Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Las reglas de papá... por LadyBondage

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola chicas, bonita noche. Este es un two - shot, y espero que lo disfruten tanto como yo cuando lo escribí hehehehe.

 

 

Niño travieso recibe castigo

[1]

 

Su cuerpo desnudo resiente el frio de la noche calándole los huesos. Esos ojos obscuros admiran la belleza pasiva de la piel de nuez que se exhibe en todo su esplendor bañado por la luz de la pálida luna. El menor se abraza así mismo, en sus mejillas de niño se instala un color granate bonito. Madara emite un suspiro desde lo más profundo de su garganta. Sus manos hábiles acarician la extensión de las piernas largas y sin rastro de vello.

 

 

— ¿Cómo castigo a los niños desobedientes? —pregunta la voz de hielo de Madara. El menor menea la cabeza negándose a dar la respuesta. —Vamos Naruto, dime. —insiste.

 

 

Naruto es un niño de cabellos besados por el sol y de ojos cerúleos que miran todo a su alrededor, tiene la nariz respingada y pequeña, muy bonita como todo él. Su rostro de eterna travesura llama la atención a quien lo mire. Es inevitable no caer rendido ante su mirada cálida.

 

Madara no pudo resistirse a él cuando lo conoció.

 

 

—No lo sé. —responde lastimero. Madara sonríe enseñando los dientes blancos, Naruto vuelve a sonrojarse.

 

—Repíteme las reglas, por favor.

 

 

Naruto duda un momento, ya no recuerda exactamente qué reglas.

 

 

—No me acuerdo —baja la cabeza. Madara aprieta los muslos con fuerza, el menor profiere un gemido que suena erótico para los oídos del adulto.

 

—Muy mal, pequeño. Papá va a darte una lección. —advierte apagando el tímido sonrojo del rubiecito. Naruto intenta cerrar las piernas pero Madara se lo impide.

 

 

Toma a Naruto entre sus brazos llevándolo a su habitación, a ese sombrío lugar donde tantas veces lo ha castigado por desobedecerlo. Naruto juguetea con sus dedos sin querer mirar los ojos negros de Madara.

 

Al entrar al enorme habitáculo la penumbra los recibe, solo la luz de las farolas y la luna los iluminan, Madara deposita al menor en el mullido colchón. Naruto se ve tan bien envuelto en sabanas de seda blanca, un ángel que lo incita a pecar.

 

 

— ¿Qué me hará? —trina su pajarito amarillo. El mayor separa las piernas del niño acariciando los muslos interiores con sus dedos fríos.

 

—Lo que te hice la otra noche cuando mamá aun no llegaba de trabajar. —replica silencioso. Naruto ve a través de esa obscuridad unos ojos de fuego que lo miran atentos. Madara es su padrastro, un hombre duro con manos grandes que cuando lo tocan lo elevan a las nubes.

 

Es un niño muy malo, lo sabe. Siempre busca una manera para ser castigado por Madara, está mal, es consciente de ello. Pero a sus trece años de edad, la precocidad de Naruto se vio descubierta cuando uno de sus mejores amigos lo besó en los baños de la escuela. Sin embargo él se sintió sucio aquella vez, si quería ser besado pero no por Gaara, él quería un beso de su padre, de Madara.

 

Y Madara opina lo mismo. No importa que tan mal este, le encanta jugar con el fuego que expide el cuerpo de Naruto. Lo besa, lo desea y lo anhela a cada rato que están sumidos en silencio. Cuando Kushina no está, cuando el manto de noche los engulle a ambos y no deja que salgan de sus sombras hasta que satisfagan todos sus deseos.

 

Naruto no tiene que decirle más, él le brinda el placer que necesita. Busca con la necesidad de un hambriento los labios durazno de su más cruel pecado; Naruto cierra los ojos cuando Madara lo asalta demandando besos de lobo. Y él se los da, abre la boca dejando entrada para la lengua lujuriosa que amenaza con enlazarlo en una batalla húmeda, Naruto enreda sus largos brazos alrededor del cuello del adulto ciñéndose más a la calidez que Madara le regala.

 

 

—Mghm…

 

 

Su espalda se arquea, Madara ahora reparte besos pequeños en su cuello y va camino al pecho. Naruto está completamente desnudo y Madara totalmente vestido. Una diferencia que no le gusta.

 

 

—Quítatelo —Naruto pasea las manos por la camisa de su tormento estirando con precaria fuerza la tela para deshacerse de ella.

 

—No, es tu castigo. Hoy yo lo haré con ropa. —le dice con voz ronca plagada de excitación. Naruto esboza una mueca que emite inconformidad.

 

 

Madara ignora las futuras protestas del menor para seguir su camino de besos mariposa hasta el vientre plano de su sol. Ahí muerde la suave piel y deja rastros de saliva, su lengua juguetea en el ombligo ocasionando jadeos sordos por parte de Naruto.

Pero él quiere más, Naruto debe darle más, por eso Madara va más hacia el sur pasándose por alto su miembro erguido y posando su boca en los muslos interiores dándole de vez en vez mordidas que dejan marcas que gritan que ese niño le pertenece. Las manos del menor se enredan en las sabanas izándolas entre sus puños.

 

 

— ¿Te gusta? —pregunta el mayor deleitándose con esa piel sabor a miel y limón.

 

—Uhm, si… sigue —el aliento cálido de Madara eriza los pocos vellos que adornan su cutis canela. Madara continúa besando esa zona sensible bajando hasta el tobillo izquierdo profiriendo una mordida suave.

 

 

Naruto desliza sus manos pequeñas al cabello de cuervo del mayor donde sus dedos se enlazan con las hebras. Madara nuevamente se encuentra sobre sus muslos dejando rastros de su saliva con sabor a menta. Naruto deja escapar un ronroneo de gatito.

 

 

—Voy a hacerte el amor. —susurra Madara en medio de esa desoladora obscuridad.

 

—Házmelo —responde abandonándose a las sensaciones que ese hombre le despierta. Madara abandona ese cuerpecito para deshacerse de la prisión que ejercen sus pantalones sobre su miembro henchido que busca una víctima que yace en su cama serpenteando su cuerpo provocándole.

 

Madara se libera dejando su miembro expuesto ante la mirada de azules opacados como un océano embravecido, Naruto abre los ojos ante la magnificencia que se alza orgullosa mostrándose sin pudor. Es Madara deseándolo, exigiéndole que se abra para él.

 

Naruto lleva sus manos a su propio miembro despierto clamando en mudos quejidos la lujuria que lo desborda.

 

—Buen niño, mastúrbate para papá —las manos morenas se enredan en el falo punzante. Madara admira ese miembro que lo señala como causante de su reciente excitación, sonríe victorioso por ello.

 

Naruto muerde su labio inferior mientras recibe la atención de esa mirada carbón, es excitante como un hombre así de imponente y endemoniadamente sexy puede someterle tan fácilmente.

 

El menor se dedica a darse placer emitiendo jadeos ahogados enterrando su cabeza en la almohada de plumas. Madara está ansioso como un lobo que saborea a la presa antes de comerla.

 

Y está a punto de hacerlo, Naruto abre más sus piernas haciéndolo un invitado de honor en la dulce entrada de su calidez.

Madara se arrastra por la enorme cama para posicionarse en el lugar que es suyo, que Naruto le ha brindado y que de nadie nunca será.

 

 

 

Continuará…

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).