Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El fetiche oculto (HaeHyuk) por lunafang

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Los días dieron paso a las semanas; y las semanas, a los meses. Así fue como Lee Donghae descubrió tranquilamente una tarde, mientras se dirigía con sus compañeros de equipo de fútbol americano a los vestuarios, que ya se encontraba a mediados de año. Pronto debería comenzar a prepararse para sus primeros exámenes parciales de la carrera de Medicina Alternativa. Una sonrisa de satisfacción escapó de sus labios al reconocer que, antes de realizar el viaje, tuvo serias dudas de si siquiera lograría permanecer allí hasta que comenzara el verano. Temió profundamente no soportar el choque cultural, las exigencias de la universidad, y dejar de tener vínculo con su familia y amigos al estar a cientos de kilómetros de distancia de su hogar. Después de todo, el hecho de que hubiera viajado en contadas ocasiones a Corea del Sur y pudiera hablar de forma semidecente el idioma no eran ninguna garantía de que tuviera éxito en adaptarse a un lugar desconocido, rodeado de personas desconocidas, en una instancia también desconocida.

Tan ensimismado se encontraba en estos pensamientos el muchacho que no notó el hecho de que el entrenador le dedicó unas palabras al equipo antes de marcharse del vestuario. Lo único que pudo regresarlo a la realidad fue la quemazón que sintió en su trasero por recibir una dura palmada. Saltó en su lugar, sorprendido, y no necesitó preguntar en voz alta quien había sido el atrevido tras ver la cara de diversión de su compañero de dormitorio. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de ocasiones en las que el pelirrojo estudiante de antropología se aprovechaba de sus momentaneas diatracciones para jugarle alguna broma inocente.

-¡Eres malo, Kim Jongwoon! -logró decir Donghae de forma dubitativa, tratando de pensar si se trataba de una ofensa en coreano.

-Sí. Soy muy, muy malo -se burló sin dejar de sonreír, rodeando sus hombros con el brazo izquierdo por unos breves segundos-. Hazme recordar que te enseñe palabrotas reales un día de estos, mi pequeño gatito.

-No sé si quiero aprender eso -le siguió el juego, esta vez abrazando él al pelirrojo. Si bien no había mucha diferencia de altura entre ambos, resultaba casi cómico el contraste de masa muscular entre el fornido Donghae y el delicado Jonghoon.

-Querrás hacerlo cuando notes que alguien te insulta y no sabes lo que está diciendo -le comentó de forma tranquila mientras se apartaba un poco de su lado y comenzaba a sacarse el uniforme.

El muchacho sólo pudo reírse de aquella explicación y también procedió a desvestirse, como el resto de los jugadores. Escuchó que algunos de ellos todavía discutían sobre las tácticas para el próximo partido a celebrarse dentro de un mes, pero no sentía deseos de meterse en ello. Changmin y Minho conseguían ser realmente difíciles de tratar cuando notaban que alguien no compartía sus mismas ideas y trataban de hacerle cambiar de opinión.

-¿Qué piensas hacer este fin de semana, Donghae? -le preguntó Jongwoon antes de sacar una toalla de su casillero y dejarla sobre uno de los bancos más cercanos a la ducha que eligió para usar.

-Tengo que quedar de nuevo con mi tío para estudiar historia. Lo más seguro es que me diga de juntarnos el sábado a la tarde, así que el domingo voy a dedicarme a estudiar los últimos temas de Anatomía para adelantarme al examen de agosto -dijo Donghae con la mirada fija en el enmarañado de los cordones que le costaba desatar.

-¿Otra vez? Se juntan como cuatro veces a la semana -bufó sin ganas-. Aparte de que desperdicias el domingo estudiando sobre algo que, estoy seguro, ya sabes.

-No puedo descuidar mis estudios. Tengo que mantener mi promedio académico para no perder la beca -acabó sacándose las zapatillas sin desatarse los cordones. Se quitó los pantalones y se dirigió a la ducha libre que se encontraba al lado de la que estaba utilizando su amigo, un poco apartado de los demás chicos que parloteaban de forma más escandalosa.

-Eres uno de los primeros de tu clase -puntualizó al lavarse el cabello de forma ruda-. Dudo mucho que tus calificaciones vayan a bajar porque decidas descansar unos días. Lo único que haces es estudiar, jugar fútbol americano, comer y dormir. A veces creo que hasta evitas dormir para continuar estudiando.

-¿A qué viene eso? -frunció el ceño extrañado.

-Si prendes una luz en el dormitorio durante la noche puedo notarlo. Te dije el primer día que soy de sueño liviano.

-Lo siento -suspiró, cayendo en cuenta de su error-. No pensé que fueras a despertarte. Sólo uso la tablet algunas noches para releer textos de clases cuando no tengo sueño.

-Descuida. Ya no me molesta -le restó importancia-. Pero sería bueno que salgas más.

-Fuimos hace como un mes al cine. También salimos hace dos semanas... a ese boliche -dijo por lo bajo esto último, comprobando de forma disimulada que ninguno de sus compañeros estuviera pendiente de su charla.

-Pues me gustaría ir de nuevo allí este sábado. ¿A ti no?

-No estoy seguro -murmuró con incómodidad-. Creo que ya fuimos cuatro veces.

-Hay otros lugares como ese a los que podríamos ir entonces, aunque están más cerca del campus y puede ser un poco arriesgado si no quieres toparte con algún conocido.

-En realidad no estoy seguro de querer ir a ningún lugar así de nuevo -reconoció con las mejillas coloradas, esperando que su amigo creyera que esto se debía a la temperatura del agua.

-Está bien, Donghae. Tampoco voy a obligarte a salir si no lo disfrutas -le sonrió tranquilo.

-No es que no lo disfrute. Es que... no sé. Lo siento raro todavía -balbuceó con la mirada clavada en el suelo mojado.

£££

 

Tal y como el muchacho predijo, su tío le indicó que se volvieran a encontrar durante la tarde del sábado en su edificio. A ese paso faltaba poco para que se convirtiera oficialmente en su día de estudio semanal. Lo que jamás se hubiera imaginado es que, una vez saliera del ascensor y se dirigiera a la puerta del departamento 4 B, una adolescente menuda saliera de este. Las dos coletas con las que se sujetaba el largo cabello teñido de castaño claro y el conjunto de ropa de color rosa pastel sólo le conferían una apariencia más aniñada. Su forma de andar con familiaridad, a pesar de que se la viera un poco decaída en sus movimientos, le indicó que no debía tratarse de la primera vez que iba a aquel lugar. Había cierta seguridad en sus pasos al marcharse por las escaleras, sin detenerse en la figura de Donghae al cruzarse en el corto pasillo. Esto hizo que la mente del muchacho rememorara algunos comentarios malintencionados sobre Hyukjae que fue escuchando en el transcurso de los años por parte de sus padres. No se trataban de hechos concretos, sino de frases cortas y enigmáticas que parecían malas imitaciones de refranes o dichos de la gente mayor sobre personas que ya no se encuentran en este mundo.

-¿Les das clases particulares de historia a otros estudiantes, shushu? -preguntó Donghae tras media hora de no poder concentrarse en las preguntas del trabajo práctico que tenía que empezar a hacer. Hyukjae, en un intento de no presionarlo con su labor, se había sentado en la otra punta de la mesa y aprovechó a corregir algunos trabajos prácticos pendientes.

-No. Si bien en ocasiones les doy clases especiales a algunos estudiantes de mi colegio, no se tratan de clases regulares como en tu caso -le explicó tranquilo sin dejar de hacer anotaciones en una hoja.

-¿Entonces quién era esa chica? -elevó un poco la voz, molesto porque la única idea que se le ocurrió para dejarlo tranquilo sobre aquel asunto ahora careciera de validez.

-¿Qué chica? -frunció levemente el ceño, esta vez fijando su mirada en él. Aquello lo tomó desprevenido.

-La que salió de tu departamento antes de que yo llegara. Era chiquita y... adorable. Toda vestida de rosa.

-¡Ah! Te refieres a Jimin -dijo sin ninguna entonación en particular-. Es la hija del matrimonio Shin, mis vecinos del tercer piso.

-¿Qué hacía aquí?

-Nada en especial -contestó de forma esquiva.

-¿Qué hacía aquí? -insistió.

-¿Es que acaso te molesta, Donghae?

-Realmente no me molesta. No hay motivo para eso. Sólo tengo curiosidad de saber porqué una chica adolescente estaría en el departamento de un hombre adulto sin más compañía. Sólo eso -expresó con ironía, sintiendo que las palabras se le escapaban entremezcladas con su acento taiwanés.

-¡Guau! Eso sonó como a la acusación de un pervertido -se rió Hyukjae, aunque había una clara nota de amargura en el sonido-. Por un momento creí que era Sungmin hyung quien estaba hablándome.

Decir que la atmósfera del lugar se volvió incómoda sería minimizar la gran tensión que se formó entre ambos con aquella corta discusión. La mención de su padre hizo que Donghae se paralizara por un momento, completamente aturdido. Sabía que estaba haciéndole a su tío un reclamo estúpido que lo hacía ver como un chiquillo, pero las preguntas sin responder que se estuvo conteniendo los últimos años no le permitieron razonar de forma debida.

-Sea lo que fuere que esté rondando por tu cabeza, estás equivocado -expresó el mayor con enojo apaciguado, interrumpiendo sus pensamientos-. Jimin viene a visitarme a veces cuando no tiene la atención de sus padres, así que yo vendría a ser una especie de sustituto de figura paterna. Hablamos de sus cosas, le hago de comer... La situación más comprometida que compartimos es ver televisión sentados juntos en el mismo sillón, si es que eso puede considerarse algo digno de provocar un escándalo. No es una preocupación que debería quitarte el sueño.

-No sé si creerte -rumió por lo bajo.

-Tampoco necesito que me creas, ni eres quién para reclamarme algo sobre este asunto. Yo no interfiero en las relaciones que mantienes con tus amigos de la universidad o te hago preguntas sobre los lugares que frecuentas. No cuestiono tu vida privada, como tú tampoco deberías hacerlo conmigo.

-Eso es diferente -se excusó.

-¿En qué es diferente? Hace tiempo que estoy al tanto de que visitas el boliche Perfection, pero en ningún momento te pregunté qué haces allí.

-¿Cómo...? -jadeó sorprendido- ¿Cómo sabes eso?

-¿Quieres que hablemos sobre ese tema? -repreguntó con burla.

No hubo más palabras que acompañaran la marcha del muchacho en ese instante, así como tampoco hubo más palabras durante varios días en los que prefirieron evitarse el uno al otro. Los dos contaban con el orgullo herido, y aquel era un dolor que no podía calmarse de forma sencilla.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).