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No es de sangre por Heartshaoi

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Notas del capitulo:

Para los que no les gusta esta pareja, si desean no lean este cap.

Esta pareja tuvo su momento en otro capitulo pasado, espero no lo hayan olvidado.

 

GingxKurapika

 

Setso intenso :v

 

bueno un poquito no mas...

 

Espero les guste.

"El pecado más hermoso, es el pecado cometido"

 

(69)

 

Estaba observándolo conversar desde lejos, había jurado que no era tan atractivo antes, realmente no lo recordaba así. Se sentó en la banqueta de un parque, estaba algo cerca de su presa, sabía que no debía dejarse notar. Pero estaba furioso, veía como aquel chico rubio y joven se paseaba tranquilamente con Kuroro, el cual odiaba, simplemente lo odiaba al verle tan cerca de su posesión.

 

 

Al haber regresado no dudó en buscar a Kurapika, este lo rechazó, era obvio que lo haría, después de como lo dejó como un perro, este jamás tuvo esperanza de si quiera volver a obtener una sonrisa. Pero él tenia una explicación, todo aquello cometido estuvo mal, realmente mal, ya era un hombre maduro cuando se conocieron, y se había enamorado de un jovencito que nisiquiera cumplía la mayoría de edad.

En aquel tiempo se había embelesado ante la delicada figura que siempre lo perseguía, ante esa sonrisa suave, sumisa, tan pura. Se preguntaba si tenía algún problema mental por andar imaginándoselo  desnudo, sentía que lo deseaba, deseaba todo lo repudiable. El chico estaba trabajando desde que llegó a la adolescencia para ingresar a ese mundo de negocios. Ging sabia que lo lograría, sabía que Kurapika tomaría el mando de su clan, era inteligente, astuto, tenia una personalidad que podría convencerte fácilmente, simplemente increíble.

Y de eso ultimo lo culpaba, creía que ese mocoso lo tomaba por tonto cuando se le acercaba pretenciosamente, cuando más tranquilo estaba, este se ponía tan servido que siempre estaba rezando para no cometer algún acto delictivo.

Cuando lo tenia cerca le daba demasiado calor, se preguntaba si el jovencito podía sentir su bochorno, esa química hormonal que le exigía tirárselo. No sabia porque, pero siempre le hacia lo mismo, se acercaba demasiado al conversar, seduciéndolo, moviendo sus manos tan cerca de él, dejándolo atónico con su olor. Ging se reprochaba ese deseo, era demasiado para él que ya era un señor mayor. Se preguntaba si alguien ya lo habia tocado, deseaba ser el primero, deseaba profanar cada parte de su cuerpo y hacerle gritar su nombre sin cesar, lo cual no tardó mucho en hacer.

Para su poca fortuna había quedado en una situación comprometedora con Kurapika cuando este se lanzó a darle un beso. Le había gustado tanto escucharlo gemir en aquel acto, que no quería controlarse más, había tenido mucho tiempo que reprimía todo su deseo y sin pensarlo dos veces, desató todo aquello que había guardado. Le hizo el amor de la forma más romántica y segura posible, aunque quisiese ser duro, no quería dañarle. Estaba realmente loco por él y lo iba a cuidar, aunque sea esa su última vez.

Así que cuando terminaron y lo vio dormido cerca suyo, se lamentó, se cuestionó todo, si alguien se enteraba de aquello los terminarían matando, así que decidió irse, trabajar y olvidar. Estaba seguro que en algún momento lo podría explicar, lamentaba existir y ser quien era, y se odio al dejar solo al joven, solo, con el cuerpo dañado y el corazón roto.

 

 

Pero ahí estaba de nuevo cerca de su muchacho, desde que llegó mantuvo su presencia oculta, y había notado como Lucifer andaba detrás de los pasos de Kurapika, y en ese mismo instante él los perseguía por la plaza, caminó y caminó hasta que llegaron a un Hotel, y su corazón le dolió. Envuelto en celos y angustia, quería ir corriendo e impedir que entraran, quería llevarse corriendo al rubio y encerrarlo.

¡Como era posible que lo háyase cambiado!

Estaba celoso, la envidia lo carcomía, se retorcía en su pequeño cuadrado, sentado mirándolos reir. Quería matar a Chrollo, lo quería muerto, podría hacer un accidente ¡Sí! ¡Eso era razonable! Pero sería también destruir sus intereses.

¿Estaría dispuesto a perderlo todo por el muchacho?

Respiró hondo, y al verlos desaparecer se marchó. Estaba tan furioso consigo mismo. Se sentía culpable, si tan solo no lo hubiera dejado seria él quien estuviera gozando de su cuerpo y no otro. Quería morirse, pero siguió, y planeando su siguiente movimiento regresó a su departamento temporal.

La siguiente reunión de los jefes seria en menos de una semana, estaba dispuesto a recuperarlo, aunque fuese lo ultimo que haga. Ya había recibido un buen golpe de parte del menor anteriormente, se dejó golpear, no lo detuvo. Sabia que estaba enfermo, y su mente decía que aquello era parte de su castigo por desear lo indeseable. Así que en esta ocasión no dudaría más…

Kurapika seria suyo de nuevo…

 

 

 

 

Pasaron los días, habia meditado sus palabras, sus emociones ya calmadas se concentraban en una sola meta – deseaba a Kurapika – aunque sea un solo beso otra vez, una caricia pequeña, una risa de su meloso rostro, algo que le hiciera sentir vivo otra vez.

Así que lo vio, Kurapika al verlo caminó más rápido para perderlo de vista, pero no lo consiguió, así que decidió enfrentarlo.

-          ¿Qué quieres ahora Ging? Por que no te vas con la basura que es donde perteneces – le dijo el rubio sin titubear, ahora que estaban cerca el silencio después de esa oración había hecho su trabajo, poniendo un gran peso en la lengua de Ging.

 

-          ¿Podriamos conversar en un lugar más privado? – lo miro sin parpadear, con la misma seguridad de siempre, tan asfixiante que por un momento Kurapika se soltó a suspirar.

 

-          ¿No me dejaras en paz verdad? – estaba rindiéndose a las tantas veces que lo tenia cerca. Queria marcharse pero sabia que ese viejo podía ser insistente, y si no arreglaba pronto sus asuntos personales, terminaría ejecutado por la traición que cometia en el trabajo.

 

Ging comenzó a sonreir cuando este empezó a caminar, le miraba la espalda, sus piernas y esas nalgas que un dia habia probado con lujuria, un poco más de imaginación y podría haber formado la dureza en su entrepierna. Pero no debía pensar en eso, debía concentrarse en no cometer errores otra vez, una explicación sencilla, breve como le gusta a Kurapika.

 

-          Ahora sí, dime que pasa ¿Vas a dejarme en paz?

 

Se adentraron a un pasillo lejano dentro del casino, cerca del área de limpieza, no habia nadie, solo ellos dos mirándose. Ging aprovechó en acercarse más para generar un poco de secretismo y Kurapika se congeló. Otra vez esa masculinidad apresante cerca suyo, su pelo oscuro y esa barba desaliñada, la risa gruesa y voz rasposa, estaba seguro que debia terminar esa reunión pronto, o aquel sentimiento que alguna vez tuvo volvería a brotar. Nunca habia podido olvidarlo, le gustaba demasiado el cuerpo del señor, su mirada tan profunda, se habia adueñado de sus sentidos, era como una bestia semental que lo obligaba rendirse a sus pies.

 

-          Perdón por irme, si no lo hubiera hecho tal vez no estuviéramos aquí. Ahora eres mayor de edad y líder de tu clan, puedes cuidarte más sin la supervisión de nadie. Pero antes yo fui el tonto que se aprovechó de ti, tu estabas confundido, lo sé. Y debí controlarme. Lo siento – su voz se hizo gruesa en esta ultima parte, como si no quisiese disculparse por haberle arrebatado la virginidad. No deseaba disculparse por haber hecho lo que quería, pero debia, aunque no estuviera nada arrepentido. Sabia que era lo correcto, pero aunque el quisiese lo correcto Kurapika lo miraba molesto.

 

-          ¿Cómo puedes decir que te aprovechaste de mi? Yo quise que me cogieras por que me gustabas, me gustas demasiado y si te vuelves a disculpar por eso te voy a – se quedó callado sin continuar la frase, Ging lo estaba besando suavemente, con calma, le empezó a acariciar el rostro con sus dedos y Kurapika tembló, se recostó sobre la pared y  fue el quien lo tomó con fuerza, Ging creía que solo él lo deseaba, pero no era así. El rubio estaba muriéndose de ganas de volver a caer en sus delirantes besos, deseaba ser consumido otra vez por esa madura experiencia, ese viejo que lo tocaba era tan experto que se erizaba de pensar las maravillosas cosas que le podía hacer.

 

 

Poco o nada le importaba si lo habia visto con otro hombre, en aquel momento era suyo, otra vez, pero tenia ese sentimiento de culpabilidad, desear a un jovencito de 19 años, se sentía como un tirano adquiriendo el más extraño tesoro.

 

En esta ocasión Kurapika fue quien lo jaló hacia la habitación más próxima que tenían. El cuarto de limpieza estaba lleno de cosas, sin sillas y con solo una repisa, los limpiadores y trapos por todo el piso no les daban mucho espacio pero aun asi jaloneó a Ging de la camisa, le arrebató el gorro de mal diseño y empezó a besarlo muerto de sed, como si bebiese de su saliva. El mayor estaba demasiado sorprendido, no hubiera imaginado que en tan poco tiempo su muchacho estaría tan deseoso. Entonces recordó a Kuroro y los celos se volvieron a apoderar de él.

 

Acaso era posible qué le haya enseñado tanto…

 

Kurapika vio un cambio en su actitud, más fuerte, y apretante. Se separaron para tomar aire, y en menos de 3 segundos Ging lo volvió a tomar, esta vez con fiereza decidido a recorrer con su lengua cada centímetro de su cavidad, haciéndolo sollozar, su lengua empezó a introducirse y salirse cual si fuese un falo, simulando el acto más obsceno. El morbo crecía demasiado rápido y Kurapika empezó a gemir levemente, extasiado por el arrebato, se sentía deseado y eso lo estaba llenando de lujuria.

 

Se soltaron una vez mas mirándose, observando como la ropa del otro empezaba a estorbar, y sin hacerse esperar empezaron a desvestirse. Ging detuvo a su amante antes que desabrochara el pantalón, Kurapika perdia la paciencia entre los besos, quería ir más rápido, estaba demasiado excitado como para ir jugando poco a poco.

 

Asi que no lo escuchó y desato la hombría de Ging frente a su rostro, arrodillado lo tomó y sintió como el mayor se empezó a inclinar hacia adelante, la cara de su mayor estaba embobada con la boca abierta de la impresión, observando la imagen pervertida de su amado rubio con un pene en la boca, su pene.

 

Kurapika deseaba hacerlo feliz  y había comenzado besando su glande, probando el salado de sus fluidos, engulléndose hasta no poder más, Ging comenzó a arquearse y a apresar la cabeza ajena con sus manos. Lo hacia ir y venir en un vaivén lento al principio, y rápido después. La lengua del muchacho lo volvía loco y la excitación que sentía estaba muy elevada, quería sodomizarlo ahí mismo y destrozarlo, pero se contenía de hacer esa estupidez y acabar todo tan rápido.

 

Debía ser paciente para romperle, la idea de penetrarle le hacía balbucear una que otra palabra ahogada, el quejido de su pequeño, saber que lo tenia mudo, preso de su falo,  todo aquello estaba colmándole.

 

– Kura…aghh… mmgh… - cuando empezó a sentir que todo el calor se concentraba en su miembro soltó a Kurapika para no llenarle la boca, no quería que se tragara nada, no tenían lubricante y necesitaba el liquido espeso para hacer su hazaña. Del primer orgasmo obtenido Ging se guardaba uno que otro gemido ronco entre sus dientes mientras se corria en la cara agitada del arrodillado. Su cuerpo le tembló como si nunca antes alguien le hubiera hecho un sexo oral, estaba apretándose los labios fuertemente para no morir de placer.

 

 No era un lugar tan privado, no podía descontrolarse aún.

 

Y Kurapika viéndole sonreía maliciosamente como si de una travesura se tratase, feliz de haberle dado ese placer tomo con sus manos el semen que tenía y le pidió que le bajase la ropa. Ging entendía donde iba todo eso, asi que no lo dudo y lo desvistió, aun con su miembro expuesto a penas y pudo reaccionar, tirando todo lo que habia en la pequeña repisa cerca, cargó al rubio y lo sentó mientras él se quedaba parado observando como el menor se pasaba sus fluidos por entre las nalgas. Tan pervertida era la imagen que solo eso lo volvió a poner duro.

 

Empezaron a besarse nuevamente, el sabor del rubio no era el mismo, pero aun así le gustaba, recorrió con sus manos su espalda bajando por sus nalgas, sintiendo suspiros entre su boca, luego su pecho descubierto, tan suave, pero bien formado por el entrenamiento. Busco sus pezones y empezó a jugar, Kurapika no podía contenerse y empezó a gemir tirándose hacia atrás, apoyado y a penas por un trozo de mesa. Ging lo callo con un beso, uno de los más fuertes que pudo darle, largo, sin tiempo a respirar, sus manos no se detenían de su trabajo, quería verlo sufrir antes de comenzar a trabajar su pene.

 

Cuando su muchacho empezaba a asfixiarse no lo dudo mucho y se dirigió a la erección que lo esperaba. Empezó a bombearlo ocasionando que las piernas ajenas lo atrapasen temblorosas, el rostro que veía era tan jodidamente placentero que le impedía concentrarse.

Kurapika disfrutaba los besos que descendían por su cuello, y Ging mordiéndole mientras ya no se molestaba en detener los gemidos. Quería escuchar su nombre, se moria de ganas de hacerlo delirar.

 

Kurapika veía el cielo en aquella masturbación, nada se comparaba con las manos de Ging, solo deseaba ser penetrado y volverse suyo por siempre. Pero la espera se hizo corta cuando el mayor empezó con su otra mano a bajar mas sus prendas. Dejó su pantalón por las rodillas mientras él lo miraba, le gustaba mirar sus músculos tan marcados y prominentes, aunque no lo eran tanto como su gran miembro, aquel que sentía chocarse entre sus nalgas. Quería venirse de tan solo sentirlo, le palpitaba el glande, sabia que si seguía siendo masturbado no podría evitar venirse.

 

-          Gi..ng… Ya ahhg, ya quiero… más – le dijo entre dientes, Ging fingió no escucharle, no lo tomaría sin prepararlo, pero si era lo que tanto deseaba no lo haría esperar, ya no aguantaba sus inmensas ganas de penetrarlo, deseaba embestirlo ya, así que comenzó masajeándole, ingresando un dedo primero, seguido de los demás poco a poco. El cuerpo del menor estaba agitándose de la ansiedad, deseaba entregar todo a su compañero, deseaba que lo tomaran rudamente, la delicadeza de Ging lo estaba descontrolando, no resistió más,  y tomando el erecto y grueso pene lo empezó a introducir.

Ging asombrado sintió electricidad por todo el cuerpo, su mente estaba perdida mientras observaba la obscena imagen en frente suyo, el rostro excitado de Kurapika, autopenetrandose, sus fantasías se hacían realidad. El sentir su cavidad carnosa contraerse tantas veces, no iba ni por la mitad cuando los gemidos aparecieron ¿Cómo podría controlarse ahora? Lo tomo de las caderas sin cuidado y terminó por adentrarse en lo más profundo que podía llegar. Kurapika se tambaleó, sentía un dolor placentero, caliente, tan poco preparado, pero le resultaba orgásmico ser ultrajado así, era su deseo, que solo Ging lo tuviera asi.

El ano estrecho del rubio lo estaba matando, pero se detuvo para calmarse, besándole otra vez, demostrándole que no solo es una bestia, aunque vaya a comportarse así después, lo quería y no quería lastimarle más que aquello, pero cuando Kurapika empezó a moverse sin ningún cuidado, la poca razón se perdió, mando al carajo todo, quería tratarlo con ternura, pero el otro le demandaba toda su rudeza. No pudo aguantar más, se descontroló como un enfermo, y no paró de penetrarlo hasta hacerlo gritar.

El Kuruta sentía dolor, era el sexo más descontrolado que había tenido jamás, lo disfrutaba, dolia, pero le excitaba, estaba repitiendo el nombre de su querido cuanto pudiese, para demostrarle que le gustaba.

-          Ging, Ging, Ging, … Ahh agh Ahhg… Ging – solo Ging podía llegar tan profundo en su ser que le daba en toda su zona mas sensible. Ese punto G que le hacia perder los papeles, le hizo abrir más y más las piernas, dejándole una entrada mejor, el dolor pasaba poco a poco, el dolor se esfumaba ante esas estocadas, su forma mas animal se despertó cuando Ging, apoyó su cuerpo contra el pequeño mueble, abrió sus nalgas y lo embistió, robándole un gemido largo, volvió a sentirse vacio y lo volvió a llenar. Entraba y salia cual dueño fuese, pero a Kurapika solo lo volvía más y más loco el hecho de que la mano ajena le seguía masturbando.

El juego del mayor no quería acabar, lo lastimaba, lo sabia, pero como podía parar, no quería parar aunque estuviera dañándole tanto. Quería detenerse un poco pero ya era tarde, los gemidos de su muchacho lo tenían hipnotizado, estaba idiota y solo podía pensar en correrse dentro. Kurapika en cambio ya no pensaba, sus ojos casi volteados, con la cabeza tirada, babeando entre delirantes gemidos, sentía poco a poco el climax llegar, temblaba al sentir el calor concentrarse dando paso al orgasmo.

-          Agh! Ah! AH!... - Se sacudió bruscamente mientras aún era penetrado, se venia en grandes chorros en la mano de Ging, el cual ya estaba listo para vaciar todo su esperma, y lo hizo, quejándose de no poder moverse más, abrazando a su joven amante, buscando en su cuerpo un poco de compostura, con el aliento perdido, y su cuerpo dominado por su bestia interna, contemplaba la pequeña sonrisa de Kurapika, sucios, los dos, no se dejaron de mirar como si alguno hubiese contado un chiste.

 

-          ¿Qué es gracioso? – pregunto Ging de manera coqueta y agitado. Estaba tan sensible que si quería en poco tiempo podía volver a tomarlo.

 

-          Tu eres gracioso, viejo – le dijo sacándole la lengua, sonrosado a más no poder, todavía tenia toda la virilidad de Ging dentro suyo.

 

Ging lo liberó y lo beso delicadamente como si no hubiese estado casi violándolo hace un momento. El calor en su cuerpo no iba a desaparecer nunca después de aquel dia. Su aroma, su sabor, todo cada detalle era mágico.

 

 

 

Lo amaba, aunque estuviese mal, lo amaba y era correspondido, la culpa pesaba menos así.

 

Notas finales:

Si lo leiste hasta aqui dime que te parece.

Muchos odian a Ging, yo amo a Ging, es el personaje perfecto que podria profanar a todos :v

 

No me odien u.u

 

-Heart


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