Carta inédita de Seung Cheol
"13/04
La primera vez que le vi, sí mal no recuerdo, fue durante mis prácticas de baseball. Él cruzaba las canchas con su mochila colgando vagamente de su hombro izquierdo, con algunos broches de series que hasta el momento no supe de dónde eran. Estaba casualmente mirando en su dirección y un extraño destello dibujo enormes luces a su alrededor tal y como la gente narra el momento crucial en que se "enamoran a primera vista". Quizá estoy siendo algo extremista pero no me molesta serlo, es más, quién sea que desee leerme y conocer de que se trató mi primera experiencia homosexual; tendrá que saber cuánto me dejo llevar por las cosas del momento y, aquel encuentro simple y casual, de alguna forma, termino siendo el más hermoso recuerdo que atesoro y del cual aún me parece un poco increíble la impecable reacción que tuve. ¿Qué sí me vio? Como es de esperarse, no. Esa ocasión no fue el dramático encuentro entre Romeo y Julieta, ni más ni menos, todo fue algo muy pasajero como lo es un sueño o como algo que ves mientras caminas entre la gente, algo que atrae tu mirada pero no termina siendo lo que esperabas que fuera. Admito que el golpe para despertar me dio bastante fuerte, aunque no supiera exactamente porque tuve la mera necesidad de saber mi realidad cuando siempre es bueno vivir engañado pero satisfecho, ¿no? Vale, pues yo lo creo así. Y de momento sigo arrepintiéndome de no haber hecho algún otro avance entre nosotros para apreciar otras rutas en nuestras vidas y no alargar tanto el cuento esté de sufrir mes tras mes. ¡Hablamos de alguien que no tuvo ni el más mínimo escrúpulo de rechazarme sin tomarse un momento para pensarlo!
En fin, para no alargar más esto, quiero dejar muy en claro que esto es una pequeña máquina de recuerdos. Nada más que eso, no tiene otro propósito sino el tener mis memorias vivas como el primer día en que todo sucedió. Tan sólo de verlo me producía uno escalofrío de la cabeza a los pies y no controlaba las infinitas ganas que tenía de poder acercarme, hablarle, conocerle mejor y saber tantas cosas de él como nadie más. Digamos que, en un comienzo las cosas se tornaban más graciosas a medida de que los días transcurrían y yo sólo lo podía observar desde alguna banca cercana, u otras veces que lo esperaba a escondidas en el parqueadero (como todo un acosador). Llegue al punto en que escribía cartas al azar contándole mis más profundos sentimientos por él y entre otras cosas patéticas sin sentido.
Tenía mis días difíciles, debo confesar, pero su vivaz mirada me reconfortaba a través de mi imaginación. Mi novia me creía loco por ciertas cosas que solía decir o en cambio, comentar sin darme cuenta. Sí, creo que eso era lo que más me torturaba la mente: el estar con alguien a quién poco a poco le fui perdiendo el interés. No es fácil cargar con esa brusca confesión entre el presente y un futuro quebrado (pocos entenderán a lo que me refiero con esto), y no olvidemos a mi familia quienes parecían estar dichosos de no tener que lidiar con un hijo gay. Esos pensamientos me entristecían mucho, casi que entraba en una depresión de días o semanas. La vida como el típico adolescente de Los Ángeles no estaba resultando como esperaba que fuera, pero no tenía otra alternativa, esa era mi "extraña" naturaleza y no podía echarle la culpa a dicho joven desconocido...
¿Desconocido? Pues sí... Yo relativamente sabía cómo era, reconocía sus pasos de lejos, pero nunca supe quién era realmente. De algunos fragmentos que tengo en mis pensamientos, sé sobre algunos casos en donde pude captar un nombre que no he descifrado... ¿Quién sabe?"