Todos lo miraban como si esperaran de él un gran discurso, algo único que solo puede ser escuchado una vez. El ridículo circulo de diez personas (contando al guapísimo psicólogo rubio) no era un buen inicio, hablar en público no era su fuerte, y menos si la mirada azulina recaía en él como instándolo a que se abriera frente a todos y revelara el motivo de su visita.
—Buenas noches, soy… —algunos presentes cortaron sus respiraciones cuando el atractivo pelinegro hablo con voz ronca. —Itachi Uchiha y soy ninfómano.
—Adicto al sexo —alguien alzó la voz para corregirlo. Itachi junto sus perfectas cejas y con la mirada ceñuda buscó al emitente de aquella falacia.
Encontró al joven rubio, su psicólogo. Él estaba a cargo de los grupos nocturnos en ese centro de rehabilitación. De solo verlo su pene comenzó a endurecerse. El niñato tenía un rostro inocentón, usaba gafas de montura negra ocultando esos enormes y bonitos ojos azules que él tuvo la oportunidad de admirar antes de dar inicio a la terapia de grupo. Naruto, como se llamaba, se presentó a todos ellos minutos antes de presentar a Itachi como el nuevo, claro, todos los que estaban ahí realmente no querían solucionar sus problemas, por el contrario, los presentes solo estaban ahí porque el maldito rubio era sexy, endemoniadamente tierno y su cuerpo incitaba a más de uno a pecar. El chico rubio era la razón principal por la cual decidió asistir a esas estúpidas terapias.
¡Ha!
—Soy ninfómano —reiteró ignorando a Naruto, quien atinó a fruncir el ceño.
—Preferimos decir adicto al sexo. – sugirió nuevamente apretando los dientes. Ese engreído se atrevía a refutar su autoridad.
Itachi rodó los ojos.
—Adicto al sexo —dimitió finalmente para gusto del rubito. Pero solo por ahora, si su motivo estaba feliz, él lo complacería.
Igual te meteré en mi cama.
Dada la inescrupulosa presentación, Naruto se enfocó en escuchar los avances de sus pacientes. Todos parecían más relajados que en sesiones anteriores, lo cual lo alegró en demasía, demostrando así lo orgulloso que se sentía de saber que había ayudado a personas con problemas de carácter sexual.
—… Y entonces él terminó conmigo porque me había acostado con su hermana —alegó una pelirrosa. Itachi no prestó mucha atención a su melodramática historia, por lo que alcanzó a entender, esa chica estaba saliendo con un tal Deidara, pero él chico no la satisfacía en el sexo y entonces se acostó con su hermana, una linda rubiecita que tenía como unos quince años.
Sakura en si no era una adicta al sexo, solo que no quería reconocer su verdadera orientación sexual, pero Naruto le daría unos leves empujones para aceptarse tal y como esa.
—Al menos tú te tiraste a su hermanita, imagínate que yo me tiré a la esposo de mi mejor amiga—habló un hombre de cabello grisáceo llamado Kakashi.
Su historia no distaba mucho de las demás, él se había encamado con Obito, esposo de Rin, la mejor amiga. Era un hombre bastante libertino sexualmente, le daba a ambos sexos, pero con el esposo de su amiga tuvo algo más que furtivos encuentros sexuales. Naruto escuchó atento su relato y de vez en cuando aconsejaba al Hatake.
Itachi recorrió con la mirada su grupo, uno bastante variopinto. Sakura y Kakashi ya los identificaba, pero había otro sujeto de cabello pelirrojo que tenía una mirada perturbadora que no paraba de devorarse con los ojos al inocente rubio, también había una pareja de punks; ella de un cabello azul brillante y rostro de muñeca, y él de cabellos naranjas con el rostro repleto de perforaciones. En el lugar se encontraban cuatro hombres más, uno de cabellera verde y ojos dorados que se avergonzó de contar su historia alegando que había mantenido sexo con muchas personas en su adolescencia y que alguna vez practico la zoofilia, eso fue extremo de escuchar. Un tipo llamado Kakuzu para aliviar su hambre sexual contrataba prostitutas cada quincena, otro de nombre Hidan comentó haber sido un feligrés cristiano que cada domingo iba a misa, sin embargo, fuera de la iglesia era un hombre adicto a los placeres de la carne. Y por último, había un pelirrojo más, solo que este no tenía la mirada perturbadora, poseía unos bonitos ojos miel y un rostro demasiado bello, Itachi en algún momento hubiera pensado en tirárselo pero no con Naruto opacando a cualquiera de esos raritos. La sorpresa que todos se llevaron fue que el chico llamado Sasori era la razón por la cual Deidara no satisfacía sexualmente a Sakura.
— ¿T-tú eres amante de mi novio? —titubeó sorprendida. El pelirrojo soltó un suspiro de fastidio.
—Yo solo estoy aquí para expiar mis pecados, me acosté con él sin saber que tenía pareja.
—Pues yo soy su novia.
—Te revolcaste con su hermana, están a mano. —agregó despreocupado.
— ¡Como te atre-
—Chicos, está bien, está bien —susurró Naruto en tono conciliador aligerando la pelea que se vaticinaba.
— ¡¿Cómo que está bien?! ¡Se acostó con mi novio!
—Sakura-chan, Sasori-kun no lo sabía, te lo acaba de decir.
Los demás se mantuvieron callados mientras el rubio intentaba tranquilizar a Sakura, y Sasori como no queriendo la cosa la provocaba soltándole comentarios jocosos sobre lo bueno que era Deidara en la cama aclarando que fue él quien penetró a su novio. Finalmente, Naruto harto de toda esa vaporosa situación decidió acortar la sesión, Hidan y Kakuzu se molestaron por no poder convivir un poco más, a ellos les parecía divertido asistir a terapia. Sakura se fue hecha una furia, los otros los perdió de vista. El pelirrojo perturbador que ahora sabia se llamaba Gaara quería algo con el rubito, pues al finalizar la sesión se le acercó con aires de conquistador poniendo nervioso a Naruto. Itachi no iba a permitir que le arrebataran a su rubio, así que con toda esa elegancia que lo caracterizaba se acercó a la parejilla que intentaba pasar desapercibida.
Naruto quería irse ya, tenía hambre, sueño, y unas tremendas ganas de darse una ducha fría, durante toda la sesión se dio cuenta de la lujuriosa mirada que le había dirigido Itachi. Él no era de piedra, que fuese virgen no quería decir que no sintiera las respuestas de su cuerpo ante miradas arrebatadoras de hombres jodidamente sexys como el Uchiha, pero Gaara no se le quitaba de encima, lo siguió hasta el estacionamiento, Gaara podía escudarse en que ahí había aparcado su motocicleta pero de eso a estar peligrosamente cerca de su rostro no era para nada ético ni profesional.
— ¿Naruto-kun?
Gaara estaba a punto de darle un beso a Naruto de no ser por la impertinencia de Itachi, el tipo nuevo que había llegado a las terapias de grupo, estaba cien por ciento seguro que ese monigote tenia intenciones con el rubio. Enfurecido se apartó de Naruto, quien agradeció ese gesto.
—Oh, Uchiha-san —Naruto sonrió ampliamente para su salvador. Itachi había traído consigo su imponente camaro coupé negro, y se alegraba mucho de haber llevado el auto consigo, así pudo evitar que el odioso Gaara se aprovechara del rubito.
— ¿Está todo bien? —preguntó cauteloso acercándose al Uzumaki y a Sabaku. Gaara gruñó una despedida seca para Naruto y después fijó su mirada a Itachi, ambos hombres dieron por sentado que ninguno se rendiría en esa batalla por tener al rubio bajo su yugo.
Por su parte, Naruto alegó una despedida para el pelirrojo y otra para Itachi.
—Espero tenerlo la próxima semana con nosotros.
—Claro que vendré, Naruto-kun.