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El fetiche oculto (HaeHyuk) por lunafang

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 - Entonces, durante la Dinastía Sejong, el rey Choseon creó el alfabeto coreano.

- No, Donghae. El rey Sejong, quien fue el cuarto rey de la Dinastía Joseon, creó el alfabeto coreano, llamado Hangul. Y es Joseon, no Choseon -lo corrigió su tío con una sonrisa tranquilizadora.

Lee Hyukjae tuvo que admitir para sus adentros que nunca antes había tenido un alumno como su sobrino, aunque no estaba completamente seguro de si aquello se trataba de algo positivo o negativo. Donghae, a pesar de su excelente promedio de calificaciones, no era un estudiante nato. Sus buenas notas eran en realidad el resultado de un esforzado programa de estudio hecho por cuenta propia, siendo en realidad el colegio un lugar en el que su mente tendía a dispersarse ante los discursos de sus profesores, los cuales consideraba como monótonos y aburridos. En pocas palabras, Lee Donghae aprendió a una corta edad que le resultaba más confiable sentarse a leer un libro en lugar de prestar atención en clases.  

Durante sus primeros encuentros en el departamento de Hyukjae, el muchacho solía permanecer callado y asentir a todo lo que decía el mayor, escribiendo unas pocas anotaciones en un cuaderno. No fue sino hasta que pasaron más de tres semanas que Donghae se atrevió a reconocer ante él que tenía algunos problemas para retener la nueva información y que no estaba seguro de haber logrado avanzar en sus conocimientos de historia coreana. Tras aquella confesión, Hyukjae creyó que la mejor solución sería sentarse a un lado del muchacho, explicarle las lecciones con paciencia infinita y revisar sus apuntes con minucioso detenimiento. Era un trato más adecuado para un estudiante del colegio primario, pero parecía estar dando algunos resultados positivos.

- Nunca podré recordar tantos nombres -suspiró el muchacho derrotado, tachando unas cuantas palabras en el cuaderno y agregando una rápida aclaración en un margen.  

- No te preocupes. Recién hemos comenzado con esto. Es normal que te sientas abrumado -intentó animarlo Hyukjae mientras le daba unas leves palmaditas en la espalda-.Yo me sentiría igual si tuviera que aprender desde cero la historia nacional de un país extranjero.

- Más que abrumado, me siento estúpido. Tengo sangre coreana, pero no me siento coreano en ningún sentido. Además de que elegí estudiar en Corea. Esto... es difícil de explicar lo que siento -admitió con tristeza.

- De nuevo, es normal. Naciste y creciste en Taiwan, por lo que es obvio que te sientas completamente taiwanés. No pienses en eso ahora -volvió a sonreirle-. Retomemos el tema del que estábamos hablando antes. Fue el rey Sejong el Grande quien creó el alfabeto coreano durante la Dinastía Joseon. ¿Recuerdas entre qué años se desarrolló esta dinastía?

- 1394 y... no recuerdo cuando terminó -contestó lentamente, con los ojos entrecerrados al tratar de pensar en la respuesta.

- Me alegro de que al menos recuerdes que comenzó en 1394. Se dio por terminada en 1910, durante la invasión japonesa, pero sobre eso hablaremos más adelante. Es muy complicado como para explicarlo a la ligera. ¿Quieres que prepare más té de matcha?

- Sí, gracias.

El encuentro se extendió un par de horas más en las que tío y sobrino lograron mantener una corta charla sobre ciertos acontecimientos históricos ocurridos varios siglos atrás, interrumpida únicamente por la curiosidad de Hyukjae de saber cómo le estaba yendo a Donghae dentro del campus universitario. En menos de una semana comenzarían de forma oficial las clases, sin embargo el muchacho logró formar un pequeño grupo de amigos con algunos de sus compañeros de carrera a los que conoció en los cursillos, entre quienes se encontraba su compañero de habitación llamado Jonghoon. También tuvo la oportunidad de conocer a un par de sus futuros compañeros del equipo de fútbol americano. Conocer esto alegró mucho a Hyukjae, ya que había estado un poco preocupado de que el muchacho tuviera problemas para adaptarse al nuevo ambiente.

- ¿Estuviste leyendo los libros que te presté el otro día? -le preguntó el mayor cuando ambos se encontraban junto a la puerta de entrada, despidiéndose.

- Sí, pero... tienen muchas palabras técnicas que no comprendo. Pierdo mucho tiempo buscando los significados en el diccionario y luego me olvido de lo que estaba leyendo -reconoció con un leve rubor, desviando la mirada hacia el pasillo vacío.

- Lo siento. Voy a buscar un libro más sencillo para ti. A lo mejor te conviene más leer ahora un manual de colegio y después estudiar textos más serios -le apretó el hombro derecho y lo dejó irse.

Todavía podía palparse cierta tensión entre ellos. No había una entera confianza puesta en el otro, por lo que trataban de no andar por terrenos peligrosos y enfocarse en unos pocos temas de conversación. En ningún momento hablaron sobre las vidas que llevaron durante el tiempo que estuvieron distanciados, salvo esa vez en que Hyukjae descubrió que el fondo de pantalla del celular de Donghae era una foto de dos niños pequeños muy parecidos al menor. No pudo evitar preguntarle con un poco de temor quienes eran. La noticia de que Sungmin y Saeun habían tenido gemelos cuando Donghae contaba con 11 años fue un baldazo de agua fría. Hyukjae no podía creer que tuviera dos sobrinos más y recién por entonces se enterara. Deseó que aquella noticia no lo perturbara, pero en repetidas ocasiones, en especial cuando el sueño no acudía a él, se sorprendía tratando de imaginarse como serían las personalidades de Yiyun y Jeno. Le entristecía pensar que quizás ellos tampoco sabían que tienen un tío paterno en Corea del Sur.

Justamente esa misma noche, mientras trataba de imaginarse a Jeno como una nueva versión de Donghae, el hombre escuchó el llamado del timbre. Cuatro veces sonó en menos de un minuto, con una notable insistencia al hacerse el sonido cada vez más largo. Hyukjae gruñó, se vistió rápidamente con lo primero que encontró en el suelo de su habitación y se encaminó hacia la entrada. Al abrir la puerta se topó con su vecina Jimin ataviada en un largo pijama de color rosa. Tal vez Hyukjae se habría sorprendido de esto si la adolescente de 14 años no hubiera pasado alrededor de un mes buscando cualquier excusa para hacerle una visita inesperada. Cualquier motivo parecía ser válido con tal de mantenerse alejada de su propio hogar.

- Es muy tarde, Jimin. Ya pasa de medianoche -logró decir el hombre con voz ronca.

- Lo sé, pero estoy aburrida. No hay nadie en casa -dijo antes de colarse al departamento sin pedirle permiso. Rápidamente se sentó en el sofá y colocó un gran almohadón sobre su regazo, abrazándolo como si se tratara de un oso de peluche. Parecía una niña pequeña a la que acababan de regañar.

- ¿En dónde están tus padres? -le preguntó el mayor al sentarse en un sillón individual, a un costado de ella.

- Papá dijo que tenía una reunión con sus compañeros de la oficina y mamá dijo que aprovecharía a encontrarse con sus amigas -suspiró.

- ¿No se dieron cuenta de que te quedarías sola?

Ver a la pobre chica encogerse de hombros con aquella mirada de cachorro perdido provocaba en Hyukjae un sentimiento de protección, un anhelo por tener el poder de evitarle todo tipo de sufrimiento. Era un secreto a voces dentro del edificio que sus padres estaban a un paso de divorciarse y ninguno de ellos parecía estar interesado en cómo aquello afectaba a su única hija.

- ¿Comiste? -Hyukjae prefirió desviar la charla en otra dirección.

- Me calenté un poco de kimchi, pero sabía feo -dijo en un murmullo vergonzoso.

- Puedo prepararte ramen si quieres. Mi madre siempre decía que el ramen levanta el ánimo más que todo el chocolate del mundo -le dedicó una débil sonrisa.

Al hombre le bastó ver cómo Jimin asentía con la mirada clavada en el suelo para dirigirse a la cocina y hacer ramen instantáneo. No creía que pudiera regresar a la cama pronto.

Notas finales:

Yiyun es el nombre chino de Amber. También estuve buscando el nombre chino de Jeno, pero parece que todavía no tiene uno y lo dejé en coreano.


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