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True Friends (HASHIMADA) por DarkParadiseNS

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Notas del capitulo:

Llegamos al fin al final, esto es muy sad, y muy raro. Por favor, vuelvan a escuchar True Friends de BMTH 

¿Te debí haber dejado ir? ¿Debí haberte matado ese día? No lo sé, pero cometí un enorme error. Eres la persona que más amo, y estoy sufriendo día a día desde tu partida.

Ya estoy viejo, mi hija ya me dio una nieta. Hiroki, tu sobrino es un gran shinobi, está casado con una chica del Clan Uchiha. Mi hermano tomó mi puesto, Nande desapareció, sin dejar ningún rastro. Lo último que supimos de ella, es que le dejo a unos aldeanos de confianza que cuidaran de su hijo, ni siquiera sabemos quién es el verdadero padre.

Quiero pensar que en alguna parte, me estás hablando, me ves desde ahí y te burlas de mí. Tal vez al final tenías razón en algunos puntos, tal vez, debí haberte hecho caso. Hubiera dejado a Mito por ti.

Caminaba por un valle, muy cercano a dónde fue nuestra última pelea, a dónde yo te maté, ¿me perdonarás algún día? Es gracioso, lo estoy preguntando de una forma tan idiota cuando sé que la respuesta es no.

Madara

Hashirama, ha pasado mucho tiempo, ¿eh? Te sigues mirando joven, como si los años no pasaran encima tuyo. Me he dado cuenta de lo que ha pasado en tu Aldea todos estos años. Me duele incluso decirlo, "tu Aldea", estoy muerto en vida.

Somos abuelos, el malagradecido de mi hijo, que lo crié solo, que le di todo lo que quería, que lo entrené. Me abandonó, me dejó solo, se fue a tu lado. Él ahora es padre, pero no sabrá que es la dicha de serlo, no lo merece. La vida es demasiado cruel, perdí un ojo por tu culpa.

Pero tu ADN me ha sido de gran ayuda, me ha dado grandes progresos. Por eso te daré una última recompensa, con la que me recordarás toda tu vida, o lo que a va quedar de ella.

Volví a aquel valle, donde ambos peleamos por última vez, caminaba en mi agonía, estaba ciego de un ojo. Te vi caminar y sentí mi corazón estrujarse, ¿seguía tan débil a ti mi amado? Te mirabas todavía joven, te mirabas demasiado bien, yo ya manifestaba mis primeras arrugas. 

Quería acercarme, quería matarte pero a la vez quería sentir un abrazo tuyo. Quería torturarte, pero quería que me besaras y me dijeras que todo estaría bien. Quería quemarte, pero quería que me hicieras tuyo una vez más, quería sentirte dentro una vez más. Te necesito más de lo que crees pero no quiero ser tu juguete.

Te vi caminar y admirar el lugar donde fue nuestro último encuentro, donde enterraste lo que alguna vez tuvimos ¿alguna vez me quisiste de verdad? Necesitaba saberlo, porque esta sería nuestra última reunión.

(...)

El Senju admiraba el paisaje, demasiado oscuro y solitario. Se lamentaba cada día el haber asesinado al amor de su vida, fue entonces cuando sintió una presencia conocida atrás. 

Río leve de una forma sarcástica, no podía ser, él estaba muerto y se sentía tan real, sentía esa presencia en su espalda, pero temía voltear a ver, que todo fuera una mera ilusión que le jugaba su despiadada mente. 

— Hola, Hashirama —Pronunció esa voz tan conocida, el mencionado volteo a verlo, sin duda detrás suyo estaba su amado. Sin esperar a nada lo abrazo con fuerza por detrás. El Uchiha se acomodó, quedando su cara en el pecho de este

Lo abrazó de forma protectora, el menor se limitó a ser abrazado. Escondió su cabeza en los fuertes hombros del moreno. Hashirama quería besarlo, quería aprovechar todo el tiempo que tenían, si era una vaga ilusión o no, pero quería estar con él. 

Madara se sentía demasiado bien en los brazos de él, era la última oportunidad que ambos tenían para amarse, para deleitarse el uno con el otro. El azabache sabía que seguiría, y Hashirama lo suponía.

Todo estaba bien, ambos estaban por el momento bien. Pero no se podían seguir engañando, hoy todo tenía que acabar, hoy todo tenía que seguir su curso. El castaño lo tomó de la mano, viendo a este con una sonrisa mientras lo cargaba de una forma delicada, como si esta fuera su noche de bodas.

Madara sólo lo miró fijo a sus orbes castaños, mientras se protegía en sus fornidos brazos. Hashirama empezó a saltar de árbol en árbol más rápido que nunca, él tenía un punto fijo a donde se dirigía.

Ambos en el camino se daban cortos besos, se decían cuanto se extrañan, se daban caricias. Todo lo que no pudieron hacer, todo lo que se les tenía prohibido hacer. Todas sus fantasías un último día.

Al llegar a aquel lugar, se dirigieron directo donde fue la primera vez de ambos. La Torre Hokage, para una última vez. Nadie los vio pasar, nadie vio cuando entraron, nadie se dio cuenta. Era el día perfecto.

Hashirama empezó besando el cuello de su amado, mientras bajaba su ropa suavemente, haciendo tacto con la suave piel del menor, volviendo a sentir su olor y su calor. Estimula el pecho de este mientras Madara gemía suave.

Era su última oportunidad para amarse. Cuando le quitó toda la ropa, lo acostó en su escritorio, apreciando el majestuoso cuerpo del menor, el castaño se mordió los labios de la excitación.

Acercó su mano a la boca del Uchiha, haciendo que este lama los dedos hasta dejarlos completamente mojados. Los sacó, abriendo más aún las piernas de este, metiendo uno mientras el menor se mantenía callado, conteniendo gemidos de dolor. No iba a quejarse en aquel último momento. 

Lo movía lentamente, buscando como abrir aquella entrada para que no le doliera tanto a su amado pelinegro. Este extendía más las piernas, callado completamente. Al meter el segundo dedo, llegó aún más profundo. Al fin pudo tocar aquel punto, que le sacó un gemido al Uchiha. Sonrió complacido, volviendo a rozar ambos dedos en este sitio. El azabache se mordía los labios mientras evitaba gemir muy alto. 

Metió un 3 dedo, ahora masturbando el miembro de su amante. Lo penetraba lentamente con estos, tocando varias veces el punto de este. Le respondía a sus caricias con gemidos, sonrojos. Era todo perfecto, sólo él sabía tocarlo. Era el único que lo hacía suspirar así.

Sacó estos 3 dedos, quitándose la ropa mientras se acercaba a su amado. Los años ya estaban dando cierta marca en Hashirama, pero seguía relativamente igual. Aquel cuerpo robusto, con aquellas cicatrices dejadas por la guerra, aquel cabello con cierta cantidad de canas. Lo hacía verse demasiado bien a pensamiento del Uchiha.

Para Hashirama, el menor parecía un ángel. Seguía con aquellas cicatrices de la guerra, pero los músculos de este estaban algo disminuidos. Su piel era más pálida que antes, dándole un toque divino, junto a su delgadez. No era extrema, pero lo hacía ver tan delicado, tan perfecto. Se lamentaba de haberle causado mucho daño, se lamentaba de varias cosas pero no era tiempo para ello. 

Se acercó a su entrada, posicionando su miembro mientras entraba suavemente. Al Uchiha le dolía, pero no se atrevería  a demostrarlo, él era fuerte, callaba. Cuando entró completamente, sus piernas se aferraron a la cadera de este. Esperó un tiempo y empezó a penetrar. 

Las penetraciones para Madara eran lentas y dolorosas. Pero él callaba, no demostraría que le dolía. Al sentir como tocó aquel punto, el dolor así como el placer empezaban a mezclarse. El castaño aumentaba la fuerza también la velocidad, logrando llegar más profundo, abriendo el interior de su amante. 

Esa posición le gustaba, le hacía ver tan deseable, perfecto. Mientras lo seguía penetrando lamía sus pezones, mordiendo leve, dejando su marca. El Uchiha gemía a medida que continuaba devorando sus botones rozados, suspirando el nombre de Hashirama. Levantó la vista y unió sus labios con las del menor, en un beso largo, cálido y apasionado.

Cambió de posición, colocando al Uchiha en 4, pegando su pecho al escritorio mientras volvía a penetrarlo. En esta posición era más fácil llegar a ese punto, así como mayor movilidad para las penetraciones. Ahora eran muy rápidas, rudas, mostrando más el vigor del Senju. Madara se sentía en las nubes, tratando de gemir leve para que nadie lo descubriera. Se sentía bien. 

Las penetraciones continuaban, mientras masturbaba también el miembro del Uchiha ¿Hace cuánto no hacían esto? No importaba ahora, al fin se sentían plenamente bien. Se sentían más vivos que nunca, al fin se estaban volviendo a amar. Lo volvió a cambiar de posición, colocándole en el piso mientras tomaba sus piernas entre sus hombros, entrando con facilidad. 

Penetración tras penetración, eco de choques de pieles, caricias, mordidas y marcas en la piel. Llegaron hasta el clímax juntos, abrazándose fuerte mientras ambos lloraban después de tanto tiempo, una despedida siempre duele, es demasiado dolorosa. 

Hashirama se separó admirando a Madara, este lloraba mientras tenía esa sonrisa sarcástica de siempre, todo rojo por el cansancio del acto que habían hecho. Se miraba hermoso, puro, ¿todo eso dañó? 

Ya no había vuelta atrás, sólo se dedicaba a llorar. Hoy tenía que hacerlo, hoy estaba listo para realizar lo que tanto había anhelado por años. Su labio tembló mientras devolvió su vista a su amado. 

  — Sabes, me has matado en vida. Respiro, pero mi pensamiento está muerto, no siento nada, no pienso nada. Hashirama, te amo tanto que te odio demasiado —Dijo suavemente, en un tono quebrado, incorporándose mientras miraba al castaño. 

 —  Madara... —Se detuvo en seco, viendo el Mangekyou Sharingan del pelinegro, pero sólo de un ojo, un genjutsu. Se dejó caer en él. 

Recuerdos, un genjutsu lleno de recuerdo e ilusiones. Él, Madara y Hiroki, siendo una familia normal, siendo una feliz familia. Abrió los ojos al darse cuenta de la verdad, aquel chico. Era su hijo, era su hijo con Madara, había tenido un hijo con la persona que más amaba y tan tarde se dio cuenta. Lloró, tapando su rostro, considerándose un idiota sin remedio.

Mientras tanto, en la vida real, el Uchiha colocaba al Senju en su silla de Hokage, tomaba un kunai y lo admiraba con cierta tristeza. Tenía que hacerlo, tenía que matarlo. Lloró levemente, mientras mantenía aún la ilusión. Sus ilusiones cuando tenía a su pequeño a la par, que era tener una verdadera familia frente a aquel imbécil de Hokage. 

El Senju miraba con tristeza aquellas ilusiones, la había cagado. No había sido fuerte, había dañado a Madara por la Aldea, había dejado a su familia atrás. Pero todo se volvió oscuro y se devolvió al mundo real. 

"I wouldn't hold my breath If I was you"

Estocada en el pecho, Madara estaba encima suyo.

"Cause I'll forget but I'll never forgive you" 

Otra estocada, empezó a toser sangre. No estaba ni siquiera ocupando su ninjutsu médico. 

"Don't you know, don't you know"  

Una última estocada, sonrió antes de caer en la oscuridad. Era lo mínimo que merecía. 

"True friends stab you in the front."

Hashirama cerró los ojos mientras Madara se levantaba lleno de su sangre. Lo mató, lo mató, ¡lo mató! Y fue una estocada de frente, no como él, traidor. 

Se vistió, notando que nadie estaba cerca. Hizo unos sellos de manos y la habitación empezó a arder. Saltó por la ventana, empezando a correr rápido, muy rápido. Sólo alguien vio a Madara. Lo siguió para hablar una última vez con él. 

El Uchiha notó que alguien lo seguía, volteando a ver, listo para atacarlo. Abrió los ojos al notar quién era.

  — Madre —Pronunció aquella persona mientras lo miró con una neutral, desvió su vista a la torre que estaba incendiándose, viendo como los aldeanos despertaban— ¿Mataste a papá verdad? —Dijo acercándose mientras acariciaba la mejilla de su progenitor. El Uchiha se mordió los labios, viendo de nuevo a su hijo. 

 — Sí—Pronunció mientras miraba a este,  quería mimarlo como cuando era un pequeño niño a su par, pero no quería acercarse aún—. Supe que soy abuelo —Mencionó mientras levantaba las manos, tomando los hombros de este. El menor abrazó al pelinegro. Este se mordió más fuerte el labio, evitando llorar.

 — Sí, lo eres —Dijo sintiendo como se acercaban ninjas—. Vete madre, será la última vez que nos veamos, vienen cerca —Dijo, Madara asintió mientras corría de nuevo, Hiroki se mantuvo neutral, fingiendo rastrear algo. 

— Uchiha ¿viste pasar a alguien? —Preguntó uno de los ninjas mientras este volteó a verlos neutral.

— No, lo estaba rastreando, pero desapareció rápidamente. 

Pasó el tiempo. 

Acostado en su escondite, envejeciendo. Hashirama estaba muerto. Cerró los ojos mientras un pensamiento oscuro se le vino a la mente. Lo vería en la próxima vida.

La familia a la que Hashirama si cuidó, él y su hijo quedaron solos. 

Cantó en un tono lleno de sentimientos, una última canción, una que los describía a ambos perfectamente.

   

Al terminar, cerró los ojos para dormir. Su venganza contra la maldita humanidad no estaba lista aún.

FIN. 

 

Notas finales:

GRACIAS POR TODO, por sus lectoras, por los reviews. Gracias, este es el final de mi historia, sé que deben estarse planteando sus dudas. Las voy a resolver después


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