buena impresión en el set. Su papel sería importante y debía hacer gala de su profesionalidad y buena disposición. Jack definitivamente no era un hombre que  pasara desapercibido fácilmente. Aún que se tratara de un día cotidiano en que se ataviara con sus típicas ropas de gusto excéntrico y desaliñado; o una ocasión especial en que portara con orgullo aquellas prendas favorecedoras y elegantes, como en ese momento. No era difícil para él notar las atenciones que otros le otorgaban, varias personas se giraron a verlo cuando llegó al aeropuerto.

La sutil soltura de sus actos y el agradable tono de su voz dejaban adivinar el potencial que Jack tenía como actor. De su rostro alargado y armónico destacaban unas cejas arqueadas y bien pobladas, aunque no demasiado gruesas. Ellas casi competían con una eterna sonrisita ladeada que dejaba sospechar un deje de arrogancia y coquetería. Su cabello castaño estaba un poco largo de acuerdo con las especificaciones del papel que haría y algunas suaves ondas se asomaban curiosas por el costado de sus orejas.

Su cuerpo era delgado y atlético,  incluso en su postura al caminar era evidente el esfuerzo que él invertía en trabajar adecuadamente su físico. Sus pasos eran  firmes, rítmicos y casi melódicos, aún con los nervios que tensaban sus hombros en esos instantes. No tuvo problemas en ubicar el lugar correspondiente para su espera en el plano del aeropuerto, y prosiguió su camino sin prestar mucha atención a lo que lo rodeaba.

Una vez que llegó a su destino, se detuvo sin prisa justo al frente de la sala de espera, buscando el punto perfecto para aguardar la llegada del avión. Recorrió con la mirada todos los asientos disponibles y finalmente se acurrucó en una silla de la esquina, procurando estar lo más lejos de la demás gente y de las ventanas. Desde su asiento, rígido y frío, podía ver a varias personas esperando.

-¡Ya te dije que la compres en la farmacia de San José! ¡Que no se te olvide llevar la receta!…. ¡El avión está retrasado, no es mi culpa!-gritaba una anciana mientras hablaba por teléfono.

-¡Ya siéntate! ¿No me escuchas? ¡Que te sientes!-le decía una madre a su hijo, que corría de lado a lado, empujando a todos los que se atravesaran en su camino.

-¡Ya vámonos! ¡Ya me aburrí!

-¡No me levantes la voz, obedece de una vez!

-¡Júralo! ¡¿Eso le dijiste?! ¡Eres una vulgar!-decía una muchacha vestida de colores escandalosos mientras jugaba con su celular.

-¡Estúpida! ¿Quién es vulgar?, ¡yo sólo le seguí el juego!

-¿Y luego qué?, no me digas que te llevó a su casa.

-No me llevó, fuimos a una fiesta.

-¿Y ya sabe que no vas a estar esta semana?

-¡Todavía no le digo!

-¡Tonta!-gritó la otra chica con la mayor indiscreción posible.

 Entre todo ése cúmulo de gente que no se callaba, de pronto y sin querer, Jack encontró un respiro. Alguien que atrajo poderosamente su atención. Se trataba de un hombre de melena bien tupida, que portaba un saco arremangado casualmente, estaba sentado a una hilera de distancia. Leía un libro con el predominante silencio que se esperaría de esta actividad, con un aura relajada y seria. Su porte estricto trajo a su mente una cara conocida. Cada vez le pasaba más seguido. Aún sabiendo que ciertamente, no era él.

La primera vez que se le figuró encontrarlo por ahí no le dio mucha importancia. Después de que el fenómeno se repitió cierta cantidad de veces, una frustración cada vez más presente lo hizo sentir como una niña de secundaria. Aquellas impresiones habían comenzado como una pequeña gota y se habían acumulado hasta formar un pantano de dimensiones inciertas. 

No eran emociones específicamente negativas, la balanza no terminó nunca de inclinarse hacia ningún lado, pero la aglomeración de mariposas en su estómago iba en alza. Si se descuidaba, la inestabilidad comenzaría bien pronto a asomarse de su impecable pose.

Jack estaba seguro que ese momento sería decisivo para el resto de su carrera. De no ser favorable la crítica, quizá no recibiría más oportunidades como esa.  Pero se sentía como un bufón al notar que las presiones relacionadas al trabajo eran la menor de sus inquietudes. 

Nadando en la superficie del pantano de incertidumbres que navegaba en su imaginación, estaba la tortuosa imagen que había generado todo. Aquella escena ya había sido declarada parte de la exposición permanente de su memoria a largo plazo. En el cuadro, dos hombres, lado a lado, yacían bajo una iluminación amarillenta. Uno de aquellos dos hombres era Jack Lane.

Contemplar aquella imagen interna, pintada por sus propios recuerdos inflados y bien maquillados, lo hacía sentir como su conciencia se elevaba hacia las nubes abandonando el cuerpo y la cordura. Aquella tempestad emocional llevaba como ancla al segundo hombre de la efigie que lo atormentaba: el director Richard Coleman, él.

Aquel hombre estremecía su bien cimentada estabilidad emocional. Aquel fatídico día había compartido con él una experiencia que no fue capaz de sacar de sus entrañas. En cambio, parecía afianzarse en él cada vez con más fuerza, creciendo como una semilla en terreno fértil y comenzando a remover sus pensamientos, su modo de vida y sus costumbres con un ritmo lento y casi subliminal.

Lane se revolvió en el asiento después de una hora de perseguir aquel recuerdo. Para entonces, el hombre que había funcionado como gatillo para desatar su sarta de pensamientos innecesarios, ya ni siquiera estaba allí. El avión ya tenía media hora de retraso y empezaba a temer la posibilidad de no llegar a tiempo por causa de esto. Tratando de tomar al toro por los cuernos y dirigir sus pensamientos a trayectorias más prácticas, decidió comunicarse con el productor para avisarle de su potencial retraso.

-Buenas tardes, ¿productor Cunningham?

-Él habla, dígame.

-Soy Jack Lane. Antes que nada, ¿cómo está usted?

-Muy bien, Jack, gracias por preguntar, dime, ¿en qué puedo ayudarte? ¿Ya vienes en camino? Ya casi todos los actores están aquí.

-Sobre eso quería hablarle. Mi vuelo, que supuestamente debió salir hace media hora, está retrasado. No sé si podré llegar a tiempo para encontrarme con usted en el hotel como estaba estipulado.

-¿De verdad?

-Me temo que sí.

-Bueno, no te preocupes, estas cosas pasan. ¿Qué te parece si mejor nos encontramos directamente en el estudio?

-En CW-S S?

-Así es, les pediré a los vigilantes que te ayuden a pasar con tus maletas, no te preocupes.

-Me parece bien, muchas gracias.

-Por nada, gracias por avisar. Nos vemos pronto.

Después de la llamada, Jack fue al baño a lavarse la cara, tratando de relajarse un poco y dejar atrás sus incómodos recuerdos.

“Los pasajeros del vuelo 7204 con destino a Cummino Nero, favor de pasar a la puerta E4 de la terminal E”.

Al escuchar el sonido del altavoz con el pertinente anuncio del fin de su espera, el optimismo por fin recordó abordar la mente del actor. Por fin estaba en camino a la caudal ciudad  turística de Cummino Nero. En aquel precioso destino radicaban las magníficas instalaciones cede de ColeWest-Synder Studios. Su turno de abordar había llegado, Jack pasaría los próximos dos meses en aquel paradisiaco lugar, cumpliendo su sueño.

Si todo continuaba como debía, sería capaz de arribar a la grabación sin modificar el itinerario original de filmación. Evitar empezar con el pie izquierdo en aquel proyecto tan importante le ayudaría a mantener cierta claridad en sus pensamientos. Un hecho más que fomentaba su calma, era que debido a su retraso involuntario, perdería la acostumbrada entrevista actor-director que Coleman solía realizar antes de comenzar a filmar cualquier proyecto. Sin buscarlo, había conseguido evitar estar tan pronto a solas con él.

El  viaje sería únicamente de una hora y el estudio no estaba lejos del aeropuerto a donde arribaría. Se sintió realizado al percatarse de que recuperaba el control de sus acciones. Solo quedaba mentalizarse para su ineludible encuentro.

Arribó más pronto de lo que se imaginó, inmediatamente después de bajar del avión y pasar por sus maletas sin fijarse mucho, corrió hasta la salida. Siguiendo las instrucciones de Nathan, fue directamente al estudio. Bajó del taxi y llegó a las puertas de la sede principal del masivo estudio cinematográfico, donde fue recibido amablemente por el vigilante.

-Buenas tardes, ¿es usted Jack Lane?

-Así es-contestó el actor mientras terminaba de bajar sus equipaje.

-Bienvenido, pase por favor, lo estábamos esperando.

Con infinita eficacia aquel hombre  llamó a alguien por el auricular para que vinieran a recoger al actor con un carrito de golf para llevar las maletas.

El camino era largo y dotado de una hermosura bastante propia de una exitosa empresa cinematográfica multimillonaria. Lo guiaron velozmente a través de varios edificios, bodegas y sets de grabación, hasta la zona donde transcurrría el film. 

Como primera parada llegó a la sala de maquillaje. Dos glamurosas estilistas se acercaron amigablemente y lo arrastraron hasta la sala de maquillaje, dispuestas a realizar su labor. Las dos chicas se presentaron como Jessica y Zelda, ambas se comportaron muy amables con él mientras lo maquillaban.

-¡Me en-can-tan tus cejas! Ni siquiera es necesario hacer esto-dijo Zelda, la chica del labial púrpura, mientras las peinaba tras haberlas rellenado casi imperceptiblemente.

-¡Por dios! ¡Juro que tu cutis es mejor que el mío!- siguió Jessica, luciendo su bob naranja.

-¡No es para tanto! ¡Ustedes son muchísimo más hermosas de lo que yo seré jamás!

-¡Ay! ¡Eres un coqueto! ¡Sigue hablando, por favor!, seguro que cuando seas famoso ya no nos vas hablar así!-chilló la maquillista que ahora se dedicaba a contornear su rostro.

El galante Jack pudo sentirse orgulloso por los elogios, ya que finalmente no era poco el esfuerzo que él ponía en su cuidado personal y agradecía poder hacer por  lo menos eso para facilitar el trabajo general de la producción.

Tras el maquillaje tocó el vestuario. Después de salir de los camerinos ya bien ataviado con bellas prendas casuales que le daban un look misterioso, un hombre condujo a Jack por un largo pasillo de concreto iluminado con lámparas LED. Era como caminar por un túnel que comunica una dimensión con otra. No había tiempo ya de descansar ni de posponer su reunión con el director.

Corrige el ángulo aquí” “¡Faltan dos extras!” “¡Ramirez! ¡Los cuarzos! ¡Trae los cuarzos!”, “Si filmamos desde allá las luminarias entorpecerán la escena”, “Cinco centímetros más a la izquierda”, “¡Otra vez!, prueba cambiando al objetivo angular”, “¡Esto no nos sirve!”, “Necesito un foco en profundidad”, “¿Todavía está fallando ése lente?”, “¡Está muy lejos! ¡Acércate más!”, “¡Que alguien quite a ese extra de allí!”, “¡Exactamente!”.

Al fondo del estudio se escuchaban varias voces, pero una en particular retumbaba con una flama especial a lo largo del pasillo. En esa voz podía percibirse cierta desconexión con el mundo exterior, su fuerza e ímpetu eran tales que podían ser palpadas en la atmósfera. Jack se sintió estremecer, aquella era la voz que tantas veces había escuchado en sus noches sin dormir.

Todavía no salía del túnel cuando él entró por fin en su rango visual. En cuanto puso su mirada sobre el semblante de Richard pudo sentir como la sangre se le iba a la cabeza. Una expresión de seriedad y concentración reinaba en aquellas facciones, correspondiendo con las palabras que hacía unos pocos segundos habían reclamado su atención. La absoluta y evidente dedicación a lo que pasaba por las manos maestras del director, creaba la imagen del hombre allí de pie casi completamente alejada de su humanidad.

 Richard todavía no había notado su presencia, pero Jack eludía a toda costa mirarlo directamente. Despejó su garganta y cerró los ojos, cubriéndose por una armadura protectora. En esa circunstancia pudo controlarse por completo al cabo de unos pocos minutos y respirar con libertad. Su concentración hasta entonces vacilante, se ajustó como un nudo recién hecho y el peso sobre sus hombros se disipó cuando el director finalmente llamó a los actores a escena.

La imagen pura en el semblante imperturbable del director no se alteró ni en lo más mínimo cuando posó finalmente su mirada en Jack, continuando como si nada con las indicaciones para la escena. Al dirigirse a él por primera vez después de aquel largo año, lo hizo con toda la naturalidad del mundo, con su impetuosa voz completamente intacta. Sin saber exactamente la razón, esto provocó al actor una hiriente punzada que lo atravesó de pies a cabeza a la velocidad de la luz.

El set en el que comenzarían a grabar era una escenografía relativamente simple. Las altas paredes de concreto que delimitaban el espacio estaban desnudas y oscuras. Sólo una lujosa barra negra, con sus respectivos bancos giratorios, y una repisa de vidrio con botellas multicolores asomándose tras ella invadían aquel lugar. Varias luces en tonos rosados, azules y morados se alternaban con cierta violencia, acompañadas de luminarias estroboscópicas. El antro aparecía y desaparecía cada vez que los matices de luz parpadeaban irrumpiendo en el espacio, otorgando todo el carácter posible a aquella escenografía. Al llenarse de actores extras, música y alcohol, aquel lugar cobraba vida indiscutiblemente.

Ser capaz de presenciar el perfecto funcionamiento del magnífico set era un modo ideal de comenzar la filmación de “La Última Milla”. Jack no tardó en sumergirse en aquel universo; parpadeó largamente, y tras ello, Percival Ammons arribó por fin a la escena.

Una mujer, Celine Ramirez, bailaba sensualmente entre otras féminas, coqueteando con la cámara. El carácter hedonista de la situación se evidenciaba mediante varias tomas alternadas magistralmente entre los pasos de baile, las luces y las copas chocando. Un discreto, guapo y carismático observador no quitaba la mirada de encima de la chica. Percival Ammons se dedicaba a acosarla sin que ella se percatara de nada, dándole la oportunidad de mostrar sus verdaderos colores desde la oscura esquina de la barra. 

El rodaje del día fue impecable, Jack dio todo de sí y ni si quiera se sintió la falta de la entrevista inicial que Richard acostumbraba hacer. La comunicación actor-director se desarrollaba sublimemente y todos parecían en igualdad de condiciones. La imagen de los dos hombres bajo la luz amarillenta que estuvo acompañando a Jack durante todo ese año, pareció disiparse, arrastrada por las olas del mar de concentración que emanaba de aquellos dos individuos impasibles y orgullosos. La escena terminó siendo catárquica a una cantidad inimaginable de niveles.

 

Terminando la filmación de ese día, el agotado actor prefirió retirarse velozmente y en silencio. Se sentía pesado y lo único que quería era descansar, tenía la ridícula sensación de ser un oso recién engordado preparado para hibernar. Llamó discretamente al asistente que manejaba el carrito de golf y le pidió ayuda para salir del estudio. Cuarenta minutos después estuvo por fin en la habitación.

El cuarto no era muy amplio, pero el lujo no brillaba por su ausencia. Muy por el contrario era tanto, que a Jack le costó trabajo sentirse cómodo.  Sentía invadida su privacidad por las luces de la magnífica cuidad que se colaban a través del enorme ventanal que ocupaba toda la pared del fondo. Los pisos pulcros como espejos, las paredes blancas, el marco cuadrado de la cama y el perfume de la habitación lo hicieron sentir en alguna especie de palacio minimalista.

Arrumbó descuidadamente sus maletas por allá y se dejó caer sobre el lujoso lecho, aspirando lenta y suavemente el olor a lavanda, que pronto inundó sus pulmones. Su mente comenzó a divagar. Más temprano que tarde, se perdió entre aquellas sensaciones, recordando con una claridad pasmosa aquel día que todo ese tiempo trató de olvidar. 

 

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Qué piensan de Jack, les cayó bien?

Muy prontito vendrá el siguiente capítulo, el adorado flashback con "la imágen que invade su mente" estará aquí. Por fin sabremos qué le causó tanta intriga jujuju

¡Sean muy felices! Nos leemos pronto! (en una semanita)


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