Era un día común, empezaba mi segundo año de secundaria, tenía 14 años y era una tortura para mí la escuela. Estuve toda la primaria en un colegio donde hice grandes amigos que descubriría se convertirían en algo parecido a mi familia pero, tuve que echarlo a perder. Les pedí a mis padres que me cambiarán de escuela para conocer algo nuevo… Vaya tontería.
Desde que entre a este colegio sufro de bullying ya sea porque mis notas son sobresalientes o por mi cabello rizado; salgo llorando cada día de clases implorando un cambio pero mamá solo dice “tienes que aprender a defenderte”. Es un asco.
Mi único refugió es el anime, desde primaria me hice muy fan de él y ahora lo disfruto mucho más. Como me gustaría ser como una de esas chicas hermosas, que siempre son amadas por los demás o encontrarme con el amor de mi vida bajo la lluvia.
Hoy me encuentro sentada en mi pupitre hablando con una de mis pocas amigas sobre el anime, pero sobre algo específico: el yaoi.
No comprendo cómo ver a dos chicos besarse puede ser de lo más mono. Una amiga nos observa raro, mientras que las otras tres sonríen entusiasmadas por nuestra plática. Comenzamos a hacer parejas con los niños de nuestro salón y nuestras risas solo atraen miradas “Que raras”, es lo que siempre piensan de nosotras, pero al menos nos tenemos la una a la otra…Por ahora.
Comienzo a divagar sobre mis amigas de la primaria y lo mucho que las extraño. Desde hace un tiempo deje de verlas como “amigas” y comprendí que son personas que siempre estarían conmigo, en las buenas y en las malas. Estaba perdida en mis cavilaciones hasta que mi amiga menciono algo fan fics. Menciono que son historias basadas en animes, películas, series, música, etc. Pero que la gente les da otro final u otro giro, y por supuesto, hay de yaoi.
Estaba encantada con aquello, los chicos anime que imagine juntos todos en una historia. Asombrosamente eso me hacía más feliz que cualquier cosa.
Ahí comenzó mi obsesión. Desde ese día leía diariamente fan fics yaoi, incluso me inscribí en una página para poder seguirles la pista a mis autoras favoritas. Debo de admitir que me daba vergüenza que alguien me viera leyendo por lo cual era discreta, pero con el paso del tiempo lo hacía en cualquier lado, como dije, se convirtió en una obsesión.
Cuando comencé a perderle el miedo, envié notas a aquellas autoras que me habían hecho suspirar con alguno de sus capítulos, estaba por demás encantada de encontrar personas con el mismo gusto que yo y otro escape a mi realidad.
Cada día me desvelaba más leyendo y soñaba con encontrar un amor de aquellos que con solo una mirada saben cuál es tu estado de ánimo, que te desean en todo momento pero que sobre todo te aman más que a nada en este mundo.
Había una autora (siempre suponía que eran autoras) que era mi preferida, su forma de escribir era tan magnifica que creo que me enamore un poco de ella…
Es cierto, olvide mencionar que a los 14 años estas descubriéndote, así que poco a poco me di cuenta que las niñas no me eran del todo indiferente, incluso cuando era chica me llegaba a besar inocentemente con algunas de mis amigas. Jamás le di importancia, sino que hasta que crecí y me di cuenta que me calentaba viendo videos de chicas juntas, sin embargo jamás había salido con una, solo con chicos. Asi que llegue a la conclusión más lógica: soy bisexual.
Volviendo al tema, me enamore un poco de esa autora, asi que cada vez que respondía un mensaje mío mi corazón latía con demasiada fuerza. Hasta que un día pasó lo más inesperado.
Recuerdo perfectamente ese día, estaba leyendo como siempre uno de sus capítulos y le comente lo mucho que me había encantado, así que terminando busque en mí corre alguna otra actualización y veo un correo extraño que decía:
Hola, Nora-chan, soy Kikio Haru, la autora de “Amar es hoy”, quería contactar contigo, me agradas mucho, espero no te moleste. ¡Saludos!