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Day by Day por Aurora Execution

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Notas del capitulo:

Aquí regreso con otra historia. Espero sigan ahí y disfruten de la lectura.

VII

Inalcanzable

 

Parpadeo un par de veces con los ojos pesados, seguramente debido al cansancio. La luz que se asomaba no era mucha, apenas si eran tibios rayos que no llegaban a lastimar sus ojos, siempre despertaba antes que el sol, de cualquier manera. Fue cuando llevó su mano hacia su boca para ahogar un bostezo que un pequeño movimiento a su lado le dijo que algo no estaba del todo bien. Parpadeó una, dos, tres veces más rápido de lo normal decidiendo al final que si – quizá – mantenía sus ojos cerrados por unos segundos, eso que estaba muy mal, desaparecería. Pero al despegar nuevamente sus pestañas la realidad no había cambiado, muy por el contrario, empeoraba con cada vestigio de lucidez que recobraba. Una helada corriente le atravesó el cuerpo, sintiendo de repente su boca seca y su estómago pesado, se incorporó de la cama con movimientos lentos y suaves, entonces lo vio;

 

¡Oh no! No, no y definitivamente no.

 

Las rodillas le temblaron al tratar de dar unos pasos, su cabeza se movió frenética buscando una salida rápida, encontrando la puerta entreabierta de lo que – al parecer – era el baño. Se tuvo que recordar como caminar, pero aunque tuviera que arrastrase hasta el baño, lo haría, no podía arriesgarse a que lo viera, a que esa persona despertara ¡Oh no! Jesús Bendito y eso no ocurriera o sería su fin.

Cerró la puerta con delicadeza quedando por segundos absorto a la mano que sostenía aún el pomo de esa puerta, lo soltó lentamente, mientras cerraba y abría su puño. Era tan extraño ¿Cómo carajos había ocurrido aquello? Se encaminó al gran espejo que reposaba sobre el lavamanos, observando el reflejo – harto conocido – que para nada era el suyo. Esos ojos azules tan profundos y bravos como lo son las aguas inquietas del mar, la barba y las molestias que daban ligeros pinchazos sobre las cicatrices que unificaban carne y metal. Tragó con dificultad. Recordaba perfectamente haberse acostado  en su cama, en su dormitorio, unos pisos más abajo que este.

 

En verdad, ¿Qué jodidas mierdas había ocurrido?

 

Ok, demasiadas malas palabras para su gusto. Se convenció de que era el hecho de estar dentro de ese cuerpo y no por el miedo desmedido que le subía por las piernas. ¿Estaría soñando? Aunque le costara y se reprimiera siempre, no era la primera vez que soñaba con el hombre que descansaba ajeno a todo, al otro lado de la puerta. Pero esto, esto era algo extremo, si era un sueño ¿por qué se imaginaba siendo otra persona? ¿Culpa? Siempre sentía culpa por desear a ese hombre, por no poder borrar los sentimientos que se tragó pues en su momento fue demasiado cobarde para expresarlos. No, algo le decía que lo que le ocurría tenía que ver con su última misión a los laboratorios de Víctor Von Doom, y si era así, toda la jodida culpa era de Bucky. Quiso golpearlo, pero, ahora qué, ¿eso sería como golpearse a sí mismo?

 

Debía salir de esa habitación inmediatamente y buscar al idiota de su mejor amigo para arreglar esto. Se rascó la mandíbula, en verdad las barbas son muy molestas. Despacio, como un gato, salió del baño y la sangre le abandonó el  cuerpo al ver unos enormes y hermosos – hermosísimos – ojos cafés que le observaban llenos de ternura y picardía. Steve tragó el nudo que se le formó. Tony  era la criatura más bella sobre el mundo cuando recién despertaba, cuando sus facciones  denotaban la pereza y sencillez que le hacían ver más joven, los cabellos yendo y viniendo en ninguna dirección con pequeños remolinos donde seguramente tuvo contacto con la almohada. Era la primera vez que le veía despertar, con su mirada clavada en él, y sintió ese monstruo crecer en su interior; los celos. La envida al saber que Bucky era quien en realidad estaba recibiendo esa mirada y no él. Debía escapar, o James jamás le perdonaría.

 

Entonces esa mirada se entrecerró, y el sudor le recorrió la espalda. Tony era un genio, y no tardaría en darse cuenta de que algo ocurría.

 

—Hey, soldado ¿qué hace tu trasero fuera de la cama tan temprano? ¡Tengo frío!

 

Steve – dentro del cuerpo de su mejor amigo – siguió con la vista el movimiento de esos labios que no eran tan finos ni tan gruesos, fruncirse en un puchero que se le antojó tan adorable y deseable, que fue inevitable sentir que su cuerpo reaccionaba y daba ligeros espasmos en ciertas zonas. Los ojos de Tony brillaron aún más, Steve volvió a tragar con dificultad, mierda.

 

—Sólo fui al baño, kotenok—dijo. Aquel era el apodo que Bucky decía con dulzura para el castaño. Decirlo, a él, le supo a hiel.

 

Tony asintió con una sonrisa tan inocente y pura, haciendo que el pecho del otro se contrajera, mientras lo veía palmear el colchón a su lado.—Ven, ha sido una semana fuera de casa, es momento de descansar, yo también necesito de tu atención y no solamente esos idiotas de Shield.

 

Y Steve asintió con una enorme sonrisa y la culpa comiéndolo por dentro, asintió aun si era a James a quien Tony veía, no importaba. Se volvió a recostar en la cama, evitando pensar en las veces que su amigo y el hombre que amaba habían hecho el amor ahí. Tony de inmediato se pegó a su pecho, repartiendo unos cuantos besos sin dobles intenciones sobre sus pectorales. El genio también estaba cansado, le costaba mucho dormir cuando estaba solo y se perdía más de la cuenta entre sus tareas en el taller. Los brazos del más grande lo rodearon, y Steve sintió una sonrisa contra la piel que no le pertenecía, pero que sentía como propia. Era todo tan extraño, la culpa le arrojaba pierdas en el estómago, pero se dijo que Bucky no debía enterarse. Apretó el cuerpo entre sus brazos con el corazón desvocado y observó un poco por los ventanales que dejaban ver el alba. Algunas estrellas todavía se distinguían. Steve posó sus labios sobre la frente de Tony dejando un beso ahí, moría por probar sus labios, pero no, si lo hacía no iba a detenerse. Amaba mucho a Tony, pero le debía su lealtad a James.

 

Sus ojos volvieron la vista al cielo, a las estrellas, sonrió. Tony era como ellas; misterioso, con una belleza única que le destacaba de todo lo demás, Tony iluminaba donde sea que estuviera. Steve sintió la respiración pausada del hombre entre sus brazos, quien dormía ajeno a sus pensamientos, no deseaba cerrar sus ojos, guardando en su memoria cada ángulo y expresión de su rostro ¿lo recordaría cuando volviera a su cuerpo? Seguramente sí, Steve jamás olvidaba nada que viniera de ese genio. Y su sonrisa se tornó amarga mientras evitaba que sus ojos traicioneros comenzaran a llorar.

 

Tony era como las estrellas para él. Infinitamente inalcanzable.

Notas finales:

Espero y haya sido de su agrado. Gracias por leer.

Será hasta la próxima historia.


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