Real my place
Cuando la verdadera felicidad llegue finalmente, será en un lugar donde mi verdadero yo, junto a ti, pueda existir.
Por las noches el campo de entrenamiento parecía como un sueño, las estrellas y la luna brillaban de un iridiscente color plata, las luciérnagas en su elegante cortejo nocturno eran acompañadas por la serenata que ofrecían los grillos, cerraba los ojos y podía transportarse a ese mundo por el que tanto luchaba: una realidad de paz y oportunidades para la humanidad, para él, para Erwin. Pero al abrir los ojos no estaba ese agradable paisaje nocturno. La noche que hoy le cobijaba es helada. Regresan de una expedición con menos soldados que con los que partieron, menos fuerzas y la esperanza escapándose en cada suspiro, la lluvia que se ha soltado hunde al campamento en un ambiente aún más lúgubre.
La manta del tipi es vieja y da la impresión de que en cualquier momento va a desplomarse y quedarán a la intemperie a merced del inclemente clima. Saber que atrás han dejado a sus compañeros caídos, que no hay fuego ni comida no mejora el ánimo, el cansancio se acrecienta y el frío lo recrudece.
—Intenten dormir lo más que puedan, mañana estaremos con nuestras familias —Erwin levanta la voz queriendo sonar animado y alguna sonrisa débil aquí y otra allá alcanza a percibir ante la idea de regresar al cálido hogar. No los culparía si, ante los horrores que vieron y el sufrimiento que conlleva salir a expedición, decidieran abdicar. A veces una ejecución suena más dulce que ser un bocado de titán. En cualquier caso, él no les aplicaría la ley marcial, no cuando todos tienen un mismo objetivo y es sobrevivir.
La lluvia fue amainando poco a poco y las gotas eran tan débiles como el pelo de un gato, con la idea de regresar a casa, el ánimo se neutralizó e incluso los que estaban de guardia cabeceaban de vez en cuando. En la duermevela, Levi sintió que alguien se sentó junto a él, para sus entrenados oídos, no escuchó el fregoteo de la manta del tipi para dar paso a alguien o de los pasos aproximándose, su corazón latió rápido, alarmado. ¿Un titán o un fantasma? Estaban afuera de las murallas donde tantos soldados habían caído y también estaban los titanes, aunque se habían asegurado de acampar en un lugar seguro, los titanes parecían tener una especie de organización. Sin embargo, también estaba lo suficientemente cansado como para ordenarle a su cerebro que abriera los ojos para comprobar cualquiera de las dos cosas, por lo que optó, junto al título de “el soldado más fuerte”, alejar el místico pensamiento y decidió que todo bien podría ser parte de un sueño. El insomnio frente al cansancio era vencido.
Erwin sonrió ligeramente ante el inusual evento y testificar de cerca la variedad de las emociones en la cara del soldado durmiente. Si Levi sintiera peligro se habría despertado al segundo pero había continuado dormitando con tranquilidad y era, ciertamente, satisfactorio comprobar que Levi, incluso sumido en la inconciencia, estaba bien con mostrarse indefenso en su presencia. Si hubiese sido cualquier otro miembro de la legión, incluso Hanji, Levi habría despertado.
La capa verde, usada como manta para abrigarse, se deslizó cuando Levi reacomodó su posición, con cuidado de no tocarle para no perturbar su sueño, Erwin intentó regresar la tela a su lugar. Levi masculló algo entre dientes y sacó la mano y la agitó como si ahuyentara un moscardón. El comandante rió en voz baja, de pronto interesado en otra clase de juego.
Resultaba bastante atractiva la vulnerabilidad de los húmedos labios entreabiertos y Erwin no era de los que desaprovechaba una oportunidad, una vez esta se presentaba, estaba encantado de tomar ventaja. Volteó hacia afuera, todo estaba en silencio, vía libre: se inclinó hacia delante, se relamió los labios de expectación y le besó.
—¿Qué demonios estás haciendo? —Levi habló malhumorado, abriendo los ojos de inmediato ante el fantasma besucón porque, estaba seguro, un titán nunca regalaría tan dulce caricia.
—Te beso. —El comandante acompañó su respuesta con una sonrisa.
—Me despertaste.
—No negarás que te gustó.
Levi no alcanzó a replicar. El segundo beso fue más profundo y más sensual; la neurona que aún se negaba a despertar y la otra que ordenaba ser prudente, se reanimaron de inmediato. Levi no sabía cómo reaccionar ante el comportamiento del otro, no eran muy dados al afecto teniendo tanta gente durmiendo cerca. Sin embargo, su cerebro solo podía concentrarse en los labios de Erwin, suaves y gloriosos y que tan bien sabían calentar su helado cuerpo, sin considerarlo más, comenzó a responder al beso, abrazándose al cuello del comandante.
—¿No sabes cómo besar? —El frío aún mantenía rígido su cuerpo y Erwin no dudó en soltarle un comentario sarcástico.
—Cállate, idiota.
Levi terminó por enderezarse y se acomodó para que Erwin no siguiera en cuclillas.
—Ya pasó la lluvia, ¿cambiaste la guardia? —Erwin acarició su rostro y asintió al pasarle un brazo por los hombros—. Entonces descansa. —Volvió a asentir y buscó una posición cómoda para no lastimar su cuello, cuando pareció encontrarla, Levi cerró los ojos, tratando de conciliar el sueño de nuevo—. Erwin —llamó, el comandante gruñó para informarle que le estaba escuchando, Levi agradeció por primavera vez tener un cuerpo pequeño y estiró su capa para compartirla con Erwin, en las precarias situaciones en las que estaban, dormir abrigados era uno de los pocos regalos que podía ofrecer para una ocasión tan especial y tan lejana a las comodidades. Su voz, un poco más animada por la esperanza de un mañana mejor, pronunció con suavidad—: Feliz cumpleaños, Erwin. —Inesperado y dulce como todo Levi, sonriendo agradecido, Erwin besó al soldado en la sien y lo acercó aún más para mantener el calor que tan amorosamente le ofrecía como regalo y luego, arrullados por la tranquila respiración de su compañero de vida, cerró los ojos ante la visita de Morfeo.
La humanidad, el sentido de la vida, mis deseos y tú, los abrazo fuertemente en mi corazón. Gracias, Levi.