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Debajo de la falda de Azul por Arely

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Notas del fanfic:

habra orgias en un capitulo...

 

-¡BINGO!- grito con esa vocecilla chillona que la caracterizaba, había acabado primero, primero que todos ese tonto juego que les ponía el profesor de Inglés para hacer la clase más divertida, una especie de “Basta” al estilo del profesor, se había tardado alrededor de cinco minutos llenar todas las categorías que pasaban desde “numbers” hasta “verbs”.

El profesor, un hombre que no aparentaba muchos años, tal vez  veintisiete, tomo su libreta regalándole una sonrisa coqueta, mostrando esos perfectos dientes blancos, que no se comparaban a la hermosura de su cabello castaño oscuro, a la hermosura de sus ojos verdes, ella tenía también ojos verdes pero los de él eran diferentes, verdes como una laguna iluminada por los rayos solares.

-good, very good Azul- dijo, cuando vio que estaba todo correctamente escrito, limpio y notado que ella no había dudado al escribir alguna palabra pues en la libreta no había ningún manchón ni se notaba que hubiere borrado alguna palabra, puso la libreta de nuevo en la mesa rosando las manos de Azul, un toque inocente pero a la vez coqueto.

-thank you- respondió enseguida con la vista tímida hacia su libreta, con la mirada fija a la firma que le había dejado su profesor, tan estilizada, tan limpia y tan llamativa; acomodo un mechón de su cabello negro largo por debajo de los hombros por detrás de la oreja y alzo la vista de nuevo hacia el pizarrón blanco donde la mano del profesor se deslizaba escribiendo la fecha del día y el tema que verían.

 Manos de porcelana, manos grandes, suaves, cálidas; aun sentía la sensación que habían dejado las manos del profesor hasta hace un momento al haber rozados las suyas.

Sí, el profesor Mariano era un sueño para ella y un sueño para cualquier otra, incluso un sueño para el chico que se sentaba dos bancas a lado de la suya, el chico de cabello azabache miraba con sus llamativos ojos azules, al profesor con cara de bobo, con la estúpida cara de un chico enamorado, pero él no era un chico como los demás con las testosteronas alborotadas, no era como los chicos que presumían los cuadros de su cuerpo para llamar la atención de las chicas, como los chicos que jugaban futbol en el receso, como los chicos que competían para ver quien tenía más fuerza antes de que el profesor llegara al salón, él era el chico al que le gustaba vestir bien, pantalones de colores que entallaban su figura desde un amarillo atrevido a un dócil rosa, con playeras de simples estampados, con anillos en sus dedos, con labios en forma de corazón ligeramente pintados y humectados de un rosa pálido, con una altura promedio para un chico y un cuerpo delgado y esbelto, no marcado pero tampoco se veía flácido como una chica; Richard era el chico gay del salón al que solían molestar, el chico del que se burlaban por haberse confesado al teacher y haber sido rechazado de una forma inmediata y nada sutil, Richard era atrevido y le daba igual lo que dijeran de él, Richard era lo que a Azul le hubiera gustado ser, Richard era para ella perfecto, Richard era positivo y nada lo intimidaba, nada lo hacía dejar de ser como es, Richard era autentico.

Richard era especial.

-nos vamos- le hablo la pelirroja para sacarla de sus pensamientos –la clase ya acabo- Azul miro a los lados para darse cuenta de que Estefanía no mentía, no había nadie más que ellas y el profesor quien estaba terminando de guardar sus cosas en su portafolio negro; había estado tan entretenida envidiando a Richard y mirando al profesor que no tenía idea de lo que había escrito en su libreta anteriormente, rio disimuladamente intentando ocultar su vergüenza.

-claro- respondió, guardo su libreta  en su bolso de piel color café y los lapiceros en su estuche, y acomodo su falda de holanes para bajarla un poco.

-goodbye teacher- se despidió del profesor con una sonrisa igual que Estefanía.

-goodbye Azul, Estefanía- el profesor hizo lo mismo, se despidió de las chicas haciendo un ademan con su mano y salió del salón detrás de las dos muchachas, ellas tomaron el camino izquierdo hacia otro salón y él el camino derecho; sus pasos andaban  por los pasillos hasta la salida al estacionamiento, busco su coche azul y camino hasta él, su próxima clase sería hasta dentro de dos horas así que aprovecharía para  ir a comer aun lugar decente.

-qué día- suspiro cansado recordando la sensación de aquella mirada tan penetrante, aquella mirada que llamaba la atención, nunca había visto nada igual a esos ojos, esos ojos que siempre miraban su espalda, esos ojos que él sabían se lo comían con la mirada y que al mismo tiempo lo mataban, aquella mirada que sólo esperaba el momento y lugar adecuado para una venganza –es un imposible- susurro de nuevo encendiendo el coche para arrancarlo –nunca debí haber dicho eso- dijo de nuevo ya saliendo de la escuela; por inercia bajo el cristal del auto y lo vio parado fumando a lado de un chico, a lado del capitán del equipo de Basquetbol, dentro de las instalaciones de la escuela estaba prohibido fumar pero fuera de ella no, así que varios chicos salían en sus horas libre a fumar, ellos no eran la excepción, aunque ellos dos siempre lo hacían escondidas de los demás grupos donde nadie pudiera verlos, desgraciadamente lo hacían donde él si podía verlos -¿Cómo es que cambio tanto?- se preguntó volviendo a subir el cristal de su auto.

-“teacher, I love”- esas tres palabras salidas de unos labios en forma de corazón aun resonaban en su mente.

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-vámonos ya- susurro aplastando lo que quedaba de su cigarro con la punta de su converse rojo y aspirando el humo que salía de la boca de su acompañante –tengo clase en cinco minutos Óscar-

-entiendo- fue lo que recibió por respuesta del capitán del equipo de Basquetbol mientras este aventaba su cigarro al pavimento –yo me voy primero- le dijo en su oído para después darle un ligero beso en los labios.

-enserio ¿tanto te avergüenza que te vean conmigo?- bufó molesto cruzándose de manos y mirando hacia el edificio de la escuela.

-tengo que mantener mi reputación, cariño- respondió burlón, algo que fastidio a Richard, le molestaba que Óscar no se tomara las cosas tan enserio como él, siempre era él el que tenía que preocuparse por todo, siempre era él el que obtenía la peor parte ¿a cambio de qué?, a cambio de nada.

-Richard no te enojes-

-no estoy enojado- contesto de mala gana, tomo su mochila del suelo y camino de regreso a la escuela mientras que Óscar lo seguía lentamente por detrás, después de todo él que se fue primero fue otro y no él, pasaba sus manos debes en cuando por su cabellera un tanto frustrado de todo eso, esto no era un juego y aunque en un principio esa era la idea estaba cayendo a un vacío, a un pozo oscuro y sin fondo, entrando a una cueva sin retorno.

-“¿Qué hago ahora?”-

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-¿A dónde preciosa?- y ahí estaba de nuevo el muro que siempre la acosaba.

-hazte a un lado Óscar- empujo al chico que estaba frente a la puerta y se adentró al salón hoy le tocaba sentarse a lado de él, a lado de Richard y eso no le agradaba, envidiaba a Richard por lo cobarde que ella era, además de que Richard miraba como desnudando, con esos ojos azules, cuando esos ojos miraban directamente a una persona era como si ellos supieran todos sus secretos, por eso cuando alguien quería golpearlo siempre lo hacían mirando hacia otro lado, como unos cobardes.

Sintió una mano acariciar su trasero y apretarlo, que no pudo evitar abrir los ojos y la boca en perfectas “O” sorprendido -“¿pero qué mierda?”- se dijo así misma y se dio vuelta para voltearle el rostro al descarado, atrevido y poco hombre que lo había hecho volteándole el rostro a Óscar.

Unas carcajadas se escucharon por todo el salón, incluso la carcajada de cierto chico azabache y de ojos azules.

-pero que idiota- susurro para sí mismo Richard pero lo suficientemente alto para que Óscar lo escuchara

-¿Qué dices?- dijo rechinando los dientes Óscar y Richard sólo bajo la mirada para concentrase de nuevo en su celular –te estoy hablando estúpido mariquita- sentía los paso de Óscar hacia él y luego un puño estrecharse en su mentón, ya estaba acostumbrado así que no dijo nada y sólo volvió a su celular -espero que no vuelvas a decir estupideces-  

-no lo haré- respondió bajo sorprendiendo a muchos ya que por lo regular  no solía decir nada después de que alguien le pegara

-eres un salvaje- dijo Azul sentándose en su lugar –por esa razón jamás tendrás estos huesitos- dijo señalándose a sí misma.

El día escolar había terminado normal como siempre,   no había pasado nada nuevo o diferente al día anterior, Azul caminaba a lado de Estefanía a paso lento pasando por algunos puestos de frutas y verduras o más bien el mercado de los jueves, era estorboso y lo odiaba, odiaba tener que caminar en la calle en medio del tráfico de los coches porque la banqueta estaba ocupada por los puestos del mercado, una y otra vez había puesto una demanda en la delegación ya que eso al menos en su estado era un delito,  pero ellos siempre le terminaban ganando con el apoyo de la comunidad, a la comunidad de esa delegación no le convenía que se quitaran esos puestos ya que los productos eran más baratos que los que se encuentran en un súper y estaba cerca de sus casas o complejos departamentales, claro a la comunidad no le afectaba pero ella tenía que ir esquivando autos en las calles junto con Estefanía y como muchos otros estudiantes, y realmente no le molestaba que la gente intentara trabajar porque después de todo de algo tienen que vivir pero la seguridad donde quedaba, un descuido y terminaría aplastada como un sándwich en su mochila por algún coche.

Suspiro cansada cuando llegaron a la estación del metro. Miro a su mejor amiga sacar el cambio para comprar su boleto y ella hizo lo mismo.

Ya con el cambio en su mano las dos se formaron para hacer la fila y comprar el boleto, la fila como siempre avanzaba rápido pero la gente en el metro no, era un desastre siempre chocando con los cuerpos de las demás personas.

Le orgia un auto. De eso estaba segura.

-bueno yo me voy- se despido de Estefanía con un beso en la mejilla y la vio partir hacia el otro lado, el metro que lucía un color naranja muy llamativo se detuvo frente  ella, que suerte,  las puertas se abrieron y la lucha por las personas que querían entrar y las que querían salir empezó, trato de mantenerse de pie mientras la gente chocaba con ella pero no pudo pensó que caería cuando unos fuertes brazos la sostuvieron.

Alzó la vista encontrándose con unos ojos color miel. -después de todo tener un acosador personal no tiene nada de malo- dijo en voz alta para que su compañero la escuchará

-no soy un acosador- le escucho decir, sintió sus manos ser atrapadas por las manos de Óscar y ser jalada dentro del vehículo naranja, justo después de eso las puertas se cerraron.

-justo a tiempo- dijo poniéndole a óscar y este le regreso la sonrisa pero de una forma coqueta –ya te dije que no me atraes- dijo coquetamente –los chicos rudos no me atraen- volvió a decir, Óscar bufo riéndose por la forma chillona de hablar Azul 

-eso es lo que tú dices- dijo acercándose más a ella pero no era algo voluntario era más bien involuntario pues estaba siendo empujado por las personas que saldrían en la próxima estación poco a poco se escurrieron entre la gente para llegar a un lugar más seguro y es que los dos darían todo por ir sentados pero a esa hora del día sería imposible.

Un silencio sepulcral gobernó el ambiente entre los dos porque alrededor sólo eran ruidos y ruidos…

El calor se encerró Azul no podía evitar poner gesto de disgusto cuando el olor a sudor empezó a inundar sus orificios nasales y es que el interior del metro se estaba volviendo un horno…

-“sólo tres estaciones más, sólo tres estaciones más, sólo tres estaciones más”- se repetía una y otra vez echándose aire con un abanico.

-por fin- fue lo que escucho decir a óscar cuando el metro se detuvo en su estación, salió y óscar también lo hizo

-me estas siguiendo- dijo en un tono molesto – porque eso no me agrada-

-oye no te creas tan importante, voy a casa- refunfuño el castaño de evidentemente mayor estatura, y no, no la estaba siguiendo algo que lo sorprendió también a él,  pues jamás pensó que su nuevo departamento estaría en la misma colonia donde vivía la hermosa de Azul.

-tu casa no estaba al otro lado de la cuidad- esa fue una afirmación por parte de Azul que seguía con un gesto de disgusto al pensar que Óscar la estaba siguiendo, eso ya era demasiado.

-Me he mudado- respondió a la afirmación un poco molesto no era tan psicópata como para seguir a un chica linda hasta su casa –ahí- dijo señalando un edificio con las paredes color  rojo vino que sobresalía sobre los demás

-estas de broma- dijo sorprendida y hasta asustada –yo también vivo en ese edificio-

-¿bromeas?- dijo igual de sorprendido

-no, no lo hago- respondió Azul sorprendida una y otra vez.

Y ahí estaban los dos dirigiéndose hacia aquel complejo de departamentos en un  silencio incomodo y es que aunque fueran compañeros realmente jamás se había hablado mucho o al menos Azul no había querido tener alguna conversación verdadera con el chico presumido que se las daba de galán y que siempre la acosaba, pero hoy era diferente esa era la oportunidad que Óscar tenia para molestarla pero no lo hizo, acaso lo que hacía en la escuela, sus acosos, sus insinuaciones eran todas mentiras.

-oye en verdad eres muy bonita- escucho decir a Óscar mientras caminaban, un sonrojo se apoderó de sus mejillas, ella sabía perfectamente que era bonita, ella sabía que los chicos la veían como la más hermosa de la escuela, pero jamás nadie se lo había dicho tan directamente y las palabras que habían salidos de los labios de óscar se escuchaban tan verdaderas que le resultaba imposible no creérselas –siempre he pensado que eres muy bonita y muy linda-

-gra … gracias- logro decir con mucho esfuerzo. Siguieron caminando por las calles lentamente uno al lado del otro hasta llegar al edificio de cerca se veía mucho más grande y alto que de la lejanía anterior –¿y en que piso vives?- pregunto nerviosa tratando de recordar los dos departamentos que estaban libres, uno a lado del suyo y otro en el piso 17.

-en el tres, es pequeño pero está bien- respondió escondiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón negro, pasaron por el elevador pero no subieron ya que este se llenó de gente y hacia demasiado calor como para querer oler aquellos fluidos corporales conocidos como ‘’sudor’’.

Caminaron en silencio debes en cuando se dirigían una que otra mirada, Azul no podía creerse lo que estaba pasando el chico que siempre se mostraba agrio, vanidoso, acosador, egoísta, caminaba a lado de ella más tímido que su pequeña hermana cuando le presentan a alguien.

-bueno aquí es- dijo parándose frente a su puerta y sacando la llave del bolsillo de su pantalón pero al notar que Azul se paró unos tres pasos después de él se quedó perplejo –ahora tú eres la que me sigue-

-ja, ni que fueras la gran cosa- dijo con un gesto de indignación mientras sacaba también su llave y señalaba la puerta frente a ella –yo aquí vivo-

-oh ya veo- dijo sorprendido y después rio –es el destino el que nos quiere ver juntos- le mando un beso a Azul y se metió a sus departamento.

Azul culpo al calor por aquella reacción tan tonta que tenía su cara, si era culpa del calor su sonrojo, palmeo sus mejillas tres veces y se adentró también su departamento.

-qué día- se dijo así misma; coloco su bolso en el sillón rojo y camino hasta el comedor donde estaba una nota para ella junto con unas sincronizadas

Mi pequeño bebe aquí te dejo unas sincronizadas para que comas, caliéntalas de nuevo en el horno, ni si te ocurra comerlas  frías, no se te olvide ir por tu hermana al preescolar y haz tu tarea, pórtate bien Azul.

Atte. Tu mamá…

Pd: tu padre te mando un regalo

-mi papá- camino hasta el sofá y vio la caja adornada con papel azul rey brillante y un moño dorado; con emoción reflejada en su rostro abrió el regalo,  quito el papel china con desesperación, más sus ojos verdes se volvieron fríos al ver el contenido.

Unos pantalones de mezclilla negros para hombre, unos zapatos negros para hombres, una camisa azul, y ropa interior para hombre.

Tomo la nota de la caja y se dispuso a leerla:

Para que empieces a hacerte hombrecito

Bufo molesto y apretó la nota entre sus manos para luego lanzarla al bote de basura.

 

Así empieza la historia de dos chicos enamorados de la misma persona, relacionándose con la misma persona y no sabiendo que hacer con esa ola de emociones que empiezan a surgir en sus corazones.

-Dime me aceptarías como soy-

-Dime que soy yo para ti-


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