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Agridulce [LaySoo] por YuiHeenim

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Notas del fanfic:

Título: Agridulce.

Pareja: LAYSOO [Lay- D.O.]

Grupo: EXO

Advertencia: Muchos problemas mentales(?) Nah, todo tranquilo. Gracias por leer.

—Deja de mirarme así.

—¿De qué forma te miro?

—Como si estuvieras enamorado de mí.

—Lo estoy.

—Son las seis... Debo irme.

—Deja de tratarme así.

—¿De qué forma te trato?

—Como si no estuvieras enamorado de mí.

—Has entendido el punto.

Sus pasos suenan uno más fuerte que el otro al bajar los escalones hasta que el ruido cesa en el rellano. El hombre de cabellos negros le mira desde arriba con una sonrisa de autosuficiencia. El de abajo le manda un beso volado. Después de eso, cada uno vuelve a sus asuntos.

▫▪▫▪▫▪▫▪▫▪▫▪▫▪▫▪▫▪▫

La temporada de lluvia ha empezado a atacar a la ciudad tres minutos antes de las nueve de la mañana. Hora que es acompañada con algo de neblina que cubre hasta apenas un metro a tocar el suelo. En definitiva, no es un buen día como otros pero tampoco es el peor.

En la ciudad, el uso del paraguas es más un hábito que una medida de precaución. Así que, cuando la lluvia comienza, la mayor parte de las personas ya están resguardándose de esa no tan pequeña tormenta.

En cambio, la facultad de literatura, que se encuentra en el sureste, apenas ha llegado a ser sorprendida por la niebla. El sol no existe más y el cielo se ha enmarcado en un gris bastante triste pero aún seco, tema que deja a los alumnos emocionados por llegar en buenas condiciones a cada clase. Lo restante de la mañana, y una parte del medio día, sigue en las mismas condiciones. Si bien la media oscuridad por falta del sol no les afecta tanto, se ansía, de un momento a otro, lograr ser tocados por el sol.

Do KyungSoo mira con más interés la pizarra de anuncios que la llegada pronta al siguiente módulo de clases. Aún podría pasar en el tiempo de tolerancia que su profesora les permite y entrar a las justas pero, en ese momento, le es de prioridad mirar a lo largo y ancho de la tabla.

La pizarra siempre está llena de anuncios escolares y uno que otro de clubes poco llamativos para KyungSoo. No desea una clase extra a las que ya tiene. Sólo desea un trabajo de medio tiempo que pueda serle de ayuda para la compra de gustos personales. Por alguna razón que aún no entiende, sabe que puede agrandar la cantidad del dinero en los depósitos que el señor Do puede hacerle, pero siente que es más abuso del que ya ha tenido con sus parientes, así que por eso termina por agregar la opción de tomar un trabajo.

Después de unos minutos, en los que alterna los ojos de aquí a allá, se rinde mirando el reloj de muñeca, resignado a ir a clases. Quizás luego vaya a la pizarra de la puerta principal.

Durante la clase, la profesora interrumpe la mitad del módulo para salir junto con unos dos hombres vestidos de etiqueta. Ella se disculpa y encarga leer algunos párrafos siguientes de la antología que los alumnos tienen en las manos.

Por supuesto, nadie le hace caso y prefieren tomar esos minutos libres como un descanso para poder hablar. KyungSoo, quien quiere irse ya a casa, aprieta el bolígrafo entre los dedos ejercitando un poco los mismos. Ese tipo de movimientos le ayudan a no quedarse rígido después de tanto escribir sobre su libreta cada cosa interesante que escucha. Y no es que la clase sea su preferida, pero de vez en cuando siente la necesidad de llenar cada espacio de la hoja en blanco con la tinta negra.

Los alumnos empiezan a hacer más ruido, lo que desconcentra un rato a KyungSoo. Pero antes de llegar a decir algo, un toque de dedos en el hombro le hace espabilar. Mira a su costado, donde se encuentra con un chico de ojos pequeños —sí, en comparación a los de KyungSoo—, quien no tarda en hablar.

—Te vi mirando de nuevo la pizarra —dice el muchacho, que se inclina al frente—. ¿Qué tanto buscas ahí?

KyungSoo se debate entre una respuesta o una rápida mirada a la libreta del chico pero, como es indeciso, termina por hablar.

—Nada importante, BaekHyun.

—Si no fuese importante, no te encontraría en todas las pizarras de la facultad.

Bien. Mirar la libreta de su compañero hubiera sido una mejor opción, pero ahora han iniciado una conversación y no hay de otra.

—Necesito un trabajo pequeño. No nocturno, ni serio, ni pesado. Sé que en un trabajo así no me pagarán lo suficiente, pero sólo deseo un poco de dinero.

—¿Y por qué no mejor pides un préstamo a tus padres?

—Por eso mismo busco el trabajo. No deseo molestar más.

—Bueno, eso es entendible. —BaekHyun, uno de los pocos amigos que KyungSoo tiene, se detiene a pensar mirando exactamente nada, sólo para esperar a decir algo que, seguramente, a Soo no le va a interesar—. Conozco una librería a unas dos manzanas de aquí. La veo abrir tarde y cerrar muy temprano. Quizá haya algo ahí.

—Si puedes darme una dirección, estoy seguro que iré.

Vale. De vez en cuando el extraño de su amigo tiene buenas ideas.

La profesora se vuelve a adentrar al aula y mira a todos los alumnos con una agradable sonrisa, y antes de que el silencio vuelva, BaekHyun le entrega una hoja con la dirección de la librería en un pedazo mal cortado de papel.

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Dos manzanas exactas camina KyungSoo hasta poder encontrar el establecimiento que tres horas antes le comentó su amigo BaekHyun.

Es recibido por una bonita estantería de madera llena con libros de todos los colores y tamaños,  naturaleza muerta adornando espacios en blanco entre libros y un tallado sobre el cristal con pin yin. KyungSoo se siente atraído de inmediato y no duda en entrar a la librería. Se encuentra en la misma con un silencio especialmente agradable, y un aroma que detecta como incienso.

Se halla solo, así que decide detallar cada parte de ese bonito establecimiento mientras gira sobre sus propios talones. El lugar en si está ordenado y bastante limpio, relajante junto un tono melocotón que cubre las paredes y que se pierde unos centímetros cerca del techo donde hay unas ramas de árboles dibujadas, al parecer, con cincel que rellenan con una preciosa enredadera el techo entero. Es como si un árbol estuviera al revés, lo que hace imaginar a KyungSoo que tal vez él es quien esté al otro sentido.

Un sonido agudo le saca de su admiración muda. KyungSoo enfoca hasta que puede ver bien a un hombre muy alto frente a él, con unas cejas tan pobladas como las suyas pero que, en vez de proyectar la misma seriedad que él, muestran molestia.

Los labios de ambos se abren, pero no terminan por decir algo, ya que una mujer joven sale por una de las puertas cercanas al mostrador.

—YiFan, necesito tu ayuda allá adentro... —La mujer se detiene en KyungSoo y le mira antes de sonreír. —Bienvenido. ¿Puedo ayudarte en algo?

—Ah, es... —KyungSoo busca en el bolso torpemente hasta encontrar el papel que le ha dado BaekHyun. Trata de arreglarlo antes de pasarlo a la mujer que lo toma con la misma sonrisa—. Me han dado la dirección de este lugar, pero no estoy seguro de si es aquí.

—Sí, es aquí... ¿Qué necesitabas?

—Un... amigo me ha dicho que posiblemente habría una vacante de trabajo en este lugar. Y la verdad es que estoy interesado en obtener un empleo.

La mujer sigue atenta a KyungSoo aún cuando deja de hablar. En cambio, el hombre alto cruza los brazos sobre el pecho a la espera de que alguno hable. KyungSoo se siente algo intimidado, pero no demuestra emoción alguna al pasar más los segundos. Los labios de ella se abren un poco, pero antes de dar respuesta, otro hombre sale de la misma puerta que la mujer, y mira inmediatamente a KyungSoo parado en medio del local.

El universitario conecta la mirada directa con ese hombre y se pierde durante micro segundos en esos ojos, y nota con facilidad la diferencia de colores en un iris del chico. Después, ambos desvían la mirada hasta esperar algo de ruido.

—Me temo —empieza a decir la mujer—, que no hay vacante alguna. Este local es un negocio familiar, así que lo llevamos nosotros.

—Entiendo. Aun así, gracias por la atención.

KyungSoo se decide a salir de la librería, no sin antes hacer una educada despedida. Una vez listo, se acerca a la puerta por la que sale en dirección a la parada de autobús.

Es una lástima que el lugar sea tan bonito y que no halla trabajo ahí, pero eso no lo desanima a seguir en su búsqueda. Después le preguntará a BaekHyun si sabe de un lugar más. Sus pasos se vuelven más lentos y, antes de doblar a la izquierda, unos golpeteos fuertes contra el concreto hacen que se gire un poco para mirar a su espalda.

Sus ojos de nuevo se ven hipnotizados, ya que se han vuelto a encontrar con los del hombre de iris diferentes. No dicen nada hasta que la respiración del extraño se regula después de haber corrido tanto.

—Tengo un trabajo para ti. Claro, si lo necesitas. —KyungSoo se acerca un poco, aunque en realidad es el otro hombre el que se adelanta. —No es algo arduo, pero puedo pagarte bien.

—¿De qué trata? —pregunta con curiosidad.

—Hay una bodega donde se han guardado algunos de los libros que están en la librería. Son ediciones viejas y copias sobre copias. El lugar es relativamente grande, pero se encuentra en desorden.

—¿Necesitas quien lo limpie?

—Algo parecido.

KyungSoo no sabe si lo que le propone es ser un conserje. No le parece malo el trabajo, pero hay cosas que no entiende si no hay un trato de por medio. Pero, aún con ese pensamiento que le obliga a ser más consciente de lo que acepta, asiente algunas veces con la cabeza lo que le hace ganar una nueva sonrisa del chico de cabellos negros.

—Mañana mismo, a las diez de la mañana, te espero en la librería para tratar tu pago y las horas de trabajo. ¿Te parece buena idea?

—Claro.

—Bien, entonces nos vemos mañana.

La despedida no fue nada más que un movimiento en el aire diciendo adiós.

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La noche anterior resulta un agradable arrullo para KyungSoo mientras descansa en su habitación con la lluvia. Mentiría si no dijera que el último pensamiento que tuvo al cerrar los ojos fue la mirada tan apacible del chico que sería su jefe si aceptaba aquel trabajo.

Al despertar, es sábado y por suerte la escuela no le perturba su segunda visita a la librería. Espera que, a la hora del trato, pueda comentar sus horarios de clases y, de esa manera, no perder el trabajo o la escuela. De todas formas ,no ha tardado tanto en prepararse.

Llega a la librería seis minutos y treinta y nueve segundos antes de las diez de la mañana. Aun parece cerrada y eso le da tiempo de enviar un mensaje a su madre. Ese que envía una vez por semana para dar a entender que está bien. El rato se le pasa hasta que escucha el tintineo de un llavero al otro lado de la puerta. KyungSoo se yergue un poco para verse presentable.

De la puerta sale la misma mujer del día anterior que, al encontrarse con la cara conocida de KyungSoo, le sonríe y se pasa una manos por el cabello para echárselo por el hombro derecho.

—¿Esperabas a YiXing? —pregunta la mujer al percibir la confusión de KyungSoo—. YiXing es el chico que te ha hablado sobre el trabajo que puede ofrecerte. Me contó que estarías hoy aquí.

—Oh, lo siento, es que ayer no pude preguntarle el nombre.

—Descuida. Él es muy informal y olvidadizo, así que no pasa nada. ¿Puedo saber cuál es tu nombre?

—Do KyungSoo —contesta tratando de no parecer torpe.

La mujer le sonríe de nuevo.

—Yo soy Jung SooYoun. O si te parece más fácil, llámame Jessica.

—Jessica, sí.

—Ahora vamos adentro. Es la hora del desayuno.

—Yo. La verdad es que no...

—No seas tímido, anda. YiXing tardará un rato en despertar y parece que va a llover. Entremos un rato.

KyungSoo no se considera una persona grosera, sino muy educada, y por ello acepta la invitación de Jessica para entrar un rato. Aunque eso de que su posible jefe esté durmiendo a la hora que han acordado le deja mucho que desear.

De nuevo se detiene a mirar el interior de la librería con bastante admiración. El lugar es muy llamativo por fuera y por dentro. Se pregunta si habrá un lugar mejor que ese. Sus pensamientos son terminados cuando Jessica abre la puerta por la que la vio salir la tarde anterior. KyungSoo pide permiso y ambos entran a una nueva estancia que parece resultar el salón.

El universitario no puede detenerse mucho a detallar cada rincón de ese lugar, ya que Jessica sigue avanzando hasta al otro extremo del salón para abrir una puerta más. Ella mira hacia atrás un par de veces para sonreír y quitarle la timidez a su invitado. Pero, por más que no quiere sentirse incómodo, estar en un lugar donde jamás ha entrado le causa algo de inseguridad.

Los pasos de ambos se detienen cuando entran a una cocina bastante bonita. Parecía que las habitaciones en ese lugar mejoran cuanto más avanzan. Hay una isleta con suficientes utensilios de cocina en la superficie, decorada de la misma forma que el mostrador de la librería, todo con naturaleza muerta pero agradable a la vista. Una estufa se hace hueco en una esquina. En la otra un refrigerador grande. Al fondo, alacenas blancas. Y a un costado, una puerta con un letrero en francés que no puede traducir.

Jessica le invita a sentarse en una de las sillas de la mesa redonda que está al otro lado de la cocina. KyungSoo tiene tal excitación visual que casi no se da cuenta de que, por una de las tantas puertas que hay ahí, el hombre de grandes cejas —que, por cierto, oyó el día anterior que se llamaba YiFan— entra y se acerca a sentarse junto a él. No cruzan palabras hasta que Jessica interviene.

—Deberías al menos saludar.

El hombre relaja la expresión y mira hacia KyungSoo.

—Mi nombre es Wu YiFan —se presenta correctamente.

—Yo, Do KyungSoo.

Un silencio les invade y Jessica no puede contener una tierna risa.

—Bien. Ya es un avance —comenta la chica—. KyungSoo. ¿Té o café?

—Uh, mm... Café, si no es molestia.

—Para nada. ¿YiFan?

—Café. Amargo. Sin azúcar.

—Igual le pondré azúcar. —Jessica se encoge de hombros y regresa con los ojos de YiFan clavados en su espalda. Kyungsoo no puede evitar pensar que esa chica le saca un lado divertido a todo.

— ¿YiXing despertó? —pregunta Yifan.

—No, sigue desmayado.

—Ese hombre debe priorizar sus compromisos.

KyungSoo quiere decir algo, pero guarda sus palabras mientras espera paciente por su café. Tiene claro que, si en veinte minutos no ve a su posible jefe, regresará a casa para llamar a BaekHyun y obligarle a buscarle un trabajo.

El rato pasa. Jessica les sirve el café en la mesa, mientras ella disfruta de uno con leche en una taza bastante curiosa, decorada con el dibujo de una mano que abarca toda la cerámica. Encima de la mesa, hay una bandeja con panecillos y galletas para acompañar. KyungSoo está fascinado con el hecho de que todo el lugar tenga ese toque natural por todas partes. Además, lleva más de dos años desayunando solo y resulta una agradable experiencia estar con esos dos extraños que hablan de miles de cosas que le parecen interesantes y que no gusta de interrumpir.

Antes de que se acaben los veinte minutos que se había propuesto KyungSoo, una puerta diferente se abre y muestra al tal YiXing saltando en un pie mientras se calza un botín. Todos en la cocina lo miran ir de un lado a otro con rapidez, ignorando el hecho de que hay gente ahí.

Para cuando YiXing tiene una magdalena en la boca y casi corre hasta la puerta que da al salón, se detiene a observar a los tres individuos que desayunan en la mesa. Jessica le sonríe. YiFan frunce las cejas. Y KyungSoo, bueno, él sólo se vuelve a perder en ese bonito ojo verde.

—¿... días?

—Buenos días, YiXing —empieza YiFan—. Resulta que me he levantado con la agradable noticia de que decidiste acomodar la bodega en el último piso. Y también con la linda presencia de Do KyungSoo para el desayuno. Pero eso ha sido un sentimiento efímero, ya que tu irresponsabilidad no cambia.

—Me dormí de más. ¿Quién es KyungSoo?

—Siempre duermes de más. Él es KyungSoo —dice el alto tocando el hombro del nombrado—. Ha estado esperándote media hora aquí.

—¡Hola, KyungSoo! Bueno y luego que...

—Lo conocimos ayer.

—¡Ka-bow! Ya, ya sé quién es. Hola de nuevo. KyungSoo. Soy Zhang YiXing. Que gusto eh. Tan lindo que eres.

—YiXing —interrumpe Jessica—. Escucha a YiFan, ¿vale?

—Sí, Jess...

—Sólo quiero que seas más centrado en las cosas que haces —le propone YiFan, que se levanta de la mesa—. Habla con este muchacho y pónganse de acuerdo para el trabajo.

—Si, gege.

—Me voy a abrir la librería. Sica, ¿me acompañas?

La mujer asiente y se levanta de la mesa. Va hasta la isleta para coger una taza que ha dejado un rato antes y se la pasa a YiXing antes de irse con YiFan por la puerta, lo que deja a los chicos solos en la cocina.

YiXing se acaricia la nuca y mira viendo con algo de pena a KyungSoo. El universitario le sonríe imitando a Jessica y YiXing le devuelve el gesto.

Tras unos segundos de silencio, YiXing bebe de la taza y da unos pasos hacia la puerta por donde ha entrado antes.

—Ven, KyungSoo. Te voy a mostrar donde vamos a trabajar.

El plural le toma por sorpresa al chico bajito, pero no por ello se inmuta, así que se decide levantarse y seguir a YiXing a donde quiera que le lleve.

Increíblemente, después de la puerta no hay más paisajes naturales, sólo un pasillo medianamente alumbrado y unas escaleras al fondo para subir a lo que parece ser un segundo piso.

KyungSoo se mantiene cerca de Yixing con miedo a perderse. El lugar parecía un laberinto. Especialmente esa zona que está algo oscura y es casi imposible saber por dónde van a pasar.

La segunda planta es un corredor más amplio con varias puertas una tras otra con diferentes decoraciones de flores o árboles en cada puerta.

El camino no dura mucho. Se acercan a otro par de escaleras y KyungSoo se pregunta como es que no se ha dado cuenta de que la librería es en realidad una parte de esa casa. Las escaleras a un tercer piso ya no son sorpresa, pero sí el hecho de que, al llegar al mismo, sólo hay una puerta delante de ellos dos. YiXing se detiene frente a la misma y se lleva la mano a un collar que le rodea el cuello. KyungSoo tiene bastantes preguntas, pero no habla hasta que la puerta se abre.

Una corriente de aire le da a ambos en la cara y la claridad ciega a Kyungsoo por unos segundos, hasta que puede mirar con cuidado y sorpresa una enorme habitación llena de estantes con libros, muebles viejos y cajas enormes de cartón. Al fondo, una tela cubre un gran bulto de lo que parecen ser más cajas. El suelo en el que está parado es de duela, siendo al parecer lo que cubre toda parte debajo de ellos. Y en las paredes, cortinas que sólo dejan libre una pared con un cristal que da a un balcón.

La habitación tiene bastante iluminación. Unas lámparas cuelgan en el techo y sí, algunas decoraciones de lo que parece ser un extenso árbol, adornan cada esquina de la habitación. Aunque, a diferencia de la de otras partes de la casa, parece que la pintura es bastante vieja.

KyungSoo tiene de nuevo ganas de hablar, pero una vez más, YiXing se adelanta para tomar la palabra.

—Es la bodega de la que te he hablado. —Calla unos segundos y deja la taza en el suelo. — —Verás que no es limpieza lo que busco, sino algo de orden. YiFan cree que es mejor tener todo ordenado, por si necesitamos algo de aquí arriba.

—¿Qué es este lugar realmente?

—Antes estaba ocupado —dice—, pero luego de algún tiempo fuimos dejando cosas aquí arriba por el espacio que tiene y, bueno, creo que sólo se necesita saber donde está cada cosa.

Los dos se mantienen la mirada como la primera vez que se vieron. La de KyungSoo endulzada. La de YiXing viciosa.

Tras unos segundos, el universitario decide entrar al tema del trabajo.

—Sólo quieres ordenar este lugar. Buscaba un trabajo de medio tiempo, tal vez por una o dos semanas, porque necesito algo de dinero. No hay problema en dejarlo presentable, pero sí lo hay con mis horarios de escuela. Verás, aún asisto a la universidad.

—Entiendo. Sé que ordenar todo esto llevará más que unas cuantas horas, así que puedes volver las veces que prefieras a la semana para seguir.

—¿No me pondrás un horario?

—Ponlo tú cada vez que salgas de clases. —KyungSoo asiente con la cabeza y mira a su alrededor. —La paga, bueno. Te daré cincuenta dólares por día, si te parece justo.

Los ojos de KyungSoo se abren un poco de más cuando escucha eso. ¿Piensa darle eso por la limpieza de ese lugar? Ese chico debe estar loco.

—Creo que es más de lo que esperaba.

—Yo creo que es justo. —YiXing sonríe, y el tiempo se detiene por un momento, o es la impresión que le da a KyungSoo. —Otra cosa. Yo te ayudaré con esto, ya que deseo que queden de una sola manera.

—Aun pienso que la paga es bastante.

—Tienes tiempo para rechazar el trabajo.

—Lo tomaré.

—Esa voz me gusta. —De nuevo se miran a los ojos y esta vez ninguno retira la vista. —¿Quieres empezar ahora o prefieres que sea mañana?

—Supongo que podemos adelantar algo.

Se sonríen, y por un largo instante, todo alrededor desaparece.

El lugar en sí está limpio. YiXing tiene razón en sólo querer acomodar cada cosa. Hay cajas bastante grandes y complicadas de empujar, así que prefiere quitar algo de peso primero. Miran en el interior y encuentran decenas de libros que también van a tener que ser ordenados.

La tarde se va en eso, porque ir clasificando los libros les lleva bastantes horas. KyungSoo se descubre parlanchín junto a YiXing, ya que son similares. Uno deja de hablar durante treinta minutos y el otro le sigue por media hora más, todo sin dejar de ordenar los libros.

En un momento de la tarde, Jessica sube a dejarles unos bocadillos y un par de bebidas, para luego anunciar que podrán bajar a comer más tarde. KyungSoo se sigue sintiendo como un niño pequeña que ha ido a visitar a un amigo del colegio para jugar en su habitación, mientras su madre les prepara la comida. Hasta cierto punto es divertido.

Durante la charla, KyungSoo se ve a si mismo interesado en cada cosa que YiXing cuenta sobre alguno de los libros que ha leído y de cómo ha llegado desde muy lejos para conocer esa ciudad de la que se siente parte. YiXing, por su parte, presta más atención a cada cosa que KyungSoo le cuenta de su carrera y alguna que otra anécdota de la adolescencia. El tiempo se va como el agua que está cayendo fuera del edificio.

—Podría decirse que soy un viajero —dice YiXing mientras clasifica algunos libros del mismo color en un solo lado—. Estuve por varias partes del mundo antes de quedarme fijo aquí. Un lugar que me gustó bastante fue Quebec. Una pequeña villa francesa que está en Canadá.

—Debe ser bonita.

—Es más que eso, KyungSoo. Mientras estuve allí, tuve la oportunidad de conocer a algunas personas del medio artístico. Músicos, escritores, cantantes, pintores... Y mientras paseaba por una galería, me topé con YiFan. Él era un pintor con casa representante y todo, pero por malas decisiones, dejó su trabajo y vino hasta aquí conmigo. Es el hombre con quien desayunaste esta mañana.

—Le recuerdo. Me da un poco de miedo.

YiXing ríe y deja a un lado los libros para sentarse en el suelo junto a KyungSoo.

—Así parece a la primera, pero realmente es una persona tímida con la gente nueva, así que con esa apariencia las cosas se ponen de su lado.

—Entonces creo que debo tratarlo más.

—Te lo recomiendo. Es tan hablador como yo —admite YiXing con un tono de pena en la voz, pero con esa sonrisa tan confiada que hace que todas esas palabras tengan menor peso.

—Lo haré. Y... -susurró KyungSoo con duda—. ¿Jessica?

—Oh, ella. Su historia es muy curiosa. —YiXing tomó un respiro antes de poner una pierna sobre otra—. Yo estaba en Florencia. Una ciudad muy llamativa y tranquila. Los libros allí llegan de todas partes del mundo como si fueran una donación. Hay miles de librerías y bibliotecas por todas partes. Un día, YiFan y yo decidimos que era buena idea pasear por una de las galerías. Todo iba muy bien, hasta que él miró un cuadro bastante ingenioso. El lienzo estaba en blanco, mientras que alrededor de este estaba desprendiendo un tipo de dibujo que YiFan catalogó como Las flores de la vía láctea. Yo intenté entender a lo que se refería, pero antes de que hablara, una bonita chica nos explicó desde atrás de qué trataba la obra.

—Jessica...

—Exactamente. Jessica no parpadeaba. Explicó con emoción cada detalle hasta que dejó totalmente ido a YiFan. A partir de entonces, se enamoraron.

—Un momento. ¿Entonces son...?

—Ilegalmente se casaron en la frontera de Bélgica y Luxemburgo. Desde entonces, Jessica también viaja con nosotros.

—Ustedes parecen conocer todo el mundo.

-—Aun quedan lugares que visitar.

KyungSoo sonríe junto con YiXing, hasta que el silencio que guardan resulta algo incómodo. Ambos quieren seguir hablando, pero no tienen de que. La tensión se acaba en cuanto la lejana voz de Jessica les envía al primer piso a tomar la merienda.

Seguramente, las respuestas se irán dando poco a poco y las preguntas se esfumarán.

 


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