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19. La Monta de Yongguk por dayanstyle

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Notas del capitulo:

aqui habra algo mas que una fiesta sorpresa de cumpleaños....

un nuevo amigo o aliado???

a leer

—Sólo quieres sostenerme la escalera para así poder ver mi trasero. —Xiumin se reía graciosamente mientras colgaba las serpentinas.

—Tienes la maldita razón. Este es el mejor trabajo del mundo.

—Jongdae se lamió los labios, muriéndose por tomar a su pareja y correr a su recámara con él. Los dos ya llevaban juntos años, y no había nada en el mundo que Jongdae no hiciera por su Xiumin.

Nada.

Él mataría a una roca por su hombre.

 

—Deja eso. Es el cumpleaños del niño, no el tuyo. —Rasa palmeó la mano de E.Den, sonriéndole a su avergonzada pareja.

—Pero eres el mejor cocinero y yo soy el mejor comilón. Somos perfectos el uno para el otro —dijo E.Den con un puchero.

—Dices las palabras correctas, pero veo tu mano furtivamente deslizarse detrás de mí para alcanzar la comida mientras tus colmillos se asoman.

Rasa aun no podía creer cuán feliz era después de todo ese tiempo. Se rio al pensar en cuán acostumbrado estaba a estar profundamente en el closet, eso no tenía sentido. Cada día con E.Den era como despertar con el más hermoso amanecer.

  

 —Mi trabajo es preparar el ponche. —Kevin palmeó la mano de Eli alejándola—. Así que deja de tratar de apretar mi cu…trasero.

 

—Será mejor que no maldigas. Eres demasiado perfecto para eso. —Eli acarició con su nariz el cuello de Kevin, pensando en su antigua vida, su muy solitaria antigua vida. Él no era gay, ni remotamente, pero por Kevin, desfilaría con un leotardo. Está bien, quizás no, pero él pensó en la imagen. Sólo le tomó cinco segundos decidirse y dar un salto de fe, y ahora la vida de Eli era perfecta.

—Hey, ¿papá?

Eli se giró hacia su hijo Mir, que estaba parado al lado de él. —¿Si?

—¿Podrías dejar que mi otro papá termine lo que está haciendo antes de que me deshidrate?

 

Eli se rio. Estar con sus chicos era como estar en el hogar cada día. 

—Cuida a los niños. Voy a revisar el pastel. —Byung le sonrió a Chan Hee.

 

—En eso estoy. —Chan Hee cazó al pequeño Jimin. El segundo que nació era un buscador de problemas, como su padre. Taehyun estaba colgado a Byung, justo como el primero que nació hacía siempre. Aunque encontrar a su pareja había sido como recorrer un rocoso camino lleno de infernales baches, Byun no lo cambiaría por nada en el mundo.

 

Veía a su familia reír y jugar, mientras se preguntaba como sería el que llevaba dentro de él. Su corazón estaba lleno a toda su capacidad ahora y podría explotar cada vez que su pareja le sonreía.

 

El caminar a través del infierno valió la pena para llegar al paraíso en el que ahora vivía.

—¡Aquí vienen! —Jiyong corrió alrededor en círculos, sus manos levantadas sobre su cabeza.

 

—Está bien, calabacita. —Seung Hyun lo alcanzó con su mano libre y detuvo a su sobrexcitada pareja. Acomodó a su hijo Taeyang en sus brazos, el bebé se movía. Entonces jaló más cerca a su pareja y todo el mundo tomó su lugar.

 

Seung Hyun le sonrió a Jiyong. Su pareja había atravesado una loca mierda, pero todo lo llevó a tener a su hijo en los brazos, una decisión que ellos hicieron y que Seung Hyun nunca lamentaría. Su pequeño bola de fuego era todo lo que él podía querer en una pareja, con diabetes y todo.

 

—Te amo, calabacita.

Jiyong le dio una gran y tonta sonrisa a Seung Hyun. —Aun así no tendrás nada de mi culo.

Seung Hyun había estado en la perrera incluso cuando Taeyang ya empezaba a tener dientes, diciéndole que el dolor en su pene no valía el riesgo, que ellos sólo querían un hijo. Sabía que su pareja podía cambiar de opinión. La erección matutina de Jiyong, la vespertina e incluso la nocturna, le decía a Seung Hyun que él estaría dentro de su calabacita realmente pronto.

 

Yongguk llevó su motocicleta por el camino de grava, la urgencia de correr al cuarto de baño y masturbarse por quinta vez lo golpeaba duro. Zelo se apoyó en sus hombros y desmontó de la motocicleta. Su pene tras los jeans se deslizó por la espalda de Yongguk, haciendo que su pene saltara y rogara por más atención.

 

Estaba convencido de que Zelo iba a lograr que rompiera el record mundial de masturbaciones en un solo día.

 

—Vamos adentro —dijo Yongguk ahogándose, cuando su voz salió como en su etapa de preadolescente. El diablillo le sonrió. Zelo sabía lo que estaba haciendo. Yongguk no tenía duda de eso.

 

Zelo dejó el casco en el asiento, se quitó la chaqueta y la dobló sobre su brazo. —Pasé un lindo momento, gracias.

 

—Yo, también. —Después de miles de viajes al cuarto de baño, y casi ser atrapado en dos ocasiones por gente que entraba y oía sus gruñidos de frustración. Qué día.

 

Abrió la puerta y dejó que su pareja entrara, Yongguk casi tiene un ataque cardíaco cuando la casa entera saltó y gritó: ‘¡Sorpresa!’.Hubiera sido una sorpresa si él hubiera atacado a los imbéciles que le quitaron cien años a su expectativa de vida.

 

Todos en el vestíbulo comenzaron a cantar ‘Feliz cumpleaños’ a Zelo. Su pareja sonreía de oreja a oreja, y sostenía la mano de Yongguk mientras se acercaba un poco más. Zelo fue quien le tomó la mano, eso era un progreso. Él podría gritarles a los dioses esta noche.

Eso esperaba.

Quizás.

Si no, él podría dormir en el cuarto de baño…desnudo.

 

Su pareja fue jalado por las otras parejas. La música llenaba el estudio y el vestíbulo. Con tantas personas, muchos salieron del cuarto de la fiesta. Suho gruñó cuando oyó la canción.

«Me gustan los traseros grandes no puedo negarlo y tus otros hermanos no lo negarían…»

 

—¡Te crees inteligente, no es así! —Lay gritó desde algún lugar.

 

Yongguk se retractó. La pareja de su hermano tenía un gran sexy trasero. Gracias a los dioses Zelo no lo había heredado. Su trasero era perfecto, una pequeña burbuja y no un globo aerostático.

 

Vio por el rabillo del ojo a Niel y a Luhan bailar uno con el otro.

 

—Vamos. —Zelo apareció a su lado y jaló a Yongguk dentro del cuarto de sudorosos cuerpos bailando. Yongguk tomó a Zelo y lo giró alrededor jalando su trasero a la entrepierna de Yongguk, moviéndose con la música.

«Así es, muévelo, muévelo, muévelo, mueve ese saludable trasero…bebé voy a…»

 

Estaba impactado y complacido de que Zelo no protestara, él se empujaba hacia Yongguk. ¿Por qué tenía que ser en un cuarto lleno de gente? Su pareja parecía receptivo ahora, y Yongguk quería probar su teoría.

 

«Mierda». Se alejó cuando vio a Nana dirigirse hacia ellos. Suponía que la danza sucia debía de reservarse para la recámara, eso esperaba. Visiones de sanitarios y grifos hicieron a Yongguk gemir.

 

—Quiero bailar con él. —Nana jaló a su pareja.

 

Después de algunas canciones y muchos momentos tensos con Zelo bailaron seductoramente con él, ellos se dirigieron al comedor a cortar el pastel. Él y Zelo estaban de pie al frente, su pareja apagó las velitas. Todo el mundo aplaudió y Yongguk se tomó un momento para darle un ardiente beso en los labios a su pareja, gritos y silbidos animándolos hicieron eco en el cuarto.

 

—Feliz cumpleaños —Yongguk gruñó en los labios abiertos de su pareja. Su mano aun en el cuello de Zelo y su pulgar acariciando la nuca de su pareja.

 

—Ung —dijo Zelo.

 

—No sexo en este cuarto. —Ren se reía graciosamente mientras Jongin cubría las orejas de Nana, entrecerrando los ojos hacia Ren. La pareja sólo se rio y sacudió la cabeza hacia el Alfa.

 

Yongguk olvidó en dónde se encontraban. En todo lo que podía enfocarse era en esos hermosos ojos verdes que igualaban el color de los suyos. Zelo veía fijamente a Yongguk como si quisiera más, el brillo de lujuria en sus ojos era una clara señal.

 

—¿El pastel primero? —Jongdae preguntó.

 

La mente de Yongguk se descongeló y regresó al cuarto y las voces se filtraros a sus oídos.

 

—Si, claro. —Le sonrió a Zelo antes de darle el cuchillo a su pareja—. Tienes que cortarlo primero.

 

La fiesta estaba en todo su apogeo, había una mesa con el buffet, ponche y al parecer todos estaban pasando un buen momento. La piel de Zelo estaba ruborizada y Yongguk estaba complacido de ver que se había reído durante prácticamente toda la noche.

 

—Gracias.

Yongguk se giró y vio a Lay parado junto a él. —¿De qué?

—Realmente él nunca había tenido una fiesta de cumpleaños. Puedo decirte que está teniendo el mejor momento de su vida.

 

—¿Ni siquiera cuando era niño? —Eso era extraño. ¿Qué padre no le hacía fiestas de cumpleaños a sus hijos?

 

Lay negó con la cabeza. —Mi mamá no creía en eso.

 

Yongguk lo lamentaba por su pareja. Se preguntaba, y no por primera vez, qué tipo de crianza realmente había tenido Zelo.

 

Entró al estudio y colocó la mano en el hombro de Zelo para tener contacto con su pareja que le sonreía. —Estoy teniendo un buen momento.

 

Yongguk sintió una opresión en el pecho ante esa sonrisa. Supo en ese momento que haría cualquier cosa por mantener esa sonrisa en la cara de Zelo.

 

Se tensó, tomó la mano de Zelo y lo jaló detrás de su espalda cuando le llegó a su nariz el olor a naftalina.

Demonios.

—Vamos. —Yongguk jaló a Zelo al interior de su recámara, cerrando la puerta—. No sé cuál de las personas de abajo está siendo imitado, y no esperaré a descubrirlo.

 

Zelo asintió. A él no le importaba una mierda ningún apestoso demonio porque aun seguía encantado por ese increíble beso.

 

—¿Estás bien? —Yongguk preguntó mientras guiaba a Zelo hacia la cama, sentándose y jalando a Zelo a su lado. Sus brazos y muslos se tocaban y Zelo no protestó, deseaba a Yongguk y al mismo tiempo cuestionaba su cordura.

 

Todo lo que sabía era que cuando estaba cerca de él, todo se sentía bien, se sentía completo.

 

—Uh-huh. —Los ojos de Zelo fijos en los labios de Yongguk, quería otro beso, necesitaba uno, más de lo que necesitaba el siguiente aliento. Jaló a Yongguk y lo besó como si estuviera poseído.

 

Yongguk colocó sus manos en los hombros de Zelo y suavemente empujó a Zelo, apartándolo. —Tranquilo, cachorro. —El lobo acunó su cara y le sonrió—. No hay necesidad de prisas.

 

Zelo no podía enfocarse. Su mente estaba en una niebla de lujuria y el estar cerca de un hombre lo hacía cuestionarse todo. El olor de la piel y del hombre estremecía sus pensamientos y lo hacía querer cosas que él nunca pensó querer.

 

—Por favor —rogó suavemente, inseguro en ese momento sobre qué rogaba. Todo lo que sabía era que había un profundo dolor en su interior por estar con Yongguk.

 

Desde hace poco más de un mes, Yongguk había ocupado cada uno de sus pensamientos, cada sueño, Zelo no estaba seguro si era la adrenalina o la necesidad lo que lo hacía ser tan atrevido.

 

Había una tormenta eléctrica de emociones colisionando en el interior de Zelo. Una necesidad tan fuerte por estar con Yongguk que él lanzó todas las preocupaciones al viento y se desabrochó sus jeans, empujó su mano adentro y trató de aliviar el dolor que sentía y que hacía hervir su sangre.

 

Cachorro. —La respiración de Yongguk era jadeante, su mirada pegada a la mano de Zelo. Zelo no tenía ni idea de dónde venía su libertina conducta, pero no podía detenerse, no ahora, y no cuando su sangre parecía estar en llamas. Liberó su pene, apretando hasta que el presemen se deslizó por sus dedos.

 

El brazo de Yongguk lo apartó un poco y Zelo subió al regazo de su pareja. Zelo se quitó los zapatos y oyó que caían al suelo mientras hacía su mejor esfuerzo por quitarse los jeans. Yongguk deslizó su mano por la pretina y se los quitó.

 

Con su pene totalmente libre, Zelo atrevidamente comenzó a acariciar su duro eje, incapaz de ver a su pareja, pero incapaz de preocuparse de estar en el regazo del hombre. Gimió cuando la mano de Yongguk se unió a la suya, el fuerte agarre envió pulsos de necesidad a través de todo su cuerpo.

 

Su voz hacía eco en un alto y gutural sonido que rompía la quietud del cuarto, la mano callosa lentamente torturaba su eje. r13;Yongguk. —Zelo no estaba seguro de por qué decía el nombre del hombre y tampoco estaba seguro de mantener su cordura en ese momento.

 

Cachorro, ¿estás seguro de que estás listo?

 

Zelo no pensaba bien ahora, dejó sin contestar la pregunta. Jaló la ropa de Yongguk, quería piel, necesitaba ser tocado de una más íntima manera.

 

Yongguk asintió, colocó a Zelo en la cama y se desnudó, le quitó la camisa a Zelo, quedando ambos desnudos.

 

Zelo se quedó sin aliento, y entonces su mundo se giró cuando Yongguk frotó su desnudo cuerpo contra el suyo. Abrió las piernas, su ingle ardía por ser saciada. Su piel comenzó a zumbar con el contacto de otra piel.

 

Levantó las manos apoyándose en los hombros de Yongguk y jalándolo hacia él. Zelo quería esos labios, esos dientes y esa lengua. Los labios de Yongguk se unieron a los suyos dándole a Zelo el más seductor beso que hubiera tenido. Él se abrió cuando la lengua de Yongguk entró, robándole todo el aire de los pulmones.

 

Sus piernas se levantaron y se entrelazaron en la cintura de Yongguk, tratando de presionar su pene contra alguna parte de su feroz hombre. Sus dedos se clavaban en la suave piel de los hombros de Yongguk jalándolo hacia adelante y atrás. Zelo había perdido su mente.

 

Las manos de Yongguk exploraban su cuerpo de una sensual manera que hizo que Zelo creyera que ardería en llamas. La sensación del pene del hombre contra él no le causaba repulsión como había creído que sucedería. Eso lo hizo incluso más audaz. Tomó la mano de Yongguk y la guió debajo de él.

 

La mirada de su pareja fija en la suya, cuestionándolo mientras Zelo se mordía el labio inferior y asentía.

 

Zelo siseó cuando un dedo entró en él. Se sentía extraño, ajeno y maravilloso.

 

—Relájate, cachorro. Lo haré tan lento como lo necesites.

Zelo asintió, tomó una profunda respiración y exhaló mientras presionaba sus músculos y se concentraba en los verdes ojos de Yongguk.

 

Rodó los ojos y su cuerpo se arqueó levantándose de la cama cuando una lluvia eléctrica de proporciones épicas lo inundó. Yongguk había rozado algo en su interior, y el mundo de Zelo comenzó a girar.

 

—Joder, eres hermoso —Yongguk murmuró.

 

Zelo perdió el poder de hablar. Se fragmentaba en pequeños trozos mientras se corría. Envolvió sus brazos alrededor del cuello de Yongguk mientras olas de su semilla eran esparcidas.

 

Yongguk retiró su mano, Zelo se tensó cuando Yongguk tomó el lubricante.

 

—Mírame a los ojos, cachorro. —Zelo lo hizo y vio cómo el verde de los ojos se había hecho más profundo y oscuro—. Tu cuerpo es maRavilloso ante mis ojos, tu sonrisa es más hermosa que la de un centenar de ángeles. —Mientras su pareja hablaba, Zelo sentía que Yongguk lo penetraba. Esa era la más extraña sensación que hubiera experimentado. Punzaba y ardía, y lentamente se calmó siendo lo más excitante de su vida.

 

—Oh, Dios. —Zelo sintió el pene de Yongguk hasta la punta de sus pies. Se inclinó más, quería que Yongguk rozara ese punto de nuevo. Las manos de Yongguk eran como esposas que sostenían las muñecas de Zelo y las llevaba arriba de su cabeza. Se empujó más duro y retrocedió lentamente, permitiendo que el gran pene frotara el dulce punto, y entonces volvió a entrar.

 

Zelo no iba a sobrevivir a esto.

 

Yongguk lo soltó y Zelo quería golpear con sus puños el pecho de su pareja. —¿Qué infiernos?

 

—Gírate.

 

Zelo rápidamente se movió, quería sentir de nuevo a Yongguk dentro de él. Sus piernas casi ceden cuando Yongguk entró en él, tomando sus caderas, sus dientes castañeaban con el asalto a su culo.

 

Zelo jaló las sábanas, subiendo por la cama, necesitaba escapar del cegador placer que amenazaba consumirlo. Yongguk siguió un ritmo como el de un taladro neumático, siguiéndolo hasta la cabecera en donde ya no había más lugar a donde Zelo pudiera moverse.

 

—Yongguk —gritó.

 

—¿Me aceptas como tu pareja, Zelo?

 

Zelo encajó los dedos en la madera, apretando la mandíbula con los poderosos empujes que lo clavaban. —Si, Yongguk.

 

Se dejó caer a su izquierda cuando Yongguk mordió su hombro, su cuerpo se estremeció mientras se corría por segunda vez. Zelo jalaba la cabecera con sus manos, su cuerpo se tensó y cayó. Yongguk gritó detrás de él, cayendo sobre su espalda y besándolo donde lo había mordido.

 

—Ahora eres mio —Yongguk declaró.

 

Las últimas células cerebrales activas se apagaron cuando Zelo asintió y se quedó dormido.

 

Yongguk se acostó sosteniendo a Zelo mientras su pareja dormía, aun tenía una sensación que no podía describir como algo más que el mejor sexo de su vida. Había sentido los lazos de sus almas desanudarse y anudarse cuando reclamó a su pareja. Eso fue la mejor emoción que hubiera sentido.

 

Zelo gimió y se movió, Yongguk pasó su mano a través del cabello de su pareja, su hombre estaba agotado. Zelo se enterraba en Yongguk.

 

Sonrió mientras su pareja se acurrucaba.

 

El cuello de su nuca se erizó ante la sensación de ser vigilados alertando sus sentidos. Revisó el cuarto pero no vio a nadie. Yongguk jaló a Zelo más cerca. Sus instintos nunca se habían equivocado antes, Alguien estaba ahí.

 

Gruñó bajo advirtiéndole a quien fuera, que estaba consciente de su presencia. Yongguk se rodó y cubrió a su pareja cuando dos ojos aparecieron entre las sombras del cuarto. Cerca de la silla, donde no llegaba la luz de la luna, eran ojos ardientes.

 

No ojos de fuego, pero como si fuera el reflejo, como si ellos hubieran iniciado el fuego y el iris atrapó la imagen y la mantuvo. Estuvo hechizado por un momento, sosteniendo la mirada.

 

Un cuerpo completo caminó desde la esquina más oscura del cuarto, el hombre le sonrió a Yongguk mientras su mirada recorría a Zelo.

—No le haré daño.

 

De acuerdo, pero el extraño no dijo nada sobre la seguridad de Yongguk, como si él necesitara protección. Mentalmente resopló.

 

«No en esta vida».

 

El extraño colocó su manó en su pecho e inclinó ligeramente la cabeza. —Soy Him Chan, el líder, si así lo prefieres, de los Guerreros Demonios.

 

Yongguk estaba impactado. Él había crecido pensando que solamente había shifters-lobos. Desde que vivía en esta casa, había descubierto, shifter-tigres, vampiros, jodidas hadas y ahora ¿demonios? Niño, sus padres se habían equivocado.

 

Ellos no eran las únicas criaturas paranormales.

 

Yongguk cambió y aulló cuando diez hombres salieron de las sombras detrás de Him Chan. No era tan tonto para pensar que podría defender a su dormida pareja de esos hombres. Eran demasiados y él estaba solo.

 

La puerta de su recámara se abrió abruptamente. Entraron Jongin, Kangin, E.Den, y Kris cambiando y rodeando la cama, gruñendo en advertencia de que se quedaran atrás o serían atacados por lobos Timber.

 

Jongin era el más alto de su raza del suelo a la cabeza, medía un metro veinte y del hocico al rabo un metro ochenta y tres y el monstruo pesaba ciento treinta y cinco kilos, una bestia propiamente dicha.

 

—No estamos aquí para lastimar a nadie, pero si no cambian, nos veremos obligados a defendernos —Him Chan advirtió.

 

Jongin fue el primero que regresó a su forma humana. r13;¿Quién jodidos eres, y cómo infiernos voy a evitar que se aparezcan lunáticos dentro de mi maldita casa?

 

Uno de los hombres demonio señaló a Jongin. —Eres el único que está desnudo, no puedes llamarnos lunáticos.

 

Jongin gruñó, tomó los jeans de Yongguk del suelo y empujó sus enormes piernas dentro de ellos. Yongguk se rio mentalmente cuando notó que le llegaban arriba de los tobillos al Alfa.

 

El hombre era malditamente alto para que le quedaran los pantalones de alguien más. Era difícil tomarlo en serio viéndose de esa forma.

 

—Ahora dime —Jongin ordenó.

 

Him Chan pasó un duro momento evitando sonreír, Yongguk podía ver los lados de su boca tensarse. —Esperaré a que te traigan tu propia ropa.

 

—¡Baekho! —Jongin gritó. Segundos después el Centinela apareció, inmediatamente curvó sus labios hacia adentro, inclinó la cabeza ante la orden del Alfa, y corrió a traerle sus jeans.

 

Jongin los tomó abruptamente de Baekho cuando regresó un momento después, se quitó los de Yongguk y se puso los suyos, viendo a Him Chan todo el tiempo.

 

Yongguk vio que Zelo lo veía fijamente. Miedo, extremo y vívido, brillaba en sus ojos. Se inclinó y lamió un lado de la cara de Zelo, acariciando con su nariz el cuello antes de ver de nuevo a los intrusos.

 

—Mi nombre es Him Chan. Soy el líder de los Demonios Guerreros. Él se ha emparejado, alertándonos de su presencia. r13;Him Chan señaló a Zelo.

 

Yongguk gruñó, cubriendo suavemente a su pareja abajo de él.

 

—¿Por qué el que se haya emparejado los alertó? —Jongin preguntó.

 

—Porque él es medio demonio.

 

 

 continuara...

Notas finales:

aparecio Him Chan 

diossssssssssss demonios???

literalmente... demonio??? wtf

dejen rw 


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