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Out of Love por Remisagi

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Notas del fanfic:

Primera historia de esta pareja que escribo, tenía muchas ganas de hacerlo hace tiempo, pero nunca me resultaba bien.

 

Espero les guste y no esté demasiado enrededado :)

Notas del capitulo:

Desde ya me disculpo si hay algún error, solo lo escribí y no lo revisé u-u

 

Era un hermoso día de primavera, brisa fresca despeinando a las personas, sol cálido pegando suavemente en sus rostros, ropa ligera y de radiantes colores adornaban el paisaje. Quién iba a pensar que ese lindo día pasaran cosas tan tristes.

 

 

 

- Debemos terminar –

 

 

 

Sus palabras salieron tan despacio que la persona que estaba a su lado por un momento no proceso la información, ¿había ido bien?, su novio, la persona que más amaba en el mundo ¿le estaba pidiendo terminar?  “No, claro que no”, trató de convencerse, y es que su acompañante no pronuncio palabra alguna luego de esa temida frase.

 

 

 

 

 

El corazón de Park Jimin latía a mil por hora, sus manos sudaban y movía sin parar sus piernas para apartar los nervios que lo carcomían. Después de años de amistad por fin le confesó sus sentimientos a su mejor amigo, Min Yoongi, un chico frio, pero que con él parecía derretirse y ser un cálido hyung.

 

 

 

Jimin esperaba que alguna palabra saliera de los finos labios de su amigo, pero este no decía nada, bajo su mirada nada más escuchar el “me gustas” y ahí la mantuvo hasta ahora. Yoongi observaba sus dedos con atención, como si estos tuvieran la respuesta a la confesión del menor.

 

 

 

- ¿Estás bien hyung? –

 

 

 

Preguntó tímidamente luego de unos minutos en que el mayor de los dos se mantuvo inmóvil, este a los segundos asintió y desordenó su pelo con frustración. Levantó su cabeza y sus ojos se cruzaron con los de Jimin, había tanto brillo en ambos que cualquiera podría ver chispas salir de esa conexión.

 

 

 

Yoongi suspiró y tomó el rosto de Jimin en sus manos, observó con cuidado cada rasgo contrario y se detuvo en sus labios, esos gruesos y tiernos labios que tanta veces deseo probar, y lo hizo. Sin decir nada juntó sus labios con los de Jimin, esperando que ese simple gesto fuese respuesta suficiente para él.

 

 

 

Jimin juró en ese instante que lo que sentía en su estomago no eran mariposas, pudo imaginar una estampida de animales queriendo salir de su interior en forma de lágrimas, pero lágrimas de felicidad. Su mejor amigo estaba en ese instante correspondiendo su amor, las mil cosas que imaginó y temió, jamás pasaron y los labios de Yoongi tenían el sabor exacto que tantas noches soñó.

 

 

 

Para un Jimin de 18 años, Yoongi era su primer y gran amor y quería compartir grandes experiencias junto a él. Apenas el menor salió de la escuela, ambos decidieron teñir sus cabellos de los colores más extravagantes que se les ocurrieran. Así Jimin terminó con un naranja bastante chillón y Yoongi con una menta que hacía resaltar más su blanca piel.

 

 

 

En ese entonces Yoongi tenía 20 años y su sueño siempre fue hacer música, escribir canciones para que Jimin las cantara. Amaba la voz del menor y creía que cualquier canción quedaría bien con su dulce voz. Ambos decidieron entrar a estudiar, el mayor entró a música, para aprender a componer y producir además de que le apasionaba el rap, y quiso aprovechar de explotar esa faceta. Jimin, por otro lado prefirió la danza, expresarse con su cuerpo, casi como una terapia.

 

 

 

Ambos eran felices, su relación avanzaba con cuidado, a paso lento pero sin duda cada pequeña emoción que tenía era impagable. Dos años pasaron, Jimin cumplió 20 años, sus estudios iban bien, ambos invertían mucho tiempo en sus respectivas carreras, pero nunca dudaban el verse cuando el tiempo se los permitía.

 

 

 

Luego de dos años más, ambos terminaron sus carreras con éxito, al encontrar empleo ambos, decidieron vivir juntos, arrendar un pequeño, pero cómodo departamento y comenzar su vida de “adultos”. Yoongi comenzó a trabajar para una pequeña agencia emergente que buscaba jóvenes talentos que llevar al estrellato. Mientras Jimin se unió a una compañía de danza contemporánea donde a pesar de trabajar, continuó perfeccionando su técnica.

 

 

 

Sus vidas eran tranquilas, ambos eran felices, Yoongi lo era y creía a ojos cerrados que Jimin también, pero entonces ¿por qué estaba sentado frente a él mientras aun no lograba asimilar  las palabras recién dichas por el menor?

 

 

 

- Jimin –

 

 

 

Soltó casi como un susurro, en su garganta se formó un nudo que le hacía imposible hablar sin que terminara por derramar las lágrimas que, sin notar, ya se habían formado en sus ojos. Suspiró pesadamente, su corazón comenzó a latir cuando sintió las manos de su acompañante acariciarle el rostro.

 

 

 

- Perdóname hyung –

 

 

 

Pronunció como suplica, mientras secaba una que otra gota de agua que resbalaba por la suave y blanca piel de Yoongi. Y Yoongi sin duda lo perdonaría, siempre lo hacía, pero no sabía qué era lo que tenía que perdonar. ¿El que le haya dicho que terminaran? ¿Todo fue una mala broma del menor? O quizás, ¿la razón del quiebre?

 

 

 

Y entre tantos pensamientos que iban y venían dentro de su cabeza, por un segundo vio como Jimin movía sus labios, pero no logró entender sus palabras, sus oídos se habían bloqueado y sus ojos de nuevo se llenaban de agua que le impedía ver con claridad. El menor terminó de hablar, se puso de pie y se marchó.

 

 

 

Yoongi quiso gritar, correr tras él, pero su cuerpo no respondía. Las lágrimas brotaron con fuerza, la fuerza que sus piernas perdieron la ganaron sus ojos al momento de expulsar la pena, la tristeza y el amor que sentía por Jimin. El día hermoso, para él se volvió el peor de su vida.

 

 

 

Cuando logró salir de su trance, quiso marcharse del lugar, pero ¿dónde debía ir? El departamento era de los dos, de Jimin y de él, y ¿ahora? ¿a quién pertenecía? Era casi obvio que no podía volver ahí, y no quería hacerlo, pero ¿Jimin estaría ahí? Sin querer pensar demasiado se fue a la casa de Hoseok, su mejor amigo, y compañero de trabajo, así como también lo fue en la universidad.

 

 

 

Hoseok al ver sus ojos rojos e hinchados se asustó, lo hizo pasar y le preparó un café, Yoongi se mantenía inmóvil en el sillón que Hoseok tenía en su sala de estar. Cuando el menor llegó con el café se sentó junto a él y aunque no preguntó nada, Yoongi no pudo contenerse más y se quebró. Las lágrimas de nuevo cayeron como si fuera la primera vez que lloraba en toda su vida, como si toda esa agua se hubiese acumulado por años en su cuerpo.

 

 

 

Cuando se hubo calmado, le explicó la situación a su mejor amigo, múltiples expresiones se formaban en el rostro de Hoseok para finalmente terminar con una de desconcierto. El siempre los vio felices juntos, fue testigo de su complicidad, incluso le resultaba chocante ver la personalidad melosa que Yoongi adaptaba cuando Jimin estaba cerca. Nada tenía sentido, para ninguno de los dos.

 

 

 

Yoongi se alojó en casa de Hoseok ese día, y los siguientes. Y así fueron sumando meses y hasta años. Ambos vivían juntos, Yoongi nunca volvió al departamento que una vez compartió con Jimin y no le interesaba saber si el menor aun vivía ahí, pero cuando Namjoon fue a buscar algunas de sus cosas con la llave que este le dio, cuando volvió dijo que todo parecía como si no hubiese sido tocado en varios días. Yoongi le agradeció a Namjoon y una vez este desapareció desechó la llave por el fregadero.

 

 

 

Los meses siguientes en los que se vio obligado a olvidar todas las bellas y las malas cosas vividas con Park Jimin, continuó con su trabajo como siempre, tiñó su cabello de gris y algunas veces en las que Hoseok lograba convencerlo de salir a algún bar, salían durante horas y terminaba siendo él quien cargaba al menor ebrio de vuelta a su casa, pero eso a Yoongi no le molestaba, porque cuando sentía sus ojos arder y los recuerdos comenzaban a golpearlo era Hoseok quien lo alegraba con alguna estupidez vergonzosa, y eso el mayor lo agradecía con todo el corazón.

 

 

 

Una mañana en que la nieve golpeaba con furia las ventanas de su habitación, Yoongi se levantó de su cama aun con los ojos cerrados y se dirigió al baño, tomó una rápida ducha y salió a la cocina a prepararse un café, esperando que Hoseok estuviese ya ahí, pero el menor no estaba y en cambio había una nota pegada a la pizarra colgada en la pared.

 

 

 

“Recuerda que hoy empezamos a trabajar con los nuevos no llegues tarde”

 

 

 

Al terminar de leer despegó el papel, lo arrugó y lo tiró a la basura. Claro que recordaba que empezarían a trabajar con las “nuevas promesas” de la agencia y claro que no llegaría tarde, a veces Hoseok lo trataba como un niño pequeño y de todas formas, ¿no le costaba despertarlo y esperarlo para ir juntos? En fin, luego de años de amistad ese no sería el día en que intentara comprender la mente de Jung Hoseok.

 

 

 

Tomó el último sorbo de su café, cepilló sus dientes y antes de salir al frio exterior tomó una bufanda negra y unos guantes del mismo color, cubrió su cuerpo con una chaqueta café que le llegaba hasta más debajo de las rodillas y salió.

 

 

 

El paisaje blanco le agradaba, amaba el frio más que los días soleados y amaba sentir los copos de nieve hacer cosquillas en su nariz. Caminó hasta una parada de autobús, porque claro, en la casa tenían solo un auto y Hoseok se había encargado de llevárselo primero, aunque no podía culparlo si él era el dueño. Cuando tomó el bus revisó su celular, iba bien en la hora por lo que suspiró relajado, logrando que el vidrio de la ventana se empañara. Una vez llegó a su destino entró a la agencia y el aire caliente del interior lo obligó a desabrigarse un poco.

 

 

 

Caminó rápido a la oficina que compartía con su amigo y ahí estaba él tras un computador concentrado, se acercó y lo vio trabajar en los últimos detalles de la canción que debían presentar en minutos delante de los directivos de la empresa. Cuando el menor se percató de la presencia ajena, ambos comenzaron a trabajar. Una hora pasó y una mujer apareció para avisarles que los estaban esperando.

 

 

 

Caminaron a paso veloz y llegaron a una sala enorme, con espejos por todos lados y varias sillas en una de los extremos. Saludaron con reverencias a todos los que ya se encontraban ahí y tomaron asiento en sus respectivos lugares. A los minutos dos chicos de casi la misma estatura hicieron su aparición.

 

 

 

El primero se presentó como Jeon Jungkook, un chico de 20 años, tez pálida y grandes ojos. El segundo, ligeramente más alto se presentó con el nombre Kim Taehyung, 22 años, su piel era de un hermoso color canela y por el gesto que hacía mordiendo su labio inferior se notaba que estaba nervioso.

 

 

 

Una vez los dos se presentaron un representante les ordenó comenzó a cantar, dio la orden para que comenzara la música y todo el lugar se lleno de expectativa. Yoongi cerró los ojos para agudizar sus sentidos y lograr un mayor disfrute de las voces que comenzaban a sonar. Su corazón se atrevió a acelerarse un poco, las voces que provenían de los dos jóvenes parecían sacadas de otro planeta. Bellas, suaves, juntas sonaban asombrosas, pero Yoongi estaba seguro que separadas serían perfectas.

 

 

 

Una vez terminaron algunos aplausos se hicieron notar y ambos chicos reverenciaron en forma de agradecimiento. Luego de un par de palabras a cargo de los profesores de canto y del mismo director los jóvenes salieron de la sala. Yoongi y Hoseok se pusieron de pie y salieron junto a un hombre que los acompañó hasta su oficina.

 

 

 

- Cada uno trabajará con uno de ellos –

 

 

 

Explicó sentándose frente a los dos. Los jóvenes tenían hermosas voces, eso no había como discutirlo, sin embargo aun les faltaban cosa por corregir y los profesores de canto estaban a tope de trabajo con el grupo que acababan de debutar, por lo que la tarea de entrenar a los novatos era de los dos raperos. Hoseok inmediatamente escogió a Jungkook con la excusa de que su voz era mucho más fácil de trabajar que la del otro chico, por lo que Yoongi no tuvo más opción que aceptar a Taehyung.

 

 

 

Apenas puso un pie en la sala de ensayo el chico se puso de pie haciendo una exagerada reverencia. Yoongi rió un poco y le ordenó que tomara asiento. Se presentó ante el chico nuevo explicándole que ahora estaba bajo su entrenamiento y le advirtió que no sería nada sencillo, Taehyung cerró sus manos en puño y los puso frente a él en señal de ánimo y mostrando lo decidido que estaba por mejorar y aprender de su ahora, nuevo maestro.

 

 

 

Los días enseñándole a Taehyung terminaban con un Yoongi agotado, el chico era bueno en cuanto a canto se refiere, pero su personalidad era muy difícil de llevar para el mayor. Un día Taehyung llegó mostrándole fotos de la planta carnívora que tenía de mascota, si, mascota porque el niño tenía una planta como mascota. Otro día llegó al borde del llanto porque la dueña del edificio donde vivía no le permitió quedarse con una caja de gatos bebés que encontró abandonados cerca de la carretera y se vio obligado a regalarlos. Y aprovechó de ofrecerle uno a Yoongi, pero este rechazó la idea diciendo que la casa era de Hoseok y no podría llegar con una mascota sin consultarle primero. Al día siguiente fue el mismo Hoseok quien llegó con un gatito en brazos y una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.

 

 

 

Taehyung era una montaña rusa para Yoongi, y a este le costaba adaptarse a su ritmo. Cada día que estaban juntos el menor le contaba un pedacito de su vida, así se enteró que al igual que él viene de Daegu, y que dejó a sus padres en esa ciudad. Yoongi, quien nunca le contó nada sobre él, se sintió un poco identificado en este niño que dejó a su familia y a su ciudad natal para cumplir con sus sueños. Con los días y semanas que pasaban, Yoongi ya conocía a la perfección toda la vida de Taehyung.

 

 

 

Cuando el día de la evaluación llegó, tanto Taehyung como Jungkook debían presentarse nuevamente frente a los directivos de la compañía para que evaluaran sus mejorías y así lograr por fin, el tan esperado debut. Yoongi miraba con atención a Taehyung, a pesar de que el muchacho cuando estaba con él hablaba hasta por los codos, frente a los demás era bastante tímido, por lo que el mayor sospechó que este tenía doble personalidad, aunque desechó la idea cuando el menor comenzó a cantar y se transformó en alguien digno de admirar. Confirmado, Kim Taehyung sufre de personalidades múltiples.

 

 

 

Tras finalizar la presentación de Taehyung, Yoongi sonrió orgulloso, el chico había mejorado bastante y le hizo feliz ver, que a pesar de ser un tanto distraído, si había hecho caso a cada uno de sus consejos. Luego de que Jungkook terminara también de cantar ambos esperaron en silencio las palabras de las personas presentes. Por supuesto que solo recibieron buenas críticas, pero aun no podían arriesgarse en debutarlo, sin embargo ya quedaba mucho menos, así que debían seguir trabajando duro.

 

 

 

Hoseok salió de la sala con un feliz Jungkook, seguido por Yoongi y Taehyung que no decía ni una palabra, algo bastante raro en el menor. Los dos primeros se despidieron y se alejaron por los pasillos del edificio, Yoongi caminó a la sala de ensayo que ya les pertenecía y Taehyung caminó tras él, aún sin decir nada. El mayor creyó que estaba decepcionado, pues tenía muchas ganas de debutar pronto y lo único que consiguió fue retrasar más ese momento.

 

 

 

Cuando entraron a la sala, Yoongi se sentó y el otro lo imitó, posó una mano en el hombro de Taehyung dando leves golpecitos para levantar su ánimo, entonces el menor lo interrumpió explicando que se sentía muy feliz por la evaluación y todo gracias a él, pero se sentía en deuda. A pesar de que Yoongi repitió varias veces que no era necesario un agradecimiento, Taehyung insistió hasta convencerlo de que lo acompañara a comer.

 

 

 

Fueron a un pequeño local de comida rápida, el menor se sintió un poco incomodo, no conocía los gustos de Yoongi y tal vez ese lugar y su comida no le agradarían. Pero no es su culpa, ¿verdad? Si Yoongi se dignara en contarle algo de sus pasatiempos en vez de siempre ser solo oídos, ahora podrían estar en un lugar a gusto del mayor.

 

 

 

- Hy… hyung –

 

 

 

Lo llamó cuando ya las disculpas por la elección del lugar habían cesado y el silencio los había inundado. Taehyung no solía estar en silencio, pero no podía entablar una conversación si antes saber algo, lo que sea del mayor. Yoongi lo miró y pensó por unos instantes, que al otro le parecieron eternos, que debía contarle, para él su vida no era interesante y solo terminaría por aburrir a su compañero.

 

 

 

Pequeñas cosas, casi como datos dichos al azar fue lo que consiguió saber Taehyung esa noche, pero que para él eran lo más importante. Yoongi sonrió leve al ver la concentración con la que el menor lo miraba, y bromeo con que debería utilizarla para escuchar sus órdenes en los ensayos. Taehyung asintió avergonzado y bajó la mirada. No estaba realmente avergonzado, estaba más bien nervioso luego que esa pequeña, casi imaginaria sonrisa hiciera latir su corazón de una forma desconocida para él.

 

 

 

Desde ese día Taehyung se propuso hacer aparecer esa sonrisa, y desde ese día Yoongi se abrió un poco más al menor y ya no solo le contaba cosas pequeñas, ahora las historias eran más largas y Taehyung observaba cada cambio de expresión del rostro de Yoongi, y es que observar a Yoongi era desde aquel día su actividad favorita.

 

 

 

La primera vez que Taehyung vio tristeza en el rostro del mayor, fue la misma noche en que perdió el control de sus palabras y estas escaparon sin pedir permiso. Yoongi confiaba en Taehyung de una manera casi ciega, sentía que el menor jamás se atrevería a traicionarlo y no entendía por qué, si solo eran colegas aunque a estas alturas ambos ya sean grandes amigos. Esa noche en la terraza de la compañía le contó sobre Jimin, desde que él confeso sus sentimientos, sin saber que iba a recibir de respuesta, hasta que de la nada, se fue, dejándolo solo y con un montón de dudas, rabias y frustraciones. Los ojos de Yoongi ardían, pero no quería llorar, no frente a Taehyung.

 

 

 

Pero llevaba muchos años siendo fuerte, aparentando una fortaleza que no era propia. Jamás olvidó a Jimin, aun hoy, luego de años su recuerdo lo hería cada día. Y Yoongi deseaba olvidar, con toda el alma pedía que cada lágrima que dejaba caer se llevara un poco de los recuerdos de Jimin, así cuando dejase de llorar todo rastro de aquel amor no existiera más en su corazón.

 

 

 

El corazón de Taehyung se apretó, rodeó al mayor con sus brazos y lo apretó con fuerza frente a su pecho, sintiendo como su camisa empezaba a empaparse. No entendía como alguien fue capaz de abandonar a un ser tan perfecto como él, porque si, para Taehyung, Min Yoongi era perfecto, incluso con sus defectos y eso le encantaba, todo en el mayor le gustaba y no se dio cuenta cuando ya había caído totalmente enamorado de él.

 

 

 

Varios minutos pasaron para que los ojos de Yoongi dejaran de llorar, se separó con cuidado del menor y este secó su rostro con sus mangas. El tacto de Taehyung fue tan cálido que Yoongi sintió incluso que el calor llegó hasta su corazón. Sus miradas se cruzaron y ninguno tuvo la intención de romper aquella conexión. El silencio los envolvió y Taehyung, que odiaba el silencio, fue quien lo rompió, mas no muy consciente de ello.

 

 

 

 - Creo que deberíamos salir –

 

 

 

Dijo, y sus mejillas se tornaron de un tierno color rojo, bajó la mirada avergonzado, pero Yoongi no se lo permitió, tomó con sus manos la cara del menor y la levantó con suavidad, obligándolo a mirarlo nuevamente.

 

 

 

- ¿Por qué crees eso?-

 

 

 

Preguntó sin desviar su mirada de sus ojos, sintiendo como la sangre comenzaba a recorrer su cuerpo cada vez más rápido y su corazón golpeaba con fuerza. Taehyung hizo el amague de responder, pero se retractó. Tomó un poco de aire y lo expulsó despacio.

 

 

 

- Por qué tú quieres olvidarte de él y yo quiero estar contigo –

 

 

 

Respondió y lo que para Taehyung fue una pésima confesión, a  Yoongi provocaron que un montón de emociones se mezclaran en su mente. Bajó su cabeza sin soltar el rostro del menor, quien tenía los ojos llenos de esperanza, incertidumbre y miedo. Yoongi bajó sus manos junto a su mirada y tomó las contrarias, estaban frías, pero  él la sintió a una temperatura perfecta y es que no sabe en qué momento Taehyung se volvió tan perfecto.

 

 

 

Acarició las manos ajenas en un intento casi inútil de abrigarlas, porque las suyas estaban igual de frías. Su mente, que no parecía querer quedarse en silencio, le enviaba miles de palabras para que dijera con tal de romper el silencio, pero a ninguno de los dos parecía importarles. Elevó su rostro y con una de sus manos dibujo cada rasgo del rostro del menor.

 

 

 

Acomodó un mechón de cabello que caía sobre sus ojos, y se detuvo a contemplar esa sincera mirada que el menor le regalaba, los ojos de Taehyung brillaban como si de estrellas se tratasen, bajó su manos por sus mejillas y acarició el lunar que yacía justo en la punta de la perfecta nariz, rió bajito por lo que estaba haciendo, pero no le importó, por ultimo bajó hasta sus labios, esos pálidos labios que algunas ocasiones parecían estar dañados por las veces en que Taehyung los mordía nervioso. Con el pulgar de su mano acarició el labio inferior, suavemente, con cuidado de no herirlo.

 

 

 

- Creo que deberíamos salir Taehyung –

 

 

 

Repitió las palabras antes dichas sin despegar sus ojos de los labios del nombrado. Taehyung sintió sus manos temblar, ¿estaba siendo correspondido? Pero ¿por qué parecía que el mayor lo decía casi con pena? Acarició la mano apoyada en su rostro y cerró los ojos. Yoongi juntó sus frentes y nuevamente tomó el rostro del menor con ambas manos, acariciando las mejillas enrojecidas.

 

 

 

- Porque tu quieres estar conmigo y yo quiero estar contigo –

 

 

 

Finalizó y selló sus palabras con un dulce beso. Juntó sus labios con los del menor y juraría que nunca sintió algo como lo que Taehyung le hacía sentir. Alguien tan diferente a él, tan extraño, tan perfecto. Todo en Taehyung le gustaba y nunca lo había notado, no sabía muy bien si por miedo a enamorarse o quizás lo despistado del menor era contagioso y ahora Min Yoongi es un despistado más en la sociedad.

 

                                                               

 

Fuese cual fuese la razón, agradecía que Tahyung se convirtiera en su montaña rusa, que lo elevara a las más temidas alturas para dejarlo caer a una velocidad inexplicable, pero siempre, siempre caía con suavidad, y ahí estaba él para amortiguar cualquier golpe. Un extraño con una voz de ángel lo sacó de su vida sin amor.  

 

Notas finales:

Gracias por leer <3

Espero les haya gustado :)


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