No hay nada más que soledad en mi vida, colores grises y negros acompañan mi día, el viento, el sol, la lluvia, son solo pequeñas rarezas que ocurren fuera de este mundo… mi mundo. Mundo que ocupas tú Hyoga.
Se que a lo mejor te parezco egoísta y pretencioso, que trato de dar lastimas al mundo, como mucha gente piensa de mi, un hombre con cara de niño, débil, dependiente de alguien, y que creen indefenso, estoy seguro que tu no viste eso en mí, pocas cosas se, pero confiado estoy en que mi acepción es la correcta.
Así fue, como un gran golpe de viento en la serenidad del aire, Ufano, en la noche tremenda, llevaba yo en la mano una antorcha, con que alumbrar la senda, y que de pronto se apagó, la oscura asechanza del mal y del destino extinguió así la llama y mi locura.
Porque aún sabiendo todo esto, te fuiste, me duele, y te soy sincero no se porque, te amé, si, no lo niego, te alejaste de mí por mucho tiempo y yo perdido en mi dolor dure, hasta que te dignaste a aparecer, ahora después de volver y estar conmigo, ilusionarme y de nuevo volver hacer que te amase como lo hago, para partirme en mil pedazos llevándote contigo, la luz de mi vida, mis ganas de estar en este mundo y mi alegría… dejando solo paso a la locura. Así fue.
Vi un árbol a la orilla del camino y me senté a llorar, mi desaventura.
La oscuridad es fiel testigo de todas las penas que azotan mi alma constantemente, de los fantasmas del pasado aun presentes, de los dolores de mi corazón roto y de toda mi mala suerte… Tú con tu sonrisa perfecta, tú con tus miradas rebosantes de frialdad y amor, te robaste mi alma, mi corazón y mi estúpido cuerpo… cuerpo que ahora no me sirve de nada, esta cansado, agotado y destrozado… como mi mente.
Así fue, caminante que me observas con mirada absorta y curioso semblante
Yo estoy cansado; sigue tu adelante, mi pena es muy vulgar, y no te importa.
No se porque se me vienen a la mente toda esta absurda palabrería, que sin chiste surge de no se donde, esta no se para que y se dirige a no se quien… corrección se a quien se dirige, se dirige a ti, tu me amado ser perdido.
Amé, gocé, sufrí, sentí el divino soplo de la ilusión y la locura; tuve una antorcha, la apago el destino, y me senté a llorar mi desaventura a la sombra de un árbol en el camino.
Así fue, mi amado caballero de promesas incumplidas, te amé, te sentí y te sufrí, y que hice yo, simplemente lanzarme a los brazos del olvido… del pasado y del presente… y si no es posible del futuro.