— Nosotros… ¡Nos vamos a casar! — esas palabras dieron en su corazón, atravesándole como si de dagas se tratara.
— ¡Eso es genial chicos! — habló un simpático pelinegro con alegría.
— Si, ya era hora de que se lo pidieras Ahomine.
El rubio estaba luchando por contener las lágrimas que se asomaban en sus ojos.
— Yo… — las lágrimas que antes se habían formado en sus ojos se habían ido, por lo que una falsa sonrisa hizo que todos creyeran que se sentía feliz por ellos — Estoy tan feliz por ustedes, Kurokocchi, Aominecchi.
Midorima no pudo evitar pensar que había un sentimiento que no era felicidad detrás de las palabras del rubio, como si estuviera sufriendo, pero solo lo dejó como un pensamiento.
— Bueno, si me disculpan, tengo una sesión ahora, así que ¡los veo luego! Espero ser invitado — con otra sonrisa falsa y una seña con la mano, el rubio salió de ahí, quitando su máscara al momento de dar la espalda a sus amigos.
Sentía que su mundo se desmoronaba. Pero que podía esperar, lo que él había tenido con Aomine solo había quedado como un recuerdo. Kise estaba consciente de que la razón de su ruptura fue porque el moreno había comenzado a tener sentimientos por Kuroko, así que ¿Por qué habría de sorprenderse?
Mientras caminaba el dolor en su pecho era cada vez mayor, provocando que al llegar a su departamento se derrumbara en el piso.
Lloró. Lloró como nunca en su vida lo había hecho. El único pensamiento que pasaba por su cabeza en ese momento era si Aomine era feliz, el trataría de serlo por el amor que alguna vez el peli-azul le tuvo.
Los días pasaron, al igual que los meses. Kise veía con nostalgia y tristeza la felicidad que brotaba de la pareja. La felicidad que brotaba de Kuroko por estar con Aomine y la felicidad aún más efusiva que se veía en Aomine por estar con el que alguna vez fue su sombra.
Él lo estaba intentando, Dios, sí que lo hacía. Trataba de ser feliz por él, porque si Tetsuya era feliz con Daiki, Ryota sería el doble de feliz por el mayor.
El día de la boda se llegó, así como un dolor aún más inmenso que cuando recibió la invitación de parte de ambos.
La ceremonia dio inicio, dijeron las palabras cliché y sus votos. Dios ¿Cómo podría sentirse feliz por ellos si le dolía ver todo lo que estaba presenciando?
No pudo evitar soltar unas cuantas lágrimas de dolor, y aplaudió al momento en que el juez los declaro un matrimonio.
A pesar de que no podía entenderlo, trataría de aceptar el dolor.
No quería ser una piedra fría por sentir nada, pero creía que era la mejor opción. Por eso se rendiría y diría adiós a ese amor que alguna vez fue.
Levantó su dorada mirada de su celular y la posó en la feliz pareja que bailaba su primera canción como el matrimonio que era.
Se dio cuenta de que, a pesar de él estar sufriendo por ello, se sentía feliz. Veía que no era el único, sus demás amigos también lo estaban.
Porque a pesar de estar sufriendo, Kise se sentía feliz por él.
No quiero ser una piedra fría, piedra fría
Desearía poder reparar esto, pero aquí está mi adiós
Estoy feliz por ti
Quiero que sepas que lo estoy, incluso si no puedo entenderlo
Si feliz es ella...Estoy feliz por ti