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MENSAJE DE TEXTO por Aifoss

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Notas del capitulo:

El capítulo de la semana wiiiiiiiiiii xD

(Narra Tetsuya) 

 

Después de terminar la canción bajé del escenario con una sonrisa pues vi que Midorima estaba besando a Takao con mucha ternura. Me acerqué a Aomine y lo abracé. 

 

 

- Tetsu –dijo- ¡Qué hermoso talento tienes! – me besó- Aunque el talento no es lo único hermoso que tienes –susurró. Yo me sonrojé. 

 

 

- Shh –dije apenado y él se sonrió. Me abrazó de nuevo y caminamos juntos hacia donde estaban los demás con mi hermano. 

 

 

- Tetsuya, ¿dónde te escondías semejante talento? –preguntó Himuro. 

 

 

- En los dedos – reí, todos se rieron. 

 

 

- Pues es asombroso –dijo Kagami. 

 

 

- Gracias –estaba apenado 

 

 

La música comenzó a sonar más fuerte pues el micrófono abierto había terminado. Todos habíamos vuelto a nuestro humor original. Luego vi como a Jung Kook lo reemplazaba una chica americana, otra cantante supongo, y empezó con un ritmo de jazz que conmovía a los presentes. Comencé a moverme, lento, pausado, un ritmo nostálgico. Aomine me veía con una sonrisa. Tomó mi mano, me guió a la pista y me quedé parado en medio de ella. Él cogió mis manos y las dirigió por encima de sus hombros encorvándose un poco, luego posó su manos en mi cintura y empezamos a movernos lentamente al ritmo de la música mientras nos mirábamos fijamente.

 

Cuando reaccioné todos estaban bailando alrededor nuestro en parejas, la pista estaba llena, lo cual no causaba mucha vergüenza ya que cada uno se concentraba en lo suyo. 
Las canciones fueron cambiando, pero todas al ritmo clásico del jazz. No podía despegar la mirada de los ojos de Aomine, me perdía…me perdía en la inmensidad azulada de sus orbes, y eso me gustaba. Él apoyo su cabeza en mi hombro susurrándome lo feliz que le hacía el tenerme a su lado para luego besarme, olvidándonos del lugar y la gente a nuestro alrededor, nosotros solos, en nuestro pequeño universo. 

 

Aomine tomó mi mano y me hizo caminar con él abandonando la pista. Intenté despedirme de los chicos, sin embargo estaban inmersos en el baile con sus parejas. 

 

Salimos del salón y caminamos por muchos pasillos diferentes. Luego llegamos a una puerta blanca que no tenía nada en su fachada, solo era blanca. 

 

 

- ¿Qué hacemos aquí Aomine-kun? 

 

 

- Cenaremos, tú y yo aquí –dijo sonriendo. Yo no dije nada y solo sonreí. 

 

Él abrió la puerta y luego se puso detrás de mí. 

 

 

- Cierra tus ojos –dijo tapando mis ojos con sus manos.

 

 

- Aomine Daiki… ¿qué estás tramando? 

 

 

- Entra y ya veras… 

 

 

- De acuerdo. 

 

Cerré mis ojos y él me guió hacia delante. Caminamos lentamente y a mi nariz llegó el olor de velas con aromas, eran de vainilla y cerezo, también había cierta frescura en el ambiente… 

 

 

- Relájate… -susurró cerca de mis labios. Me besó tiernamente, sentí cómo mi corazón latía con rapidez y luego mis mejillas se acaloraban. Él acercó mi cintura a la suya, tomó mis brazos y los alzó en torno a su cuello, se agachó un poco y me levantó haciendo que pusiera mis piernas en torno a su cintura. 

 

 

- Para una persona especial, una cena especial –dijo y abrí mis ojos. 

Lo primero que vi fueron sus ojos azules relucir con una luminosidad hermosa y brillante. 

 

 

- Te quiero Daiki –susurré entre nuestro beso. 

 

 

- Yo también a ti. 

 

Bajé de sus brazos y fue cuando vi el hermoso lugar en el que estábamos. Era una habitación grande y espaciosa, alrededor había muchas mesas con la bajilla puesta. En cada mesa, había un jarrón con rosas rojas ahogadas y una vela sobre el agua haciendo que las flores se iluminaran, la verdad la vista era maravillosa. Al centro había una pista con globos rojos y una mesa para dos. 

 

 

- ¿Cómo hiciste todo esto? –pregunté asombrado. Él me abrazaba por detrás. 

 

 

- Cuando uno quiere… puede hacer cualquier cosa –dijo dándome un beso en la oreja. 

 

 

- Daiki ¿quién te enseñó a ser tan detallista? –pregunté girándome para estar frente a él. 

 

 

- Mi madre…supongo –eso me hizo recordar a Daimine. 

 

 

- Les das las gracias de mi parte –sonreí. Él me acercó la silla a la hora de sentarme y luego vi que llegaba un mesero. 

 

 

- Buena noches señores Aomine -<<¿señor Aomine?>> – pensé, pues se refería también a mí. 

 

 

- Buenas noches –respondí sonrojado. 

 

 

- Aquí les dejo la carta, cuando estén listos no duden en llamarme–dijo el señor no mayor de cuarenta años.

 

 

 

- ¿Señor Aomine? –pregunté a mi novio y él se sonrojó. 

 

 

- ¿Te gustaría? –preguntó. Yo me quedé en blanco… esto… ¿era una propuesta? 

 

 

- ¿De… de qué hablas Aomine-kun? –dije un tanto nervioso. 

 

 

- Pide algo para comer Tetsu, luego te explico… -habló viendo la carta y ocultando su rostro de mi vista. 

 

Abrí la carta y había un papelito que cayó en mis piernas, lo recogí y lo abrí. Me sorprendí tanto de lo que decía. 

 

 

Si te pidiera que te casaras conmigo, ¿aceptarías?” –D.

 

 

Alcé mi rostro y él estaba observándome fijamente. No sabía qué decir, era real lo que sentía por él. Pero ya hace unos días había aceptado casarme con Haizaki y decirle a Daiki que sí, sería… ¿precipitado? 

 

En la carta venía otro papelito que decía: 

 

 

No soy el hombre perfecto, te conozco hace menos de dos semanas… sin embargo, me he enamorado de ti perdidamente. No sé qué hacer con esto tan grande que siento. ¿Recuerdas cuando me preguntaste que si me casaría alguna vez? Te dije que sí, cuando no me diera miedo a estar estúpidamente enamorado y mírame, lo estoy y de alguien a quien a penas conozco”. 

 

 

- Aomine… -yo estaba dudando de eso. Yo a penas y hace dos o tres días le había declarado mis sentimientos y hoy él me estaba proponiendo matrimonio. No quería que esto fuera igual que como con Haizaki, no lo quería rechazar tampoco. 

 

 

- Tetsu… no quiero que me respondas… solo quisiera que lo pensaras… -sonrió. Yo sonreí- Yo solo lo pregunto, no te lo estaba proponiendo ahora mismo. 

 

 

- Oh –dije aún confundido. 

 

Pedimos algo de comida y durante todo ese rato estuvimos riendo, yo traté de no pensar mucho en eso de la propuesta pues tal vez… cedería. 

 

 

- Eres muy hermoso –dijo cuando estábamos por el postre, apoyando su cabeza en una de sus manos. 

 

 

- Gracias –dije sonriéndole nervioso- Tú… también eres un galán Aomine-kun. 

 

 

- ¿Galán o galón? –dijo tocando su panza- No estoy gordo, embarnecí… es diferente. 

 

 

- Galán, -reí-  Aomine-kun, yo…yo te quiero tal y como eres, con tus talentos, manías, con tus virtudes y defectos…incluso si eres medio Bakaomine – reí y él entrecerró los ojos- pero ahora adoro esos pequeños detalles tuyos, porque eso te hace único ante mis ojos

 

 

-Tetsu…si yo te dijera todo lo que adoro de ti nunca acabaría.- se sonrojó.- aunque al inicio me dabas miedo porque parecias un fantasma amargado.- <<Gracias Aomine-kun, arruinaste el momento>> pensé

 

 

- ¿Te daba miedo? 

 

 

- Tsk…si cuando aparecías siempre me mirabas feo como si no agradase.- mi cara de lo feliz que estaba cambie a una de póker y se alteró.- Espera espera! Oe Tetsu! Eso fue antes que nos conociéramos mejor jeje  

 

 

- Eres cruel  Aomine-kun –dije ofendido. Él rió. 

 

 

- Pero…ahora amo eso de ti ¿me perdonas? –dijo mirándome con ojos como cachorrito. Yo hice un puchero cruzando mis brazos, me levanté y caminé.

 

 

- No –dije fingiendo estar molesto. Se levantó y fue hacia donde yo estaba, estaba en el centro de la pista donde estaban los globos. Me abrazó y yo desvié la mirada. 

 

 

- Lo siento –dijo honestamente, él me miró a los ojos mientras yo ocultaba una sonrisa y desvié la mirada de nuevo- Te convenzeré de todas formas-dijo 

 

 

- No te perdonaré –dije y le di la espalda. 

 

Sentí que me miraba por detrás insitadoramente, y no era exactamente mi espalda lo que él observaba. Aomine miró a todos lados para ver si no había alguien que lo viera hasta asegurarse que no hubiera nadie << ¿Qué trama?>>. De repente sentí claramente que tocaba mi trasero a lo cual yo me sorprendí de sobremanera dando un brinquito poniéndome rojo al instante. Luego metió sus manos entre mi camisa, me estremecí por su tacto, me di vuelta y quedé frente a él que aún tenía su manos dentro de mi camisa. 

 

 

- Tetsu ¿Me dejarías tocarte? –dijo alzando las cejas un par de veces. 

 

 

- N-no Aomine-kun…nos pueden ver.- estaba nervioso y rojo, una  mínima parte de mí quería negarse  pero la otra clamaba por que siguiera.

 

 

Se encorvó hasta alcanzar mi altura y posó sus cálidas manos en mi cintura, yo seguía con mis brazos cruzados. Me pegó más a su cuerpo y con sus dientes jaló mis labios hacia los suyos para después besarme lenta y dulcemente. Yo no pudo evitar y sedí al  rodear mi con mis brazos su espalda. 

 

 

- ¿No me perdonas aún? –dijo relamiéndose los labios. Yo sonreí y me dio un beso apasionado, lleno de amor. 

 

 

- Por supuesto que te perdono… amor… -susurró frente a mis labios. 

 

 

- ¡Este es mi Tetsu! –dijo y  me dio unas vueltas en el aire. 

 

Quedamos abrazados así un momento y luego él comenzó a mecerse, la música se encendió y estuvimos bailando románticamente unas cuantas canciones. Aomine rodeaba mi cintura con sus brazos y yo su cuello con los míos. Yo estaba de frente tan solo observando a la magnífica criatura que era solo mía. Sus ojos estaban fijos en los míos, sonreía de una forma tan sincera, me sentía en el cielo tan solo de pensar que estaría con él por la noche. 

 

Aomine era el único que podía tocarme como solo él sabía hacerlo; él era el único que proclamaría mis sueños como suyos; él era el único que podía despeinar mi cabello cuando quisiera; él era el único que podría entrar a la ducha conmigo sin que yo me asustara o molestara. Él era el único que me hacía sonreír de forma tan sincera haciéndome olvidar de todo a mí alrededor. Yo quería ser el único que lo besara; yo quería ser el primero en verlo sonreír por las mañanas, yo quería verlo cerrar los ojos por las noches, yo quería ver a un pequeño suyo fruto de nuestro amor… Yo quería estar con él hoy y siempre. 

 

 

- Sí me casaría contigo –dije rápido y claro. A lo cual él se quedó pasmado. 

 

Le sonreí y él me abrazó, me dio un beso como nunca antes lo había hecho y yo lo disfrutaba, cuando se separó de mí y tomó el único globo blanco que había entre todos esos rojos. 

 

 

- ¿Qué haces? –pregunté confundido. Tomó un tenedor de la mesa y luego de tronarlo regresó. Él me sonreía ampliamente y luego comenzó a bajar y poner una rodilla en el suelo << ¡Me lo está proponiendo! >> –pensé- ¡Diablos, sí lo está haciendo!

 

 

- Tetsu… -¿yo? Estaba en shock viendo la sucesión de sus movimientos, no escuchaba más allá de mi pulso en los oídos- sé que solo han sido dos semanas de haberte visto, te hablé en menos que eso y me enamoré de tus ojos cuando topaste con Kagami en la rampa de abordaje… -yo estaba aún con un semblante de sorpresa- si, crees que es muy pronto… lo entenderé… pero igual… me gustaría darte esto como garantía de que estaré contigo en los próximos diez, quince, veinte o cincuenta años… hasta que me haga una pasita negra y tú decidas que es el momento de casarte conmigo. 

 

Luego, en su mano izquierda vi una cajita blanca que sostenía temblorosamente, respiró hondo y tomó mi mano izquierda. 

 

 

- Kuroko Tetsuya – sentía que mis ojos se humedecían- ¿me harías el honor de convertirte en mi esposo?

 

Abrió la cajita y dentro había un anillo aún más hermoso que el de Haizaki, este tenía una piedra al centro y en la argolla tenía aún más diamantes incrustados. ¡Santo Dios! Nunca me había sentido tan emocionado, tan asustado…tan feliz; a pesar de que no era la primera vez que me lo proponían. Sentí una ola de nerviosismo y calor recorrer todo mi cuerpo y sonreí. Una lágrima salió por mi mejilla. 

 

 

- Yo…me encantaría, ¡Si! –le dije con un hilo de voz audible conteniendo mis sollozos. Él sonrió a más no poder y sacó el anillo de la cajita me lo puso en el dedo anular y luego me abrazó. 

 

 

- Te amo –susurró antes de besarme. 

 

 

- Yo más –dije y lo besé –…Aomine Daiki

 

 

- ¿Dígame futuro señor Aomine? 

 

 

- Voy a mi nueva vida, voy a un nuevo continente, voy a un nuevo mundo a conocer y tú ya me aferraste a ti… 

 

 

- Vas a un nuevo mundo a casarte –dijo sonriente- Lo mejor de todo, es que te vas a casar… conmigo.

 

Le sonreí y lo abracé, luego de la propuesta de matrimonio fuimos a caminar por la cubierta, le dimos una vuelta completa y de vez en cuando nos encontrábamos con los chicos, pero nadie notaba el anillo y nosotros no decíamos nada. 

 

Luego llegamos a la parte donde nos sentamos aquella primera noche, pusimos los pies bajo el barandal y nos pusimos a observar la inmensidad del mar que nos rodeaba. 

 

 

- Es una noche especial… -dije sonriente. 

 

 

- Sí… -dijo él.

 

 

- Es gracioso…

 

 

-¿Qué cosa?- me miró sin entender

 

 

-Hoy le pedías permiso a mi padre para salir como novios y ahora… soy tu…prometido.- se me hacía tan hermoso aquella última palabra. 

 

 

- ¿Crees que se enoje? 

 

 

- No lo creo –miré a las olas- y si se enojara…se le pasará… 

 

 

- Eso espero… no soportaría que te separaran de mí Tetsu, ahora ya no lo soportaría. 

 

 

- Yo… tampoco quisiera ni soportaría estar lejos de ti… -susurré agachando la mirada. Él se me acercó para besarme nuevamente. 

 

 

 

- ¡Qué asco de pareja! –gritó una pelirrosa detrás de nosotros. 

 

 

- ¿Satsuki? –se preguntó Aomine. Ella se tambaleaba, a penas y podía estar de pie, Aomine y yo nos levantamos. 

 

 

- ¿Tan rápido ya te olvidaste de mí? –dijo la chica. Me daba un poco de lástima. 

 

 

- Oe, estás ebria –dijo Aomine un tanto preocupado.

 

 

- Dai-chan… tú me prometiste que lo intentaríamos… 

 

 

- Y lo intentamos… pero yo no te amaba, ya no… lo siento mucho pero así es –sentí felicidad, pero a la vez sentía  pena por ella. 

 

 

- Qué rápido te olvidas de uno… 

 

 

- No… de hecho me costó, pero no eres la única persona en el mundo, y supe que ya no significabas nada para mí.

 

Ella estaba por contestarle pero estaba tan ebria que vomitó todo lo que traía adentro. Me dio asco y lástima. Me acerqué a ella y sostuve su cabello mientras ella tiraba todo lo que traía por la borda. Aomine estaba a mi lado. 

 

 

- Vamos a llevarla a su camarote –le dije a él. 

 

 

- ¿Seguro que quieres ir? –preguntó- Puedo ir solo, no tienes que ir tú. 

 

 

- Claro, no te dejaré solo con ella Aomine-kun –le informé. Él la cargó en sus brazos y caminamos juntos hacia la portezuela que nos llevaría al elevador. Ella se estaba quedando dormida en sus brazos. Luego llegamos a su puerta y yo busqué entre sus cosas la llave del camarote. 

 

Al abrirlo caminamos directo a la habitación y moví las cobijas para que él la recostara. Ella parecía una niña pequeña. Agarró una almohada y yo le quité las zapatillas y bajé uno de sus pies de la cama para que no se mareara y puse un botecito al lado de ella por si quería vomitar. 

 

 

- Sal de aquí por favor,  ahora voy –le pedí al moreno. 

 

 

- ¿Por…? –dijo confundido. Le sonreí y él salió de la habitación. Busqué entre sus cosas y encontré un desmaquillante, lo sabía porque Riko lo usaba, le quité toda la basura que traía en los ojos y la boca, le quité los aretes y el collar que traía pues se podría matar. 

 

Busqué una almohada y la puse debajo de su cuello pues sabía que al despertar le dolería mucho. Despertó pero no trató de mover mi mano ni de alejarse de mí, solo me miraba. 

 

 

- ¿Por qué eres tan bueno? –preguntó. 

 

 

- Porque no soy como tú… -dije con seriedad- mantén un pie abajo para que no te marees tanto y… allí hay un bote por si quieres vomitar. 

 

 

- ¿Se casarán? –preguntó viendo mi anillo. Yo no dije nada solo observé mi hermoso anillo- Estuve tres años con él y ni siquiera me quería llevar en navidad a su casa… y tú tienes tan solo días de conocerlo y ya te lo propuso… -ella comenzó a llorar. 

 

Suspiré y salí de la habitación. Cerré la puerta tras de mí y abracé a Aomine, él tomó mi mano y me guió a la salida.

 

- Eres una buena persona –me dijo él. Yo lo abracé y caminamos hacia el elevador. Adentro nos encontramos con Haizaki, quien traía una mejilla amoratada. Tal vez era el puñetazo que le había dado Aomine. 

 

Entramos y la verdad me era bastante incómodo estar en un espacio tan cerrado con los dos. Aomine tomaba mi mano fuertemente y luego me abrazó. Haizaki resopló, pero no dijo nada, al abrirse las puertas Shogo bajó con rapidez y no miró hacia atrás. 

 

Luego de llegar a nuestro piso. Llegamos al camarote de mi padre, solo para saludar, Aomine me lo pidió. Tocamos a la puerta y mi padre fue quien abrió. 

 

 

- Padre –saludé con una sonrisa. 

 

 

- Hola hijo –hizo un ademán para que pasáramos- Buenas noches Aomine. 

 

 

- Buenas noches señor Kuroko –saludó con una sonrisa. 

 

Yo no sabía por qué mi padre tenía cara de asustado. Hasta que noté a la mujer sentada frente a mí, tenía cara de preocupación. Se puso de pie al verme. 

 

 

- Tú debes ser… 

 

 

- Tetsuya –contesté. 

 

 

- Hola Tetsuya yo soy… Alexandra García, amiga de tu papá –ella estrechó mi mano. 

 

 

- Un placer –dije y luego recordé que no venía solo-, hem… él es  Aomine Daiki, mi prometido. 

 

 

- Un placer –dijo él extendiendo la mano. 

 

 

- Oh –dijo ella sorprendida-, tu padre no me contó que estabas por casarte. 

 

 

- Porque no sabía… - mi padre estaba sorprendido. 

 

 

- Pues así es… -hablé enseñándole mi anillo, él lo miró y luego observó a Aomine, quien tenía cara de espanto. No sabía que yo se lo diría a mi padre hoy mismo. 

 

 

- ¿Hay algo que tengas qué decirme Aomine? –preguntó mi padre. Daiki me observó alarmado. 

 

 

- Tranquilo padre –tomé la mano de mi novio- hablamos luego de esto. Ahora tienes visita y no hay que importunarla con este tema. 

 

 

- Por mí no hay ningún problema –dijo Alexandra-, yo me tengo que retirar. 

 

 

- No de verdad, no tiene que irse –pedí. 

 

 

- Está bien, es tarde –dijo ella. Mi padre no decía nada- Pasé una linda noche –se dirigió a mi padre. Él sonrió y la guió a la puerta.

 

Nosotros nos sentamos en el silloncito y tomé la mano de Aomine. Mi padre salió del camarote, la acompañaría al elevador. 

 

 

- Oe Tetsu ¿Por qué no me dijiste que le diríamos hoy? –preguntó. 

 

 

- Porque ni yo sabía que se lo diríamos Aomine-kun, pensé que si decía que eras solo mi novio; te ofenderías. 

 

 

- Claro que no. Al contrario, me hubieras dado tiempo para preparar un discurso extenso del por qué te amo y por qué sé que soy tu mejor opción.- miraba a todos lados nervioso 

 

 

- Daiki, tranquilo. Conozco a mi padre, te preguntará qué pasó si en la mañana a penas habías pedido permiso para ser mi novio. Luego te dirá qué intenciones tienes al bajar del barco. Después te preguntará por tu familia, si crees que estarían de acuerdo con esta decisión tuya y por último te preguntará. ¿Esto es lo que realmente quieres? 

 

 

- Esas preguntas se las hizo a Haizaki también, supongo. 

 

 

- De hecho, no. Él ni siquiera vino conmigo. 

 

 

- ¿Cómo sabes que me preguntará eso entonces? –dijo Aomine pasando un brazo por mis hombros. 

 

 

- Porque eso sería lo que yo te preguntaría si te fueras a casar con mi hijo. 

 

 

- Un hijo tuyo… -me miró y sus ojos brillaron- que lindo te verías con una barriguita. 

 

Yo me sonrojé y me sonreí ante la idea de tener un pequeño de él. Sería hermoso y tal vez tendría su sonrisa, ojos grandes y azules, tal vez tendría la piel chocolate como él. Sería un hermoso pequeño nuestro.

 

 

Por más antinatural que suene, la posibilidad de un embarazo en mi sí era posible; al nacer los médicos le dijeron a mis padres que presentaba el síndrome de “virum concepit”, que significa “hombre embarazado”, es decir…era un doncel; les dijeron también que este síndrome ya existía hace siglos atrás, pero por prejuicios morales no era muy comentado por la ciencia. A causa de ello, mi complexión física era muy delicada y pequeña, semejante a un cuerpo femenino, tanto interna como externa. Eso mismo se lo comenté una vez a Aomine en una de nuestras tantas conversaciones.

   

 

- Sería maravilloso que me hagas padre –me dijo. Le sonreí y me dio un lindo y pequeño beso en los labios. 

 

La puerta se abrió nuevamente y Aomine quitó el brazo de mis hombros. Papá se sentó justo en frente de mí, sobre la mesita. Suspiró marcadamente, observó a Daiki y luego a mí. 

 

 

- ¿Qué pasó Aomine? Por la mañana me pediste permiso para salir con mi hijo y por la noche, estás pidiendo su mano. 

 

 

- Bueno, creo que si conoces a la persona con la que quieres pasar el resto de tu vida, ¿para qué esperar tanto? 

 

 

- ¿No creen que es demasiado apresurado? -esperó a que contestáramos, pero ninguno de los dos abrió la boca- Tetsuya, tienes dieciocho años. Aún te falta mucho por vivir, conocer… vamos a un nuevo continente a hacer una nueva vida y tú bajas del transporte con un prometido –yo desvié la mirada-. Aomine, tú eres una estrella del basquetbol en Japón, eres talentoso y acabas de conocer a un chico a penas hace dos semanas. No sabes casi nada de él. ¿Qué tal si es una trepador de los que solo saben que eres famoso y te enganchan? 

 

 

- Con todo respeto señor, me gustaría decir algo –pidió Aomine. Yo veía algo de razón en las palabras de mi padre, a penas y nos conocíamos. Yo no sabía nada de su familia ni él de la mía. A penas y sé que se llama Aomine Daiki. 

 

 

- Adelante –lo instó mi padre. 

 

 

- Sí, es cierto. Ustedes van a conocer América, van a crear una nueva vida. No me gustaría que Tetsu o cualquiera de ustedes se perdieran de la oportunidad de recorrer todos los rincones del país. Tampoco lo quiero tener atado a mí, ni mucho menos –sus palabras me causaban cierto tipo de ternura-. Pero él me conoció a mí. No me conoció por los partidos, no me conoció por la portada de una revista o no me conoció por un campeonato al cual un amigo de él lo haya invitado. Tetsu conoció al verdadero Aomine Daiki antes de saber quién era en realidad. Él se enamoró de mí, no de un prototipo de jugador. No sé mucho de él, pero sé que tiene un gran corazón, sé que su mamá falleció, sé que se llama Kuroko Tetsuya. Sé que adora el batido de vainilla y a los perros. Sé que odia las mentiras y las gaseosas, sé que ama más que nada tomar fotografías y el piano, pues son la imagen de una experiencia vivida y una fuga del alma através de la música. Es maduro, dedicado, amable y luchador por lo que realmente quiere. Es cierto… tengo realmente poco de haberlo conocido, pero no me importaría pasar el resto de mi vida descubriendo más cosas de él, pues cada día que pasara sería conocerlo más y más. 

 

 

- ¿Qué pasa si despiertas y no te gusta lo que ves a tu lado?, ¿Qué tal si no es lo que esperabas? –preguntó mi padre. 

 

 

- Supongo que no lo sabré hasta que despierte a su lado y lo vea. ¿Pero cómo hacer eso, si usted no me da la oportunidad? 

 

 

- Pues supongo que tendrás toda tu vida para descubrir con quién esperas casarte. 

 

 

- Además, señor Kuroko No vamos a bajar del barco directamente al juez para que nos casen, tengo que presentarlo a mi familia.

 

Tengo que enseñarle mi mundo, tengo que exponerlo a mi vida y si aún así… él quiere seguir conmigo… entonces pondríamos fecha, por lo pronto ese anillo sería una garantía del amor que siento realmente por Tetsu. 

 

Ahora me preguntaba: ¿si dijo todo esto improvisadamente, cómo sería si le hubiera dado tiempo de presentar su discurso de diez hojas? Aomine realmente me sorprendía, no sabía que tenía todo tan preparado. Era cierto, yo tenía que conocer a toda su familia y todavía esperar gustarles. Esto se complicaría un poco, además de que él era una figura pública en Japón, cómo se tomarían esto los medios. 

 

 

- Bueno, para mí todo lo que has dicho ha sido suficiente como para darte mi aprovación. Realmente espero que tengan éxito en esta decisión que están tomando –ambos suspiramos pues creíamos que sería aún más difícil-. Aomine estoy orgulloso de ti. Jamás había conocido a un chico tan dedicado y tan decidido por algo en la vida. Bien hecho chico –dijo y le extendió la mano. 

 

 

- Gracias señor  –pronunció mi prometido oficial. 

 

 

- Ya nos tenemos que ir –dije y nos levantamos. Mi padre me abrazó y volvió a ver mi mano y sonrió. 

 

 

- Cuídalo hijo –dijo mi padre- es un buen chico. 

 

Observé a Aomine y él me sonreía satisfecho del resultado de esta noche. Le sonreí a mi padre y lo volví a abrazar.


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