Urgencia.
Yokozawa Takafumi miraba su celular con mala cara, reprimía la urgencia de querer morderse la mejilla interna ¿Cuál era la causa? Un mensaje de Kirishima Zen.
Cualquiera pensaría que su agobio se debía a que le había mandado uno de sus típicos textos con bromas estúpidas o palabras melosas, pero en realidad la causa de la ansiedad del apodado “oso gruñón de Marukawa Shoten” era un mensaje corto.
Necesito que nos veamos.
Es urgente.
— Pero que mierda…—murmuro frustrado mientras dejaba a un lado su dispositivo móvil, si lo tenía más tiempo en sus manos lo más probable es que entraría en un colapso nervioso.
De seguro era una jugarreta de las que le encantaban a Kirishima, pero… habían pasado dos horas y este no había mandado otro mensaje diciendo “solo bromeaba”.
Su cabeza estaba hecha un lío y el reloj de su muñeca avanzaba con tal lentitud que Takafumi quería desarmarlo para mover las manecillas hasta que fuera la hora de la comida.
— Yokozawa-san… ¡Yokozawa-san! —la voz de su subordinado Henmi, lo saco de sus cavilaciones.
— ¡¿Ah, qué?!
— Le estaba preguntando qué día era hoy… necesito verificar unas cuentas y olvide la fecha…
— Oh… 22 de septiembre
— Yokozawa-san ¿está bien?
— Sí… no te preocupes y vuelve a tus labores, no quiero que te retrases con tu trabajo
Y sin más, termino aquella conversación antes de que Henmi logrará ver a través de su desasosiego. Desde que salía con Kirishima se había percatado que logró cambiar tantos aspectos de su persona que incluso el distraído de su subalterno era capaz de darse cuenta de sus cambios de humor.
Suspiro pesadamente y miró el reloj de la oficina con la esperanza de que este avanzará más rápido,
… Que equivocado estaba, aquel artefacto estaba unos minutos más atrasado.
— Maldita sea…—gruño entre dientes mientras ojeaba los mismos papeles con los que había intentado distraerse hace algunas horas atrás.
Después de una larga tortura, al fin podría ver al causante de su delirante inquietud.
Incluso él mismo se había sorprendido de la rapidez con la que se levantó de su silla y huyo del departamento de ventas. Logró alcanzar el ascensor y se subió a él.
— Yokozawa-san, vamos al piso de abajo ¿le molesta? —comento uno de las secretarias con un tono de voz intranquilo
“Solo me están haciendo perder mi tiempo ¡maldición!” pensó exaltado pero controló sus impulsos, tenía que mantener una imagen profesional ante los demás empleados.
— No hay problema
Camino hacía la esquina del ascensor y se cruzó de brazos, sin querer escucho algo de la conversación de las féminas y se quedó estático.
— De verdad que no lo veía venir… estábamos tan bien, o al menos eso creía… y tan solo ayer me dejo un mensaje de “tenemos que hablar” y decidió terminar conmigo… no lo comprendo—comento una de las chicas con desilusión total
— Vaya… eso sí que es horrible, es terrible cuando una cree que las cosas marchan bien y solo es unilateral, no te deprimas… ya lo superaras—aconsejo la otra
Y el tercero en aquel elevador comenzó a entrar en pánico ante aquella historia.
“¿Acaso planea terminar nuestra relación?” recapacitó, ni siquiera se dio cuenta cuando las chicas se bajaron del ascensor y se despidieron de él. Estaba en una conmoción total.
“Todo termino…” y aquella frase le comenzaba a provocar un dolor inconmensurable que le quemaba desde las entrañas hasta el corazón. No quería imaginar una vida después de Kirishima… no podía.
“¡El maldito debería de darme una explicación! ¡Ni siquiera sé que hice mal!” de repente su tristeza se transformó en un sentimiento de enfado depresivo
El elevador sonó con su peculiar Beep y Takafumi se fue directo a la azotea donde últimamente se reunía con Kirishima en los descansos para la comida. Al abrir la puerta pudo vislumbrar la figura de aquél que le había enamorado profundamente.
Y repentinamente lo inundo un sentimiento de nostalgia que tuvo que contener.
— Ya estoy aquí.
— ¡Oh Yokozawa! Eso fue rápido…
“El muy maldito está tan tranquilo ¿acaso no le duele ni un poco el terminar esto?” reflexionaba encolerizado, intentando refrenar sus verdaderas emociones.
— ¿Y bien? ¿Qué mierda quieres?
— Wow, ¿alguien no se levantó de buen humor hoy?
— Si vas a comportarte como un imbécil, me largo
Sí, era mejor irse y evitar por un poco más de tiempo la dolorosa ruptura. Era una técnica de cobardes pero Takafumi ahora mismo no se consideraba lo suficientemente fuerte.
— Oh vamos, solo bromeaba… no es necesario que te vayas
— No me interesa, tengo mejores cosas que hacer
— Tenemos que hablar
— No, no tenemos, si me disculpas…
— Takafumi
Oh. Había usado el arma fatal. La cosa no era más una mofa, Kirishima había sido serio con aquel mensaje de texto.
Yokozawa apretó sus puños sintiendo como las uñas se clavaban en las palmas de sus manos. No había marcha atrás. Cerró los ojos y espero lo inevitable, no tenía el valor para darse la vuelta y afrontar la realidad.
— ¿La debería de dejar ir o no? —esas repentinas palabras lo desorientaron y soltó un “eh” poco galante ¿Qué había dicho Kirishima?
— ¿Eh? —no pudo evitar repetir aquel monosílabo poco grácil.
— Hiyori. Quiere salir con sus amigos al cine, esta tarde… pero no sé si debería dejarla ir ¿crees que deba o no?
— ¿Eh?
— ¿Qué pasa Yokozawa? ¿Acaso te has vuelto senil de repente? —dijo divertido el mayor mientras sonreía de lado y se recargaba en el barandal de la azotea
— No, es solo que… ¿eso que tiene que ver con lo de…?—finalmente se había dado la vuelta para encarar a su aún novio, aunque su cara denotaba su entera confusión
— ¿Con lo de… qué? —alzó una ceja el castaño mientras observaba el rostro confundido de su novio, después de una rápida inspección soltó una leve risa y se dio una auto palmada en la frente—Yokozawa no me digas que de nuevo estás pensando cosas absurdas
— ¡Es toda tu culpa! ¡Escribiendo semejante mensaje confuso! ¡Creí que era algo verdaderamente serio!
— ¡Y lo es! ¡Mi Hiyo está creciendo! ¡Dentro de poco vendrá y me dirá: Papá, me casaré! ¡Creo que quiero llorar!
“Yo soy el que quiere llorar” medito alterado el pelinegro mientras suspiraba aliviado y ponía mala cara ante el espectáculo lamentable que daba Zen ante su “enorme” dilema.
— Exageras, Hiyo es completamente capaz de asistir por su cuenta junto con sus amigos al cine, déjala ser independiente. Es probable que también necesite un descanso de su padre idiota
— ¿Ah? ¿Qué demonios significa eso? ¿Tú también necesitas un descanso de mí? Lástima que no te lo permitiré…—y aquella cara miserable de hace escasos minutos se había convertido en una llena de lascivia y diversión.
Yokozawa a veces pensaba que Kirishima hubiera sido un excelente actor si se lo hubiera propuesto.
— No digas tonterías… sí que sabes fastidiar a la gente… tanto lío por una salida de tu hija, hay personas que tienen mejores cosas que hacer que escuchar los lloriqueos de un padre sobreprotector—chasqueo la lengua mientras se daba la vuelta dispuesto a irse.
Pero un fuerte agarre lo detuvo al instante, alzo la vista sobre su hombro y se topó con la mirada intensa de Zen.
— No he terminado de hablar
— Creí que ya habíamos concluido que eres un idiota neurótico ¿Qué otra cosa quieres discutir?
— Tengo una urgencia
— ¿Ah? ¿De nuevo estás molestando con lo de tu estúpido mensaje de texto?
— Argh, no eres nada lindo~
— Lidia con eso o piérdete—contesto de forma agresiva, provocando una sonrisa ladina en el castaño, esas actitudes le excitaban más que cualquier cosa.
— Solo necesitas decir: ¿Cuál es tu urgencia, querido?~ ¿Acaso es tan difícil?
— ¡¿Quién demonios diría eso?!
— Oh vamos, tú puedes hacerlo~
— Oblígame
Oh, sí que había usado mal sus palabras. Una sonrisa burlona se apoderó del rostro despampanante del editor en jefe del departamento del manga de The Kan y se inclinó sobre el rostro de Yokozawa.
Lo sostuvo entre sus brazos y lo beso apasionadamente, como si quisiera robarle hasta la última partícula de oxígeno. Ni siquiera le dio tiempo al oso gruñón de fingir que se oponía ante tal acto así que solo pudo estrujar la camiseta de Kirishima hasta que fue liberada su boca.
— Concedido
— ¡¿Qué mierda fue eso?!
— Mi urgencia fue saciada, gracias—contesto con una risita mientras le soltaba del fuerte agarre.
Yokozawa se quedó boquiabierto mientras veía como Kirishima se dirigía a la puerta de la azotea más fresco que una brisa de verano.
— ¿Qué esperas Yokozawa? ¿Acaso te quedaste con las ganas de algo más placentero?
— ¡Jodete!
— Oh, creo que sería mejor si te jodo a ti
Vaya, de nuevo hacía mal uso de las palabras.
Pero al menos podía confirmar que ese jueves, 22 de septiembre… el cuál parecía haber sido un enorme desastre, finalmente había terminado siendo algo entrañable y que recordaría aunque lo negará ante Kirishima.
Fin.