El comedor se tornaba más oscuro debido a que hace horas las velas se estaban apagando, el ambiente mascándose ese indeseable silencio incomodaba el extremo de la situación.
El rey Kim había dictaminado a la reina y a los dos príncipes que ya a los diecisiete años de su hijo mayor era el momento perfecto para que desposara.
Pero Kim Jonghyun no estaba enfadado por el hecho de que aun siendo menor su padre quería obligarle a casarse, no…el nació príncipe, fue educado como uno y moriría como un rey si le alcanzaba la vida. Lo que odiaba con todas sus fuerzas, a lo que se rehusaba con las entrañas era el hecho de que un Kim tiene que seguir la dinastía Kim. Fuese como fuese, siempre y cuando conserve la pureza de la sangre Kim. El rey y la reina, su padre y su madre eran hermanos, sus abuelos también y los abuelos de sus abuelos… eran dinastía Kim pura, en corea no era raro que los nobles se casaran entre hermanos para preservar el nombre, el linaje, lo impuro no estaba permitido. Así que a Kim Jonghyun claramente lo obligarían a contraer nupcias con alguien de su misma sangre, el príncipe se espera que su padre lo casara con alguna de sus tantas primas, a quienes nunca les había visto de cara pero sabia existían, pero no, el rey no quería impurezas, no quería defectos y aunque solo tuviese dos hijos con esos dos le bastaba para preservar el linaje, quien mejor que el príncipe menor, quien mejor que Kim Kibum para desposar al príncipe Jonghyun, que mejor que sus dos hijos para unirse en matrimonio.
—Está dicho. Mañana se anunciara la noticia de que mis dos hijos contraerán las nupcias dentro de cuatro días —dictaminó el rey. Jonghyun apretó los dientes, ni se intereso en lo mínimo de voltear a ver a su hermano un año menor.
—Ahh muchas felicidades hijos míos, este es un momento épico, la noche en que se acordó la unión de mis dos pajarillos —dijo la reina risueña y encantada con la situación. Jonghyun apretó ahora los puños. Aunque deseaba decir que no con todas sus fuerzas sabía que no podía negarse y mucho menos reclamarle al rey, aunque fuese el príncipe la palabra de su padre se respetaba y se obedecía y punto, ir en contra de los deseos del rey significaba la muerte—. Tengo tanto por hacer, tantos preparativos, hay que mandarle hacer un vestido de novia a Kibummie hermosísimo, el mejor—. Jonghyun al escuchar el nombre de su hermano salir de los labios de su madre, no pudo evitar voltear a ver al aludido quien se hallaba en la enorme mesa sentado frente a él, con la cabeza gacha sin soltar ni una sola palabra.
—Tal vez en este momento os parezca absurdo como a su madre y a mí, pero os apuesto que no es tan malo como parece.
—Claro padre, como usted diga, ¿puedo retirarme a mis aposentos?
—Pero si aun no has probado bocado hijo —dijo la reina preocupada.
—No hace falta. Con su permiso. —Jonghyun salió colérico, cerrando la puerta de golpe. Semejante situación repentina lo tenía trastocado. Se tiro en su cama sobándose el puente de la nariz, resoplando con hastió y agotamiento. El rey…su padre sí que podía ser empecinado y fuera de sí. Jonghyun sabía que en corea no era nada raro que los plebeyos se casaran entre sí a pesar que fuesen del mismo sexo, también los nobles en el reino se casaban entre sí, lo que no había visto en su vida es que dos nobles hermanos hombres lo hicieran. Si tuviera hermanas todavía aunque le pareciese improcedente no objetaría pero ¿porque Kibum… porque su hermanito… porque él…? Jonghyun todavía recordaba como si fuese ayer cuando le enseño a atarse los cordones, cuando le enseño a usar el arco y jugar en las catacumbas. Y ahora ni siquiera podía mirarle a los ojos, en cuatro días su pequeño hermano seria su…su… su esposo. Jonghyun trago saliva imaginándose la boda, la noche después de la boda en que tendría que cumplir sus deberes como esposo y después.
—No…—susurro con terror… no podría, nunca…jamás podría siquiera mirarle con otros ojos, mucho menos imaginarse tocar sus labios con los suyos. Kim Jonghyun aceptaría la boda, aceptaría hacer lo que su padre dictaminase…todo… excepto tratar a Kibum como su pareja… como su compañero de cama. Primero muerto…primero se acostaría con todas las prostitutas de los burdeles de la ciudad antes que hacerlo con Kibum. Sabía que su hermano no sería capaz de abrir ese apetito sexual en él, por todos los cielos ¡Se trataba de su hermano! Le resultaba imposible pensar siquiera en poder desearlo… nunca, jamás.
Así que el mayor ya había decidido, en cuatro días seria su boda, hasta entonces no vería a Kibum. Pero en el día acordado, le daría a conocer sus intenciones con el… que eran ninguna. Que nunca le tocaría, que sabía que su relación no volvería a ser la misma y que tenían que mantener la fachada de esposos solo para complacer a sus padres. Pero fuera de ahí, ya no serian hermanos, ni esposos, ni siquiera conocidos. No serian absolutamente nada.
Porque Kim Jonghyun nunca se enamoraría de su hermano.