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Fragilidad. por Ale Moriarty

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Notas del fanfic:

Advertencias: Siempre hago cosas agridulces con estos dos así que de antemano sorry por el posible Ooc y mi falta de adaptación a algo diferente.


Anime/Manga: Durarara!


Pareja: IzaZuo (Izaya x Shizuo)


Canción utilizada: Piel de Lebaron.


Palabras: 1,371 –songfic-


https://www.youtube.com/watch?v=Xc7pWaPQw0I


Notas: Lo que está en cursiva son recuerdos.

Notas del capitulo:

Este fanfic se hizo por el cumpleaños de Millenium♥

Ella escogió a esta pareja y pues como veran yo tiendo a recurrir al amor agridulce cuando defino a esta pareja. Espero que les guste la idea.

De preferencia escuchen la canción mientras leen esto.

Fragilidad.

—   Fragilidad: Es la cualidad de frágil o fácil de romper…eso te describe perfectamente Shizu chan—sonrió con malicia Izaya Orihara mientras miraba al rubio que estaba dormido a su lado y quien tenía la piel adornada de moretones, mordeduras y cortes.

—   Shizu chan, hay un dicho que escuche hace poco… decía “el primero que se enamora, pierde” ¿a qué crees que se refiera? —le pregunto al somnoliento quien respiraba calmadamente a su lado, Izaya tenía una mirada hambrienta que devoraba cada rincón de la complexión del rubio

—   Oye Shizu chan… ¿Por qué te enamoraste de mí?

Era una noche fría en las calles heladas de Ikebukuro e Izaya se había topado a un ebrio Shizuo Heiwajima en unas bancas del parque, era divertido ver las caras de sufrimiento de este, a causa del clima gélido.

—   Jejeje Shizu chan ¿acaso quieres tu chaqueta?—se carcajeaba el de piel pálida mientras meneaba el pedazo de tela frente al borracho Heiwajima.

—   ¡Deja de joder Izaya!

Ah. La vida era tan divertida con Shizu chan en ella. Esos pensamientos inundaban con esmero la cabeza del Orihara.

—   Si tanto frío tienes… deberías de abrazarme~—una broma estúpida, eso era… un acto que jamás creyó que se realizaría, una forma de fastidiar más a su rival y entonces sintió esa calidez que lo congelo por un largo momento.

Un abrazo. Los largos brazos de Shizuo le rodeaban por completo y aquella fuerza que podía romper los postes como si se trataran de una pajilla… ahora mismo estaban aferrándose a su cuerpo con una sutileza que jamás pensó que tendría aquel que era considerado un monstruo.

Se quedó allí, inmóvil. Sintiendo como la respiración del contrario calentaba su pecho y vientre y aquel calor ajeno recorría todos sus nervios hasta llegar a su entrepierna.

“¿Qué clase de sensación es esta?”

Y con ese pensamiento, pasaron las horas hasta que fue liberado de aquella prisión momentánea.

—   En ese momento… me quede con tantas dudas que mi obsesión por ti aumento…volteo a mirar al que yacía a su lado el cual parecía imperturbable

Ahora ya no sé cómo se siente el no tener el calor de tu cuerpo” pensaba con la mirada fija en cada una de las heridas de las que era origen.

Heridas.

—   Tal vez, esa fue la primera vez que me di cuenta que yo…

Una gran herida en su pecho fue lo que lo comenzó todo, este vaivén de mutuas lesiones, pero desde esa primera vez donde la sangre fluía continua de su cuerpo, fue cuando se volvió adicto.

Quería ver más, quería saber más pero sobre todo… sentir más.

Por primera vez en su vida quería soltar esa navaja y clavar sus uñas en la palpitante piel, recorrer sus dedos, su lengua, sentir piel contra piel.

La luz del sol se empezó a colar por la gran ventana de aquel departamento, el Orihara cerró los ojos con fuerza y empezó a sentir las consecuencias de no dormir apropiadamente.

—   Fuiste tan lindo cuando te me declaraste Shizu-chan~ fue la primera vez que vi una parte de ti que no tenía calculada…—murmuro por lo bajo empezando a pasar sus largas falanges por la dorada melena del Heiwajima.

Parecía que las noches eran de su propiedad, la mayor parte de las veces que se encontraban era con ese clima que helaba hasta los huesos.

—   ¡IZAAAAYAAAA! —gruño el de lentes de sol mientras el más malicioso se le quedaba mirando a una distancia considerable.

—   ¿Qué pasa Shizu chan, ya te cansaste de correr? —se burló con un tono juguetón

—   Izaya… ya no puedo seguir con esto…—su voz jadeante desconcertaba al pelinegro—Eres la peor escoria del mundo

—   Eh~ gracias por el cumplido Shizu chan, andas demasiado romántico el día de hoy—volvió a bromear pero sintió la mirada seria clavarse en su cuerpo, esa vista que le mandaba escalofríos a través de su espina dorsal, aun a pesar de que estuviera contenida a través de las lentes oscuras— ¿Qué? ¿Acaso ya te aburriste de esto? —y de repente estaba enojado, estaba frustrado, “esto”… era lo único que los unía.

—   Eres la peor escoria del mundo…

De nuevo esas palabras, empezaba a perder el control que con tanto esmero había conseguido.

—   Shizu chan solo detente de…

—   Eres la peor escoria del mundo… pero no sé porque no puedo odiarte

Y allí fue la primera vez donde pudo escuchar el ligero crujido proveniente de la anatomía del rubio, esa fragilidad que ni en sus más locos sueños imagino, esa fragilidad que le había despertado un deseo aún más profundo y obseso.

—   Shizu chan…

—   ¡¿Por qué?! ¿Por qué tengo esta clase de sentimientos por una persona como tú? Se supone que solo debería de odiarte… no comprendo nada…

—   ¿Qué es lo que quieres? —se acercó hasta quedar frente a frente al Heiwajima y noto el leve temblor en sus labios, no eran necesarias palabras… sentía la aura de deseo emanar del cuerpo del más alto, una sonrisa zorruna apareció en su cara y sintió una punzada en su pecho, una impulsividad que le provocaba querer hacer todas las locuras más insanas de este mundo.

Locuras tales como la que haría a continuación. Ese moño que siempre cargaba junto a ese ridículo uniforme que le había regalado su querido hermano, lo detestaba tanto… en una tentación rápida lo jalo y unió sus bocas y fue allí donde conoció otra fuente de ese calor que no podía olvidar.

Esperaba la muerte instantánea al ser empujado por aquel que era considerado un fenómeno… pero en su lugar sintió como la boca del rubio comenzaba a moverse para darle entrada a su interior.

Y así empezó todo…

Y así continuo todo…

—   El primero que se enamora pierde…—volvió a repetir metiéndose bajo las sabanas

Shizuo no sabía de los sentimientos que Izaya tenía por él, sentía que aquellas noches donde entregaba su cuerpo y un poco de su alma, solo eran un interés pasajero por parte de aquel contrabandista de información.

No quiero que me conozcas más allá de esto” pensaba el Orihara cada día que sus cuerpos se unían, porque si el Heiwajima pudiera ver cómo era por dentro, lo que en verdad significaba para él ¿lo seguiría abrazando? ¿Lo seguiría deseando tanto?

Porque al quitarse las pieles que enseñaban al mundo exterior, no quedaba nada más que su verdadera esencia, sus verdaderos “yo” donde ya no importaba nada más que ese deseo de querer unir sus cuerpos para llenar sus propios vacíos.

Porque el primero que amaba perdía e Izaya se envicio desde el momento donde miro ese radiante cabello color sol y sintió el fuego de la piel de Shizuo.

—   ¿En qué piensas Izaya? Tu mirada me da escalofríos—murmuro un somnoliento Shizuo quien bostezaba

—   En lo frágil que es Shizu chan~—dijo con ese tono burlón escuchando el gruñido de Heiwajima mientras hundía su cara en la almohada.

No supo que le dio valor, no quiso preguntarse nada más… tal vez fueron todos los recuerdos o tal vez su límite de soportar sus sentimientos se excedió.

Pero en ese día, 4 de abril, a las 8:46 a.m. decidió soltar el secreto que guardaba con tanto empeño.

—   En realidad…—volvió a hablar y noto como el rubio dejaba de apretar el cojín y se quitaba la tensión en sus músculos para escuchar las palabras del pelinegro—Estaba pensando en lo mucho que te amo Shizu chan~

Y el silencio reino y fue allí donde Izaya descubrió su propia debilidad… que era tan delicado como Shizuo.

—   Yo te odio

Y esas palabras lo salvaron, se inclinó y beso la espalda mallugada del Heiwajima y supo que si estaban juntos… aquellas debilidades se resguardarían con la fortaleza del contrario.

—   Y yo a ti ¿acaso estás llorando Shizu chan? —murmuro en la iluminada alcoba mientras recorría con sus labios la cálida piel—En serio que Shizu chan es como un cristal.

Y entonces sintió los dedos del otro en su nuca y ese ardor en sus labios que le erizaba la piel.

Ahora mismo la calidez se mezclaba con el sabor salado de las lágrimas del contrario.

Ah… sí que odiaba a este hombre.

En su lenguaje era la declaración definitiva de amor.

Fin.

Notas finales:

¿Reviews? Los esperare ansiosa.


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