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¿Se puede amar a un híbrido? por Musume ZoSan

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Sanji se había dormido durante el largo camino, sí, largo camino porque el peliverde se perdió varias ocasiones. El lugar al cual iría para que atendieran al híbrido era la clínica de...


Un lugar en el cual atendían a todos por igual, híbridos y humanos por igual. La clínica para todo aquel que necesitara ayuda médica.


Aquella clínica era odiada y amada por muchos, la mayoría no acudía a ella por atender a híbridos. Cuando la lluvia paro ya había llegado a dicho lugar, ambos empapados. A Sanji no debió importarle, pues seguía dormido... ¿¡O tal vez se desmayó por la pérdida de sangre!?


Por tal especulación Zoro se apresuró a la recepción, y sin hablar con la secretaria tocó la puerta del médico con impaciencia. Un par de veces más y ésta se abrió, dejando vislumbrar a un hombre pelirrojo muy sonriente.


—¡Oi, oi! ¿Por qué tan apresurado Zoro-kun? —Al formular la pregunta, se dio cuenta que estaba muy mojado y tenía a un rubio en muy mal estado subido a la espalda—¡Ay Kami-sama!  ¡Pasa!


Finalmente entrando a la habitación, pudo dejar de temblar por el frío de afuera, quedándose parado al no saber qué hacer. Shanks, quien tomó una manta de un cajón, se la entregó para luego acomodar al rubio en la camilla. Se colocó la manta para secarse y contraer calor, dirigió su mirada a un pequeño sofá y se sentó, después observó cómo Shanks comenzaba a revisar a Sanji.


Con cierta cara de molestia inspeccionaba el maltrecho cuerpo del chico híbrido, aún dudando si quería seguir creyendo en la humanidad.


Zoro frunció el ceño ¿Cómo pudieron hacerle eso a un pequeño chico? Si hubiera estado ahí, hubiera podido detenerlos, así como no pudo hacerlo con Kuina. Shanks le retiró la ropa mojada, principalmente la camisa, viendo horrorizado los moretones en sus costillas y cortes en sus brazos, podía verse que tenía una o dos rotas y perdido mucha sangre.


Desinfectó las más grandes, poniendo vendajes, y a las pequeñas les colocó curitas. También vendó la parte de su torso y le entregó unos medicamentos a Zoro, porque de seguro iba a dolerle el cuerpo. A parte también le recomendó a Zoro tomar una ducha cuando llegara a su hogar, para no resfriarse.


Entre ambos volvieron a poner a Sanji en la espalda del peliverde.


—Muchas gracias por la ayuda, Shanks...—Sacó unos cuantos berris, extendiéndoselos. 


—¡Oh, no! No es necesario que me pagues por hacer algo que amo. Además, deja las formalidades, hijo...


El moreno no supo qué contestar.


—G-gracias, p-papá... —No estaba acostumbrado a llamarle así, sin embargo su padre insistía en que lo hiciera para que Shanks no se sintiera "rechazo" por parte de Zoro.


Porque, por Dios, Shanks llevaba ya bastantes años con su padre Mihawk y no podía llamarle por ese pronombre. Aceptó al pelirrojo como su otro padre, estuvo feliz por ver a su padre biológico cuando se casaron, pero no se había acostumbrado a usar ese pronombre.


Agradeció una vez más y se despidió, llevando consigo al híbrido rubio que dormía en su espalda con más calma. De regreso a casa, donde también vivían sus padres todavía, se perdió un par de veces, empezando a cansarse por traer al rubio cargando. Ese día fue largo, las clases en verano parecían un infierno con todo ese calor que hacía. Algo que también fue difícil para él es el cómo abrió la puerta, las llaves en dado momento estuvieron a poco de caerse de sus dedos. Entrando a la agradable calidez de su hogar se relajó, suspirando de alivio al llegar.


Tomó al híbrido y lo recostó en el sofá terracota de la sala, cubriéndolo con una manta y dejándolo descansar, tenía que darse una ducha rápidamente para después hacer algo de té.


En poco tiempo el moreno ya estaba seco y con ropa limpia y cómoda, yendo a la cocina para hacer un té dárselo a Sanji, así tomaría los medicamentos que le dio el veterinario. Si el rubio no despertaba en esos momentos tendría que levantarlo, cuando estuvo hecha la bebida volvió a la sala, visualizando que el otro estaba hecho bolita, moviendo sus orejas al mismo tiempo que sus ojitos azules miraban con curiosidad el lugar en el que se hallaba. Lo sobresaltó cuando habló:


—¿Ya te sientes mejor cejas de caracol? —Sonrió por el apodo que acababa de darle, la ropa que el pelirrojo le prestó después de vendarlo (ya que la otra estaba en pésima condición) no le quedaba muy bien —Puedo prestarte una pijama, veo que no te gusta mucho el gris...


—¿A-a mí? —Tardó un poco en reaccionar por el apodo, cuando proceso la información protestó —¿¡A quién llamas "cejas de caracol"!? ¡Musgo! —Acto seguido, le sacó la lengua sonrojado.


El peliverde se mofó, el rubio se veía muy tierno enojado, sobre todo si también estaba avergonzado por el hecho de que aún no se conocían muy bien. Le extendió la taza con té verde y una tira de pastillas para el dolor, Sanji lo miró con desconfianza y entrecerró su ojo visible, apretando un poco la boca.


—Es medicina, idiota. Te rompiste algunas costillas —Insistió en que las tomara —Ni que fuera a drogarte y violarte bastardo —Dijo socarrón, dejando el té y las pastillas en la mesa de café que tenían al centro. Se sentó al lado del rubio algo lejos, pues era grande el sofá y luego encendió la televisión.


Sanji se puso rojo "¿V-violarme?", en su cabeza comenzó a imaginar cómo el peliverde tocaba su cuerpo, sin disgustarle la idea de ser poseído por el otro. "Es bastante atractivo... Espera ¿¡qué!?", pensó rojo como tomatito. Sus pensamientos se disiparon cuando escuchó un gritó de la televisión.


¡GOOOOL! —Vociferó el comentarista japonés en un partido de Francia vs Japón, dicho país había anotado el segundo gol del partido y los franceses comenzaron a angustiarse (se veía por las tomas de cámara) por el marcador 2-1 favor a Japón.


—Oh, vamos ganando... —Musitó Zoro cambiándole a un estúpido show donde tenían que hacer pruebas tontas.


—¡No! —Gritó el híbrido.


La sorpresa de Zoro se presentó, devolviéndose al canal anterior. Observó cómo Sanji movía su esponjosa cola rubia, emocionado por el partido que se llevaba a cabo.


—No me esperaba que te gustara el fútbol —Soltó el moreno de repente.


—¡Claro que sí! ¡Es Francia! —El contrario supuso que al estar emocionado significaba que su lugar de nacimiento fue en susodicho país.


El moreno sonrió con malicia, esa forma de molestarse el uno al otro le gustaba.


—Pues lamento arruinar tu momento, pero va a ganar Japón.


Ah, no. Nunca debió decir aquello.


Sanji calló sus chillidos de euforia, para agachar la cabeza con aura amenazante. Después se levantó de golpe y empezó a decir una sarta de groserías a diestra y siniestra. Con eso Zoro no paraba de reír, había conseguido su objetivo. Unos momentos después el rubio se percató de un dolor en su torso, uno muy punzante.


Iba a caerse, sin embargo, por los reflejos del moreno fue que nada sucedió.


 —Te dije que tenías que tomar el medicamento, cejillas... —Tomó el tibio té y una cápsula, intentando dársela —Abre la boca.


El ojiazul negó, el dolor no le permitía realizar ningún movimiento. Fue que el peliverde introdujo la medicina a la fuerza en su boca y lo besó para que tomara líquido, haciendo que pasara con facilidad por su garganta.


Cuando se terminó el líquido de sus bocas, Zoro no entendió porqué volvió a besarle, era una sensación tan cálida y satisfactoria después de todo el frío de allá afuera. Y Sanji no se apartó, lo cual facilitó su pequeño ósculo. Luego de que se quedaran sin energías para continuar y se separaran, ambos se miraron, el peliverde le sostenía la cadera y el rubio mantenía sus manos en el pecho del primero, sus orejas rubias estaban abajo, dándole un aspecto adorable.


No pudo resistir otro segundo más y unió nuevamente sus labios, haciendo más pasional el beso. Un jadeo de parte del híbrido consiguió que el moreno introdujera su lengua en su cavidad bucal. El húmedo sonido de sus bocas comiéndose resonaba y los toqueteos no se hicieron esperar. ¿Qué le estaba pasando?, ¿qué era esa sensación en su estómago?


Reaccionó cuando el híbrido acarició superficialmente con la yema de sus dedos su erección con algo de vergüenza, dejó de besar sus rosados labios, ahora rojos por los besos, para concentrarse en su níveo cuello.


Deslizando su diestra por la espalda del contrario, con la necesidad de desaparecer toda esa ropa. Siguió con las caricias en todo su cuerpo, escuchándose leves gemidos a lo largo de la habitación, viéndose en interrupción por el timbre de la casa.


Zoro chasqueó la lengua, tomando al ojiazul de los muslos y lo cargó para así llevarlo a su habitación que estaba en el segundo piso... Y con lo cual se perdió, escuchando todavía los insistentes llamados a la puerta. Incluso transcurrido ese tiempo Sanji no dejó de morderle suavemente el cuello, y lo hizo con delicadeza por sus desarrollados dientes, sorprendiéndose anteriormente de que el moreno le besara y sintiera sus colmillos un poco afilados. El moreno finalmente halló su alcoba, algo pequeña; pues solo se veía una cama, un escritorio con un ordenador, un mueble para ropa y una ventana.


Colocó a Sanji en la orilla del colchón, quitándose la camisa y poniendo rojo al otro. Luego de que le hiciera señas al rubio para que se quitase los pantalones grises se recostó encima de éste, abriendo de par en par sus piernas que para fascinación de Zoro eran tan delgadas y suaves.


—N-no me mires así... —Escuchó decir bajo al contrario, riéndose por la queja.


Sus manos se dirigieron a la ropa interior del híbrido, visualizando un pequeño bulto, llegando a sonrojarse también. Estaba a nada de ver la parte inferior desnuda de Sanji, y...


—¡Zoro-kuun! —Gritó Ace, entrando de golpe, viendo a los dos en aquella posición, quedándose boquiabierto y rojo, sin qué decir.


—Ace... —Murmuró Zoro entre dientes, cubriendo al rubio sonrojado a más no poder, su cara estaba tintada de todos los colores del arcoíris, como si el alma se le hubiese ido... Junto con su dignidad.


—Esto... Verás... Venía de paso y tenía copias de la llave y... Será mejor que baje, Luffy está en la sala y no tardará en vaciar la cocina, jeje... —Rió nervioso, cerrando la puerta despacio.


—Ace... —Repitió mientras detenía la puerta y sostenía una de sus katanas que estaba al lado de la pared —¡HOY TE MUERES!


Sin otra vacilación, el pelinegro corrió, por su vida, por lo que más quería. Había despertado a un demonio verde.


—¡NOOO! —Lloró.


Qué vida tan corta la de aquel chico con pecas.


 


 

Notas finales:

Al fin nuevo capítulo chingada madre! Iban a ser 2000 palabras, pero hasta ahí dio mi cabeza, casi implota*


Mientras escribía llegué a la mitad de mi lista de reproducción... Y eso es casi imposible en un día, son un chingo xd


Gracias por llegar hasta aquí uwu Den un comentario, que eso es lo que nos da de comer jsj


Arigatou uwu <3


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