–Necesito aire. –Dijo soltando su mano.
–Dean, no sé a quién quieres demostrarle algo que no eres, incluso ¿Realmente quieres eso? ¿Realmente quieres ser el Alfa de una comunidad tan poderosa?
–¡A ti que mierda te importa, pase lo que pase no serás mi pareja! –Gruñó al borde del llanto, saliendo de la cafetería y corriendo un poco, dejando a Castiel atrás una vez mas.
Se había arrepentido casi en el mismo segundo que decía esas palabras, quería a Castiel, todas la células de su cuerpo lo deseaban y su alma también, pero no, tenía que ser un idiota y soltar lo primero que pensara, incluso si eso era una mentira. Ahora solo se arrepentía y no quería volver y afrontar que si lo deseaba, mas que nadie en el mundo.
–¡Para! –Pidió Castiel mientras le seguía al mismo paso, tomó la muñeca del menor y lo giró para verle de frente. –No me importa que mierda tienes sobre los hombros, incluso si es toda la humanidad, te apoyaré, dejaría todo por ti y creo que lo he demostrado hasta ahora…Pero también tengo cosas que hacer, si es verdad lo que me has dicho lo aceptaré, tomaré mis cosas, regresaré el dinero del caso y haré mi vida, si no es así, entonces dilo ahora...
Dean se quedo quieto, su pecho dolía, una vida perfecta socialmente en su manada, manejando esta, encontrando a otra compañera o compañero, teniendo niños e…Incompleto. O aceptar a Cass y enfrentar todo, pero completo.
–No te quiero. –Apenas susurro, mirando a sus ojos, la mentira estaba tan latente, punzante y dolía. –Es lo mejor para mí, no te quiero en mi vida. –Aclaró y le quitó la mano de su muñeca, comenzando a caminar, rogaba que su pareja le siguiera, incluso se vio tentado a mirar hacía atrás, pero nada pasó, caminó, hasta que los metros eran kilómetros y los minutos horas.
Agradecía haber cargado su bolso antes de salir, se sentó en una banca del terminal de buses, compró el primer pasaje de regreso a su ciudad y suspiró con el teléfono en la mano, no le había pedido ni el numero y ahora se sentía mas perdido que nunca.
–Sam…–Susurró luego de marcar al escuchar el tono típico de; Hola, soy Sam, estoy ocupado ahora, pero deja tu mensaje, llamaré. –Sammy…–Su voz sonó un poco estrangulada. –Viajaré a casa hoy por la tarde, llegaré mañana por la mañana…Sería…Sería bueno si me dieras un aventón ¿Vale? Aparé el celular para guardar batería, te llamo…Ah, llegaré a eso de las 8 de la mañana. –Intentó sonar mas animado, pero su voz se rompía y decidió terminar la llamada así.
Al tomar el bus intentó dormir, pero no podía, había perdido en un mes a su prácticamente padre, a gran parte de su familia en un solo hombre, ahora había perdido su pareja, tenía un luto doble que cargar y la mitad por una idiotez que hizo por si solo, se removió en el asiento, cubriendo con ambas manos sus rostro acuosos, pensando en las palabras que le había dicho Castiel.
“¿A quién le quieres demostrar quién eres, a un grupo de Alfas o a ti?”
Ahora no sabía ni quien realmente era, mordió su labio, llorar no le hacía menos hombre o menos alfa, amar no era un pecado, querer a otro alfa, tampoco era algo lejano, lo quería, incluso si rechazaba todo lo que tenía ahora, quería Castiel por sobre todo y la idea de no volver a tenerlo lo destrozó.
–Señor, debe despertar. –Dean se removió cuando el auxiliar de viaje le removió y asintió somnoliento, había dormido apenas unas horas y estaba llegando a su ciudad, solo una hora mas, el viaje a casa ya que estaba un poco alejada su comunidad de la ciudad como tal.
–Gracias. –Aceptó bajando y tomando su bolso, no tardo en ver a su hermano y una sonrisa iluminó su rostro. –Sam…–Susurró al tiempo que unos brazos le atrapaban de manera fuerte, abrazando firme.
–Dean, me tenías preocupado. –Gruñó Sam mientras se separaba lentamente, buscando con la mirada algo, alzando una ceja luego de unos segundos.
–No viene conmigo…–Murmuró sin querer tocar el tema.
–Entiendo…–Dijo y le mostro las llaves, la mirada de Dean se iluminó.
–Oh Dios, Sammy, trajiste a mi bebé. –Tomó las llaves sin dudar y fue al estacionamiento casi corriendo, ahí estaba su preciado impala.
–Claro que traje a tu novia–Sam rodó los ojos mientras miraba como su hermano casi saltaba sobre el capó del auto, abrazando de este como si fuera el objeto mas preciado en el planeta.
Dean no tardó en subir al automóvil y esperó que Sam hiciera lo mismo.
–Cuenta. –Pidió el mayor, comenzando a conducir, acariciando el volante.
–Nada nuevo, las cosas un poco tensas, pero el acuerdo sigue siendo de siete días para que alguien tome el puesto, Benny tomó un caso nuevo pero volverá para cuando alguien tome el cargo, los demás están todos en sus casas, no ha salido nada nuevo…¿Me contarás sobre lo que pasó con tu pareja o realmente no quieres hablar de eso?
–Sí, realmente no quiero hablar de eso. –La voz de Dean salió cortante y luego de aquello nadie habló en toda la hora de viaje, estacionó su automóvil fuera de casa, mirando esta, era grande, realmente una mansión. –Dulce hogar.
Pasó a la casa, estaba todo en silencio, ahora solo vivían Sam y él en un lugar donde fácilmente podrían vivir 13 personas, miró las fotos de Bobby, de sus amigos, de sus padres y suspiró, la vida podía ser una perra.
–Dean, sé que no debo tocar el tema pero…–Dudó unos segundos y luego continuó. –¿Tomarás el puesto? –Preguntó Sam casi tímidamente. –Sé que acordaron todos esperar una semana, pero faltan tres días y…Si tu no aceptas tendré que aceptar yo.
–Sammy, no quiero que ese peso lo tengas tú, no lo quiero tener yo tampoco, pero prefiero hacerlo a que tú quedes con todo eso. –Explicó, Sam estaba por prestar cuando su hermano alzó la mano. –Y sabes que no cambiará nada, daría mi vida por ti, además, es el trabajo familiar y solo debo aceptarlo…Iré a mi cuarto.
Dean tomó un baño y aprovechó de dormir las horas que no pudo hacerlo en el bus, lavó su ropa y ordenó parte de su cuarto para luego suspirar, debía poner en orden su vida pero por ahora, un pequeño descanso no estaría mal.
Sacó una lata de cerveza del congelador y escuchó la puerta, mirando a su hermano, la casa entera estaba cargada de una sensación de nostalgia y el silencio casi consumía todo.
–Yo también lo extraño. –Habló Sam dando una corta mirada a los ojos ajenos y pasando a buscar una cerveza.
–Lo sé, es una mierda, pero bueno ¿Qué dices si bebemos hasta perder la conciencia por ultima vez? Luego tendré que ser un líder responsable. –Bromeó con voz gruesa, sacando unas botellas de tequila, ron y algunas otras cosas. –¿Por los buenos y viejos tiempos con Bobby? –Preguntó sirviendo dos pequeños vasos y extendiendo uno.
–Por los buenos tiempos y…Espero que vengan mas. –Apoyó bebiendo sin pensar…
Al día siguiente.
El rubio se removió en su cama, la nauseas golpearon su estomago y se quejó abriendo apenas los ojos.
–Mierda…Nunca mas…–Susurró cubriendo sus ojos con su antebrazo, recordaba haber bebido por lo menos cuatro o cinco botellas de diferentes licores y destilados, haber casi llorando mientras le contaba a Sam sobre Castiel y luego todo eran recuerdos difusos. Había despertado en el sofá y casi gateado a su cama, al igual que su hermano en casi las mismas condiciones.
Se levantó para tomar una ducha rápida y ponerse un pantalón de chándal y camiseta negra, preparando sin dudar una cafetera entera, cuando su hermanito despertara se lo agradecería.
La puerta sonó y suspiró ante el ruido, su cabeza aún daba vueltas.
–Vooy. –Dijo con voz pastosa y rascó tras su nuca, bebiendo del café mientras caminaba hacía la puerta, notando los golpes en ella aumentar. –¡Mierda que ya voy! –Gruñó abriendo la puerta y quedando congelado al ver la imagen frente a él. –Cass…–Susurró apenas mirando del mayor, tenía un ojo ligeramente morado, el labio roto nuevamente y parecía bastante apaleado, apenas reaccionó cuando sus labios fueron cubiertos por los ajenos y cerró los ojos, si aquello era un sueño no quería despertar.