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El Efecto Arena. por Nighter

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Notas del fanfic:

¡Hola! Bienvenidos al comienzo de esta historia.

Aprovecho para mencionar que este es mi primer Fanfic publicado.

Espero que le den una oportunidad y disfruten de lo que pronto acontecerá.

 

*Los personajes de Naruto no me pertenecen, yo solo los tomo prestados para esta historia con el fin de la entretención de los fans*

 

¡Ahora a leer!

El Efecto Arena.

GaaNaru

By: A.Nighter.

 

 

***

Capitulo 1 ¡Oh, sorpresa!


El día ya anunciaba el ocaso con sus tonos anaranjados mezclándose con el negro de la oscuridad que lo invadía, causando al cielo una herida que teñía con toques carmesí donde el resplandor del sol era absorbido por las tinieblas.

Moría otro día, y él, se encontraba agotado, hambriento e indignado. Llegaba derrapándose a la entrada del complejo de apartamentos donde le habían asignado su vivienda. Ni siquiera le habían conseguido un transporte para trasladar sus pocas pero considerables pertenencias, tuvo que lidiar en conseguir un taxi cargando con sus mochilas para todos lados, a veces tropezando o chocando con los transeúntes de la calle.

Tardo así más de tres horas, cambiando de calle, gritando o silbando para que algún conductor se detuviera y le llevara, pero desgraciadamente, su condición lo volvía invisible, la misma sociedad esquivaba de él como un bache en el camino, la gente tenía sus prioridades y los de su clase siempre eran los últimos en ser tomados en cuenta o ni se preocupaban en considerar su existencia.

En cambio, cuando avistaban a alguien que portaba la insignia de la excelsa —o mejor dicho, temible— Clase Superior, ridículamente el comportamiento cambiaba, incluso aquellos que no llevaban una insignia que delatara descaradamente la estúpida clasificación que les asignaban al nacer, agachaban las cabezas, cedían el paso, adulaban con reverencias y gestos de respeto que rayaban en la sumisión, tan patético, como el hecho de esmerarse en entablar una conversación con alguno de ellos que ni siquiera se inmutaban.

Un Superior jamás conversa, jamás gesticula, jamás te mira, porque eres tan poca cosa para su entorno que no se molestan siquiera en procesarte en sus pensamientos, se comportaban tan malditamente arrogantes y las personas tan estúpidamente condescendientes que hacían retorcer las tripas del pobre joven blondo que había perdido cada taxi por un idiota Superior y la predilección de un imbécil conductor que ambicionaba dinero capital y el privilegio de respirar el mismo aire que uno de esos cabrones.

Así de fácil era la vida para el rubio. ¿Lindo no?

 

Como último recurso optó por formarse en la fila que asignaba transporte a los civiles, en una estación de autobuses. Saco tres monedas de su pantalón y las echó a la caseta que le imprimió su boleto para acceder al autobús, se formó como el resto de las personas y espero resignando a que llegara el próximo que lo llevara a la dirección determinada.

Pero cuando un autobús aparcó frente a ellos para comenzar a subir, sintiéndose aliviado y con ánimos nuevos de llegar a su nuevo hogar a descansar, el guardia encargado de inspeccionar orden y seguridad en los pasajeros lo retuvo con una brusca seña de mano que indicaba alto aun antes de que él pudiera siquiera pisar el primer peldaño hacia el interior del autobús.

Contrariado y dubitativo se hizo a un lado, mirando al guardia con el ceño fruncido esperando por una explicación pero al percatarse de ser ignorado, con la desesperación en un puño por ver que la fila avanzaba y el autobús se llenaba, su impulsivo malestar se hizo notar cuando exclamó.

—¡Oiga qué pasa, debo tomar este autobús!— su voz llevaba consigo un tono ronco y agudo, prácticamente fue una súplica cargada de frustración. Sus doloridos hombros temblaron por llevar cargando el peso de las tres mochilas cargadas con todas sus cosas, sudaba por el esfuerzo y los nervios y justo ahora empezaba a perder los cabales por estar asoleado de todo el día sin poder llegar a su destino. ¡Sin poder subir a un maldito autobús!

— ¡¡Hey!! — llamó furibundo al guardia que lo ignoraba olímpicamente. Viendo que la gente seguía abordando y el seguía ahí parado como un idiota.— Tengo que subir — dijo más para sí mismo que para oídos del guardia, se acomodo las mochilas en cada hombro aferrándose a los tirantes de la que llevaba colgando en la espalda, determinado a subir aunque se saltara la ley.

Qué más daba, a él no le asustaba ningún uniformado con aires de superioridad.

Intento colarse a la fila, dando algunos empujones a las otras personas que gimieron de molestia, pero el guardia lo tomo por el brazo empujándolo bruscamente hacia un lado.

—Los Alfas van primero.— acotó sin mucha importancia pero aseverando su mirada hacia el joven rubio de incrédula expresión.

—¿Alfas? ¡Aquí no hay Alfas!— obvió aun en tono chillón pero es que ya estaba harto de tanta estupidez que lo estaban poniendo histérico. La gente seguía subiendo.

Cierto, ahí no había un solo Alfa.

— Entonces civiles primero.— dijo el guardia en el mismo tono neutro y despreocupado.

—¡¿Pero qué…?!— su cuestión fue interrumpida abruptamente, esta vez notando que la voz del guardia había cambiado.

— Eres Omega…— su tono casi de desprecio como si no hubiese querido mencionarlo, barriendo de arriba abajo al joven en un fugaz movimiento de ojos.— Los Omegas van al último.— Finalizó y apartó la vista del muchacho hacia las personas.

Si creía que eso aminoraría al joven estaba completamente equivocado. El rubio apretó los dientes y siseo como un gato enfurecido, apretando los puños y conteniendo las ganas de echársele encima para romperle la cara a puño cerrado y demostrarle el por qué había sido seleccionado en el ejercito del gobierno para el cual trabajaba.

—Escúchame bien desgraciado…— gruño en un tono macabro que ofuscó al guardia sin darle tiempo a reaccionar cuando el chico lo tomó por las solapas de su uniforme. El joven rubio rebusco dentro de su chaqueta que parecía unas cuatro tallas más grande de la que necesitaba, sacando de ella un tarjetero que estampo con fuerza directo en la frente del guardia.

— Trabajo para el gobierno, soy miembro del ejército y tengo el puesto de Capitán en la división de misiones especiales…— escupió cada palabra haciendo retroceder al guardia que perdió fuerza cuando oyó la palabra ejercito, observando con dificultad la identificación que era presionada contra su frente mientras su espalda era estampada en el metal frio del autobús.— Llámame Naruto Uzumaki. Capitán Naruto Uzumaki para ti, idiota.— bramó iracundo.

A Naruto no le gustaba tomar ventaja de su grado ni de su posición pero en su defensa el maldito guardia se lo había buscado. Eran esas veces en las que no quedaba más remedio que hacer uso de la fuerza bruta y revelarle a sus opresores quien era él, demostrándoles un poco de esas aptitudes que lo llevaron a convertirse en un igual para un Superior.

 

Sí, Uzumaki Naruto es un Omega. Y también es cierto que se ganó su puesto en el ejercito pero detrás de eso hay una oscura historia. Y la que está por suceder tampoco pinta muy claro.

 

Notas finales:

¿Y bien? ¿Qué les ha parecido?

Sé que el capitulo fue muy corto, pero digamos que, es el introductorio de la historia, el proximo será más largo.

Bien, por ahora es todo, actualizaré pronto se los prometo.

Mientras tanto me gustaría que dejaran su opinión, un comentario, tomatazos, jejeje.

 

¡Nos leemos pronto!

Nighter fuera.

 

 


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