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Amor para Luis (novela gay, homoerotica) por patyunam

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Notas del fanfic:

Agradecimiento a Gabriela Ibarra por la hermosa ilustración y por el apoyo a la hora de hacer la historia.

Notas del capitulo:

Esta historia está dedicada a mi amigo Luis, el cual es tan tierno que espero conmover un poco su corazón y regalarle un dulce romance con el chico de sus sueños.

Capítulo 1 : Encontrándote.

Mi nombre es Luis siempre me he considerado un chico sonriente y bastante simpático, a mis diecinueve años todos me dicen que parezco mucho más pequeño por mi baja estatura. Los que me conocen me comentan que de mí les gusta mi sonrisa hermosa que los ilumina, aunque cuando algo me molesta no dudo en fruncir el ceño y hacer uno que otro ademán vulgar con las manos para demostrar mi enojo. Asimismo me gusta mucho cuidar de mi apariencia, ya que todos los días intento dar lo mejor de mí mismo para los que me ven, de igual forma  busco innovar en la moda sin caer en cosas ridículas llamativas, además para mí es indispensable cuidar mi cuerpo con ejercicio aeróbico, pesas y dieta todos los días. Por último cabe mencionar que desde que llegué a la pubertad he soñado con encontrar un lindo chico que llene ese gran vacío que siento en la vida.

Finalmente como a todos nosotros me alcanzó el día de elegir el camino que tomaré definitivamente una vez que ingrese a la universidad, fue así que elegí  a pesar de todo lo que dijeron en casa, incluyendo a compañeros en la preparatoria y algunos amigos, el estudiar filosofía, para encontrar la verdad no absoluta sino la de mi propio camino en la vida.

Acababa de entrar a la universidad y ahí conocí a muchas nuevas personas, entre ellas un chico que me desagrado al instante, un tal Frankie, de esas personas que recursan algunas materias a causa de que no tienen la capacidad para acreditarlas; el cual fue de inmediato tan odioso para darme una mirada con desagrado casi saltando chispas entre nosotros. Ambos somos totalmente distintos y buscamos impactar a los demás con nuestra apariencia, sin embargo creo que ese tipo busca que lo vean a fuerzas por su ridícula forma de vestir. Por supuesto que mi forma de impactar a los demás es de forma agradable; a diferencia de  ese tipo Frankie que viste colores llamativos y cosas que lo hacen lucir mucho más escuálido de lo que es en realidad, sin olvidar su cabello que conforme pasaron los días noté que cada semana tenía un aspecto totalmente distinto con un color que armonizaba con la ropa llamativa. Fue de esa manera que me percaté que nuestro gusto por chicos rivalizará puesto que ambos somos gay y nos agradan el mismo tipo de hombres, razón por la que lo detesto por no decir que comienzo a odiarlo.

La cosa que siempre me ha delatado sobre mi orientación sexual es ese caminar en el que me encanta mover la cadera y sacudir mis amados glúteos que se levantan entre los pantalones, sin lugar a dudas eso me trae popularidad entre las mujeres, algunas con envidia otras con admiración, pero también con los hombres, aunque ninguno de ellos fuera gay, dos de ellos parecen notar mi aire sexy cargado de sensualidad. Sé que puede sonar vanidoso pero no es algo que yo mismo pensara, mis nuevas y lindas amigas me lo han dicho, me es fácil hacerme de amigas sobre todo con una de ellas Lucía que es mucho más pervertida que yo, en un principio pensé que ella tenía ese aire de ambigüedad en su orientación sexual, sin embargo tiene un novio el cual no sé cómo puede aguantar a una mujer tan extraña y pervertida como ella. También dos de mis amigas son una linda pero extraña pareja Cristina y Sofía, me atrevería a decir que se detestan en ocasiones pero otras andan totalmente melosas besándose incluso en medio de los pasillos de la universidad.

Durante este mes todo parecía normal en la escuela, llena de chicos que la mayoría son heterosexuales, con algunos heteroflexibles y uno que otro gay, desafortunadamente los que he conocido todos son unas pasivas desagradables como lo es Frankie.

Cierto día apareció un tipo totalmente homofóbico, el cual se cambió al turno vespertino a todas las clases en las que yo estoy. Ese tipo alto y de tés pálida, cabello corto negro, cuerpo atlético por no mencionar sus pectorales y con gafas de pasta me vio de forma fea el primer día que llegó al salón, aunque su mirada seria se movió de dirección hasta el profesor de historia de la filosofía que acababa de llegar,  le cambió seguramente los pensamientos en su cabeza y a quien no, si el profesor a pesar de tener más de treinta y algo calvo, pero con la cabeza rapada, tenía el cuerpo más deseado de toda la facultad, las mujeres atiborraban el salón, muchas de ellas se cambian a su clase con tal de poder obtener un guiño y su encantadora sonrisa coqueta. La diminuta esposa del profesor  llega a cuidarlo de vez en cuando, ella también profesora de la facultad, temida puesto que es la más estricta de todas, sin embargo da las mejores clases de Teoría del conocimiento que incluso ha ganados premios por su labor.

Una vez que finalizó la clase, me tope de frente con este tipo nuevo que dijo con una mirada inquisidora sobre mí:

— Hazte aún lado sucio rarito.

— ¿Cómo me dijiste bestia? — Respondí enojado, dispuesto a defender mi espacio, le dirigí la mirada más enojada que tenía, lo reté con ella pensando golpearlo afuera del salón, hasta que una voz nos interrumpió.

— ¡Yael! ¿Eres tú? — Expresó alguien desde atrás de mí.

La tensión entre nosotros desapareció pues otro compañero parece conocer a ese detestable homofóbico y preferí ignorarlo marchando a la cafetería con mis tres amigas que me jalaron para contarme que el hermoso profesor traía un pantalón tan pegado que se podía notar todo lo que la naturaleza le regalo a ese extremadamente sexy hombre. Lo miramos pasar, puesto que seguramente salió del salón y con su profunda voz nos dijo:

— Nos vemos la próxima clase, no olviden traer su línea del tiempo.

Al guiñarnos un ojo más de una suspiró, pero nosotros cuatro sólo lo miramos pasar discretamente, es todo un placer observarlo, aunque lo más curioso es qué hacen dos chicas lesbianas mirando a un tipo, todo esto se debe a que ellas antes no eran lesbianas sino muy buenas amigas que al cabo de los años descubrieron que entre ellas había algo más que amistad.

Así que les conté lo que ese tal Yael me había dicho, en verdad me causó una desagradable impresión, por lo que decidí ignorarlo tal cual lo hago con Frankie la pasiva loca; todo el día evadí sus miradas, me concentré en las clases y las bromas pesadas con mis amigas. Los chismes siempre son la mejor parte de tener un grupo de amigas con las que comparto mis pensamientos y sueños.

El siguiente día intenté ignorarlo pero el tipo que es su amigo faltó por lo que estaba solo para entretenerse conmigo, se sentó a mi lado y se mostró aburrido, no le habla a nadie más en la clase por lo que de pronto dijo:

 — ¿Qué haces?

Tenía el celular en la mano por lo que simplemente respondí sin mirar:

— Leo unos mensajes.

— ¿De alguien que te gusta? — Preguntó interesado.

Pensé en ese instante ¡Que rayos le importa! Intenté ser cortante pero algo en sus ojos me hizo responder.

— No tengo pareja, ¿y tú?

— Yo tampoco, hace más de un mes que salía con una chica que se volvió traicionera, de hecho por eso me cambié a este turno, porque ella estaba en todas mis clases y verla cerca del tipo con el que se fue me hace rabiar.

Sentí pena por él, por algunos momentos me pareció lindo, algo en sus palabras, en su lenguaje corporal tan frágil, tan perdido, olvidé la grosería del día anterior y charlamos entendiéndonos hasta que comenzó nuestra clase y de vez en cuando al levantarme noté su mirada inquisitiva sobre mi trasero; más aún mis amigas advirtieron que de hecho así es. Al terminar la clase me levanté y me despedí cordialmente de él.

A partir de ese momento no pude dejar de pensar en Yael, comencé a admirar su figura la cual bastante atractiva pues sus brazos se marcan a través de sus playeras que se le ciñen al cuerpo, tampoco advertí esa sonrisa que podría ponerme en cuatro para entregarle todo. No comprendo de dónde vienen estos absurdos pensamientos, sin embargo me encuentro extrañamente feliz. Siempre acostumbro llegar temprano a las clases, el día de hoy específicamente quise encontrarlo por lo que llegué mucho antes al salón el cual se encuentra vació. Me adentré un par de pasos y de pronto sentí un cálido abrazo de un cuerpo pegándose a mi espalda. Cada parte de mí se estremeció, se rizaron mis bellos de las manos y me saludo de inmediato soltándome:

— Hola Luis.

— ¿Yael?

Se separó para sentarse en uno de los pupitres como evadiendo el hecho de haberme embarrado prácticamente su cuerpo, mi corazón emocionado se aceleró. Sonreí coquetamente expresando mi emoción, de igual forma su sonrisa me envolvió, hasta que llegó su amigo:

— Hola Yael. — Dijo el chico que ingresó al aula, luego me miró y me saludó también: — Hola.

— Hola. — respondí seriamente pues los ojos de Yael dejaron de mirarme y me ignoró totalmente.

Caminé a la ventana y me senté ahí esperando por los demás compañeros que tardaron algunos minutos, entre tanto marqué el número de Lucía:

— ¿Lucía a qué hora piensas llegar?

— Ya voy Luis, lo más seguro es que llegué un poco tarde.

— Necesito que estés aquí ya. — Expresé lloriqueando.

— Ya voy, ya voy, no tardo.

Me resigné y recargué mi rostro contra la paleta de la banca hasta que la pareja dispareja llegó. La enorme y sonriente Cristina con aire seductor tomaba de la mano a Sofía que le quedaba algo pequeña pero siempre supo hacerse respetar a pesar de su corta estatura.

— ¿Luis que te sucede? — Preguntó Sofía mientras Cristina la abrazó por detrás.

— Ya pueden separarse un poco mientras me hablan. — Expresé con molestia, suficiente tenía con el rechazo de Yael como para tenerlas abrazaditas y besándose.

— No seas envidioso. Seguro te encontraste con Frankie en la biblioteca de nuevo y se llevó el libro que necesitabas — Exclamó con una risita corta Cristina.

— No, esta vez no he visto a ese tipo fastidioso. — respondí girando los ojos para arriba en señal de hastío.

— ¿Entonces que tienes? — Preguntó nuevamente Sofía.

— Es Yael, me abrazó y luego me ignoró totalmente cuando llegó su amigo.

— Ya te dijimos que te alejes de él, no está interesado en ti, ya que no es gay. — Refutó Cristina.

— Olvídenlo, quizá es mi imaginación. — Suspiré aparatosamente mientras dirigí un pequeño vistazo hasta Yael, el cual al encontrarse con mis ojos agachó avergonzadamente su mirada.

Volvió a su charla al lado de su amigo con el que los he observado tomar fotos o video a las chicas que llevan ropa ajustada o diminuta. Me hace dudar de su atracción por mí, creo que simplemente está intentando molestarme por ser gay.

A media clase llegó prácticamente interrumpiendo Lucía, me pregunto si algún profesor le impedirá el paso a sus clases, cosa que no ha ocurrido; todo el tiempo llega corriendo a sentarse a escuchar la mitad de todo y preguntar luego que cosa se perdió.

Yael no dejaba de mirarme a escondidas, prácticamente sus ojos se dirigieron a los míos haciendo que perdiera las palabras de la profesora que llamó mi atención un par de veces. Al finalizar la clase lo primero que hice fue correr con Lucía para contarle:

— Oye tú, si sigues llegando tarde te van a regañar los profesores.

— La próxima no ocurrirá. ¿Entonces cuál es la urgencia?

— Bueno es que Yael me abrazó.

— ¿Yael? ¿Quién es Yael? ¿Tu novio?

— No Lucía, Yael es el homofóbico al que quería golpear el otro día.

— Déjame ver si entiendo, ¿el homofóbico te abrazo delante de todos?

— No, lo hizo cuando me vio solo en el salón.

— Yaoi, ¡pero que lindos! Ya puedo imaginarlos en escenas de romance. Tú lo besas y luego se van a la cama para demostrarse todo el afecto que sienten.

— Un segundo, no comprendo ¿Yaoi?

— Ya sabes, las historias de romance homosexual que escribo, dos chicos que sienten un amor imposible y logran saltar todos los obstáculos que les impone la sociedad y sus propios prejuicios para que el amor sea por siempre el ganador.

Lucía como todo el tiempo soñando con sus locas historias e imaginando su yaoi hasta donde no hay. Todavía recuerdo cuando se puso a comparar al profesor sexy con su propio novio ¿Quién será el activo? Preguntó. Claro que en sus extraños términos de chica friki.

¿Será posible que Yael se atreviera a tener un día algo conmigo? Suspiré buscando un final feliz a mi propia historia y le expresé:

— ¿Qué piensas de Yael?

— Creo que es lindo, se verán bien juntos pues es alto y tu bajito, seguro que él puede tomarte salvajemente entre sus brazos o cargarte hasta una habitación. Podría ser que le gustará tocarte lentamente mientras pone su boca en los lugares precisos.

— Ya no sigas que me prendes con tanta pasión.

Me reí de sus locuras y fuimos por la parejita de chicas que no dejaban de charlar, Sofía sentada en las enormes y sexys piernas de Cristina. Me sorprende su total descaro, en el que no dejan de tocarse tan abiertamente, ya quiero un chico que haga eso conmigo. El tiempo se va y creo que el amor de mi vida se ha marchado por alguna parte.

Esa tarde mientras las chicas partieron a la biblioteca, yo decidí ir al gimnasio de la universidad, pero qué mala opción, pues me encontré en los vestidores con Yael que se acomodaba el pantalón y tocó sus genitales sugestivamente al tiempo que expresó:

— Seguro que tú quieres un poco de esto.

Mi reacción inmediatamente fue salir del lugar, me indignó que me viera como una mujerzuela, no comprendo sus reacciones, creo que es desagradable, al tiempo que me emociona encontrarlo.

Volví con  las chicas y todas se sorprendieron de saber que ese tipo puede ser un asqueroso patán, ninguno de nosotros se imaginó que pudiera ser tan sucio siendo que es tan serio y callado excepto porque todo el tiempo se la vive al lado de su amigo.

Ese día me sentí enojado, por lo que a la primera mirada grosera de la pasiva llamativa Frankie le devolví otra con ánimo de pelearnos, durante esa clase no dejamos de retarnos e incluso me burle por un comentario tonto que hizo al profesor de esa clase. Al salir del lugar sospeché que me esperaría en las afueras del aula, sin embargo no hay señal de Frankie, por lo que supuse que prefirió evitarnos problemas.

Al siguiente día las dificultades me esperaban, el acosador Yael se portó bien cuando lo encontré en los pasillos de la facultad me sonrió y mi corazón saltó al instante. Caminó a mi lado diciendo:

— Que tal Luis ¿a dónde vas tan a prisa?

— No terminé una tarea y necesito imprimirla, además voy por algunas copias a la biblioteca.

— Yo te acompaño.

No tuve que responder nada, simplemente me siguió muy de cerca hasta llegar a la biblioteca, buscamos el libro en los estantes y justó ahí sujetó mi mano de una manera tan dulce que me temblaron las rodillas, mi corazón se aceleró y comencé a imaginar tantas cosas. Miré su rostro sonrojado, él por su parte no me dirigió la mirada, sencillamente la bajó como intentando ignorar lo ha hacíamos. Sus labios son tan esquicitos que quise besarlos, pero al querer caminar con él a mi lado me soltó y sólo fuimos por las copias que requería. Luego de eso charlamos un poco, sin que yo opusiera resistencia ante sus encantos, sentí algo bonito en mi pecho, creo que estoy enamorándome de él.

Las cosas entre Frankie y yo se pusieron aún peor, un par de días después fui llamado a la coordinación de filosofía por una queja formal del tipo, sólo pensé “es realmente un cobarde”. ¿Poner una queja sólo porque nos miramos feo? Afortunadamente en la coordinación sólo me llamaron la atención, que no debemos portarnos así en la amada universidad pues demostramos que nuestra educación es nula.

Al salir de ahí pensé que las cosas no podrían ser más malas pues recordé al lindo Yael que me busca a diario en la biblioteca para estudiar y permite que yo tome su mano; aunque el día de hoy no sé presentó ahí.

Caminé hasta el salón de la próxima clase y se portó extraño luego de la última vez que incluso su respiración llegó a mi cara de lo cerca que estuvimos, por lo cual supuse que un beso es algo inminente entre nosotros. Una vez en el salón observé que se encuentra justo al lado de la ventana, llegue por la espalda y lo abracé, se tornó tan agresivo,   me separó diciendo:

— ¡Que haces marica, suéltame!

Sus palabras me dolieron, pero todavía más lo que dijo después:

— Lo que quieres es que te la meta para que sepas lo que es un verdadero hombre. Muchas mujeres me han dicho que soy un semental.

Me sentí tan extraño, de cierta forma triste pues el chico que me gusta me trata tan distinto, como si él mismo fuera dos personas. Tengo tantas dudas, me pregunto si él es capaz de estar enamorado, será que yo soy quien lo busca. No pude decir nada, en realidad no tengo idea que responder ante tales acciones y palabras. Volví afuera a esperar por los demás, quise llorar pero no pude, ¿cómo llorar frente a tantas personas? Las amargas lágrimas se atoraron en mi garganta, contuve todo rastro de enojo o molestia, intentando evadir aquel desprecio tan tajante. No tengo intención de contarle a nadie, de hecho prefiero no quedarme a que me pregunten ninguna cosa. Caminé varios minutos por la facultad algo triste, me alejé totalmente del salón y de pronto la vi llegar:

— ¡Hey! Luis. — Expresó Lucía en la lejanía.

Una sonrisa fingida salió de mis labios:

— Hola Lucia, otra vez no llegaste a la clase.

— Es cierto, tendré que ponerme al corriente con las lecturas de la semana. ¿Pero tú qué haces aquí?

— Yo tampoco llegue…bueno no quise entrar a la clase.

— Eso ¿por qué?

— Es que Yael es un idiota. Lo abracé en el salón y luego me rechazó de una forma vulgar y sucia, incluso me propuso tener sexo.

— ¿Qué eso no te gustaría?

— Bueno si, pero lo dijo como para burlarse de mí, no entiendes, fue para mandarme al diablo si le digo que lo hagamos. Además no pretendo ese tipo de cosas, yo imaginé algo totalmente distinto entre nosotros. — Suspiré mirando al suelo para evadir mis emociones que me rodearon haciendo prácticamente incontenible ese profundo dolor.

Los brazos de Lucía me rodearon y me dijo al oído sin soltarme:

— Ya no estés triste Luis, estás muy peque, todavía no has encontrado al chico indicado.

— No hagas eso Lucía, si sigues hablando de ello y abrazándome me haces llorar.

— ¿Pero por qué se portó así? ¿No decías que hasta te tomó de la mano?

— Si, eso fue una vez aunque después yo tomaba sus manos en la biblioteca mientras estudiábamos.  — Me separé de sus brazos para continuar: — Él me ha contado que su padre es estricto, su familia es tradicional y además que tiene un hermano gay, al cual rechazan, por eso creo que él oculta sus deseos y sus relaciones heterosexuales nunca le duran, su anterior novia lo engañó.

— De todas formas nada lo justifica a tratarte así, tu mereces algo mejor, no una basura homofóbica. Si no sabe lo que tenía entonces que se marche. — Refutó Lucía.

A lo largo de ese día me sentí muy triste, necesito realmente olvidarme de Yael, pero sólo pensar en él me hace imaginar que un día aparecerá  y me besará delante de todo el mundo. Creo que todo sería posible si olvida un poco sus prejuicios, estoy seguro que yo también le gusto de la misma forma. El camino a casa se volvió tan absolutamente largo, mis pensamientos se marcharon a imaginar un sinfín de escenarios entre nosotros, aunque rompa mi corazón creo que no puedo deshacerme de esas emociones que crecen en mi corazón por él. Cada estación del metro se volvió eterna por contener algunas lágrimas al recordar esa forma de mirarme con desprecio, sus hermosos ojos cafés que alguna vez parecían amorosos, ahora con toda esa enorme carga de contradicciones. Llegué a casa y me encerré en mi habitación a finalmente desahogarme, lloré un largo rato hasta dormirme.

Levantarme temprano con los ojos hinchados fue agotador, a pesar de haber dormido bastante bien no podía abrirlos, por lo inflamados que los tenía, por lo que me coloqué una compresa fría sobre ellos un par de minutos para luego asearme y partir a la universidad. Decidí de una vez por todas no aceptar las migajas de atención que me da Yael y procuraré alejarme de él.

Durante esos días ha sido tan difícil no encontrarnos, ahora que no quiero verlo porque me duele, me lo encuentro en situaciones que serían oportunas tales como  en  la biblioteca o solos en el salón e incluso en pasillos desiertos, no obstante vuelve a molestarme con comentarios lascivo-agresivos, a los cuales yo hago caso omiso y me marchó lo más aprisa que puedo.

La cosa más extraña fue durante una clase, en la cual no pude evadir su cercanía, ya que se sentó a mi lado una vez iniciando la misma. Se aproximó como para mirar mi libro y me dijo bajito sobre mi oreja:

— Te extraño tanto Luis.

Mi corazón saltó de emoción, revivió las tiernas emociones que florecían en mí, pero de igual forma recordé la tortura a la que me somete, por lo que me levanté indignado y me cambié de lugar. Sus ojos se sobresaltaron, me miró con molestia y sonrió con perversidad, no se si me atemorizó o molestó el asunto, sin embargo pensé que si no es capaz de aceptar sus sentimientos por mí por lo menos un poco, no tengo porque ceder a sus caprichos.

Al siguiente mientras pasé por los salones del tercer piso para llegar hasta el último en dónde sería mi siguiente clase fui prácticamente arrastrado hasta uno de los salones vacíos por Yael.

— ¿Qué es lo que quieres Yael? ¡Déjame tranquilo! — Dije al tiempo que caminamos al interior del lugar. 

Yael me arrincono con fuerza contra la pared de aquel salón, fue horrible dijo en mi oído de forma sucia:

— Ahora si vas a saber lo que es un hombre de verdad.

Lamió mi rostro de forma desagradable y me tocó lascivamente con agresividad.

En ese momento me sentí perdido, no pensé que el tipo pudiera ser tan cruel. Cerré mis ojos y escuché un grito de Yael:

— ¿Qué te pasa? No te metas donde no te llaman, tengo que castigar este marica por molestarme.

Los abrí mirando a Yael que se cubría el rostro atemorizado. Un chico lo había golpeado, bastante alto cabello rubio oscuro y ojos claros, muy fornido, el cual respondió enojado:

— ¡Déjalo simio descerebrado! No tienes derecho a lastimar a alguien indefenso como él. Largo de aquí antes de que llame a la seguridad de la universidad. Ya veremos que versión es la más adecuada, recuerda que los atentados homofóbicos son castigados con más dureza.

— Otro día hablamos Luis, tu sólo espera y veras lo que te pierdes. — Expresó Yael mientras marchaba fuera del salón.

Una vez que estuvimos a solas yo sólo me recliné contra la pared y me dejé caer hasta el suelo a sentarme y llorar de impotencia, no quería hacerlo pero tal impresión de ser tocado de esa forma desagradable me hizo sentir tan sucio y deprimido.

— ¿Te encuentras bien Luis? — Escuché la voz del chico que seguía en el salón a mi lado.

— Si, ya estoy bien, gracias ¿puedes dejarme solo?

— Creo que… me esperaré un poco, por si vuelve, quiero saber que te encuentras bien. A propósito mi nombre es Samuel, pero dime Sam.

Sus palabras algo temblorosas me quitaron esa sensación de oscuridad que me tenía cubierto. Dejé de taparme la cara y me levanté.

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PDV (Punto de Vista) Sam

Ingresar a la universidad finalmente me hizo sentir tan orgulloso, mis padres estaban tan felices que me compraron un auto, siempre he sido de las personas con calificaciones impecables, me esfuerzo para lograrlo y siempre lo consigo. Sin embargo cambiar de escuelas particulares a la universidad pública, ya que es la mejor me hizo pensar que no conseguiría obtener el número de aciertos para esa carrera a la que tanto quiero acceder. Aunque ahora que lo logré ver a tantos compañeros perdiendo el tiempo, sin leer todo lo que nos dejan los profesores, sin hacer tareas y cumplir a medias, me hacía notar que estoy por encima de todos ellos. Cierto día comencé a advertir que alguien aparte de mí es una persona interesante, ese chico que lo he mirado desde lo lejos leer un montón de libros y llegar siempre a clases con todas las tareas, me resulta una persona totalmente especial entre los otros.

Ese día escuché su nombre una vez que el profesor pasó asistencia supe que se llama Luis, procuré mirarlo a escondidas, sé que los demás saben lo que pienso de ellos, pues cuando me preguntan sobre las tareas o exámenes no les explico nada y procuro ser lo más cortante posible. No pretendo ayudarlos en su flojera, simplemente quiero obtener un grado como doctor en Filosofía y volverme académico investigador de esta prestigiosa universidad. Conocer a un chico con la misma entereza para los estudios me ilusionó, además lo he escuchado hablar cuando los profesores preguntan algo y es realmente inteligente, de alguna forma creo que me gustaría quizá un día compartir algunas ideas sobre la realidad que nos rodea. Creo que si no fuera porque todo el tiempo está rodeado de aquellas extrañas mujeres yo me presentaría para conocerlo un poco.

Los días han pasado y ahora lo vi interesarse por un tipo desagradable, un tonto seso hueco que sólo se dedica a perder el tiempo, no debería acercársele, ya que no es para nada como él, nunca sabe realmente de lo que hablan los profesores y he visto las calificaciones pésimas que le dan en las tareas de lógica.

Me he vuelto loco, me la vivo pensando en Luis, no entiendo la razón, si toda la vida esperé encontrar una mujer que me nublara el sentido como lo hace él, pero no puedo ser gay, debe ser quizá algún complejo pues él me resulta como un hermano pequeño.

Lo he estado siguiendo a la biblioteca, me hace rabiar verlo con ese tipo que se burla a sus espaldas, se jacta con su amigo de que Luis está loco por él, pero él es quien lo busca. Una vez lo escuché decir que le molesta tener cerca a Luis, pero luego fue y le tomó la mano. Sentí ganas de separarlos pero me contuve recordando que es una estupidez enojarme de las relaciones entre los compañeros, ya que ni siquiera nota que yo existo.

Como todas las veces llegué temprano a la escuela para leer en los jardines, pero por alguna razón quise entrar al salón antes de la clase y vi a Luis siendo jalado hasta un salón por aquél desagradable tipo, caminé y en silencio me asomé por la diminuta ventana de la puerta, entonces los vi, Luis estaba siendo forzado por ese tipo, se resistió y enojado intentó separarlo, no obstante su corta estatura le impidió defenderse. Debía hacer algo, no puedo permitir que abuse de Luis, por lo que abrí y lo golpee a lo cual expresó sin intentar devolverme el puñetazo:

 — ¿Qué te pasa? No te metas donde no te llaman, tengo que castigar este marica por molestarme.

Ese maldito homofóbico, diciéndolo tan abiertamente debería ser castigado, razón para responder amenazante:

— ¡Déjalo simio descerebrado! No tienes derecho a lastimar a alguien indefenso como él. Largo de aquí antes de que llame a la seguridad de la universidad. Ya veremos que versión es la más adecuada, recuerda que los atentados homofóbicos son castigados con más dureza.

— Otro día hablamos Luis, tu sólo espera y veras lo que te pierdes. — Expresó el tipo saliendo del salón.

Luis no se sentía bien, no pude ver su sonrisa ni sus ojos pícaros que muestra cada que ríe, me entristeció profundamente no verlo feliz. Pensé en marcharme, después de todo debe ser vergonzoso que alguien intente tocarte por la fuerza, aunque observar que se sentó en el suelo tapando su rostro me conmovió, por lo que pregunte:

— ¿Te encuentras bien Luis?

— Si, ya estoy bien, gracias ¿puedes dejarme solo?

Definitivamente él desea que yo me marche, pero no puedo dejarlo así, ya que podría volver aquel salvaje a continuar molestándolo.

— Creo que… me esperaré un poco, por si vuelve, quiero saber que te encuentras bien. A propósito mi nombre es Samuel, pero dime Sam.

Sus ojos volvieron a los míos, en los cuales vi la desolación, el vacío causado por una ruptura amorosa, a pesar de ello pensé en hacerme su amigo, no es que en realidad quiera ser algo más, pero Luis tiene algo que me resulta tan llamativo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno espero que fuera de su agrado y nos vemos en el siguiente episodio.


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