–Cass…–Le llamó de manera suave por primera vez y le tomó el mentón, besando sus labios con fuerza y rudeza, sin importar la herida o el dolor ajeno, mordisqueando un poco, recordando las palabras de Sam casi en un recuerdo flash en su mente, se separó un poco y abrió la puerta del automóvil, apretando esta con fuerza, dando una corta mirada los ojos que tanto le habían encantado esos tres días.
Castiel sabía que no debía tomar la mano ajena, que no debía detenerlo o decir algo para que se quedase, pero salió del automóvil al mismo tiempo que Dean, el cual le vio molesto, frunciendo el ceño.
–¿Qué haces? –Preguntó Dean un tanto enojado mientras se cruzaba el bolso contra su pecho.
–No puedo dejarte ir, eres un hombre de palabra ¿No? Me has dicho una semana, aún no se cumple. –Intentó de cualquier forma, no deseaba que su pareja se fuese. –¡Es irracional que no creas en mí!
–No te conozco ni tú a mí. –Si Dean había dudado en quedarse, ahora solo deseaba irse lejos del azabache. Comenzó a caminar en dirección a la estación de buses, esquivando los automóviles mientras se alejaba de Castiel, el cual no dudo en seguirlo de cerca. –¡Dejame! Tío ¿Eres bruto o algo? –Preguntó dando un empujón hacía atrás, pero el contrario le tomó, jalando a su cuerpo para besarlo.
El menor se negó, forcejeando un poco mientras se removía, mas cada vez el abrazo se afianzaba, besando sus labios, sosteniendo con mas delicadeza del abrazo en el rubio. Si era su ultimo beso lo disfrutaría, mordiendo levemente de sus labios, disfrutando el suave contacto contra su boca.
El sonido estruendoso de la bocina de un automóvil los sobresalto, Dean apretó fuerte la camiseta ajena entre sus dedos mientras Castiel le tiró mas contra su pecho, ambos miraron con odio al automóvil frente a ellos, aún cuando estaban obstaculizando el paso.
Había algo malo con sus besos pues siempre eran interrumpidos.
–Hijo de puta. –Gruñeron ambos y se dieron una pequeña mirada, el azabache besó cortamente los labios ajenos y tiró su mano para salir de la calle caminando a la estación de buses, tomando asiento en una de las bancas sin soltar su mano.
–Dean, nos podemos llevar bien…–Comentó mirando sus manos unidas, jugando con sus pulgares de manera lenta.
–El próximo bus sale en tres horas a mi casa, tienes ese tiempo para convencerme a que me quede. –Comentó mas relajado, mirándole de reojo.
–Tres horas son suficientes para mí. –Musitó antes de besarle con un poco mas de confianza.
Dean no estaba para nada seguro de cómo paso de hablar en una banca con Castiel a como ambos estaban cruzando la puerta del hotel, mas no tardaron en besarse con necesidad en cuanto la puerta fue cerrada, el rubio de manera ansiosa delineó el cuerpo ajeno, desde el pecho a la cintura, quitando la camiseta en tirones y devorando con la mirada a su pareja.
–Tan caliente. –Dijo con seguridad mordiendo un poco el cuello de Castiel, comenzando a quitar los pantalones con cierta torpeza, pues el mayor hábilmente le quitó la chaqueta y resto de la ropa cintura para arriba.
–Es solo el comienzo, bebé. –De manera lenta pasó la lengua por la piel de su amante, succionando el cuello, bajando por los hombros, mirándole de reojo. –Eres letalmente hermoso. –Le atrajo una vez mas por la cadera y le llevó a la cama blanca tras ambos, empujando al ojiverde a la cama y metiéndose entre sus piernas.
–Espero seas así…Sunshine. –Ronroneó tocando los firmes hombros, espalda baja y la costura de los jeans, tirando de estos hacía abajo, demasiado nublado por el placer que ambos cargan en el otro.
El latido acelerado de Dean le recordó que bastaba con tener sexo para reclamar a una pareja como suyo, si todo el espiral de libido seguía, terminaría siendo una real pareja, el lazo le haría aún mas difícil separarse con el tiempo que llevaban juntos y giró en la cama, tomando asiento en la orilla, lejos de su acompañante.
–No te he traído acá solo para follar Dean, es mas que eso. –Besó su cuello. –Te necesito en mi vida. –Dijo mientras se sentaba a su lado, besando su hombro y pate de su cuello.
–Tú no lo entiendes, no lo entenderías nunca. –Dijo jadeando ante el cosquilleo causado, dando oleadas de placer.
–Dejame hacerte sentir bien, pareja mía…–Castiel lo fue tendiendo nuevamente en la cama y le abrazó, atrayendo la cadera ajena hacía la propia, dejando los pechos calientes juntos.
–No soy tu pareja. –Murmuró sobre sus labios dando una lamida y el mayor fue bajando, dando pequeños besos por el pecho, abdomen y tironeando de los pantalones, hasta quitarlos, lamiendo los abdominales y frotando con la palma de su mano el sexo hinchado del menor.
–Haré que cambies de opinión. –La voz ronca y áspera del contrario salió en un susurró, sosteniendo esta vez la base del miembro ajeno bajo la ropa, masturbando lentamente y lamiendo, humedeciendo la ropa interior, delineando con su lengua una y otra vez, sin perder la lujuriosa mirada ajena.
La ultima prenda del cazador fue retirada y Castiel separó ligeramente las piernas ajenas, sopando sobre la cabeza roma del miembro ajeno, notando como este se estremecía ante el estimulo, no faltaba prácticamente nada para alcanzar el orgasmo y los juegos previos ahora no le servían.
–Hazlo. –La voz de Dean sonó casi pastosa, en un gruñido bajo, ambos intercambiaron miradas, ambos quería dominar pero Cass dejó pasar aquello y lamió bajo el eje del sexo, metiendo a su boca, cerrando sus ojos y relamiendo cada vena de este, metiendo lentamente a su boca para luego sacar de la misma forma, repitiendo el movimiento una y otra vez.
El sabor salino recorrió la boca del ojiazul y sabía que no había mas tiempo, su diestra acarició los testículos del menor, apretando ligeramente con la palma de su mano y aceleró lo máximo que podía, escuchando la respiración agitada y gustando los espasmos que recorrían el cuerpo. Todo gracias a él.
El sabor inundó su boca y se retiró un poco, sin dejar de succionar con fuerza, el liquido caliente, entre dulce y salado, un sabor extrañamente único.
Se alzó de a poco mirando al rubio con los ojos cerrados, las mejillas entreabiertas, la boquita ligeramente húmeda por su saliva y los labios hinchados, seguramente por estarlos mordiendo. Su pareja era un Dios hecho persona, desde su pecho firme hasta sus manos, piernas, todo lo era y sería solo de él.
–Mío. –Gruñó dejando a su alfa dominar y se lanzó a su boca, rodando en la cama y dejando al menor sobre su cuerpo, entrando en la dulce cavidad bucal en un beso fuerte y rudo, que duro segundos, minutos, hasta que ambos estaban jadeantes, sobre todo Dean, el cual gimoteó bajito ladeando la cabeza, intentando recuperarse del intenso orgasmo.
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Dean se sentía extremadamente relajado entre los brazos de Castiel, nunca había dejado que alguien le hiciera “cucharita”, era extraño sentir el caliente aliento en su hombro, habían hablado durante horas y ya era de madrugada, incluso habían ido a comer y regresado a recostarse medios desnudos, incluso cuando Castiel solo le había hecho sexo oral , no pidió nada a cambio y parecía realmente feliz.
–Entonces, estoy feliz de que te quedaras…Buena noche, Dean. –Musitó el mayor besando el hombro ajeno, tirando las mantas un poco mas hacía arriba.
–Buena noche, Cass. –Dijo adormilado, gustando lo tibio y reconfortante del momento, junto con lo seguro que se sentía entre los brazos de su pareja. Aun cuando claramente, eso no duraría para siempre.
A la mañana siguiente, luego de tomar ambos una ducha rápida salieron, estaba por ser medio día y saltaron directo al almuerzo en una cafetería al paso de la carretera mientras seguían su viaje sin rumbo.
–Dean…–Intentó hacerle tomar atención. –Hey, Dean. –Volvió a intentar, mas su acompañante parecía perdido mirando el trozo de carne en su plato. –Dean…–Llamó una vez mas, comenzando a irritarse. –Joder ¡Dean!
–Mierda, no grites, que estoy a un lado. –Dijo el aludido, comiendo el trozo de carne que antes miraba. –¿Qué quieres?
–Te estaba hablando hace un rato. –Se quejó bebiendo de su gaseosa. –¿Estas bien? ¿Preocupado por volver a tu casa? –El rubio tragó grueso, Castiel apenas llevaba días con él, pero sabía exactamente donde estaban ambos parados por así decirlo.
–Sí. –Comentó entrecerrando sus ojos. –Llegaré a tomar el poder de un grupo de hombres molestos por haberme ido, Sam estará preocupado y me interrogará porque sí y porqué no también, no le guardo mentiras a mi hermano y cuando sepa que conocí a mi pareja y lo dejé ir, va a querer matarme. –Dijo intentando sonar convencido.
–No tienes porque dejarme, puedo… Intentar ganar un lugar en tu vida. –Castiel tomó la mano del rubio, acariciando esta con cuidado sobre la mesa.
–No, no puedes, no estabas en mis planes, yo sabía desde pequeño que sería el líder, siempre lo supe, desde que Sammy nació, desde que mis padres murieron, siempre supe eso…Debía casarme con un Omega o una bella mujer, tener niños, incluso un beta, pero jamás un Afla, Cass, no puedo estar contigo. –Apretó ligeramente la mano, sosteniendo apenas.
–¿Por qué no? –Preguntó serio, Dean había hablado de grupos de música, de comidas, de tartas, de viajes, de conciertos, de su “bebé”, de todo, pero no hablaba de sentimientos, así que sin duda le apoyaría en esto.
–Porque esta mal visto, porque sé que no me dejarás ir arriba y si alguien se entera de que yo voy abajo- Que, te diré ahora; No pasará.-Pero si se corre el rumor no me respetarán mas y…–Dean fue callado con una pequeña seña.
–Dime…Yo te hice un oral anoche y sigues siendo la misma persona, la camarera que nos sirvió tal vez tiene sexo con una chica o con un chico, tal vez sea esto o aquello, pero sigue haciendo su trabajo bien, para ti será lo mismo.
–No lo será, no lo entenderías, tengo todo sobre mí, somos respetados y…–Comenzó a titubear.
–¿A quién le quieres demostrar quién eres, a un grupo de Alfas o a ti? –Le preguntó mirando fijo a sus ojos. –Yo sé quién eres y no por leer una ficha, si no porque veo mas allá de que seas un Alfa, un chico realmente guapo y hermoso, pero por sobre todo, Dean, eres Dean, una persona realmente genial. –Los verdes ojos de Dean se llenaron de lagrimas y se levantó.
–Necesito aire. –Dijo soltando su mano.
–Dean, no sé a quién quieres demostrarle algo que no eres, incluso ¿Realmente quieres eso? ¿Realmente quieres ser el Alfa de una comunidad tan poderosa?
–¡A ti que mierda te importa, pase lo que pase no serás mi pareja! –Gruñó al borde del llanto, saliendo de la cafetería y corriendo un poco, dejando a Castiel atrás una vez mas.