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MENSAJE DE TEXTO por Aifoss

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Notas del capitulo:

Disfruteen!

A la mañana siguiente… abrí mis ojos lentamente y me encontré a Aomine aún abrazado de mí en la misma posición que la de anoche. No me quería separar de él, estaba realmente a gusto en sus brazos. Suspiré y pegué más mi cara a su cuerpo. Escuché que reía bajito y abrí los ojos de golpe. 

- ¿Has despertado ya? –susurró sobre mi cabeza. 

 

- Sí –dije quedito, se separó de mí y sonrió. 

 

- ¿Soñaste algo malo, o tuviste alguna pesadilla? –preguntó. Yo lo miraba, esos labios me incitaban a besarlo. 

 

- No, estuve bien. Gracias por preguntar. 
Me solté de él y me giré para quedar boca arriba. Me puse a ver el techo de la habitación y él se giró para quedar boca abajo pero su cara estaba hacia mi lado. 

 

- ¿Tienes hambre? –me preguntó. Yo lo miré y sonreí. Él rió también.

 

- Tienes unas manchitas moradas bajo tus ojos Aomine-kun –le dije y él tocó su cara. 

 

- Probablemente sea porque no dormí nada anoche –anunció. 

 

- ¿Por qué? –pregunté. 

 

- Bueno, es que… estabas demasiado cerca Tetsu y no quería dejar de ver cómo babeabas en mis brazos. 

 

- ¿En serio Aomine-kun? –dije poniéndome rojo como un tomate. Él se comenzó a carcajear y pasó su brazo por mi cintura.

 

- No, claro que no Tetsu. Duermes como un bebé y te la pasas suspirando. ¿Soñaste con algo bonito? –yo no dejaba de pensar en que el moreno estaba demasiado cerca de mí. 

 

- No… bueno. No lo recuerdo –dije tratando de pensar. 

 

- Sí –dijo convencido- soñaste con algo bonito y no me quieres decir qué fue. 

 

- En verdad no recuerdo sí soñé. 

 

- Bueno –dijo moviéndose. Se levantó y caminó hacia la salita. Yo arreglé la cama y luego pasé al baño para revisarme. Noté que tenía el pelo perfectamente peinado, indicio de que Aomine se la pasó acariciándolo. Me lavé la cara y caminé hacia la salita. Allí estaba él sirviendo dos vasos de leche y hablando por teléfono. 

 

- Claro… no Bakagami, hablas estupideces. Sí, la pasamos bien anoche. –Me miró y sonrió- Aja, sí en cuanto reviva me llamas –pidió- Tsk, en un rato. Ya, adiós.

 

- ¿Kagami-kun? –pregunté. 

 

- Sí, dijo que Riko aún está dormida –yo asentí. 

 

- Aomine-kun… -él me miró atento- tengo la costumbre de ducharme recién me levante… ¿te importaría si me ducho aquí? 

 

- N-no –dijo con sorpresa-, adelante… las toallas están en el closet –me informó. 

 

- Gracias –dije y caminé hacia allá- Una cosa más…

 

- Claro –dijo apenado. 

 

- ¿Me prestarías una camisa mientras voy a mi camarote por favor? Solo mientras…

 

- S-si… en un rato te busco algo –dijo sonrojado. 
Caminé al closet y saqué una toalla roja de dentro. Luego entré al baño y abrí la regadera. Puse la toalla un poco alejada para no mojarla. El agua de la regadera hizo que mi cuerpo se relajara. Me sentía realmente cómodo allí dentro. Después de estar unos minutos allí. Al salir noté que él estaba viendo su closet. Sacó una camisa rayada en azul con blanco y un balón de básquet dibujado en ella.

 

- ¿Esta está bien? –preguntó. Yo sonreí y la tomé. 

 

- Sí gracias –dije y él salió de la habitación cerrando la puerta. 
Después de ponerme mi ropa. Me puse la camisa de Aomine y sentí rápidamente el olor a su perfume, olía deliciosamente bien. No pude evitar tomar un pedacito de esta y acercarla a mi nariz. Ese olor… tan varonil, la exquisitez de su aroma a hombre. Me quedaba grande por no decir enorme. Me dejé el cabello y caminé hacia fuera de la habitación.

 

- Es una gran camisa –me dijo el peliazul.

 

- Gracias, es de un amigo cuando quieras te la presto –le dije reteniendo mi risa. 

 

- Está bien, pero no le digas eh –me advirtió. 

 

- No, no. Será nuestro secreto –le dije y reímos ambos. En la barra de la cocina había cereal y pan. Dos tazas de café con leche y jugo. 

 

- ¿Quisieras desayunar aquí o quieres ir a un restaurante? –preguntó amablemente. 

 

- Aquí está bien –le dije. Serví el cereal en un coquito y tomé la leche. Él se sentó a mi lado y también sirvió un poco de cereal a su plato. Estuvimos desayunando en silencio, hasta que él lo rompió. 

 

- Sabes… -me dijo- no eres tan insensible como pareces.

 

- Pues –dudaba de mi propia respuesta- ¿gracias? –dije. 

 

- Espero que todo con Haizaki salga bien, te mereces a alguien que te quiera mucho Tetsu. Si él dice hacerlo y te lo demuestra, seré muy feliz por ti. 

 

Lo miré y luego observé mi anillo. Tenerlo en ese dedo me imponía y más la imagen como se veía. Esto era demasiado extraño. Tener el destino arreglado con alguien a quien ¿amo? Necesitaba pasar tiempo con mi prometido. Necesitaba verlo. 

 

- Aomine-kun ¿Tú piensas en casarte alguna vez… con Momoi-san? –le pregunté. 

 

- No… -me dijo rápido. 

 

- ¿No te quieres casar? –le pregunté incrédulo. 

 

- Claro que sí, algún día… pero con Satsuki lo dudo –me dijo bastante convencido. 

 

- ¿Por qué? –pregunté aún más intrigado por su respuesta. 

 

- Bueno…- se rascaba la nuca mientras suspiraba pesadamente.-  he estado tanto tiempo con ella, sintiéndome supuestamente “feliz”, sin embargo, siempre me decepciona. El día que me llegue a casar quiero que sea con alguien que de verdad ame, y si es posible, hasta la locura. Alguien a quien no tenga miedo demostrarle lo que siento, sin miedo a estar estúpidamente enamorado –dijo con una sonrisita nerviosa. 

 

- Espero que encuentres a alguien así, te lo mereces Aomine-kun –le dije. Luego recordé la conversación que tuve con el chico de los mensajes. Daiki se parecía mucho a la forma de ser de él. Esto era simple casualidad. 

El teléfono comenzó a sonar haciendo que se me fueran todos mis pensamientos. Aomine contestó y luego de quedarse callado unos segundos colgó. 

 

- Era Riko, dijo que Haizaki te pasaría a buscar en un rato al camarote. Es mejor que vayamos a que te cambies. 

 

- Sí –dije levantándome- ¿puedo venir por mi almohada y mi sábana luego? 

 

- Claro, ven cuando quieras –me instó. 
Nos levantamos y recogí mi celular del buró. Al salir del camarote, Louis tropezó y casi se caía, eso provocó que riéramos mucho. Aún venía riendo cuando noté que frente a la puerta de mi camarote estaba Haizaki parado, observándome. 

 

- Buenos días –me dijo. 

 

- Buenos días –contestamos ambos. 

 

- ¿De dónde vienes? –me preguntó con seriedad. 

 

- De… su camarote –le dije señalando al odioso asesino de cámaras. 

 

- Oh, y ¿por qué tienes su camisa puesta? –preguntó. 

 

- Bueno, es que dormí con él. Bueno no con él –Aomine estaba mirándolo desafiante-, pero sí en su camarote y me duché… no podía entrar a mi camarote, así que él me prestó algo de ropa. 
Haizaki me miraba con el ceño fruncido. 

 

- Tetsuya –estaba por darme un sermón así que me asusté un poco. 

 

- Shogo… te digo que no pasó nada… créeme, sino friégate –dije molesto. Aomine se dio una palmada en la frente en señal de “tonto eso no se dice”. Haizaki entrecerró los ojos y luego sonrió. 

 

- Yo no te iba a decir nada, de hecho iba a decirte que esa camisa está bonita, pero bueno… -comenzó a reírse mucho. Yo me sonrojé. 

 

- ¿Qué? –dijimos el moreno y yo sorprendidos. 

 

- Sé que no harías nada para dañarme y por extraño que parezca, también confío en Aomine. Se ve que no es mal muchacho. 
El nombrado y yo nos miramos sorprendidos quedándonos en silencio. 

 

- Bueno, tengo que cambiarme –dije entrando al camarote, allí dentro estaban Kagami y mi hermana desayunando café con leche. 

 

- Buenos días –le dije a mi hermana. Detrás de mí entraron Daiki  y Shogo, también saludaron. 

 

- ¿Qué tal te fue anoche? –preguntó Kagami con una sonrisa en sus labios. Lo miré y entrecerré los ojos. 

 

- Te odio –le dije y caminé a mi habitación. Me puse unos Jeans azules, la verdad no me quería quitar aún la camisa de Aomine, así que me la dejé puesta. Al salir los chicos estaban riendo de algo. 

 

- ¿Qué te asustaron? –preguntó Haizaki riendo. Miré Aomine que solo reía. 

 

- No me asusté… simplemente… -trataba de encontrar una excusa pero no tenía ni una. 

 

- No mientas Tetsu –me dijo Daiki- casi tuve que cantarte para que te calmaras –dijo riendo más fuerte. 

 

- Fuiste muy cruel conmigo Aomine-kun –le dije dándole un golpe en el brazo y todos rieron mucho. 

 

Estuvimos allí acompañando a los chicos mientras desayunaban, luego Kagami junto al moreno se fueron, al parecer tenían que hacer algo importante. 

 

- Nos tenemos que ir –dijo el pelirrojo-, creo que hoy no te podré ver en el día pero… la pasé bien anoche –le dijo a mi hermana. 

 

- Está bien, no te preocupes. Tengo ganas de pasar el día con mi hermano –le dijo sonriente y lo abrazó. 

 

- Lo siento, pero hoy… me lo robo yo –dijo “mi prometido”. Yo sonreí y lo abracé. 

 

- Entonces, que tengan un buen día –dijo Aomine. Salieron del camarote.


Mi hermana se fue al camarote de mi padre, dejándome allí con Haizaki. Estuvimos jugando un poco de Play Station y escuchando música. Estar con él me hacía sentir bien.

 

- ¿Qué tal te fue con Aomine anoche? –me preguntó. 

 

- Bien, me divertí. Pero sí me afectó eso del susto. Creo que no podré dormir solo por unos días –dije recordando el miedo que sentí. 

 

- Eso se puede solucionar –dijo levantando las cejas un par de veces. 

 

- ¿Qué tienes en mente, conozco esa mirada maligna? –le dije ocultando mi sonrisa. 

 

- Pues si te atreviste a dormir al lado de alguien a quien conociste hace unos días… tal vez te gustaría quedarte a dormir conmigo esta noche –me dijo. 

 

- Está bien –dije sin pensarlo. 

 

- ¿De verdad? –dijo sorprendido. 

 

- Claro –dije serio- Todo sea por no sentir miedo. 

 

- De acuerdo –dijo él y me abrazó. 

 

Fuimos al salón. Allí había un casino y estuvimos jugando un poco. La fortuna de Haizaki subía en cada juego. Me daba gusto que nos estuviéramos divirtiendo. Él en cada oportunidad que tenía me daba un beso en la frente o en la mano. También en los labios pero no eran tan seguido. 

 

- Te extrañé mucho –me dijo. 

 

- Yo también –le confesé. 

 

- ¿Recuerdas el perrito que me diste? –me preguntó. Cuando cumplimos dos años de novios se lo regalé, a él le encantan los Husky Siberiano. 

 

- ¿Nigou? –pregunté. Así se llamaba. 

 

- Sí –dijo guiándome hacia una habitación cerca del salón- ¿Te gustaría verlo? 

 

- ¿Está aquí? –dije sorprendido. Entramos y notamos que había varios compartimentos, parecía una pequeña perrera. Allí al lado de un Pug, estaba un pequeño Husky de orejas gachas, su mirada era tristona y parecía estar adormilado. 

 

- ¡Nigou! –exclamé ahora debería de tener dos años. El perro rápidamente se paró y comenzó a ladrarme, su colita se movía con rapidez y rasguñaba la puerta de tela, quería salir a verme. 

 

- ¿Les puedo ayudar en algo? –comentó un chico que estaba cerca. 

 

- Hola –dijo Haizaki- soy el dueño del Husky, me pregunto si lo puedo sacar a dar una vuelta por la cubierta. 

 

- Sí, pero lo tiene que regresar a cierta hora –dijo el chico- Y si el perro llega a ensuciar la cubierta, usted tendrá la responsabilidad de limpiar. 

 

- Está bien –dijo. Firmó una responsiva y le pidieron una identificación. Luego le dieron la correa y sacaron a Nigou de su jaula. 

Rápido me acerqué a él y lo abracé. Él no dejaba de lamerme, estuve acariciándolo un rato y luego le puse su correa. 

 

- Gracias Shogo –le dije y lo abracé. 

 

- No es nada, sé que Nigou te extrañaba también –dijo sonriendo. 

 

Salimos a la cubierta y como el perro tiene imagen de “malo”, mucha gente se acercaba a nosotros para acariciar al pequeño, y otros notaban la similitud de sus ojos con los míos. Lo solté, estuvimos jugando con una pelota que Haizaki había comprado.

 

- ¡Nigou! –grité y me lancé a la piscina que estaba a mi lado. Rápido él se lanzó conmigo y nadamos un ratito. Hasta que un chico nos sacó porque no podía entrar el perro a la piscina. Al salir lo sequé con una toalla y se acostó a mis pies. Haizaki estaba a mi lado con una toalla también. 

 

- Me da tanto gusto que hayas aceptado ser mi esposo –me dijo de la nada. Yo lo miré extrañado- Es que… no me cansaría de verte despertar todos los días de mi vida a mi lado. Quisiera sacar todas las noches a pasear a Nigou contigo, de la mano. Quiero hacerte de comer todos los días, quiero mis hijos sean contigo, quiero poder envejecer a tu lado. Quiero robar tus sonrisas y secar tus lágrimas, quiero vivir abrazado de ti… -sus palabras eran tan hermosas que hizo que un nudo en la garganta se me formara. ¡Este era el Haizaki, del que yo me había enamorado! 
Me acerqué a él y puse mis labios cerca de los suyos. Su mirada me anhelaba, su respiración se entrecortaba y mis sentidos se perdían. 

 

- Te quiero –le susurré y lo besé. Por fin pude sentir esa electricidad que tanto extrañaba en él. Mi corazón estaba satisfecho de haber podido sanar. Lo abracé, él rodeó mi cintura con sus manos y me levantó. Rodeé su cintura con mis piernas. 
Sentí que mi celular vibraba y me bajé de él

 

- Lo siento –le dije y él sonrió. 

 

- No importa –dijo y se alejó un poco para que yo viera mi celular. 

 

“Hola pequeño amigo, te he extrañado. ¿Qué tal estás?” –mi corazón se comenzó a acelerar con el simple hecho de saber que era un mensaje de él. 

Hola, estoy bien. Sabes, me ha ido bien y siento que por fin eso del amor está volviendo a mí –envié, pues le quería hablar de mi relación con Haizaki- ¿Qué tal te ha ido a ti?” 

Tomé de la mano a Haizaki, pues ya era hora de que regresáramos a Nigou. Mientras íbamos en el elevador, mi celular volvió a vibrar. 

 

“¡Que bueno que el amor te haya llegado! Me da mucho gusto. Pues fíjate que a mí también me ha llegado el amor. Creo… que tengo que aprovecharlo” –me llegó. 

Llegamos a la perrerita y entregamos a Nigou con todo el dolor de mi alma. 

 

- Adiós amigo –le dije y el perro me miraba expectante- prometo venir a verte todos los días. 

 

Lo metieron a su jaula y le hice un pequeño cariño desde fuera, me daba mucho dolor dejarlo allí. 

 

- Tranquilo –me dijo Shogo - estará bien –me sonrió. Pasé mi brazo por su cintura y él por encima de mis hombros.

Yo envié un mensaje: 

 

¡Que feliz estoy por ti! Me avisas cuando sea la boda –reí al escribir eso- espero de verdad que ella sea la indicada para ti, o que por lo menos no sea tan mala” 

Llegamos a mi camarote y comencé a buscar algo de ropa para llevar a la habitación de mi prometido. 

 

“¿Boda? Claro que te invitaré, serás mi padrino. Jaja, pero no… no pienso casarme aún. Cuando lo haga te avisaré

Después de sacar un pijama y buscar unos jeans para ponerme cuando me duchara le envié otro mensaje. 

“¿Padrino? ¡Con gusto lo sería! Pero avísame con tiempo para poder comprar un sexy terno y conocer a la novia, sino me agrada no seré nada” –le envié. 

Dejé las cosas en la cocinita. Salí del cuarto y nos dirigimos al de mi padre. 

 

- Necesito verlo, a pesar de que vive a mi lado ni lo veo –le dije a Haizaki y rió. 

 

- Cierto, yo tampoco lo he visto. Ni a él ni a Kouki.

 

- Hola –dijo mi hermano una vez que abrió. 

 

- Hola Kouki –le palme el hombro. 

 

- Haizaki –lo llamó con una media sonrisa. El aludido le sonrió y estrecharon puños. 

 

- Hola Kouki –le dijo. 

 

- ¿Cómo se la han pasado? –pregunté ya adentro- ya ni los veo –les dije a ambos. 

 

- Bien –dijo mi padre- es solo que pasas la mayoría del tiempo con los chicos que nos tienes a nosotros olvidados. 

 

- No creo que eso sea posible –les dije abrazándolo- Ustedes son los que más quiero en este mundo, nunca los olvidaría –le dije. 

 

- Haizaki… ¿qué has hecho con mi hijo y quién es este tierno gatito que me has traído? 

 

- Señor, es solo el pequeño que nosotros tanto adoramos. 

 

- Este gatito me agrada más –dijo dándome un beso en la frente. Sentí que mi celular vibraba. 

“¡Rayos! Si tienes que conocer a mi novia entonces creo que ya no querrás asistir a la boda, a muchos de mis amigos no les agrada” –leí. Eso me sorprendía. 

 

Teniendo a un chico como tú, tan atento y agradable. No me imagino una chica que sea mala o simplemente insoportable. ¿Por qué tus amigos no la quieren?” –le envié. 

- Tu hermana, ¿dónde está? –preguntó mi padre. 

 

- Se supone que estaría contigo padre –le dije preocupado pero inmutable. 

 

- Vino en la mañana y se fue ahorita me dijo que pasaría la tarde contigo –lo primero que pensé fue que estaría con el cejas partidas. 

 

- No lo sé papá, tal vez esté con Kagami-kun –dije encogiéndome de hombros.

 

- ¿Quién de los chicos es Kagami? –preguntó. 

 

- El que se la pasa con Riko, el pelirrojo…- mi padre me miró con duda, ahora que recuerdo hay dos pelirrojos, pues el otro es Akashi- el alto de cejas raras, medio bronceado.

- Oh, cierto lo había olvidado –dijo sonriente- Está enamorada ¿verdad? –me dijo mi padre alzando las cejas. 

 

- Supongo que sí –dije soltando un suspiro. 

 

- Ese chico me agrada –dijo acariciando mi cabello.

Mi celular vibró de nuevo y lo saqué para contestar.

 

“Supongo que nuestro noviazgo no fue muy sano desde un principio y… no les agrada por eso. Igual y lo que importa es mi opinión sobre ella” –recibí. 

- ¿Con quién hablas? –preguntó mi padre.

 

 

- Con… -ahora no podía decirle que con Haizaki, pues estaba frente a mí – con Kise-kun –dije serio. 

 

- Hijo, ¿qué te he dicho de esa relación? –preguntó mi padre. 

 

- Solo veré qué quiere, tranquilo padre –dije y me salí del camarote. Me senté en el pasillo y contesté el mensaje:

 

Mira, entiendo por lo que pasas. Pero dale una oportunidad, todos merecemos una segunda, pero… ten cuidado no quisiera ver que esa chica sea como tu veneno”. –envié y en la agenda le cambié el nombre a “K” 

Haizaki salió a verme y notó que estaba sentado moviendo mi celular con cierta preocupación. 

 

- ¿Estás bien? –preguntó sentándose frente a mí. 

 

- Sí –dije . 

 

- ¿Qué te dijo Kise? –preguntó preocupado. 

 

- Nada importante, solo me saludaba –mentí. 

 

- ¿Te sigue poniendo mal lo que pasó? –dijo tomando una de mis manos. Lo miré fijamente, era más por los nervios. 

 

- La verdad sí –me sinceré- no puedo creer que él me haya hecho esto cuando sabía perfectamente lo que sentía por ti. Tú también… me heriste mucho. Sentí que mi mundo se acababa cuando él salió contigo. Sentí que no había nada más duro que soportar la traición de tu mejor amigo o la tuya. 

 

- Lo siento –me dijo. 

 

- No importa ya, decidí perdonarte y volverlo a intentar –mi celular vibró de nuevo. 

Soy Batman, en este caso la chica sería el Guasón. Jajajaja me la imaginé así… que fea sería –sonreí de eso y Haizaki me imitó- pero es cierto lo que dices, todos merecemos una segunda oportunidad” –me llegó. 

Rápidamente comencé a teclear algo. 

 

- Oye –dijo Haizaki intrigado- no hablas con Kise, ¿con quién hablas? 

 

- ¿Por qué estás tan seguro? –pregunté. Él entrecerró los ojos y se quedó mirándome fijamente. 

 

- Porque sonríes de una forma diferente –su mirada me imponía-, así no sonríes con nadie ni siquiera conmigo. Debe de ser alguien más. 

 

- Está bien –pensé en decirle la verdad, pero me daba miedo a que no me dejara seguir hablando con “él”. 

 

- ¿No me quieres decir verdad? –dijo abrazando sus rodillas. 

 

- Hablo con una amiga de la universidad –mentí de nuevo. Es cierto amo a Haizaki, pero el chico de los mensajes se había convertido en alguien esencial en mi día. No quería parar de hablar con él. 

 

- Tetsuya, no sé con quién estás hablando, pero si me dices que es con una amiga de la universidad… te creo –me dijo. Le sonreí. Tal vez a mi conciencia le dolería esto mañana por la mañana. 

Les tengo miedo a los payasos pero de imaginarme la expresión de su cara me dio risa. Sabes, hoy me quedaré en casa de mi novio. No creo que le guste que envíe muchos mensajes a alguien que también sea hombre, aunque de hecho no sabe con quién hablo” –puse mi celular en vibrador.

Me puse de pie y Haizaki también lo hizo. Estaba a punto de abrir la puerta cuando noté que Riko venía caminando feliz de la mano de Kagami. 

 

- Padre te estuvo buscando –le dije. 

 

- ¡Demonios ya sabe que no estuve contigo! –dijo alarmada. 

 

- Dile la verdad que estabas con Kagami-kun, no le molestará –le dije animándola. Tras de ellos estaba el odioso asesino de cámaras, escribiendo algo en su celular. 

 

- Hola Tetsu –dijo cuándo notó que aún traía su playera. 

 

- Hola Aomine-kun –le dije sonriente- ¿Cómo estuvo tu día? 

 

- Ocupado –dijo torciendo un poco la boca- ¿el tuyo? 

 

- Bien –dije tomando la mano de Haizaki. 

 

- Me da gusto –dijo sonriéndome. Entramos al camarote y estuvimos allí hasta que mi papá le dio permiso a Kagami de “cortejar” a mi hermana. Fue realmente extraño escuchar esa palabra pero el pelirrojo le dijo: Señor… me permitiría seguir “cortejando” a su hija Riko. Al final mi padre le dijo que sí. 

- Oye iré al camarote, ¿te espero allá? –me susurró. Yo le di un beso en la mejilla. 

 

- Yo creo que sí –me apretó a él y me dio un beso en la frente. 

 

- Yo me paso a retirar –dijo Haizaki a todos allí. Todos lo despidieron y se fue. Aomine estaba bostezando y me acerqué a él. 

 

- Hola –le dije. 

 

- Hola –dijo cerca de mí. 

 

- Mañana te regreso la camisa, es solo que me gustó –dije apenado agachando la mirada. 

 

- Claro, regrésala cuando puedas –me dijo. Kagami se acercó a nosotros y me abrazó. 

 

- Tienes una hermana maravillosa –me susurró. 

 

- Lo sé. Cuídala mucho –le pedí y él asintió- Kagami-kun, suéltame porfavor- el obedeció- ¿Cómo están Akashi-kun, Midorima-kun y Murasakibara-kun? 

 

- Están bien, me han preguntado por ti –dijo Daiki. 

 

- Me gustaría verlos, a ellos y a los demás. De cierta forma los extraño, no sé cómo hacen eso. 

 

- ¿Hacer qué? –preguntó Taiga. 

 

- Hacer que los queramos, son simplemente…-pensaba en la palabra apropiada

 

- ¿maravillosos, increíbles, encantadores, sorprendentes, extraordinarios… sexys? –dijo el pelirrojo levantando las cejas. 

 

- Iba a decir agradables pero… todo lo que dijiste también. 

 

- Yo sé que nos amas –dijo Kagami besando mi mejilla, muy seguro. 

 

- Claro –dije sarcásticamente. Noté que mi celular tenía algo en la pantalla. Era un mensaje de “K”. 

También mis amigos me preguntan quién eres y no sé qué decirles, te tengo como “él” en la agenda y creo que es necesario ponerle un nombre, si tú estás de acuerdo” –me llegó. ¿Darle un nombre? Tenía miedo de confesarle algo personal, pero… al fin y al cavo solo sería un nombre ¿no? 

Decidí contestarle en un rato más. Pues no quería que los chicos se sintieran ignorados. 

 

- ¿Aomine-kun, vamos por mi almohada? –le pregunté al nombrado. 

 

- Claro –dijo y se bajó del banquito en el que estaba. 
Salimos del camarote y caminamos hacia la habitación de él. 

 

- Hoy vi a Nigou –le dije y él me miró confundido. 

 

- ¿Qué viste? –dijo ignorando el tema.

 

- El perro que le regalé a Haizaki cuando cumplimos dos años de novios. Hay una perrera en el tercer piso. Al parecer me extrañaba –dije. Entré al camarote y él fue por la sábana y mi almohada. 

 

- ¿Le has dado muchas cosas a Haizaki? –preguntó. 

 

- Pues… le di un perro, un auto, unos tennis, una chaqueta de cuero… -le estuve dando una lista extensa de cosas que le había dado. 

 

- ¿De dónde sacabas dinero para comprarle todo eso? –preguntó sorprendido. 

 

- De mi padre o de mis exhibiciones –le dije. 

 

- ¿Qué te ha dado él? –preguntó. 

 

- En realidad… no lo sé. Creo que nada –dije encogiéndome de hombros. 

 

-Tetsu ¿En serio? –dijo cuando salimos de la habitación- Está bien que uno da porque quiere… pero que él no te haya regalado algo… es increíble. 

 

- Creo que me has dado más tú que él –dije recordando la cámara. 

 

- Vaya… -dijo aun estupefacto- yo… me quedaré ya aquí –dijo a mitad del pasillo. 

 

- Está bien –dije sonriente. Estrechamos puños y me despedí con la mano. 

 

- Que descanses Tetsu –me dijo. Yo le sonreí y caminé a la habitación de Haizaki


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