VI
Hijo
Peter se mordió el labio inferior, no quería seguir diciendo algo de lo que muy posiblemente, se lamentaría más tarde. Observó su plato medio vacío al sentir la mirada del mayor sobre él. Quizá y se había percatado de que, a pesar de las diferencias que solían tener, del tiempo – sea mucho o poco, siendo para él algo completamente irrelevante – había terminado por encariñarse con el genio, y Peter no era muy bueno ocultando sus sentimientos. Tony, en cambio, era un experto.
Tenían una rutina, algo estrafalaria, mas sabiendo la vida que había llevado Stark, terminaba por ser algo de lo más común allí. Tony había prometido darle esa beca por la cual sus caminos se habían juntado, ahora ya no era una mentira para desviar la atención de su tía y mantenerla a salvo y sin preocupaciones, era un hecho. Así como las continuas ayudas y enseñanzas que volcaba el genio en su ahora joven aprendiz. A Peter no le molestaba, muy por el contrario, estaba fascinado de saber que el mismísimo, famoso y héroe Tony Stark ¡Iron Man! se tomaba las molestias de darle horas de su valioso tiempo, para que él siguiera aprendiendo y entrenando, sobre todo.
Tony bebía de todo aquello, revitalizándose de su propia juventud, como un soplo fresco y renovado que le traía calma a todo el tormento que se desataba cuando dejaba de ocupar la mente en ser útil y viajaba muy lejos de Nueva York, a un lugar más frío y cruel, un lugar solitario y abandonado. Fregó sus manos contra su rostro en un desesperado intento por borrar esas grotescas muecas que deformaban una vez la imagen perfecta del héroe de américa decidía que era hora de comenzar con su tormento.
Tal parecía que aquella noche ni siquiera la constante verborragia del joven podía sacarle aquellas leves sonrisas que cubrían su rostro. Pues Tony siempre tenía un oído bien dispuesto a escuchar las teorías e inventos que Peter fabricaba en sus ratos libres lejos de la escuela y su traje de Spiderman. El muchacho de Queens carraspeó un momento, desviando su atención nuevamente a su plato, ahora vacío. Se encontraban en la Torre Stark, solos, ya que esa noche intuyó que Visión debía de tener otros asuntos que atender, generalmente el androide era el amo y señor de la cocina, pero a Tony no le molestaba levantar su teléfono y encargar algo de cualquier restaurante disponible.
La calmada charla se vio interrumpida abruptamente, y Peter sabía que era, nuevamente, su culpa. No era que le comieran las ansias, pero desde aquel fantástico encuentro en ese aeropuerto de Alemania (claro que jamás utilizaría la palabra fantástico en presencia de Tony, tenía muy en claro cuánto le había afectado esa guerra), algo había comenzado a rondar por la cabeza hiperactiva del pequeño castaño, algo que en su joven e incorruptible mente sonaba increíble, algo que le emocionaba a sobremanera, pero cuando esos pensamientos cobraban voz, eran un baldazo de agua helada para la propia mente de Tony.
—Me gustaría unirme a ustedes ¡ser un vengador!
La primera vez Tony casi sale huyendo de la casa de Peter, enfermo por escuchar aquello. No soportaba la idea de involucrar a alguien tan joven en algo tan despiadado y roto como lo era un vengador, suficiente fue el involucrar a Wanda. Peter tenía todo por delante, siquiera había concluido sus estudios, no podía hacerle algo semejante. Era terrible. Porque ser un vengador había dejado de sonar a héroe. Ser un vengador ya no era sinónimo de algo bueno y fantástico, no era un hermandad, no eran un grupo salvaguardando el mundo... no eran una familia. ¿Por qué querría, entonces, ser un vengador?
Los vengadores habían sido un error tras otro, donde él siempre terminaba en el epicentro del conflicto, como un imán capaz de atraer los peores males del universo, absorberlos y dejarlos estallar en las miles de personas que nada tenían que ver con su jodida existencia. Peter no era como ellos, tenía una genuina, valiente y hermosa inocencia, no quería acabar como ellos. Como él. Porque luego, se iría, comprendería el enorme mal que representaba Tony Stark para el ser humano y se alejaría de él. Tony no deseaba apartar al muchacho de su lado.
—Escuche, señor Stark, no quise...
—Ya deja de llamarme señor, soy Tony, te lo he dicho muchas veces.—suspiró—, quizá en un futuro seas el mayor héroe, el mejor vengador y el que guiará a los que vengan detrás de ti, por ahora el mundo no necesita un vengador, y me temo que tampoco desean a uno, gracias a las estupideces que hemos cometido. Peter, tú serás el mejor de todos, sólo debes aguardar.
—¿En verdad cree eso?
Tony asintió genuinamente feliz cuando de repente el muchacho saltó para abrazarlo. No era la primera vez que lo hacía, ya se había acostumbrado que Peter era de expresar absolutamente todas sus emociones y no tenía reparo alguno de abrazar cuando sentía que era lo correcto. Tener a Peter de su lado había sido en ese tiempo lo mejor que le pasó, sonriendo de lado cuando el joven volvió a su asiento y comenzó con su catarata de palabras saturadas de emoción, y por un momento tuvo la extraña sensación de experimentar la emoción de ser una influencia positiva, pues Peter le observaba orgulloso, casi como si recibiera el apoyo y consejo de un padre. Su hijo, tal pensamiento le hizo sonreír con nostalgia. Dio gracias que sólo era su mentor.
Peter Parker no se merecía un padre como él.