Instantes
“Pronto, en un tiempo no muy lejano, tendrás una nueva oportunidad, Kuran. Debes esforzarte y ésta vez ser feliz”
Esas fueron tus últimas palabras y no regresaste más. Tu calidez que por tanto tiempo estuvo allí acompañándome, desapareció.
Quisiera haber podido decirte en ese momento que fui feliz, lo fui como no tienes idea. Y que si toda esa felicidad pudiera ser resumida en un instante, quizá ese sería aquella vez en que vi por primera vez tu sonrisa después de tanto dolor. Los pétalos de cerezo danzaban a tu alrededor y el sol iluminaba tu rostro cálidamente.
Entonces, supe que me gustabas.
O quizá podría resumirlo en aquel día de verano durante tu clase de equitación, en que comenzó a lloviznar y tú tranquilamente detuviste tu caballo y levantaste el rostro al cielo permitiendo que la lluvia lo mojara.
Entonces, supe que te deseaba.
O quizá en aquella tarde durante el crepúsculo del año; en que el viento desnudaba los arboles arrastrando sus hojas lejos y que me miraste por primera vez a los ojos. No como vampiro, no como tu enemigo.
Entonces, supe que te amaba.
O tal vez en aquella fría noche, con los copos de nieve danzando frente a las ventanas. Con tus ojos mirándome con reproche y tus colmillos perforando mi piel. Con decisiones tomadas y deseos ocultos en el corazón.
Allí supe entonces, que nunca habría nadie más, sólo tú; y también lo tarde que era. Lo tarde que es.
Esos instantes se escaparon entre mis dedos como agua. Se desvanecieron como volutas de humo al viento. Las estaciones se sucedieron una tras otra y jamás volverán. Ya no tengo un corazón dentro de mí. No puedo tocarte, no puedo mirarte; y aun así, mi ser continúa rogando por ti. Pero una barrera de hielo nos separa, una decisión nos distanció.
Ahora quisiera decirte todo aquello que callé. Decirte que quise ser los pétalos que aspiraban tu aroma y se deleitaban en tu belleza. Ser el sol que tocaba tu rostro y la lluvia que besaba tus labios. Ser el viento que abrazaba tu cuerpo y acariciaba tu piel. Decirte que aquel invierno quise hacerte mío y llevarte lejos para estar contigo eternamente y poder mirar las estaciones pasar, abrazado a tu cuerpo.
Pero los miedos, el deber y una promesa pudieron más que mis deseos. Y aun así, a pesar de todo; con esos pequeños instantes, fui realmente feliz...
Pero es tarde, lo sé… Al menos aquella primavera, aquel verano, aquel otoño, incluso aquel invierno, debí decirte… Aunque fuera una sola vez… Te amo.
En un grito de alegría, en palabras de complicidad y pasión, en un susurro tranquilo, o incluso en medio del dolor de una separación… Aprovechar aquel instante antes de cerrar los ojos y decirte…
Te Amo…
A donde quiera que vayas, en donde quiera que estés; sin importar la estación del año, por favor, espera por mí... Zero, quiero volverte a ver.