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La dulce espera por Lady Ozz

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Notas del fanfic:

Un pequeño oneshot de una de mis parejas favoritas, larga vida al AoKi. (/>o<)/

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, le pertenecen a Tadatoshi Fujimaki, sólo los utilizo para dar vida a mis locas fantasías.

Notas del capitulo:

Deberia estar escribiendo otra cosa, pero debido a un pequeño bloqueo, falta de tiempo y un extraño virus cortesía de mi hermana; no he podido avanzar como corresponde con mi otro fic.

Para los que estan siguindo mi otra historia, no desesperen, ya se viene, no se cuando, pero está en desarrollo.

Pensé en esto mientras escribía lo otro, tuve que escribirlo, la idea no se iba de mi cabeza y bueno... he aqui mi primer fic con lemon, jamán habia escrito algo como esto >///<.

Epero que les guste y a leer >w<.

PD.: me disculpo de antemano po cualquier falta de ortografia, reviso, pero soy humana.

La dulce espera

 

Aomine despertó y sintió el peso de su esposo en el brazo derecho, así se habían quedado dormidos, Ryota con la espalda apegada a su pecho, y usando su brazo como almohada, él acariciando el pequeño bultito apenas visible en el vientre del rubio.

 

Ryota no había parado de hablar dictando un alista infinita de nombres posibles para el bebé, el moreno sólo lo escuchaba, repartiendo besos en su cuello y caricias en su vientre, nada erótico, sólo disfrutando de la compañía del otro, y así hasta que ambos cayeron en los brazos de Morfeo.

 

No lo quería despertar, pero debía hacer el desayuno, desde que supo que sería padre, se dedicó a ser el marido más atento y gentil con su rubio, no sabía mucho de cocina, pero por él y su hijo, lo que fuera.

 

-Amor… lamento despertarte- dijo muy bajito y cerca del oído del otro -pero tengo que preparar el desayuno.

 

El rubio de movió un poco, dejando espacio para que saliera y volvió a dormir.

 

El moreno, acostumbrado a dormir sólo con bóxer, se puso un pantalón y partió a la cocina. Siempre trataban de hacer coincidir sus días libres, los aprovechaban para salir y tener citas, según Kise, no quería que perdieran la frescura de la juventud.

 

Se habían enterado hace 1 mes del embarazo del rubio, de inmediato Ryota había dejado su empleo como piloto, este le ponía mucha presión y era riesgoso para el pequeño en gestación, a cambio había conseguido un nuevo contrato como modelo, el cual era muy flexible. En el caso de Daiki, había incrementado sus horas extras durante la semana, así tener doble día libre y disfrutarlo como corresponde con su rubio.

 

Mientras preparaba el desayuno, escuchó la ducha, el rubio demoraba sus sagrados 15 minutos, pero para arreglarse, la historia era otra, Daiki alcanzaba a terminar de preparar el desayuno, ducharse y arreglarse, siempre terminaba junto con Kise. Sin embargo, la mala costumbre de su esposo no le molestaba, no sólo les permitía desayunar juntos, también se daba el lujo de tener al famoso modelo posando diferentes tenidas, sólo para él.

 

Estaba terminando de cocinar cuando sintió unos golpes provenientes de la habitación que compartían, asustado corrió hasta donde estaba su esposo, encontró un enorme desorden, la ropa estaba tirada por todas partes, las cosas que deberían estar en el velador, estaban esparcidas por el suelo y su rubio, que vestía sólo una camisa y boxers, estaba hecho un ovillo apoyado en la cama mientras lloraba desconsoladamente.

 

-Ryota, amor, qué sucedió, te lastimaste- preguntó asustado mientras levantaba el rostro del rubio y hacía que lo mirara.

 

-Daikicchi…

 

-¿Qué sucedió?

 

-¡No me toques!, ya no soy hermoso.

 

-Pero qué dices, eres bello, el ser más hermoso que he conocido, y si no quieres creerme, ¡por dios eres modelo!, no soy el único que piensa así.

 

-Pero… el pantalón que tanto te gustaba, ya no me cierra…

 

Aomine se percató del pantalón negro que tanto le gustaba había sido arrojado lejos, no tenía nada de especial, sólo le encantaba como la figura del modelo se marcaba cuando lo usaba. No le gustaba que el rubio lo usara cuando salía solo, siempre atraía las miradas, tanto de hombres como de mujeres, pero el moreno sentía que estas se incrementaba cuando usaba el dichoso pantalón, sin embargo le encantaba que se lo pusiera cuando salían juntos, cada vez que alguien posaba la mirada en su rubio, este podía jactarse de que tal perfección era suya y de nadie más, se sentía afortunado cuando esas miradas obscenas se transformaban en unas de envidia pura hacia su persona. Definitivamente era una pena que le pantalón ya no le quedara, pero la razón lo compensaba, y mientras más creciera esa pancita, más bello se volvería, o eso creía, además como deportista, a Kise no le costaría recuperar su figura.

 

-Rubio idiota- dijo con gracia -es sólo un pantalón, no dejarás de parecerme bello por una razón tan estúpida.

 

-¡No es estúpida, Ahomine!- el moreno se sorprendió por la expresión, eso sólo demostraba que el doncel estaba completamente furioso -desde que nos enteramos que seriamos padres que no me tocas, estás más cariñoso y atento, pero sabes, quiero que me satisfagas en otros sentidos también, teníamos sexo como bestias, prácticamente todos los día, noches casi completas, hacías lo que querías con mi cuerpo y ahora… nada- su semblante cambió a uno casi escalofriante.

 

Aomine no supo cómo, pero su quedó tumbado en la cama y encima suyo estaba Kise, quien frotaba sus entrepiernas.

 

-Ryo… Ryota, mh…- el rubio lo besó y luego llevó sus labios hasta la oreja del moreno y mordió ligeramente su lóbulo -ng… si… sigues así no me podré controlar…

 

-Ganguro idiota- dijo susurrando en el oído de su esposo, ya conocía de memoria sus zonas sensibles, por lo tanto sabía exactamente cómo provocarlo -es precisamente eso lo que quiero.

 

 -El… ¡El bebé!-  dijo separando el cuerpo del rubio -podemos lastimar a nuestro bebe.

 

-Es… es por eso que… Daiki- dijo conmovido y a la vez enfadado por la ingenuidad de su esposo -¿acaso eres idiota?, bien si piensas así, no me dejas otra opción.

 

Nuevamente tumbó a su esposo y lo besó con fiereza, el moreno por su parte se perdió en torbellino de emociones que le hacía sentir el rubio, sólo pensaba en los suaves labios que recorrían su rostro y su cuello y las cálidas manos que repartían caricias por sus brazos hasta entrelazarse con las suyas. De repente recordó que no debía dejarse llevar, pero cuando intentó quitarse al ojidorado, se percató que sus manos estaban esposadas a la marquesa.

 

-Pero qué… ¡Ryota! Suéltame.

 

-No. Quiero sexo Daiki, no lo buscaré en otro lado, ni con otra persona, lo quiero contigo, y si no me lo das, lo tomaré sin tu consentimiento.

 

El rubio comenzó a besar a su esposo, quien no tardo en ceder ante el placer que le otorgaba. Ryota pasó de sus labios a su cuello, específicamente la manzana de adán, sabía que Aomine se excitaba con ello. Con sus manos recorría el torso del moreno, el cual se mantuvo siempre desnudo, facilitándole el trabajo, le encantaba deleitarse con ese abdomen perfectamente marcado y recorrer con sus manos cada línea. Con una de sus manos comenzó a masajear el miembro contrario.

 

-Valla… siempre te burlas de mí porque me excito rápido, pero no te quedas atrás, ya estás muy duro.

 

-Cállate- pero qué le pasaba, se preguntaba el moreno, seguro la abstinencia le había pasado la cuenta.

 

-No seas grosero en frente del bebé- dijo acariciando su pancita.

 

-No digas eso cuando prácticamente me estás violando.

 

-No lo escuches bebecchi, no estoy violando a tu padre, ya que lo está disfrutando- mientras acariciaba nuevamente su pancita -bien, continuemos.

 

Con sus labios comenzó a estimular el pezón derecho de Daiki, mientras que su mano derecha, ya que izquierda se encontraba aún en la entrepierna del ojiazul, se ocupaba del otro pezón.

 

-Ryo-Ryota… q-qué haces… mh…

 

-Te hago sentir bien, amor. Estoy retribuyendo todo el placer que me has hecho sentir.

 

Continuó de este modo hasta que los gemidos, casi gruñidos de su esposo le pedían por mas, en ese momento comenzó  a descender con su boca, dejando un camino de besos, lamentaba que la piel de su esposo impidiera dejar marcas muy visibles, pero aun así daba una que otra mordida. Cuando llegó a la entrepierna de su marido, quitó rápidamente el delgado pantalón que se había puesto, y comenzó a morder ligeramente su miembro a través de la tela del bóxer.

 

-R-Ryota, es… suficiente…- dijo el más alto tratando de aguantar sus gemidos -s-sólo hazlo, ya… me tienes vuelto loco…

 

-No me vuelvas a dejar en abstinencia, Daiki- dijo el rubio con autoridad.

 

-N-nunca más, l-lo juro…

 

-Bien- dijo con una sonrisa radiante.

 

Quitó el bóxer liberando la gloriosa erección del moreno, comenzó con pequeños besos en el glande, continuó con lamidas que iban desde la base del pene hasta la punta y cuando Daiki se lo pidió con desesperación, metió toda la extensión en su boca, subía, bajaba, succionaba, e incluso mordía ligeramente para escuchar los gemidos de su esposo.

 

Daiki estaba experimentando un placer inexplicable, más por las condiciones, que por el acto en sí, el rubio siempre se lucía con las mamadas, pero nunca había sido tan masculino y dominante, jamás se había sentido sometido por su esposo, y se sorprendió aún más cuando la sensación de sumisión en vez de causarle molestia, le estaba agradado más de lo que se atrevía a admitir.

 

-Ryo… me correré… de-detente… por favor… mgh… ah… -pero el rubio sólo continuo succionando incluso con más fuerza, haciendo que el moreno se corriera en su boca, para luego tragar el amargo néctar que el otro le ofrecía.

 

-Parece que alguien se calmaba masturbándose.

 

-No analices mi semen.

 

-Moo… tú siempre lo haces…- dijo el rubio con un puchero que le pareció muy tierno a Aomine -y bien, pensaban en mi o no.

 

-En quien más crees que pensaría…- dijo Daiki con un sonrojo apenas perceptible debido a su color de piel -ahora suéltame.

 

-Crees que he terminado- Ryota comenzó a lamer su dedo índice ante la atenta mira de su esposo, continuó con el dedo medio -apuesto a que quieres estar en mi interior- bajó su mano, pero en vez de acercarla a su propia entrada, comenzó a roza la virgen entrada del moreno.

 

-¡Q-que haces Ryota! ¡Mhg!- gimió al sentir la punta del delgado dedo de su esposo.

 

-Apuesto que hasta el momento nada ni nadie ha entrado aquí…- empujó un poco más adentro haciendo que el otro arquera la espalda y derramara un par de pequeñas lágrimas debido al dolor que le había causado.

 

-Ryo-Ryota, d-duele… n-no sigas- y el otro finalmente sacó el dedo de su interior.

 

-Así que este es tu sabor- dijo luego de lamer el dedo que había entrado en la cavidad de su moreno.

 

El otro seguía con los ojos fuertemente cerrados, si iba a ser violado prefería que fuera su esposo a que fuera cualquier otro, pero debía prepararse mentalmente, la primera vez de Ryota había sido bastante dolorosa y debido a la falta de experiencia de ambos, incluso lo había herido, talvez el rubio quería su venganza. Estaba preparándose para el dolor cuando sintió un dulce beso en su rostro, luego dos más, uno en cada uno de sus parpados, llevando las escasas lagrimas que había soltado. La amabilidad del gesto lo hizo abrir los ojos sorprendido, y ahí estaba su rubio con una tierna sonrisa.

 

-Estúpido Daikicchi, no tienes que tenerme miedo, jamás te haría algo como eso a la fuerza- dijo acariciando el rostro del contrario -no lo haré, pero también soy hombre, por lo tanto comprenderás que también quiero estar arriba, deberás concedérmelo en algún momento, no te obligaré- lo besó en los labios -ahora quiero que me tomes- lo liberó de las esposas -so-solo se tierno…

 

El moreno se estremeció con la ternura de la que era capaz el ángel que tenía por esposo, su rostro completamente sonrojado tratando de ser escondido por el flequillo al bajar la cabeza por la vergüenza. La escena le hizo olvidar el intento de violación que había sufrido, y una vez libre, abrazó y besó al ojidorado, lo recostó con delicadeza y fue repartiendo besos mientras le quitaba la ropa, cuando llego a los bóxers, no le sorprendió encontrar erecto el miembro contrario, se dedicó a brindarle todo el placer que podía; con una mano se encargó del falo de su esposo, con la otra acariciaba preparando la entrada del rubio y con su boca las zonas sensibles del cuello y oído, susurrando dulces palabras para la madre de su futuro hijo.

 

-Da-Daikicchi, es-estoy listo…

 

El moreno cambió posiciones, acomodó la almohada para quedar sentado, acomodó a Kise encima de él y lentamente introdujo su pene en la cavidad de su esposo.

 

-Mhg, ah… Da… ahm... ikicchi…

 

El moreno tomó las caderas del ojidorado, las embestidas eran lentas, certeras, no muy frutes, ya que el ojiazul, aún temía por el pequeño en el vientre de Kise, sin embargo las estocadas le eran muy placenteras para el rubio, quien se aferraba con fuerza a la ancha espalda de Aomine.

 

-Voy  ahm…

 

-Hazlo amor… aún me queda bastante energía… mhg, así que no creas que cuando acabes te soltaré.

 

El rubio liberó su esencia en un par de embestidas más, y tal como prometió, el ojiazul, no lo soltó, sin embargo mientras su esposo se reponía, cambió de posición, esta vez  acostándose de lado y pegando la espalda de Ryota a su pecho, puso su cabeza en el cuello de Kise repartiendo pequeños besos en toda la extensión de este, acarició las piernas del ojidorado y las separo ligeramente para poner en medio una de las propias.

 

-Estás listo amor…- susurró en su oído, recibiendo sólo un gemido provocado por la estimulación de la cavidad que no necesitaba ser dilatada debido al ejercicio anterior.

 

Decidió tomar le la expresión como una afirmación y comenzó a entrar lentamente en el rubio, quien tomó el muslo del moreno para que la penetración fuera más profunda, mientras que Daiki estimulaba el miembro de este. Aomine comenzó a moverse lentamente y al mismo tiempo besaba al rubio, quien seguía a la perfección el ritmo del moreno.

 

Daiki tenía bastante acumulado, no estaba acostumbrado a lidiar con la abstinencia, y la masturbación no era suficiente, necesitaba sentir el sabor de Kise, su olor, escuchas sus gemidos, sentir el calor de su cuerpo. No sabía mucho de embarazosos, pero tenía muy claro el lugar en donde se estaba formando el pequeño, por lo que no quería dañarlo, durante el sexo siempre perdía la razón, no era violento, pero Kise siempre quedaba agotado, incluso algunas veces se había desmayado, y en las condiciones que encontraba de seguro eso no era bueno para su futuro hijo. A pesar que ya había sucumbido a sus bajos instintos, aun le quedaba un poco de cordura, por lo que sólo usó posiciones donde fuera el rubio quien estaba encima y marcara el ritmo de las embestidas, un espectáculo digno de ver y donde podía deleitarse con la sensualidad de su esposo.

 

La faena sólo se detuvo una vez que ambos estaban completamente satisfechos y agotados, ahora solo se mimaban el uno al otro, definitivamente la parte favorita de Ryota, ya que Aomine era extremadamente cariñoso, una faceta que sólo le mostraba a él.

 

-Daikicchi- dijo el rubio, quien ahora se encontraba recostado sobre el pecho del más alto -te amo… te amamos.

 

-Mírame- dijo mientras con la mano libre levantaba el rostro del rubio -también los amo y mucho.

 

El ojidorado solo sonrió y besó al moreno.

 

-Escuchaste bebecchi- habló a su pancita una vez que se separó del ojiazul -papi nos ama- dijo mientras la acariciaba -leí en internet, que es bueno hablarles, fortalece los lazos y le facilita reconocernos cuando nacen, especialmente al padre, a quien pueden conocer de esta forma.

 

Daiki sólo sonrío ante las palabras de su rubio, eso era un claro “Háblale, Daikicchi”. Acarició la pancita y bajó hasta estar a la altura de esta.

 

-Hola pequeño, soy tu padre- Kise, quien no se esperaba esta acción sólo atinó a sonreír mientras el moreno continuaba con la conversación- te estoy esperando, pero no te apures, quiero que seas fuerte y la mejor forma de serlo es permaneces con mami hasta que estés listo, por mientras yo los protegeré, cuidare de ti y de mami. Te amo, y a tu madre igual, son mis tesoros- depositó un beso en la pancita y subió hasta hacer lo mismo en los labios de Ryota quien se encontraba llorando de la emoción.

 

-Serás un buen padre…

 

-No lo sé, pero sabes que trataré ser lo mejor posible.

 

-Gracias.

 

-No, gracias a ti por todo, especial mente por hacerme padre.

 

Se besaron nuevamente, un beso lento, suave, que transmitía seguridad, valor, confianza, amor, mucho amor.

 

-Daikicchi, tengo hambre- dijo el rubio una vez que se separaron, provocando una pequeña risita por parte del ojiazul.

 

-No hemos desayunado, pero está listo, lo calentaré y lo traeré, espérame.

 

Aomine salió de la habitación, fue hasta el baño, lavó sus manos y su rostro, una vez que estuvo listo vio en el espejo las pequeñas marcas que había dejado su esposo, había sido genial, le había encantado el Kise que tomaba las riendas del acto, podría acostumbrarse a esta nueva faceta, además que el sexo era, definitivamente, el ingrediente perfecto, con ello podían hacer aún más dulce la espera.

 

Fin.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, estudié un poco de emparazos, pero tengo mala memoria, por lo que es posible que hubiera alguna inconsistencia >///<

Cualquier comntiario o crítica, no duden en comentar.

Nos leemos luego.

XOXO


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