III
Criatura
—Me alegra que haya respondido a mi llamado.
—Estoy en deuda contigo Stark.
Tony arrugó el puente de su nariz ante lo dicho. En realidad por su culpa la intachable carrera de una mujer había estado pendiendo de un hilo, amenazando con cortarse y arrojarla a los lobos que aguardaban debajo. Haber expuesto a Helen en el asunto de Ultrón – ya sea directa o indirectamente – le había dejado un mal sabor de boca, así que apenas el ambiente se calmó, movió todos sus influencias para financiar su ya revolucionario Arca de Regeneración. La doctora siempre se había comportado amable con ellos, formando parte del vasto séquito que conformaban los vengadores. O lo habían hecho tiempo atrás.
—Sí, bueno, creo que podemos comenzar a saldar nuestras deudas Helen, necesito de ti, es para regresar a una persona a la vida.
La surcoreana entrecerró sus ojos algo alarmada con la expresión tan seria que portaba el castaño, tal actitud en Tony era como mucho extraña, mas sabía que el asunto era importante para él, sus gestos así lo confirmaban, la confidencialidad con la que casi rogó, llegara a su Torre, eran más que pruebas de ello.
—Me jacto de ser una persona perspicaz, entiendo que el gobierno los mantiene en eterna vigilancia, pero Tony, regresar a la vida a una persona es imposible.—El genio estiró sus labios deformando una sonrisa.
—¿Sabes la historia del Fénix, Helen?
Cho enarcó una ceja, no comprendía hacia dónde se dirigía la conversación, pero con Stark, era imposible de antemano, predecir.
—¿Hablas de la criatura mitológica? La que resurge de sus cenizas...
—¡Esa misma!—Tony gesticuló con sus manos, como siempre hacía cuando se preparaba para dar una explicación a esos comentarios que muchas veces sonaban descabellados—; El Fénix termina un ciclo empollando un huevo para luego arder en fuego, y de esas cenizas reaparece nuevamente... muere para nacer una vez más en un ciclo interminable. Es el símbolo de la purificación ¡de un renacimiento!
—No logro comprenderte—dijo algo contrariada.
—Yo seré el fuego, Helen. Seré el fuego que de muerte.—Los ojos del genio brillaban, sacando a relucir una vez más su sonrisa cargada de desfachatez, cuando descubrió el enorme desconcierto en su par.—Pero creo que antes, tendré que explicarte todo desde un principio...
Tony junto a la doctora se encaminaron hacia donde aún seguía estando el laboratorio que Banner llegó a considerar su hogar, Helen conocía muy bien ese sitio también, muchas veces estuvo ahí para ayudar. El castaño había seguido investigando aun después de la desaparición de Bruce, pero estaba claro que ese no era su campo, por lo que necesitaba ayuda. Le hubiera encantado contar con la ayuda de su hermano de ciencias, pero las cosas no siempre son como a uno le gustaría que sean. Eso ya lo había aprendido a sobremanera.
La última vez dentro de la cámara de simulación, Tony comprendió algo que hasta ese momento su mente se había empeñado en negar. Había comprendido muchas cosas de hecho, pero una a la vez...
Allí, sobre una mesa, se encontraba la estructura que Tony había estado creando, Helen desvió un momento su rostro del genio y se enfocó en el objeto que conformaba el esqueleto de un brazo. Claramente no era óseo, más bien;
—¿Vibranium?
—Cuando Ultrón fue destruido, recuperé parte de lo que había sido su cuerpo, confieso que trabajar con un material tan versátil fue fascinante, pero agotador.
—Tony, ¿para qué...?—Helen se corrigió—¿Para quién es esto?
—Sabes que te llamé para que con tu Arca, generes el tejido que lo cubra—Cho asintió, ya había llegado a esa conclusión apenas ver la estructura.—Eso—dijo señalando su creación—; eso es el Ave Fénix.
Tony fue paciente, sabía que se estaba arriesgando demasiado, pero poco ya le importaba Ross y las Naciones Unidas. Estaba harto de caminar por los interminables pasillos de la Torre en silencio, solitario. Roto.
Estaba harto de las pesadillas, de los ruidos de metales chocando entre sí. Estaba harto de sentir que extrañaba a Steve a niveles descomunales que aterraban de sólo pensarlo. No odia a Barnes, no podía hacerlo. Es así que relató todo lo sucedido a Helen, desde que Wanda no pudo retener esa bomba provocando que un piso entero estallara, hasta el hueco sonido del escudo contra el helado suelo de esa base en Siberia. No se guardó nada, no quería hacerlo, de alguna manera necesitaba escupir el veneno que lo consumía hacía demasiado tiempo. Su voz jamás tembló, su rostro nunca se conmovió, pero eran sus ojos quienes exteriorizaban ese dolor que Tony se guardaba. Incluso le comentó de sus frustrados intentos con B.R.E.A.
Helen no hizo preguntas, no habló, estaba enterada de lo sucedido, pero la revelación del asesinato de los padres del genio le había dejado en shock. Conocía las historias del Soldado de Invierno y los crímenes por los que era buscado.
—El brazo que has estado creando es para James Barnes—dijo algo afligida—, ¿por qué haces eso?
—Quiero asesinar al Soldado de Invierno, quiero verlo morir ante mis ojos, así como él vio morir a mis padres—Tony apretó sus puños, y por primera vez la voz le tembló—; sólo así podré traer de regreso a Barnes—hizo una pausa, a Helen le pareció que el castaño estaba reviviendo lo acontecido en su mente. Y no se equivocó.—En un principio pensé en utilizar el proyecto B.R.E.A. en él, pero me di cuenta que eso no funcionaría, no es suficiente atacar los recuerdos y modificarlos, no creo que en HYDRA hayan sido tan ingenuos de permitir que su obra maestra sea reprogramada con una simple manipulación mental.
—¿Entonces, cómo piensas ayudarlo?
—Por ahora no lo sé, pero salvaré a Barnes—dijo con determinación.
No lo odiaba. No podía hacerlo.