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Between me and you por Remisagi

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Aquí vuelvo con una historía muy diferente a lo que suelo escribir, creo.

La verdad pido perdón si no se entiende o si es muy confusa, pero me gustó así y lo dejé uwu

 

Es un poco largo, pero ojalá no se les haga aburrida, la verdad pensé en dividirla en dos partes pero perdería un poco el hilo, aspi que la dejé como un gran one shot jajaa

Espero que les guste :)

 

Sin nada más que decir, las dejo para que lean ~~

Estaban sentados uno frente al otro, sus corazones latían normales, sus respiraciones no estaban sincronizadas ni muchos menos sus miradas.

 

Yoongi, pelo gris que contrastaba con los pétalos rosados de los árboles de cerezos que se erguían con orgullo a su alrededor.

 

Jimin, pelo negro como el cielo nocturno, que resaltaba por sobre el paisaje que a mediados de mayo comenzaba cambiar.

 

Ambos esperaban a alguien, ninguno sabía a quien esperaba el contrario. Jimin jugaba con un pétalo que cayó para acariciar su rostro. Yoongi acariciaba a un perro que juguetón se acercó para sentir su blanca piel.

 

Los minutos pasaban lentos, y las personas que esperaban no aparecían. A su alrededor las personas circulaban tranquilas, sin prisa y sin detenerse a admirar el lugar.

 

Yoongi miró la hora, casi veinte minutos de retraso, los mismos minutos que estaba tarde la persona que esperaba Jimin o eso pudo aproximar él, ya que vivir amarrado a un horario, no era muy lo suyo.

 

Una esbelta y alta silueta agitaba una mano con fervor mientras caminaba veloz al encuentro de uno de los chicos, o tal vez - solo si el universo es lo bastante bromista- de los dos.

 

-Siento llegar tarde.

 

Se disculpó Jin posicionandose en medio de los chicos que esperaban sentados. ¿A quién le hablaba? A mí, pensaron a la vez.

 

-¿Pero que hacen? Al menos pudieron conversar mientras no llegaba.

 

Los ojos de ambos chicos se abrieron como platos y por fin sus miradas hicieron conexión, sonrojándose levemente al instante en que se pusieron de pie, notando que su estatura no era muy diferente.

 

El recién llegado los presentó, y ellos se saludaron tímidamente, no porque fueran tímidos, más bien por la vergüenza que sentían.

 

 -Pensé que vendrías con alguien Jimin.

 

Habló el más alto, esperando que no fuera el último en llegar, pero el nombrado contestó con un “nos estará esperando en la galería”, haciendo que el otro hiciera una mueca de decepción.

 

Sin más preámbulos se dirigieron a una galería de arte. Porque si, uno de ellos era artista, Jimin enseñaba arte en una pequeña escuela a niños de primaria y en sus ratos libres pintaba lo que podía interpretar de sus sueños.

 

-Nos hubieses esperado también en la galería.

 

Habló el alto rompiendo el silencio.

 

-Tenía algunas cosas que hacer por estos alrededores hyung.

 

Respondió Jimin.

 

Yoongi se mantenía al margen del intercambio de palabras que tenían los dos individuos, porque eso en ningún planeta se podía considerar una real conversación.

 

-¿Qué tal el trabajo Suga?

 

Preguntó el mayor a un desconcentrado Yoongi.

 

-Pues, ya sabes, solo trabajo cuando la inspiración decide aparecer.

 

Contesto seco para no seguir hablando en todo el camino.

 

Llegaron a un recinto que destacaba por sobre sus vecinos, poseía una arquitectura renacentista que Yoongi estaba seguro no haber visto nunca antes en Corea.

 

Afuera, con un pie apoyado en la pared y de brazos cruzados, los esperaba un chico de cabello oscuro, piel clara y si no fuera porque sonrió al ver que se acercaban, no hubiesen notado los dientes de conejo que sobresalían de su boca.

 

-Quita tus pies de la pared Jongkook.

 

Regañó Jimin dándole un golpe en la rodilla flectada del contrario nada más llegó junto él, recibiendo un adorable puchero de su parte.

 

Jongkook era más alto que Jimin, por ende, más alto que Yoongi, e incluso un poco más alto que Jin por escasos centímetros.

 

Sus mejillas se tornaron notoriamente rosadas cuando Jimin le presentó a Jin y este le regaló una dulce sonrisa, porque hablemos con claridad, nada en el mundo pasa por casualidad y el día que Jongkook fue a la casa de Jimin a ver una película y encontró una foto de Jin, pidió con desesperación que el bajito los presentara.

 

El reloj dentro de la galería marcó las 18:00 y las puertas de abrieron de par en par. La exhibición de ese día era de los cuadros que los alumnos de Jimin pintaron durante los meses anteriores.

 

Pequeños y grandes lienzos decoraban las paredes grises del lugar, paisajes llenos de colores, animales e incluso algunos abstractos eran los resultados de las arduas clases que Jimin llevaba a cabo cada día.

 

Los padres que caminaban por el lugar admiraban cada cuadro y reían con ternura al reconocer el de algún amigo de su hijo e inflaban el pecho con orgullo al ver el de los propios.

 

Jin y Jongkook se perdieron entre la multitud, porque Jongkook no perdería la oportunidad de conocer a aquel chico de dulce sonrisa, siendo ese su verdadero, y tal vez, único objetivo del día.

 

Jimin observaba desde lejos, sonriente, sus alumnos se acercaban a él para regalarle alguna palabra de agradecimiento, afecto o simplemente un abrazo.

 

Pero no todos se acercaban por esa razón, Yoongi se paró a su lado -con cuidado de no apoyar su pie en la pared- Jimin lo miró, porque le parecía atractivo, interesante, pero nunca lo diría, no ese día, no en ese momento.

 

-Es genial lo que haces.

 

Habló de pronto, y recién en ese momento escuchó con claridad la voz de Yoongi, una voz ronca pero agradable deseando que porfavor siguiera hablando. Y ya ven el universo a veces no es tan malo, Yoongi abrió la boca para dejar escapar un “¿Y cómo conseguiste este lugar?”

 

Entonces jimin sonrió y sus ojos desaparecieron, Yoongi lo observó y no pudo sentirse ofendido ante esa sonrisa que a él le pareció burlesca, pero más adorable que cualquier otra cosa.

 

-Soy el dueño de este lugar.

 

Confesó sin ánimos de alardear, aunque a Yoongi tampoco le pareció que quisiera hacerlo. Exclamó un “¡Oh!” y volvió a recorrer el lugar con la mirada.

 

Era asombroso, y claro, que un pintor tuviese una galería de arte seria lo equivalente a que un compositor tuviese un estudio de grabación, pero Yoongi se conformaba con haber transformado una de sus habitaciones en su estudio personal, y eso lo hacía feliz.

 

Al dar finalizada la exposición, la sala fue quedando vacía poco a poco y entonces los cuatro chicos se encontraron nuevamente.

 

-¡Vamos a celebrar!

 

Propuso Jin, y no era raro ya que cada vez que Jimin terminaba una de sus exhibiciones Jin lo llevaba a algún lugar a beber o a comer. Porque Jimin vivía en la galería, literalmente, había decorado un cuartito como su habitación y solo tenía una cama, una mesita de noche y millones de tubos de pinturas y lápices repartidos por todo el suelo junto a los atriles usado y nuevos.

 

Todos los días se levantaba para ir a la escuela y cuando recordaba que debía comer algo, se dirigía a la casa de Jin a la hora que sea, porque Jimin tenía llaves del departamento de Jin, porque ese es en realidad su hogar.

 

Jin es su mejor amigo de toda la vida, y ambos decidieron realizar sus sueños lejos de su pequeña ciudad instalándose en la capital de Corea.

 

Jongkook toma del brazo a Jin y apresura el paso para caminar solos y seguir con sus divertidas conversaciones.

 

Jimin y Yoongi no tienen más opción que caminar uno al lado del otro sin abrir la boca en ningún momento, y no les molesta caminar juntos, se siente agradable el rose inconsciente de sus brazos de vez en cuando, pero el silencio comienza a volverse incomodo.

 

Y Jimin se siente terrible, porque él no es callado, él habla hasta cuando lo hacen callar y no entiende porque le es están difícil pronunciar palabras delante de este chico. Yoongi por su parte no se culpa por su silencio, sabe que prefiere escuchar, pero el chico a su lado no lo sabe y se está obligando a inventar algún tema.

 

-¿De dónde conoces a Jin?

 

Se le adelantó el pelinegro, y al parecer Yoongi no lo notó porque recién cuando Jimin le repitió la pregunta comenzó a buscar en su cabeza la respuesta.

 

Y era simple, Jin cantaba –como un ángel – y lo escuchó un día en una presentación de la universidad a la que el mayor asistía, y le pidió que cantara una de sus composiciones, por supuesto Jin no iba a negarse, él no es así. ¿Cuántas canciones siguió componiendo para él? ya perdieron la cuenta, así como perdieron la cuenta de los días desde que son amigos.

 

Era media noche cuando cada chico regresó a su respectivo hogar, Jimin pidió a Jin que lo dejara pasar la noche en la galería, porque Jin era como una madre preocupada por su hijo y Jimin adoraba esa parte de su amigo.

 

Con ganas de pintar Jimin abrió la puerta de su improvisada habitación, pateando rollos de papeles con bosquejos que no le convencen y tubos vacios de pintura que no sabe porque razón no ha tirado a la basura.

 

Por primera vez en el día tomó su celular, no para ver si tenía algún mensaje o llamada, ni mucho menos para ver la hora. Conectó el celular con unos parlantes y dejó que la música llenara cada rincón del lugar.

 

Cambió su ropa por una más cómoda, tomó un lienzo vacio y las pinceladas comenzaban a deslizarse por la áspera y blanca base quedando cada vez más llena de colores. Porque Jimin amaba pintar con muchos colores, intensos, brillantes como él.

 

Se detuvo solo cuando su mano pedía a gritos un descanso y se separó del atril para observar con orgullo el resultado de su tan improvisada inspiración y sonrió satisfecho.

 

Se recostó en su cama, era pequeña pero lo suficientemente cómoda para él.  Tomó el celular sin apagar la música y vio un mensaje “Jin” pensó, pero al abrirlo se exaltó porque en realidad era un número que no conocía.

 

-Hola Jimin

 

Su corazón comenzó a latir con fuerza, queriendo escapar de su pecho para no saber de quién era ese mensaje, su cerebro inventó mil posibilidades y Jimin solo quería que dejara de enviarle ideas.

 

-Lo siento, soy Yoongi debí presentarme antes.

 

Y todo su cuerpo volvió a funcionar, su respiración de apoco fue tomando su ritmo original y una curva se formó en sus labios.

 

Contestó el mensaje de prisa, en ningún momento se preguntó como el chico conseguiría su número, de seguro Jin se lo había dado, o tal vez él mismo, pero su mente vuela a universos alternos a veces y no recuerda lo que hace o dice.

 

Conversaron durante un par de horas, era impresionante lo fácil que era hablar a través de ese aparato y en persona se les hizo lo más complejo de sus vida.

 

Cuando apagó el celular ya habían quedado de acuerdo para juntarse a desayunar, Jimin es un ser madrugador, ama las mañanas, sentir el sol que apenas comienza a tomar fuerza pegando en su rostro y los cantos de las aves que lo despiertan, porque él no usa despertador los fines de semana, y no lo usaría en la semana si no temiera quedarse dormido para ir a dar sus clases.

 

Por otro lado Yoongi es un alma nocturna, su inspiración llega siempre después de las ocho de la noche y dura hasta que los primeros rayos del sol comienzan a salir. Pero cree que vale la pena despertar y ver el amanecer un día para estar con el chico que acaba de conocer.

 

Se saludan alegremente, y se sientan uno frente al otro, Yoongi pide un café porque cree que caerá dormido en cualquier momento, Jimin ordena un té helado para refrescarse.

 

Luego de la larga conversación por mensajes, se les hace más fácil conversar en persona y eso los hace felices, y es que si, ambos chicos caminaban a su encuentro preocupados y pensando temas de conversación.

 

Deciden que la mejor forma de conocer más del otro es hacerse preguntas, una cada uno y así se les pasa el tiempo, es temprano cree Jimin, no lo sabe con claridad, pero ruega que el tiempo no pase y no tengan que ir cada uno por su camino.

 

Jimin descubre que Yoongi es mayor, y lo llama “hyung” recibiendo una sonrisa como respuesta, que vive con su amigo Hoseok que también compone y es rapero, que su cuerpo no resiste mucho las bebidas alcohólicas por lo que evita beberlas y que extraña su ciudad natal

 

Yoongi se entera que Jimin tiene un primo, Taehyung que se asemeja bastante en personalidad a su amigo Hoseok, y bromean en que sería buena idea presentarlos, que cuando niño quiso ser bailarín, pero se decidió por la pintura, y que algo a lo que jamás renunciaría en su vida, es a enseñar.

 

-¿Novia?

 

-No

 

-¿Entonces novio?

 

Yoongi sonríe ante la última pregunta, toma un trago de ya su tercera taza de café y se rasca la nuca nervioso, pone su mano estirada, la palma hacia él e indica con su dedo una pequeña marca en su dedo anular.

 

-Iba a casarme.

 

Confesó y Jimin se sintió intrigado, curioso pero no quiso incomodar a su acompañante por lo que no dijo nada y espero.

 

Yoongi le contó desde que conoció a su ex novio, hasta que lo dejó plantado en el altar el día que se supone sería el más feliz de toda su vida. Sus ojos mostraban tristeza mezclada con un poco de ira, pero su expresión se mantuvo serena.

 

Jimin continuó en silencio y Yoongi agradeció que no le dijera un falso “lo siento” acompañada de una expresión de lastima como todos los que conocían la historia lo hacían.

 

-Yo no lo siento.

 

Soltó y Yoongi lo miró cuestionando las palabras que acaba de escuchar. Pero Jimin explico con calma “no siento que te hayas alejado de alguien como él” y eso es algo que pudo concluir Yoongi solo, pero necesitaba escuchar más de la explicación de Jimin.

 

-Si fue capaz de dejarte en ese día, no quiero ni pensar de lo que hubiese hecho luego de dar el SI

 

Y algo hizo click en Yoongi, siempre se cuestiono que es lo que él hizo mal para que su ex novio lo dejara sin dar razones, y ahí estaba Jimin diciendo que se había salvado, quizás de algo peor. ¿Pero hay algo peor que perder a la persona que amas? Preguntó sin querer.

 

Y Jimin bajó la vista a su vaso de té, sonrió de medio lado pero Yoongi no pudo notarlo, entonces cambió el tema y le contó de un extraño sueño que tuvo esa madrugada, y es que Jimin siempre sueña cosas extrañas cuando duerme en la galería.

 

Las horas pasaron, los días y con estos los meses. Yoongi y Jimin cada día se hacían más cercanos, más amigos, más cómplices.

 

Se veían cuando Jimin no estaba encerrado en su habitación pintando, porque Jimin tenía dos prioridades en la vida, sus estudiantes y pintar solo en su cuarto y a pesar que Jin reclamaba por no ser parte de sus prioridades siempre estaba ahí para darle comida cuando pasaba horas y a veces días enteros sin probar bocado.

 

Jin y Jongkook comenzaron a salir, y Jimin sonreía al ver a sus amigos tan felices, y olvidó cuando fue la última vez que se sintió así con alguien, porque él no tiene tiempo para romances, luego de que su ex novio lo engañara y rompiera su corazón en mil pedazos, Jimin no quiso buscar cada pieza y enmendarlo, lo dejó oculto y se refugió en su arte.

 

Septiembre llegó y con esto el cumpleaños de Jongkook y la visita de Taehyung, Yoongi invitó a Hoseok para que así conociera a sus amigos y de paso al primo de Jimin, porque a ambos les gusta hacer de cupidos, pero no quieren que nadie lo haga para ellos. Aunque si nos remontamos al inicio, Jin no es tonto y no hace nada porque sí.

 

Tal y como lo previeron, Hoseok y Taehyung encajan perfectamente, sus sonrisas que no desaparecen, sus bromas y su energía en completo descontrol “tal para cual” menciona Yoongi bajito y Jimin ríe.

 

Jin prepara un pastel de cumpleaños, todos cantan, todos parecen felices y lo están, todos tienen a alguien en quien pensar antes de dormir y a quien despertar con un “buenos días” al amanecer, todos.

 

Yoongi está sentado en su estudio arrugando una hoja y lanzándola sin éxito al bote de basura donde ya están varias regadas por todo el piso. Son las cuatro de la tarde y sabe que a esa hora no puede escribir, no puede inspirarse. Hoseok salió con Taehyung y Yoongi está solo, la casa es un desastre pero no le importa, nadie lo visita jamás. Y el universo se ríe de él.

 

Abre la puerta esquivando las cajas de pizza y la ropa regada por toda la sala, su cabello despeinado es ordenado por el chico sonriente frente a él. “estaba comprando unos cuadros por aquí cerca” contesto luego que el sorprendido le preguntara que hacia ahí.

 

Lo dejó pasar repitiendo constantes disculpas por el desorden, pero a Jimin no le importaba eso, su cuarto era igual de desordenado y el desorden es arte para él.

 

Yoongi le ofreció un té helado que sabe es su favorito y por alguna razón compro una caja entera de botellas la semana pasada, solo por impulso porque ni él ni Hoseok las beben.

 

Conversan horas que les parecen minutos, el sol se empieza a ocultar y lo notan solo cuando se les hace imposible ver el rostro del contrario sin encender las luces de la casa. Yoongi recibe un mensaje de Hoseok que llegará tarde y Jimin se pone de pie para retirarse cuando es sujetado por la manga de su chaqueta.

 

Yoongi está nervioso, fue un impulso y no sabe que debe decir, pero sale del paso invitándolo a conocer su pequeño refugio. El estudio está igual de desordenado que el resto de la casa, pero huele al perfume de Yoongi y eso a Jimin le agrada.

 

Yoongi toca una canción para Jimin en un pequeño teclado que tiene junto a la ventana, Jimin se acerca observando cada movimiento de los pálidos dedos. Yoongi mantiene los ojos cerrados, concentrado. Jimin levanta la mirada a su rostro, se detiene en sus labios y se sonroja, cierra los ojos para espantar cualquier pensamiento que acelere su corazón, él no puede permitirse sentir algo, el tuvo su oportunidad y se le fue arrebatada, el ya no puede amar. Eso lo que el piensa.

 

Yoongi se detiene, suspira y ve a Jimin con los cerrados, con fuerza. El silencio los envuelve, las manos de Yoongi actúan por si solas cuando toman el rostro del menor, robando el calor de las rojas mejillas, Jimin abre los ojos y sus miradas se encuentran, sus ojos brillan, sus corazones laten sincronizados y sus respiraciones se agitan, ninguno hace otro movimiento, solo se observan, con cuidado, con nerviosismo, con temor.

Yoongi se arma de valor, cierra los ojos y se acerca, siente el cálido aliento de Jimin mezclarse con el propio y se estremece. Puede escuchar un susurro con su nombre pero lo ahoga en el momento en que presiona tímidamente sus labios con los de Jimin, como si pidiera permiso. Abre los ojos para ver la reacción del menor, ahora sus ojos están también cerrados y eso para Yoongi, es su permiso.

 

Lo besa con calma, probando los labios ajenos, con cuidado de no dañar la perfección que son los labios de Jimin, todo en el es un arte y sus labios la pieza más exquisita que Yoongi ha vivido para conocer y probar. Jimin no corresponde el beso, pero su pecho se contrae con fuerzas y sus manos sudan, no se atreve a hacer algpun movimiento, tiene miedo, ambos lo tienen.

 

Yoongi tiene miedo de ser rechazado, Jimin teme enamorarse. Yoongi nunca se negó volver a amar, él sabe que tuvo un episodio triste en su vida, pero quiere avanzar, Jimin no. Tiene miedo y es cobarde según él, no cree ser bueno, su mundo es el arte, no tiene tiempo para el amor, pero el amor también es arte y él no lo entiende.

 

Se separan, Yoongi baja la cabeza separa los labios para hablar, pero Jimin lo calla. Sabe que va a disculparse y no quiere oírlo. Acaricia el rostro del mayor, tímido, aún con miedo de entregarse por completo al sentimiento que creyó guardado en lo más profundo de su corazón, pero que Yoongi con un beso, cual caja de pandora lo liberó.

 

Yoongi se deja acariciar, y no se disculpa, toma las manos de Jimin entre las suyas y las acaricia con sus dedos, suave, lento, causando un leve cosquilleo en el contrario, choca sus frentes con sutileza, un suspiro se le escapa y cierra los ojos.

 

Jimin quiere hablar, quiere decir algo, pero no sabe qué. Yoongi se le adelanta, “Me gustas” susurra y Jimin quiere fingir que no escuchó y quiere correr, pero su cerebro le impide mover sus piernas y su corazón salta de felicidad en su pecho, porque su corazón quiere amar, su corazón no es cobarde y quiere aceptar esas palabras.

 

Dos meses tuvieron que pasar para que ambos chicos se encontraran, pero no de casualidad, es diciembre y el año nuevo llegó de pronto. Hoseok se le declaró a Taehyung hace un mes y ese día además de ser su cumpleaños, celebraran su primer mes de relación formal.

 

Yoongi estaba sentado solo en el sofá del departamento de Jin, este le hablaba incansablemente de temas que no alcanza a comprender, Joongkook a su lado asiente como si el tema de conversación fuese lo más interesante del mundo.

 

Yoongi se levanta y camina al balcón, no quiere estar ahí. Siente que arruinó su amistad con Jimin y no quiere aceptarlo, pero sus sentimientos aún queman con furia y le pide a las estrellas que calmen el dolor. Y el universo a veces es cruel o tal vez no, depende de cómo lo mires.

 

Dentro escucha una voz familiar y su corazón se paraliza, sus manos sudan, su vista se nubla y con la poca cordura que le queda, decide fingir que no está, y se queda en el balcón congelando sus sentimientos con la nieve que comienza a caer.

 

Jimin sabe que está, y no porque su perfume lo embriagó nada más cruzar la puerta, sino que su corazón lo siente, siente el latir del corazón de Yoongi y lo obliga a ir en su búsqueda. Jimin saluda a Taehyung y lo felicita, Jin se lanza en sus brazos y Jongkook le da una palmadita en la espalda, porque Jimin no solo se ocultó de Yoongi, se ocultó de sus amigos, del mundo y de sí mismo.

 

Pero no quiere ocultarse más, no quiere sentir dolor en su pecho y no quiere estar horas frente a un lienzo en blanco sin tener la inspiración para pintar, porque todo artista necesita una fuente de inspiración y la de Jimin sin darse cuenta, yacía en una cabellera gris, unos ojos felinos y una piel tan blanca como el copo de nieve que rosó su congelada nariz.

 

Se acercó con pasos calmados, vio su espalda y no se negó al impulso de posar su cabeza en los hombros ajenos ocultando su rostro, con los brazos a los lados, sin tocarlo, sin abrazarlo, porque Jimin no cedería a todos sus impulsos tan fácilmente.

 

Sintió como el cuerpo contrario se tensó a su contacto, y Yoongi que no estaba interesado en reprimirse nada, se giró con cuidado, quedando frente a frente, observando cada detalle del rostro de Jimin, porque dos meses sin ver la perfección que era el menor, lo estaban volviendo loco.

 

Jimin repasó su discurso mentalmente por decima vez desde que salió de su refugio en la galería,  sabía que tenía que hablar rápido o Yoongi se adelantaría. Pero Yoongi no iba a hacerlo, sabía que el chico no fue ahí para sentir su calor y solo esperó.

 

“lo siento” fue lo primero que pudo soltar, y Yoongi negó con la cabeza, pero no porque no lo perdonase, sino que no había error que perdonar.

 

El miedo en Jimin aun está presente, y por primera vez abrió su corazón al mayor, le contó su pasado, sus miedos y decepciones, sus prioridades en la vida, le contó lo poco romántico que es y que de no ser por Jin, olvidaría su propio cumpleaños, así que no sabe de aniversarios ni 14 de febrero.

 

-Soy una pésima opción.

 

Finalizó su discurso bajando la vista a sus manos que ya estaban entrelazadas a las de Yoongi, se sintió cálido en sus brazos y una corriente le recorrió el cuerpo al instante en que Yoongi le susurró al oído un “Eres perfecto para mí”.

 

Y se rindió, relajó su cuerpo y se permitió corresponder el abrazo, sintiendo calor a pesar de la nieve que caía, recorrió tímidamente la espalda de Yoongi con sus frías manos hasta llegar a su nuca, enredó los grises cabellos del mayor en sus dedos y suspiró un “te amo” y un “Tengo miedo” aunque tal vez no en ese orden.

 

Y Yoongi quiso robarle los miedos, sacarlos y enviarlos lejos, al cielo y que el universo -que tantas bromas les gastó- se haga cargo de ellos, porque ellos no pidieron nacer, no pidieron vivir, no pidieron amar y mucho menos sufrir. Pero el universo los trajo sin su consentimiento y el universo debe hacerse responsable.

 

-También yo

 

Susurró en respuesta, tal vez a las dos, o solo a una de las afirmaciones que el menor soltó en su cuello.

 

Rompieron el abrazó a la vez, se sumergieron en los ojos ajenos y se perdieron en el brillo. Las manos de Jimin aun en la nuca de Yoongi y las manos de Yoongi sosteniendo con delicadeza su rostro. La distancia no era algo que supieran medir, pero cuando sus labios sintieron una presión, supieron que ya no existía nada que los separara.

 

Jimin respondió el beso y se dejó llevar, Yoongi no era un experto pero la desesperación por probar los labios del menor lo hicieron aventurarse más en cada movimiento, cada intromisión en la boca ajena, y encontró una nueva fuente de inspiración en los labios de Jimin, y se escribió una nota mental que debía componer una canción que describa la perfección que es Park Jimin, mientras Jimin comprendió que la última pintura de tonos grises que pintó no eran otra cosa que sus miles de pensamientos y emociones hacia el mayor que escapaban para incrustarse en sus lienzos.

 

Jimin jamás fue fanático de la tecnología, y no le gustaba vivir amarrado a un horario –salvo que tuviese que ir a la escuela a hacer clases – así que no notó como ya era nuevamente año nuevo y se encontraba sentado frente a frente a Min Yoongi en aquel lugar que los unió, esperando nuevamente a alguien que llegaba tarde,  pero esta vez sus corazones latían deprisa, sus respiraciones estaban sincronizadas y se regalaban tiernas miradas que terminaban en dulces besos en la mejilla y porque no en los labios.

 

Los miedos ya no existen, el universo sigue riéndose de ellos, pero lo aguantan, porque no son rencorosos, porque son felices de existir para el otro, porque de a poco encontraron las piezas que faltaban de sus corazones rotos y los juntaron. Y cada día agradecen a las estrellas por darles la fortaleza de no rendirse y la valentía de volver a intentarlo.

Notas finales:

¿Qué les pareció?

Espero les haya gustado, y si gustan dejar mensajito pues me harían muy feliz.

 

Abracitos a todas las que leen, muchas gracias <3 

 

PD: Disculpen si descubren algún error haganmelo saber > <


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