Sus pies descalzos caminaban sobre la suave hierva mientras sentía como el calor del sol lo hacía sentir muy bien, sus cabellos dorados combinaban perfectamente con ese pequeño suspiro que le daba el viento, recordaba ese pasado que lo atormentaba, pensando en el futuro sin vivir el presente, pues jamás pensaba en el presente y esa misma razón lo hacía perder lo que más amaba muy de vez en cuando, encuentra uno de los arboles más grandes de aquel gran paraje, se sienta bajo la sombra mientras abre los ojos muy despacio, siempre se dijo que este mundo no merecía su mirada mucho menos su existencia y es que no era que se creyera perfecto, pero le gustaba ser perfeccionista. Suspira mientras ve hacia el cielo, un cielo tan celeste sin nubes presentes, sonríe y se deja caer sobre ese pasto verde. Cierra los ojos un momento y es cuando siente una presencia muy fuerte, pero antes que sepa de quien se trata siente unos labios sobre los suyos, no hace preguntas, se queda inmutado, simplemente se deja besar, tocar. Abre los ojos y lo ve, tan lindo, tan perfecto que casi siente que no lo merece, le sonríe sin querer hacerlo, lo toma de la mano para que el otro se siente a su lado y es que a pesar de que el mundo lo creyera pagano y basura, lo que muchas veces lo hacía recapacitar era él. El otro se recuesta a su lado, lo abraza de la cintura mientras su rostro se esconde entre aquel cabello semi-largo y rubio, diciendo al oído su nombre… SHHAAA..KKAAA…
El hindú lo abraza, pero se pregunta como hizo el león para encontrarlo o acaso lo estaba siguiendo… separa el abrazo y lo ve fijamente, pero no puede enojarse con ese gato, pues esa sonrisa que adornaba sus labios lo hacían estremecerse, enloquecerse y muchas, pero muchas veces caer en el deseo carnal que meses atrás aborrecía…
- ¿Cómo me has encontrado? Salí sin que nadie se percatara (pero es callado por un beso dulce de su león)
- Solo lo supe, vine y aquí estabas ¿sorprendido? Dice esto con una enorme sonrisa
Lo que el león no sabe es que cada cosa que dice o hace para Shaka es impresionante, como si no tuviera suficiente con esa sonrisa divina, con ese color de piel tan sensual y esa mirada que lo mataba… como llego a enamorarse tanto de Aioria, ni siquiera lo sabe, ese león que le ha enseñado a estar enloquecido con algo intangible que jamás creyó en ello y ahora lo vive. Su vida a cambiando totalmente ni siquiera lo pudo evitar…
El león lo toma de la mano para levantarlo mientras lo abraza caminan sobre ese verde pasto, el león se detiene un momento para abrazarlo, lo toma de la cintura, lo besa muy dulcemente para luego introducir su lengua en aquella boca que era solo suya, sus manos bajan hasta los muy redondeados glúteos del hindú para apretarlos con mucha suavidad, mientras el rubio da un pequeño salto al sentirlo aferrándose al cuello del gato para besarlo con más ímpetu y más pasión.
La llegada de Shaka al santuario de hace unos meses atrás hizo que leo quedara deslumbrado con tanta belleza, comenzó con amar su desprecio y maldad hacia él le emocionaba esa clase de retos y sabía que si fallaba lo más seguro era que jamás llegaran hacer si quiera amigos. Desde la muerte de su hermano no sonreía tanto este ser le devolvió una parte de el que había perdido. Ahora estaban allí en ese paraje, paseando los dos, sabe que si lo toca de más lo hace temblar, sabe que si respira en su cuello su piel se eriza, no necesita escuchar que lo ama, pues sus acciones se las gritan. Lo toma de la mano y siguen caminando, Shaka le pregunta que pensaran el resto de sus compañeros si saben de su relación, pero a leo le importa muy poco el pensar de los demás.
Lo toma de la barbilla y lo besa (no me interesa el que pensar y si lo llegan a saber no haremos nada, simplemente o sabrán es todo) mientras le sonríe.
Después de la misión encomendada al león contra la falsa Athena, leo se enfrenta a Shaka en casa del patriarca, por cuestiones de ética según el hindú, pero Aioria aún no entiende ese afán del rubio por defender lo indefendible y no creerle a el sobre lo que está pasando, pero es muy tarde, el patriarca se a apoderado de su mente.
El rubio es felicitado, pero su alma se estruja por completo, regresa a su templo, no sabe si sentirse culpable por lo sucedido o sentirse bien, su mente le manda ciertos recuerdos, quiere creerle ciegamente, pero luego está el patriarca metiéndose en su mente, no desea ahogarse con tantos pensamientos, ahora no puede ir a verle, no puede tocarle pues simplemente lo mataría.
Esta lección que ha pasado le ha dado a entender que debió de comprenderlo mejor, debió creerle ciegamente, pero se portó como estúpido y no hizo, la pelea de las 12 casas, la llegada de Athena al santuario para el no cambio nada, pues leo ni quiera o alza a ver, trata de no amarlo, pero es imposible olvidar a tu primer y más grande amor.
Comienza a meditar, de repente abre los ojos y lo que ve no lo cree, es leo allí parado a unos centímetros de él. Le cuesta respirar, el león dorado se agacha para tomar su mano para besarla.
- Sé que ya no deberíamos hablarnos por la falta de confianza, pero no puedo vivir sin tu aroma, sin tu mirada, sin tus labios y tu piel
Estas palabras hacer erizar toda la piel del rubio, sus mejillas se ruborizan y ambos se sonríen grandemente, el hindú desea explicarle por qué sucedió la falta de confianza, pero leo lo toma entre sus brazos y lo besa, lo besa como si lo hubiese perdido por mil años. Shaka lo separa desea explicarle todo y comienza hablar sin parar, el león se levanta, lo toma de la mano y lo levanta, no le importa en lo más mínimo el porqué de lo sucedido, solo desea tenerlo cerca, abrazarlo, besarlo hacerlo suyo como antes. Tapa su boca con uno de sus dedos.
- No me importa el pasado, me importa el presente y no pienso en el futuro por ser incierto.
El rubio le sonríe grandemente para lanzarse a sus brazos y besarlo, abrazarlo, sintiendo esas manos recorrerlo todo, esa boca que lo mordisquea, esos fuertes brazos que lo envuelven y lo hacen suyo.
Es hora que comience a vivir mi presente, sin tratar de repasar el pasado y querer vivir el futuro-