-lo… ¡lo siento mucho! –aquellas palabras vacías son repetidas constantemente en mis sueños, mezclándose entre mi ausente conciencia adormilada y mi yo del sueño rogando por ser una zozobra creada por mi martirizada mente.
El sonido de “History Maker”, tono seleccionado como alarma derrumbó los laberintos de un sueño. Era el aviso del final de un horrible sueño y un nuevo día que comenzar.
Con dificultad mi mano fue arrastrada como si se tratase de un imán hacia el lugar procedente del ruido, el botón de posponer –lugar de la pantalla que conocía de memoria– fue oprimido volviendo silencioso de nuevo el lugar.
-cinco minutos más – murmure enrollando mi cuerpo en cobijas, comparando mi estado actual con el de una oruga en su capullo.
Ya hacía cinco años había llegado mi primer celo.
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No hay nada que decir antes de eso, desperté el siguiente día en la camilla de un hospital, supongo que alguna persona encontró mi cuerpo en el suelo y se habrá apiadado de mí. Mi madre lloraba a montón, supongo que se arrepentía de no haberme ayudado el día anterior por estar en el trabajo, nunca dijo nada, tan solo se quedó allí… llorando; mi padre por su parte solo la sostenía de los hombros, mirando tristemente al suelo, de vez en cuando apoyaba su cabeza a la de ella tratando de consolarla; Phichit estaba a mi lado sentado en una silla, sostenía mi mano derecha con fuerza, como si no quisiera dejarme, sintiéndose culpable creo yo; la enfermeras y el doctor solo miraban con pesar la escena, uno de los tantos omegas violados no era cosa del otro mundo, pero sí eran situaciones difíciles para familias.
“Ha pasado una semana desde entonces”, pensé recostado en mi cama; mi suave cama, con esponjosos cojines y calientes cobijas. No había vuelto al colegio, mi celo finalizo hace un día. De igual, debía ser en este momento el nombre en todas las bocas de los estudiantes, tal vez el que me había violado estaría sonriendo triunfante, hablando de su gran acto, rodeado de chicos y chicas interesados en menospreciar a los omegas.
Suspire pesadamente, mientras un ardor regresaba a mis ojos, era lo peor que me podía haber pasado. Por cada lágrima que se resbalaba en mi rostro, regresaban pequeñas partes de recuerdos de ese día.
Quite con brusquedad las cobijas de mi cuerpo, recibiendo un intenso frio y despejando de ese modo los pensamientos que bloqueaban mi mente en ese momento, reemplazándolos por los quejidos mentales de tener que estar en invierno y no tener la calefacción reparada en la habitación.
Recogí la caja de pañuelos de la mesa de estudios y soné mi nariz. La papeleta de la basura estaba relativamente cerca, pero, estaba en dirección contraria de la puerta. Son decisiones difíciles, probaría mi puntería en este momento, un lanzamiento y saldría a buscar comida, era tan simple. Lancé con un suave movimiento el papel en mi mano. Acerté. Sonreí triunfante, eran de las pocas sonrisas que sentía desde que salí del hospital.
Al salir del cuarto inicialmente sentí el abrigador calor invadir mi cuerpo, era mucho mejor a comparación del frio que sentía desde mi cuarto, cruce hasta el final del pasillo para dirigirme a la sala-comedor.
-Buenos días Yuuri – leí en voz alta la nota sobre la mesa –, el desayuno está en el refrigerador. Come un poco, Phichit pasará en la tarde – de reojo vi el reloj que reposaba en la mesón de la cocina, 14.30. Ya estaría en camino.
Camine hacia el pasillo y un poco después de comenzarlo, en el primer arco lobulado a la derecha está la cocina.
En la nevera estaba a un lado un tazón color añil, decorado con el orden corintio, asemejando un templo de la antigua Grecia. En su interior contenía udon tanuki.
Un minuto. Fue el tiempo que decidí para calentar en el microondas. Encendí desde la cocina el televisor de la sala con ayuda del control, esperando una entretención hasta que finalizara el tiempo.
>>en otras noticias – comenzó a hablando la periodista del otro lado de la pantalla. Con una muy buena apariencia: buen cuerpo, maquillaje ligero y con ropa casual. Las noticias siempre me han parecido deficientes, si quiero obtener información del mundo solo necesito internet –, se ha informado presunta violación a un omega – “es por eso que me parece deficiente”, pensé al momento. Es información que sin tener que ver las noticias se sabe que siempre pasa. Así como muestran que han violado un omega, los habitantes saben que han sido más abusados aparte del que han mostrado. No tengo intereses en esas noticias, de igual, no es como si trataran de ayudar a la familia del omega, solo quieren poner un espacio donde muestran los sufrimientos de una persona, a la espera que otra creyéndose un héroe lo ayude. No es más que hipocresía. – la persona víctima es Yuuri Katsuki, el ganador de medalla de plata en el último Gran Prix realizado. Siendo invitado y sorprendiendo a su vez al mundo entero por su talento, ha sido un acto desconcertador para el mundo del patinaje. – cada palabra que decía aquella periodista era tan inverosímil para mí. Las manos comenzaron a sudar, y con ellas el control comenzó a deslizarse un poco entre mis palmas, eso fue lo suficiente para reaccionar y apretar un poco la mano en donde estaba. – Él culpable no ha sido…<<
Apague la pantalla dejando incompletas las palabras u oraciones que fueran a decir. No quería oír más de esas personas cuyas palabras no tienen ningún significado, personas que no han sufrido y cuya vida es una de tranquilidad. Seguro la joven sería alfa, habría nacido con comodidades, una escuela tranquila, terminando en un trabajo tranquilo. Esa era la vida que les espera a los alfas: tranquilidad.
Tome el plato de comida al escuchar el retintín del microondas. Me senté en el rincón donde se cruzan ambas paredes, a mis espaldas esta la cocina. El comedor está compuesto por 4 asientos; 2 que dan la espalda a la cocina y, los otros 2 están al frente. La sala está a su vez al frente del comedor, y en la pared del pasillo está la puerta de entrada, por esa misma pared hay una estantería unos metros antes de cruzarse con el pasillo de nuevo.
El golpeteo de las llaves contra la cerradura metálica hizo eco en mis oídos, estaba lavando los utensilios dejados en la fregadera. Visualice por el rabillo del ojo la entrada del cuerpo moreno de Phichit.
-Yuu – dijo mientras cerraba con la pierna derecha la puerta – ¿Cómo has estado? – continuo caminando, no sin antes dejar su mochila y chaqueta en el perchero al lado de la entrada. – Vine tan pronto como pude, el profesor de química me pidió que le ayudara llevando unas evaluaciones, y por si fuera poco…
Continúo hablando sobre los sucesos que habían ocurrido en la escuela, todos los días, desde hace una semana hace lo mismo. No eran cosas del otro mundo, pero me alegraba escuchar su voz tranquila hablando de cosas sin sentido, es como si la persona que estaba a mi lado en el hospital hace una semana hubiese sido otra.
-¿Yuuri? – Su mirada estaba fija en mi – ¿me estas oyendo?
-sí, te escuche decir que mientras caminabas de regreso te enredaste y caíste sobre la nieve.
-yo no dije eso – su mirada era confusa por mi respuesta.
-lo sé, pero tu chaqueta llego blanca – explique –. Además, tu nariz esta roja y aún hay nieve en tu cabello – deslice mi mano y sacudí un poco la coronilla, dejando caer los restos de nieve.
Phichit solo me dedico una sonrisa, era grande y dejaba relucir sus dientes, pude notar que unos pocos estaban torcidos.
Pasados unos segundos en silencio, Phich propuso la idea de ir a patinar un rato. Asentí. El patinaje despejaba mi mente.
No podíamos ir a la academia, desde donde vivo se debían tomar 3 diferentes rutas y llegaríamos luego de casi 2 horas, sin contar si hubiese congestión vehicular, tal vez al momento de llegar ya estaría fuera de servicio. Decidimos al final ir a la pista más cercana de donde vivía, solo se debía tomar una ruta de transporte, y se demoraba menos de 20 minutos en llegar. Vivir en una ciudad tan grande –según yo– como lo es Tokio conlleva sus consecuencias, y bueno, una que otra ventaja.
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Baje los escalones del autobús con leves saltos. Hice una carrera mental apenas mis botas pisaron la nieve, adelantándome el pequeño tramo que se debía caminar, siendo claramente el primero en llegar a la pista.
La pista no se comparaba en nada a la que estábamos acostumbrados, su tamaño era un poco más reducido; además, el poco espacio provocaba que pocas personas fueran, solo unas pocas estaban presentes a esta hora.
Una sonrisa estaba presente en mi rostro mientras cambiaba mis zapatos, esta última semana pareció años. Mi euforia de patinar no se ocultaba ni un poco, mis pulsaciones estaban sobre 90. Esta era mi felicidad: patinar. Busque los auriculares antes de salir del vestuario, seleccione la carpeta de mis momentos felices en el reproductor y coloqué la primera canción que encontré en el reproductor.
Entré a la pista. Cerré mis ojos mientras posicionaba mi cuerpo en el centro del lugar. La música recorrió mi cuerpo llenándolo de energía, la pista era el único público por el que quería ser visto.
Antes de comenzar tome una bocanada de aire, sintiendo el frio pasar por mi sistema respiratorio. Comencé a mover mi cuerpo por la pista, haciendo uno que otro movimiento que caracterizaba el ritmo.
Después del Grand Prix aumente mis prácticas, perfeccione mis saltos, practique más ballet para una mejor flexibilidad… fueron muchas las cosas que mejore en cada espacio disponible que tenía y mi cuerpo no había olvidado en esta semana los arduos días en los que llevaba mi cuerpo más allá de los límites solo para mejorar, eso me alegraba.
Por lo mismo ¿qué mejor momento que ver mi esfuerzo en el salto triple lutz? Tome aire, mentalice mis piernas y expulse el aire de nuevo. Levante la pierna derecha al aire y en cuestión de segundos el salto ya había finalizado, es más, aseguraría que fue un cuádruple lutz, algo muy bueno.
El resto de tiempo de la melodía estuve realizando tantos saltos como mis piernas permitieron. Mi corazón latía a pulso acelerado, la adrenalina de este instante era una causa; la otra, la alegría de sentir los resultados de todo mí tiempo en cada choque del filo gastado contra el hielo al finalizar un salto, eran armonías para mis oídos.
***
Mi respiración estaba entrecortada, tome varias veces aire antes de erguir mi cuerpo.
Voltee mi rostro para mirar a Phich, había olvidado que lo deje casi solo desde la parada de autobuses. Pensé que al igual que yo, él estaría también practicando; pero no, estaba en el borde del lugar, mirándome con una sonrisa. Note que tenía el brazo levantado frente a su pecho, y al rato encontré el porqué de esa posición: había estado grabando.
-¡eso fue maravilloso! – voceo acercándose.
Sentí la mirada de las personas que se encontraban pasando el rato, incluso muchas personas aplaudían.
En momentos tristes pueden existir pequeños rayos de felicidad.
A la par que escuchaba a Phichit alagándome un sentimiento de inquietud recorrió mi cuerpo entero al recordar la señora detrás de mi puesto del autobús decir: “él es un omega que pensó que podía cumplir sus sueños. Desafortunadamente fue golpeado por la realidad y hasta el día de hoy no la ha podido afrontar”, seguido de palabras inalcanzables para mis oídos desde el otro lado del teléfono al que hablaba.
Por el rabillo del ojo observe a las personas que aun mantenían su mirada clavada en mí, luego la volví hasta donde estaba Phichit con una gigante sonrisa repitiendo constantemente el video grabado hacía pocos minutos.
Tal vez las cosas no son del todo nefastas...